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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Millones de toneladas de redes fantasmas amenazan a los océanos

Tortuga atrapada en una red fantasma. Foto: Gereenpeace

Cuando hablamos de plásticos contaminando el mar pensamos en botellas y bolsas, pero el auténtico drama ambiental es el de las redes fantasmas. Restos de aparejos de pesca elaborados en duros y resistentes materiales plásticos que por accidente, enganche o descuido acaban en el fondo marino, destruyendo vida durante décadas.

Según revela Greenpeace en su informe Redes fantasmas: el abandono de redes de pesca amenaza nuestros océanos, alrededor de 640.000 toneladas de estas redes perdidas o abandonadas acaban cada año en los océanos.

Para que te hagas una idea, es el equivalente en peso a más de 50.000 autobuses de dos pisos. ¡Cada año!

Redes fantasma en la gran isla de basura del Pacífico. Foto: Greenpeace

Desastre ambiental

Estas redes perdidas representan un 10% de los plásticos que se encuentran en el mar. A menudo, provocan la muerte de numerosa fauna marina, que se engancha y queda mortalmente atrapada. Tales trampas pueden permanecer activas, matando indiscriminadamente, durante décadas.

El informe muestra que el 6% de todas las redes utilizadas, el 9% de todas las trampas de pesca pasiva (nasas) y el 29% de todos los palangres (líneas de pesca de varios kilómetros de largo) permanecen en el mar.

Los viejos desechos de pesca no solo siguen matando vida marina, sino que también dañan gravemente los hábitats submarinos. Los montes submarinos se ven particularmente afectados porque, por su gran variedad de fauna, son zonas de intensa actividad pesquera.

“Mucho tiempo después de su vida útil, las redes de pesca siguen matando y mutilando la vida marina y contaminando incluso ecosistemas remotos como el monte submarino Vema. Es bastante macabro ver el legado de la pesca destructiva en un lugar tan remoto como este”, ha señalado Thilo Maack, portavoz de la campaña Protege los Océanos de Greenpeace.

¿Qué se puede hacer?

Sin duda, mejorar los sistemas de gestión para evitar tan funestas pérdidas de artes de pesca.

Greenpeace reclama además la firma de un sólido Tratado Global de los Océanos que podría proteger, al menos, el 30% de los océanos para 2030, prohibiendo en esas zonas las actividades humanas más peligrosas, incluida la pesca industrial.

Alcatraz llevando peligrosos restos de redes al nido. Foto: Greenpeace

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