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El curioso, histórico y machista origen del acto de ‘pedir la mano’ para contraer matrimonio

El curioso, histórico y machista origen del acto de ‘pedir la mano’ para contraer matrimonio

Actualmente es una práctica cada vez más en desuso y considerada por muchos como obsoleta y arcaica (aunque todavía hay quien lo sigue realizando), pero hasta hace apenas unas décadas era común e imprescindible que cuando un hombre quería contraer matrimonio con una mujer se presentara frente al padre de ésta (o tutor en caso de faltar)  y le pidiera oficial y formalmente su mano.

Quien decidía si la muchacha se casaba o no era la figura del progenitor y así ha sido (y lamentablemente continua siendo) en la mayoría de las culturas y religiones a lo largo de la Historia.

Pero el concepto de ‘pedir la mano’, tal y como lo conocemos hoy y que se ha practicado durante tantísimo tiempo, proviene de una antigua tradición recogida en el Derecho Romano, por el cual las mujeres tenían una serie de derechos (en muchos aspectos muy amplios), pero la potestad sobre éstas pertenecía al padre, bajo un precepto conocido como ‘manus’ (vocablo latino que significa mano) y que vendría a designar el poder judicial que un varón tenía sobre una hembra (hija o esposa).

El acto de pedir la mano (o sea, el ‘manus’) era para que le fuera transferido al pretendiente ese control sobre la mujer con la que se iba a casar. A partir del momento que se hacía tal petición, si era aceptada por el progenitor, el prometido pasaba a tener la potestad sobre la novia y quedaba sellado el acuerdo a través de una celebración previa al matrimonio conocida como ‘esponsales’ (fiesta de compromiso cuyo término proviene del vocablo en latían ‘sponsus’ –usado para referirse a aquel que asumía un compromiso- y de donde derivó también el término ‘esposa’ y el significado que se le da a las manillas (esposas) que usa la policía).

Por tanto, el hecho de pedir a un padre la mano de su hija para contraer matrimonio traía implícito el solicitar el control y potestad jurídica sobre ésta, un acto y tradición machista que hoy en día todavía sigue estando vigente en algunas culturas (afortunadamente cada vez menos).

El curioso, histórico y machista origen del acto de ‘pedir la mano’ para contraer matrimonioCabe destacar que este post trata sobre el acto de pedir la mano (permiso para casarse) al progenitor, no del hecho de que un novio ‘hinque rodilla’ y proponga matrimonio a su novia.

Y ya para finalizar, y como nota curiosa, indicar que el término ‘manus’ -como sinónimo de potestad sobre alguien- no solo se aplicaba para las mujeres, sino también para referirse a los esclavos y personas en propiedad de alguien; por lo que una ‘manumisión’ en la Antigua Roma era el acto de liberar/dejar libre a un esclavo o sirviente.

 

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Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

Llega la novena entrega de la serie de post dedicados a traer al blog un buen número (de docena en docena) de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban en realidad o que conocías con otro nombre muy distinto.

Espero que la selección de palabras que he hecho en esta ocasión sea de vuestro agrado, al igual que ha ocurrido con las veces anteriores.

Oblito - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Oblito: En más de una ocasión hemos leído alguna noticia relacionada con una intervención quirúrgica en la que el cirujano se ha dejado olvidado algún elemento (gasa, pinzas…) en el interior del cuerpo del paciente. Ese elemento olvidado es el que recibe el nombre de ‘oblito’.

 

Erina - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Erina: Continuamos con las operaciones quirúrgicas, porque se conoce como ‘erina’ a cada uno de los ganchos que utilizan los cirujanos para separar los tejidos (y no se toquen entre si) durante una intervención (también usado por anatomistas y forenses).

 

Gulusmear - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Gulusmear: Se conoce como ‘gulusmear’ a la acción de ir olisqueando y probando todo lo que se está cocinando, con intención de saber el punto de cocción, sal o por el simple gusto de probar la comida y saber qué se está guisando. Está compuesto por la unión de los término ‘gula’ y ‘husmear’.

 

Résped - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Résped: Así es como se llama la característica lengua de las serpientes (o cualquier tipo de víbora y culebra).

 

 

Espantagustos - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Espantagustos: Con este término es como se conoce al típico ‘aguafiestas’. Aquella persona que con su agrio y mal carácter se dedica a interrumpir los momentos de alegría y animación de los demás.

 

Lechuguino - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Lechuguino: Este curioso vocablo, que proviene de principios del siglo XIX, se comenzó a utilizar para referirse a aquellos jóvenes presumidos, a los que le gustaba ir a la moda (en su origen francesa). Posteriormente también se usó el término para señalar a aquellos muchachos (todavía en la adolescencia e imberbes) que querían aparentar ser ya hombres  hechos y derechos para galantear con mujeres mayores que ellos. El término ‘lechuguino’ proviene de la moda de vestir totalmente de verde (siguiendo la moda francesa) de aquellos jóvenes partidarios de la invasión napoleónica (conocidos comúnmente como ‘afrancesados’).

 

Rompegalas - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Rompegalas: Se conoce como ‘rompegalas’ a aquella persona que se presenta en cualquier evento o lugar mal peinada, desaliñada y con ropas que no son adecuadas para la ocasión. Debemos tener en cuenta que el término ‘gala’ no solo significa fiesta o evento, sino que también hace referencia a los trajes y vestidos elegantes que se visten en ocasiones especiales.

 

Ñáñara - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Ñáñara: Modo coloquial de decir que alguien padece de flojedad y pereza, proviniendo este término de ‘ñoño’ (cosa o persona de poca sustancia, apocada y sin fuerza). Curiosamente el vocablo ‘ñoño’ proviene del latín ‘nonnus’ cuyo significado literal era ‘anciano’.

 

Pisaverde - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Pisaverde: Actualmente está prácticamente en desuso este término, pero antiguamente se utilizaba para señalar a aquel hombre, con ademanes afeminados, que se acicalaba y perfumaba exageradamente y se dedicaba a pasear para que lo contemplaran, dijeran piropos y galanterías.

 

Vespertilio - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Vespertilio: Modo como se le llamaba también a los murciélagos, debido a que estos quirópteros son nocturnos y salían de los escondrijos donde habitan al atardecer, ‘vesper’ en latín.

 

 

Caire - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Caire: Con este término se referían, siglos atrás, al dinero ganado a través de la prostitución (ya fueran las propias prostitutas como los proxenetas). Proviene de una antigua moneda de ínfimo valor. Este vocablo está prácticamente en desuso actualmente y era utilizado antiguamente de forma jergal por individuos pertenecientes a las germanías (delincuentes y rufianes).

 

Arborecer - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [9]

 

Arborecer: Proceso en el que una pequeña planta crece para hacerse árbol.

 

 

 

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El curioso motivo de llamar ‘hogar’ al lugar donde residimos

El curioso motivo de llamar ‘hogar’ al lugar donde residimos

Conocemos como hogar al lugar donde residimos o, dicho de otro modo, nuestra vivienda o casa.

Pero así como ahora, al usar este término, nos referimos a lo que es el domicilio en si, originalmente la palabra hogar no se usaba para tal fin.

Etimológicamente el término ‘hogar’ es el resultado de sustituir la primera letra del vocablo ‘fogar’ el cual significaba literalmente ‘fuego’ y provenía del latín ‘focus’ (el hecho de la sustitución de la efe por la hache podemos encontrarlo en otras palabras, como facer/hacer o fermoso/hermoso).

Y es que ya desde la antigüedad ese fogar/hogar era el modo como se denominaba al lugar de la casa donde se encendía el fuego de la chimenea u hoguera con la intención de mantener caliente la morada además de utilizarse para cocinar.

El hecho de que en todos los domicilios era imprescindible que hubiese un ‘hogar’ hizo que con el tiempo comenzara a ser conocido de ese modo ya no solo y específicamente el fuego encendido sino a toda la estancia y finalmente casa.

 

 

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Fuentes de consulta: RAE / ellatinoonline / etimologias.dechile
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¿Cuál es el primer libro que se publicó sobre gramática castellana?

¿Cuál es el primer libro que se publicó en español sobre gramática castellana? Los historiadores datan el final de la Edad Media a partir de la segunda mitad del siglo XV, coincidiendo con importantes hechos que hicieron poner fin a ese periodo que duró un milenio.

La invención de la imprenta, el fin de la Guerra de los Cien Años, la caída del Imperio bizantino, el descubrimiento del Nuevo Mundo (América) o la Reconquista por parte de los Reinos Cristianos de Castilla y Aragón en la Península Ibérica son claros ejemplos de lo que aconteció en aquel tiempo.

Se daba un paso hacia la Edad Moderna y había que adecuar la lengua a las nuevas costumbres, de ahí que fuese de vital necesidad la creación de una obra que se dedicase al estudio de la lengua española o, mejor dicho, castellana, que era la que se hablaba en la mayor parte del Reino. El latín se había ido abandonando progresivamente como lengua vehicular y su lugar lo había tomado el castellano.

Un castellano al que el tránsito de culturas y lenguas por la península había modificado y evolucionado de forma diferente según las zonas geográficas donde se hablaba.

Para intentar regular un uso común, el 18 agosto de 1492 se publicaba la primera edición de la obra Gramática de la Lengua Castellana escrita por Antonio de Nebrija y que se convertiría en una importantísima obra en la que figuraban las normas y reglas lingüísticas y que sería de gran ayuda para la difusión y expansión de la lengua en un momento en el que se construía un imperio en ultramar.

 

En el siguiente enlace podréis encontrar el texto completo del libro ‘Gramática de la Lengua Castellana’ de Antonio de Nebrija en su versión digital (y gratuita): http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000174208&page=1

 

 

Te puede interesar leer tmbién: ¿Qué libro está considerado como el primero de la Historia dedicado exclusivamente para niños?

 

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Curiosidad que forma parte del libro “Vuelve el listo que todo lo sabe” de Alfred López.
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¿Cuál es el origen de la expresión ‘Sabes más que un calepino’?

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Sabes más que un calepino’?A través de un comentario dejado en el post ‘¿Cuál es el origen de la expresión ‘Ser un bolonio’?’, Jesús Martín me pregunta por el origen de la expresión ‘Sabes más que un calepino’.

El término ‘calepino’ proviene de un apellido italiano y que se hizo muy popular por Ambrogio Calepino, un lexicógrafo que a principios del siglo XVI publicó el primer diccionario Latín-Italiano y que se convirtió en un libro de consulta de muchos eruditos.

A esta obra se la llegó a conocer como el ‘Diccionario Calepino’ y con los años (una vez fallecido el autor) otros autores y estudiosos de la lengua contribuyeron a hacerlo más extenso e incorporándole otros idiomas, lo que provocó que con el tiempo se conociera comúnmente como ‘Calepino’ a cualquier diccionario de latín.

Era tal el conocimiento que había en tal diccionario que el apellido del autor quedase como sinónimo de sabiduría y se le aplicase a personas sabias y eruditas en muchos temas.

 

 

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¿Sabías que la expresión ‘echar pestes’ nada tiene que ver con la enfermedad ni el mar olor?

 

 

¿Sabías que la expresión ‘echar pestes’ nada tiene que ver con la enfermedad ni el mar olor?

Se conoce como ‘peste’ a una enfermedad contagiosa y de gran mortandad, además de usarse el término como sinónimo de mal olor.

Expresiones como ‘echar pestes’ o ‘hablar/decir pestes de alguien’ son frecuentemente utilizadas para referirnos a la acción que hace una persona de hablar mal de otra. Debido a la coincidencia del uso del vocablo pestes es muy común pensar que esas ‘pestes’ a la que se refiere la locución tengan que ver con decir algo maloliente o mórbido, aunque en realidad son dos vocablos de diferente origen y que nada tiene que ver entre si.

En realidad el término pestes, utilizado en dicha locución, es la evolución que se le dio, a través de los años, al vocablo ‘pésete’ el cual significaba literalmente ‘especie de juramento, maldición o execración’ y que ya recogía el Diccionario de Autoridades de 1737 en su volumen V.

El famoso lexicógrafo del siglo XVIII, Esteban Terreros y Pando, también lo recoge en su ‘Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana’ indicando que el término ‘pésete’ proviene del latín ‘pesiami/pesiati’ e incluso añade que, por aquel tiempo, execrar (maldecir) sobre alguien se decía ‘pesetear’.

No se sabe a ciencia cierta por qué ni cuando, pero el término pésete acabó diciéndose en la forma ‘pestes’, quizás como un modo más fácil de pronunciar.

El termino pésete sigue siendo recogido por el Diccionario de la RAE, aunque indica que está en desuso.

 

 

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El curioso e histórico origen del término ‘nefasto’

El curioso e histórico origen del término ‘nefasto’

Utilizamos el término ‘nefasto’ para indicar que algo o alguien es pésimo o detestable (‘ha sido un día nefasto’, ‘es un gobernante nefasto’…).

El origen del vocablo lo encontramos en tiempos de la Antigua Roma en el que a una serie de días se les asignó un rol especial, entre ellos por ejemplo, las calendas que eran el primer día de cada mes (surgiendo de ahí el término calendario). Los días que estaban especialmente indicados para hacer negocios y tratar temas legales con la justicia eran conocidos como ‘fastos’, del laín ‘fasti’ y cuyo significado etimológico era ‘lo que es lícito’.

Por el contrario había otros días conocidos como ‘nefasti’ que estaban destinados a lo opuesto: jornadas en las no era aconsejable hacer negocios y en los que no se podía administrar justicia. El término nefasti (que derivó en nuestro vocablo ‘nefasto’) estaba compuesto por la negación ‘ne’ y el mencionado ‘fasti’, por lo que su traducción era ‘lo que no es lícito’.

Los días nefasti o nefastos estaban reservados para venerar a las divinidades y en algunos casos para rememorar días de lutos o efemérides en las que había acontecido alguna desgracia, de ahí que con el tiempo el término ‘nefasto’ acabase adquiriendo la connotación negativa y usándose también para señalar una desgracias o algo triste y/o funesto.

 

 

 

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¿De dónde proviene llamar ‘escaño’ al lugar que ocupa un político en el Parlamento?

¿De dónde proviene llamar ‘escaño’ al lugar que ocupa un parlamentario en la Cámara?

Durante unas elecciones (ya sean para el Congreso de los Diputados y Senado, a un Parlamento Autonómico o la Eurocámara) uno de los términos que más se utilizan es el de ‘escaño’.

Se entiende como escaño al lugar que ocupará aquel candidato que ha sido escogido con los votos suficientes para representar a un partido político en cualquiera de las Cámaras.

El término ‘escaño’  proviene del latín ‘scamnum’, que era el nombre que recibía en la Antigua Roma el banco de gran tamaño y con respaldo en el que se sentaban juntos varias personas (normalmente afines en ideas e intereses). Este tipo de bancos solían estar en los foros públicos y senado, por lo que no se tardó en relacionar el nombre del asiento (escaño) con el puesto que ocupaba un representante en él.

Con el paso del tiempo la mayoría de parlamentos cambiaron los bancos en los que se sentaban varios representantes políticos por butacones individuales, pero a pesar de ello se continuó llamando escaño e incluso es muy habitual que se utilice el término ‘bancada’ al conjunto de parlamentarios de un mismo grupo político (por ejemplo ‘bancada socialista’).

 

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¿De dónde proviene decir ‘Ponerse al tajo’ para referirse a la acción de trabajar?

¿De dónde proviene decir ‘Ponerse al tajo’ para referirse a la acción de trabajar?

Son muchas las personas que utilizan el término ‘tajo’ para referirse tanto al trabajo como al lugar donde se realiza dicha ocupación laboral (Me voy al tajo, Deja de hacer el vago y ponte al tajo…).

El vocablo tajo (como referencia al trabajo) nada tiene que ver con el río homónimo que nace en la Sierra de Albarracín (Teruel) y desemboca en Lisboa (Portugal) ni con ningún tipo de trabajo que se realizase a lo largo de su cauce, tal y como indica erróneamente alguna fuente. Etimológicamente, tajo proviene del verbo ‘tajar’ (dividir algo en dos o más partes con un instrumento cortante) que llegó hasta el castellano desde el latín vulgar ‘taleāre’ cuyo significado era ‘cortar’ o ‘rajar’.

Desde hace varios siglos muchos eran los trabajos en los que no se cumplía un horario sino que debía alcanzarse un objetivo y la jornada laboral terminaba cuando, avanzando sobre un terreno en el que se realizaba la faena (cosechar, segar, sembrar, pintar, talar, picar en una mina…) se llegaba hasta determinado punto que previamente se había marcado con un corte que se hacía, normalmente, en el suelo y que era conocido como ‘tajo’.

De ahí que expresiones como ‘ponerse al tajo’ o ‘ir al tajo’ significasen ponerse o ir a trabajar.

 

 

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Post realizado a raíz de una consulta que me llegó a través de twitter por Celia @pahacertesufri_
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El curioso origen etimológico del término ‘músculo’

El curioso origen etimológico del término ‘músculo’

Conocemos como ‘músculo’ al tejido compuesto de fibras mediante el cual podemos contraer nuestras articulaciones y que, dependiendo de lo ejercitado que esté, proporciona mayor o menor fortaleza a nuestro cuerpo.

Tras el término ‘músculo’ nos encontramos con una curiosa etimología que, como otras muchas palabras de nuestro vocabulario actual, nos traslada hasta tiempos de la Antigua Roma, pues este vocablo proviene del latín ‘muscŭlus’ siendo su significado literal: ‘ratoncito’ (‘musratón y ‘culuspequeño).

Y es que los antiguos romanos, cuando observaron el curioso movimiento hacia delante y hacia atrás que hacía la bola bajo la piel (lo que nosotros conocemos hoy en día como músculo), les recordó a como se movía un ratoncillo cuando está atrapado y quiere escapar.

Parece ser que en un principio se le otorgó el término a los músculos de los brazos y las pantorrillas y con el tiempo se generalizó para todo el cuerpo. Curiosamente a la parte superior de la pierna se le llamó ‘muslo’ que es la contracción del mencionado ‘muscŭlus’.

 

 

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