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¿De dónde proviene la expresión ‘No todo el monte es orégano’?

A través del perfil de este blog en Instagram (@yaestaellistoquetodolosabe2), recibo un mensaje de Alba Cabrera en el que me pregunta sobre el origen de la expresión No todo el monte es orégano’.

¿De dónde proviene la expresión ‘No todo el monte es orégano’?

Esta se trata de una locución que se utiliza para indicar a alguien que, en ciertas ocasiones, puede surgir alguna dificultad a la hora de conseguir un propósito y que no siempre el camino es fácil.

Esa analogía sobre las dificultades y el orégano viene desde hace muchos siglos atrás, debido a que dicha planta aromática estaba considerada en la antigüedad como algo de gran utilidad, ya no solo para aromatizar los guisos sino también para realizar ungüentos y pomadas a los que se les atribuían propiedades curativas.

La planta del orégano crece muy fácilmente por toda la cuenca mediterránea y habitual era ver campos inmensos en los que crecía. Esa facilidad para acceder a ella es lo que hizo que, con el tiempo, se utilizase la mención de la misma para indicar que en esta vida no todo es fácil de conseguir.

Etimológicamente, el término ‘orégano’ lo hemos recibido desde el latín ‘origănum’ y a éste llegó desde el griego ‘oríganon’, compuesto por ‘óros’ (montaña) y ‘gános’ (resplandor, alegría, destello, júbilo), por lo que su traducción literal vendría a ser ‘planta que alegra el monte’, ‘alegría de las montañas’ e incluso ‘orgullo de las montañas’ (dependiendo del traductor que consultes te dará un resultado u otro).

 

 

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Fuentes de consulta: RAE / cvc.cervantes / etimologias.dechile / 300 historia de palabras de Juan Gil (Editorial Espasa)
Fuente de la imagen: publicdomainpictures

El curioso, histórico y machista origen del acto de ‘pedir la mano’ para contraer matrimonio

El curioso, histórico y machista origen del acto de ‘pedir la mano’ para contraer matrimonio

Actualmente es una práctica cada vez más en desuso y considerada por muchos como obsoleta y arcaica (aunque todavía hay quien lo sigue realizando), pero hasta hace apenas unas décadas era común e imprescindible que cuando un hombre quería contraer matrimonio con una mujer se presentara frente al padre de ésta (o tutor en caso de faltar)  y le pidiera oficial y formalmente su mano.

Quien decidía si la muchacha se casaba o no era la figura del progenitor y así ha sido (y lamentablemente continua siendo) en la mayoría de las culturas y religiones a lo largo de la Historia.

Pero el concepto de ‘pedir la mano’, tal y como lo conocemos hoy y que se ha practicado durante tantísimo tiempo, proviene de una antigua tradición recogida en el Derecho Romano, por el cual las mujeres tenían una serie de derechos (en muchos aspectos muy amplios), pero la potestad sobre éstas pertenecía al padre, bajo un precepto conocido como ‘manus’ (vocablo latino que significa mano) y que vendría a designar el poder judicial que un varón tenía sobre una hembra (hija o esposa).

El acto de pedir la mano (o sea, el ‘manus’) era para que le fuera transferido al pretendiente ese control sobre la mujer con la que se iba a casar. A partir del momento que se hacía tal petición, si era aceptada por el progenitor, el prometido pasaba a tener la potestad sobre la novia y quedaba sellado el acuerdo a través de una celebración previa al matrimonio conocida como ‘esponsales’ (fiesta de compromiso cuyo término proviene del vocablo en latían ‘sponsus’ –usado para referirse a aquel que asumía un compromiso- y de donde derivó también el término ‘esposa’ y el significado que se le da a las manillas (esposas) que usa la policía).

Por tanto, el hecho de pedir a un padre la mano de su hija para contraer matrimonio traía implícito el solicitar el control y potestad jurídica sobre ésta, un acto y tradición machista que hoy en día todavía sigue estando vigente en algunas culturas (afortunadamente cada vez menos).

El curioso, histórico y machista origen del acto de ‘pedir la mano’ para contraer matrimonioCabe destacar que este post trata sobre el acto de pedir la mano (permiso para casarse) al progenitor, no del hecho de que un novio ‘hinque rodilla’ y proponga matrimonio a su novia.

Y ya para finalizar, y como nota curiosa, indicar que el término ‘manus’ -como sinónimo de potestad sobre alguien- no solo se aplicaba para las mujeres, sino también para referirse a los esclavos y personas en propiedad de alguien; por lo que una ‘manumisión’ en la Antigua Roma era el acto de liberar/dejar libre a un esclavo o sirviente.

 

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Fuentes de las imágenes: Wikimedia commons / pixabay

El curioso motivo sobre por qué los anillos de compromiso llevan un diamante

El curioso motivo sobre por qué los anillos de compromiso llevan un diamante

Miles son las peticiones de boda que se realizan en el Día de San Valentín, las cuales van acompañadas con el correspondiente anillo de compromiso y en el que hay incrustado (en la mayoría de ocasiones) un diamante.

A pesar de que el acto simbólico de regalar un anillo, en el momento de hacer una petición de mano, viene de Edad Media, el hecho de incorporarle el  mencionado y característico diamante es mucho más reciente y fue fruto de un efectivo plan trazado, a principios de 1900, por la entonces principal empresa de extracción y comercialización de diamantes del planeta: ‘De Beers Consolidated Mines’.

Tras la proliferación de yacimientos de extracción de diamantes en Sudáfrica durante el último cuarto del siglo XIX, el mercado se inundó de esta piedra preciosa e hizo caer su precio en picado. Un grupo de empresarios dedicados a la explotación de minas sudafricanas decidieron unirse y crear la mencionada De Beers Consolidated Mines y controlar la casi totalidad del negocio.

Una vez en sus manos el control del mercado pensaron que una buena forma de comercializarlo fácilmente y a gran escala era convirtiéndolo en un producto de fácil acceso, así que se les ocurrió incorporar un diamante en los anillos de compromiso. Otros tipos de anillos ya los llevaban, pero hasta aquel momento los de petición de mano no (evidentemente con alguna excepción).

Diseñaron campañas publicitarias en las que creaban la necesidad a las novias de tener su correspondiente alianza con una piedra preciosa incrustada; algo que provocaba que si una chica no recibía su anillo de diamantes tenía la sensación de que estaba ‘menos prometida’ que el resto de sus amigas.

Pero el golpe de efecto surgió a partir de 1947 cuando De Beers lanzó una campaña publicitaría con el propósito de aumentar las ventas, debido a la caída que éstas habían sufrido desde la Gran Depresión y posterior Segunda Guerra Mundial.

Se encargó a la empresa de publicidad neoyorquina ‘N. W. Ayer & Son’ que creara una campaña, siendo la creativa Mary Frances Gerety quien idease un eslogan que hoy en día, después de ocho décadas, todavía se utiliza:

‘Un diamante es para siempre’ (A diamond is forever)

Como dato anecdótico, cabe destacar que a lo largo de la Historia otros han sido también los objetos que se han regalado en el momento de hacer una petición de matrimonio, pudiéndonos encontrar que había una tradición que consistía en partir una pieza de oro en dos (generalmente una moneda) y dar cada una de la partes a los prometidos. También entre la nobleza y clase alta británica surgió la costumbre de entregar a la novia, como regalo de compromiso, un dedal.

Se calcula que el 75 por ciento de los anillos de compromiso que se regalan hoy en día llevan incrustado un diamante. Por cierto… según la publicación especializada ‘Advertising Age‘, el eslogan ‘Un diamante es para siempre’ (A diamond is forever) fue el mejor y más efectivo mensaje publicitario del siglo XXhttp://adage.com/article/special-report-the-advertising-century/ad-age-advertising-century-top-10-slogans/140156

 

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Fuente de la imagen: pixabay

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Apretarse los machos’?

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Es muy habitual escuchar o usar el modismo ‘Apretarse los machos’ (o en la forma ‘Atarse los machos’) cuando alguien se prepara para enfrentarse a una dificultad o riesgo que debe superar.

Al contrario de lo que algunas fuentes apuntan o pueda pensar más de uno, los ‘machos’ a los que se refiere la expresión no tienen nada que ver con el término utilizado para referirse al género masculino ni es una forma metafórica de aludir a los atributos sexuales (testículos).

En realidad los machos son los flecos (también llamados borlas) que cuelgan en el traje de luces que viste un torero. Hay diversos repartidos por todo el traje: en el chaleco, la chaquetilla y la taleguilla (que es el calzón). Y es precisamente de las que cuelgan en esta última (a la altura de las pantorrillas) a la que hace referencia la expresión, ya que son las últimas en apretarse justo en el momento de terminar de vestirse de luces y salir al ruedo. De ahí que surgiese esta locución como sinónimo de ‘prepararse cuidadosamente para una empresa difícil’.

 

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Fuente de la imagen: concellon (Flickr)
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