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El curioso origen etimológico del término ‘detestar’

El curioso origen etimológico del término ‘detestar’

El término ‘detestar’ es usado con frecuencia como sinónimo de ‘aborrecer’ y es precisamente éste el significado que le da a este vocablo el diccionario de la RAE, junto con la acepción «condenar y maldecir a alguien o algo, tomando el cielo por testigo».

Pero la segunda definición es la que más se acerca a su significado original, ya que, etimológicamente, proviene del latín detestari, formado por el prefijo de y el verbo testari, ‘testimonio’.

 

 

Lee y descubre el curioso origen, historia y etimología de infinidad de palabras y palabros

 

 

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¿Sabías que el 30 de septiembre es el ‘Día Internacional del Derecho a la Blasfemia’?

Se conoce como blasfemar a la acción de maldecir, insultar e injuriar a alguien o algo, de carácter sagrado, con intención de ofender, tanto a nivel individual como colectivo, un sentimiento religioso.

¿Sabías que el 30 de septiembre es el ‘Día Internacional del Derecho a la Blasfemia’?

El término ‘blasfemia’ proviene del latín tardío ‘blasphemĭa’ y éste a su vez del griego ‘blasphēmía’ cuyo significado es ‘palabra injuriosa’, aunque algunos etimólogos prefieren traducirlo como ‘acción de hablar contra Dios’.

A lo largo de la mayor parte de la Historia, se ha perseguido y castigado duramente la blasfemia, la cual ha sido considerada un grave delito (y todavía lo es en un gran número de países, culturas y religiones).

Desde cortar o perforar la lengua, a condenas de largos periodos de presidio e incluso la pena de muerte (como la lapidación) han sido algunos de los castigos con los que se penaba el acto de blasfemar.

En España la blasfemia estuvo perseguido durante largo tiempo (muy especialmente durante la Edad Media por la Inquisición) y aunque dejó de ser considerada como un delito (contra Dios) a partir de 1988, todavía se castiga, tal y como recoge la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en su artículo 525:

  1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.

  2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.

Muchas naciones son los que hace mucho tiempo abolieron sus leyes medievales contra la blasfemia, pero podemos encontrar que en la totalidad de países del Islam todavía está perseguida, siendo el castigo la pena de muerte.

En los últimos años se ha podido ver cómo se ha perseguido a escritores y publicaciones que han mencionado al Islam o a Mahoma (profeta de los musulmanes), produciéndose incluso atentados terroristas llevados a cabo por islamistas radicales.

Este tipo de persecuciones son los que dieron paso a crear, en el año 2009, un ‘Día Internacional por el Derecho a la Blasfemia’, en el que se reivindica el derecho a la libertad de expresión en todos los sentidos, sin tener que ser perseguidos judicialmente ni por fanáticos religiosos.

Se eligió esta fecha como efeméride de la publicación que se realizó, en 2005, en el periódico danés Jyllands-Posten, en el que aparecían una docena de caricaturas satíricas de Mahoma, y que provocó las quejas por parte de un gran número de naciones musulmanes y un grave conflicto diplomático que fue haciéndose cada vez más grande y tensó cada vez más las relaciones entre occidente y el mundo musulmán.

Cada 30 de septiembre, desde 2009, numerosos son los colectivos se aprovechan esta fecha para reivindicar libertad de expresión en el que ya se ha establecido como el ‘Día Internacional del Derecho a la Blasfemia’.

La persecución de la blasfemia, a lo largo de la Historia, dio pie a que, desde hace varios siglos atrás, se utilicen términos y exclamaciones que han sido transformadas en un eufemismo (forma de aludir a algo sin necesidad de decir una grosería o blasfemar). Bajo estas líneas encontrarás algunos enlaces a unos cuantos posts relacionados.

No te pierdas el episodio 2×04 (#22) del podcast ‘Ya está el listo que todo lo sabe’ dedicado a los insultos, palabrotas y blasfemias y que cuenta con la colaboración especial del actor Sergio Pazos:

 

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Reseña del libro: ‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra

Todos sabemos soltar una palabrota o decir un insulto dirigido a alguien, pero no siempre se consigue el efecto deseado, ya que no todas las personas tenemos el don de saberlo hacer correctamente. Podemos proferir una palabra malsonante hacia alguien y ver que éste ni se inmuta y, sin embargo, hay individuos que, por su forma de hablar, intencionalidad e impostar la voz, con un vocablo aparentemente inofensivo pueden llegar a herir el amor propio de cualquiera.

Reseña del libro: ‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio ParraY es que hasta para saber insultar o soltar un improperio hay que tener cierto talento y gracia. Quien sabe mucho sobre palabrotas, insultos y blasfemias es mi amigo Sergio Parra, uno de los divulgadores más versátiles y prolíficos de los últimos años, quien acaba de publicar un nuevo libro titulado ‘Mecagüen’ y fantásticamente editado por Vox (ojo, la famosa e importantísima editorial perteneciente al grupo Larousse y que tan maravillosos diccionarios y libros de consulta lleva publicando desde 1944).

El libro está magníficamente ilustrado por José Rubio ‘Malagón’, uno de los ilustradores y humoristas gráficos más conocidos del momento y al que también me une una sincera amistad.

‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra (ilustración Malagón)

Ilustraciones realizadas por Malagón para el libro ‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra (Editorial Vox)

Mecagüen es mucho más que un simple libro donde se recopilan centenares de palabras malsonantes; es un cuidadísimo ensayo en el que el autor nos habla del insulto, el acto de blasfemar o las palabrotas desde diferentes variantes: desde la sociológica, la cultural, por grupo de personas, géneros, países, épocas…

Sergio Parra es uno de esos divulgadores que saben explicar casi cualquier concepto y tema, por muy complejo que sea, de una manera fácil y entendible. Además, he de añadir que, con este libro lleno de improperios y palabras malsonantes, consigue que nadie se sienta molesto a la hora de leerlo (evidentemente, sin tener en cuenta a los ‘ofendiditos profesionales o de carrera’, que ya llevan, en su ADN, eso de mosquearse por cualquier cosa).

Como tipo curioso que soy (en todos los sentidos), siempre que leo algún nuevo trabajo de Sergio Parra aprendo un buen número de datos, desconocidos para mí, los cual me proporciona abundante material y, sobre todo, me inspira para futuros posts. Estoy seguro que a vosotros también os sorprenderá el descubrir todo lo que se esconde detrás de todos esos vocablos, sus orígenes y usos.

Tal y como apunta Sergio, el soltar en un momento dado un exabrupto puede llegar a ser incluso hasta terapéutico. Liberamos a través de la palabrota la tensión acumulada (al igual que nos ayuda el llorar de emoción, tanto cuando estamos tristes como eufóricos). También hay que destacar que, a veces, podemos decir una palabra normal y llegarla a convertir en un hiriente insulto, según nuestro tono o intención (por ejemplo, decirle a alguien que es un crack o un genio cuando ha hecho un mal trabajo, tiene toda la mala intención del mundo). Eso sí, para que el insulto sea efectivo, el receptor debe ser consciente de que lo estamos intentando agraviar verbalmente. También hay términos qué según cómo se digan y si se les añade un artículo y, según el contexto, pueden convertirse en injuriantes y humillantes: ‘el gordo’, ‘el enano’, ‘el negro’, ‘el bizco’…

El libro nos adentra en la Historia, explicándonos los orígenes de aquellos términos considerados como ‘tabú’ y que la religión se encargó en estigmatizar haciendo que se convirtieran en palabras injuriosas hacia Dios o la Iglesia (la blasfemia) e incluso con aquellas relacionadas con todo lo relacionado con el sexo.

A destacar el capítulo dedicado a la corrección política de los últimos tiempos, en los que se está tratando de sobreproteger a grupos o minorías sociales, raciales, de diversidad sexual, etc, ha provocado que muchas de las expresiones que se han estado utilizando durante toda la Historia hoy en día se consideren como desafortunadas e hirientes para éstos. Un tema muy delicado pero interesantísimo.

Y no quiero destripar más sobre este fantástico libro, el cual os recomiendo que compréis y leáis, porque además de aprender muchísimas cosas que quizá desconocías disfrutaréis enormemente de él (como ha sido mi caso).

Esta no es la primera vez que publico una reseña o recomendación en este blog sobre alguno de los libros de Sergio Parra (si no me falla la memoria, con este son siete los libros de los que he escrito). Aparte de la gran amistad que nos une debo destacar la gran admiración que siento por él y estoy deseando que llegue el día en el que podamos realizar alguna colaboración conjunta. También debo agradecerle a Sergio el haberme incluido y citado como fuente de consulta.

 

 

‘Mecagüen’ (palabrotas, insultos y blasfemias) de Sergio Parra
Editorial: VOX
ISBN: 9788499743172
https://www.vox.es/libro/mecaguen-palabrotas-insultos-y-blasfemias/

No te pierdas el episodio #1 del podcast «Ya está el listo que todo lo sabe» dedicado a los isultos, origenes y sus curiosidades

Podéis leer otras reseñas y recomendaciones de los libros de Sergio Parra, que he publicado en este blog, en el siguiente enlace: http://bit.ly/2JpVWs6

Aborrecer, aburrir y horripilante, tres palabras con un mismo origen etimológico: ‘los pelos de punta’

Aborrecer, aburrir y horripilante, tres palabras con un mismo origen etimológico: ‘los pelos de punta’

Nuestro cuerpo es una máquina, casi, perfecta el cual crea una serie de reacciones dependiendo del momento específico que estamos viviendo/experimentando: nos enamoramos y sentimos mariposas en el estómago, tenemos frío y tiritamos para mantener calientes nuestros órganos internos, sentimos calor y sudamos para refrescarnos…

Entre las muchísimas reacciones está la de erizarse el vello (ponerse los pelos de punta) cuando tenemos miedo o estamos pasando por un momento angustioso. Los responsables de esta ‘pilo erección’ son unas fibras musculares que tenemos en la base de cada capilar y que son conocidas como ‘horripiladores’ o ‘arrectores’ (músculos erectores), las cuales se contraen provocando que éstos se contraigan y levanten cada uno de los pelos (esto no solo ocurre con los momentos de miedo, también se produce la pilo erección con el frío, levantando los poros y causando el conocido efecto de la ‘piel de gallina’).

Pues bien, dejando de lado todo este proceso científico de nuestro organismo, ahora voy a centrarme en unos cuantos términos que utilizamos de forma habitual y que tienen el mismo origen etimológico que el vocablo ‘horripiladores’ el cual proviene de la unión de los términos latinos ‘horrēre’ (ponerse erecto / rígido) y ‘pilus’ (pelo) siendo su significado literal: ponerse el pelo de punta y que ha dado lugar a vocablos como ‘horripilante’, ‘horrible’ , ‘horror’, ‘horroroso’, ‘horrendo’ y ‘horrísono’; todos ellos con una relación directa con aquello que causa angustia o un miedo intenso.

Pero el término ‘horrēre’ también ha servido para dar origen a otras palabras que aparentemente no tienen nada que ver pero que en realidad provienen etimológicamente de este vocablo latino: ‘aburrir’ y ‘aborrecer’.

Aburrir/aburrirse/aburrido (términos con el que conocemos aquel estado de apatía, en el que nada satisface o entretiene y que puede llegar a cansar o hastiar) proviene del vocablo latín ‘abhorrēre’ compuesto por el prefijo ‘ab’ (sin) y el mencionado ‘horrēre’ y cuyo significado original era: ‘sin erizar el pelo / lo que no pone el pelo de punta’ por lo que aquello que no producía la sensación de erizarse el vello (sentir miedo) era ‘aburrido’.

Por su parte, aborrecer (tener aversión a alguien o algo) proviene de ‘abhorrescĕre’ y se le dio la acepción de ‘apartarse de algo con horror’, ya que el prefijo ‘ab’ no solo se utilizaba como ‘sin’ sino también se usaba para señalar a algo que se encontraba apartado o se alejaba.

 

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¿Sabías que la expresión ‘echar pestes’ nada tiene que ver con la enfermedad ni el mar olor?

 

 

¿Sabías que la expresión ‘echar pestes’ nada tiene que ver con la enfermedad ni el mar olor?

Se conoce como ‘peste’ a una enfermedad contagiosa y de gran mortandad, además de usarse el término como sinónimo de mal olor.

Expresiones como ‘echar pestes’ o ‘hablar/decir pestes de alguien’ son frecuentemente utilizadas para referirnos a la acción que hace una persona de hablar mal de otra. Debido a la coincidencia del uso del vocablo pestes es muy común pensar que esas ‘pestes’ a la que se refiere la locución tengan que ver con decir algo maloliente o mórbido, aunque en realidad son dos vocablos de diferente origen y que nada tiene que ver entre si.

En realidad el término pestes, utilizado en dicha locución, es la evolución que se le dio, a través de los años, al vocablo ‘pésete’ el cual significaba literalmente ‘especie de juramento, maldición o execración’ y que ya recogía el Diccionario de Autoridades de 1737 en su volumen V.

El famoso lexicógrafo del siglo XVIII, Esteban Terreros y Pando, también lo recoge en su ‘Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana’ indicando que el término ‘pésete’ proviene del latín ‘pesiami/pesiati’ e incluso añade que, por aquel tiempo, execrar (maldecir) sobre alguien se decía ‘pesetear’.

No se sabe a ciencia cierta por qué ni cuando, pero el término pésete acabó diciéndose en la forma ‘pestes’, quizás como un modo más fácil de pronunciar.

El termino pésete sigue siendo recogido por el Diccionario de la RAE, aunque indica que está en desuso.

 

 

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