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¿Sensación de culpa por no haber podido parir?

Un amigo, padre recientísimo, me contaba el otro día el nacimiento de su hijo. Un pequeño que llegó tras un parto inducido e infructuoso por cesárea y que está como unas pascuas.

Me llamó mucho la atención que me contase que su mujer se sentía culpable por no haber podido tener un parto natural. Que era un tema muy delicado los primeros días para ella. Se entristecía creeyendo que no había sido capaz, se sentía como si hubiera fallado, decepcionada consigo misma.

Me contaba que todo el equipo que la asistió hizo lo posible por lograr un parto lo más natural posible, pero que no pudo ser y ella se sentía responsable. Tenía dentro el «no pude parir a mi hijo».

Deseo que ese sentimiento no dure. Imagino que es lo que sucederá, aunque no puedo estar segura. Tal vez sea una sensación que persistirá latente toda la vida.

Mi primer hijo nació por cesárea programada. Era muy grande y venía en una posición de nalgas bastante complicada. No me siento culpable, no siento haberle ni haberme fallado. Me alegro de que en casos como esos exista la posibilidad de una cesárea tan poco traumática como la mía, que estuve consciente y pude abrazar y besar a mi bebé mientras me suturaban (sólo faltó la presencia de su padre).

Pero si me rastreo con detenimiento, sí que supuso una pequeña decepción cuando me lo dijeron saber que no podría afrontar un parto natural. Algo que hubiera preferido con creces.

Eso sí, tuve tiempo de digerirlo y cuando llegó el momento lo tenía totalmente asumido. No es lo mismo que encontrarte con la noticia y la cirugía tras varias horas de infructuoso trabajo de parto.

Resulta curioso pensar que las formas tan diferentes que tenemos de afrontarlo: hay mujeres que prefieren una cesárea antes que un parto, las hay que las viven de modo traumático, las hay que se sienten derrotadas en su maternidad y las hay que avanzan sobre el tema sin preocuparse demasiado como es mi caso.

¿Como fue en vuestro caso?

Cuando parir no es coser y cantar

Me escribe Letizia, que quiere compartir una historia con nosotros:

Soy profesora de Educación Infantil, y trabajo en una guardería, asique imagínate mi contacto con los niños.

Pero hace poco, una amiga mía, dió a luz el domingo un bebé precioso, regordete y muy moreno, aunque el motivo de escribirte no es otro que contarte su parto:

Rompió aguas en casa de sus suegros, a la 1 de la mañana, entonces se fueron al hospital, y a partir de ahí todo fueron horas, horas, y horas de espera, No dilataba, y el niño se le quedó en mala postura,muy arriba, no eran capaces de que bajara. y como querían que fuera parto vaginal, no cesárea ahí que la tuvieron más de 30h, si, si más de 30 horas, para que en el último momento, cuando ya había dilatado, lo suficiente el niño se dió la vuelta, y no pudieron hacer nada para que no fuera cesárea. aún así los 2 están bien, sanos y contentos. Comenzando a ser una familia.

Aunque así contado, parece una sencillez, para mí fue toda una heroína, como tantas y tantas mujeres que aguantan y sufren los dolores de un parto horrible, para tener lo más bonito del mundo: Un Hijo.

Bueno MR, sólo quería contártelo para compartirlo contigo y con las demás.

Hay muchas madres, muy afortunadas, para las que el parto es casi coser y cantar. Claro que es cansado, claro que existe el dolor… por bueno que sea un parto no es como irse de compras, pero desde luego hay mujeres para las que es un camino de rosas comparado con las experiencias de otras.

Otras que, probablemente en otros tiempos, hubieran acabado mal. Es probable que hubieran muerto o padecido consecuencias de por vida ellas y/o sus hijos.

Tenemos que ser muy conscientes de la suerte que tenemos las madres de hoy día, y de países desarrollados, por la asistencia sanitaria que tenemos.

Es cierto que muchas madres pueden ser consideradas heroínas por superar duros partos y cesáreas. Claro que la recompensa es infinita.

Pero también son héroes muchos profesionales, matronas y ginecólogos, que en su trabajo diario salvan tantas vidas.

A veces parece que sólo nos acordamos de ellos cuando hay problemas, cuando abusan de las cesareas o de los partos programados e instrumentalizados en exceso.

Y es cierto que aún hay mucho camino por recorrer. Pero es poco comparado con lo que ya hemos andado.

¿Recordáis a Semmelweis? Nunca deberíamos olvidar al héroe de las madres recientes.

La cesárea animada

Ya hemos hablado en multitud de ocasiones que se abusa demasiado de la cesárea. Muchos hospitales tienen unos porcentajes de nacimientos mediante esta intervención absolutamente tremendos.

Pero eso no quita que la cesárea es muy necesaria en muchas ocasiones.

Ya sabéis que mi peque nació por cesárea, era cabezón, yo primeriza y venía de nalgas.

Sé que hay quien defiende que se puede parir perfectamente un bebé con esa presentación.

Es cierto, muchos nacen así. Pero yo me informé de los posibles riesgos y acepté que la cesárea era menos peligrosa para él.

Cuando estás embarazada a veces sabes que tu hijo nacerá así como en mi caso. En otras ocasiones te encuentras con ello en pleno proceso de parto.

En cualquiera de los dos casos habrá mujeres que prefieran estar informadas de en qué consiste exactamente esta intervención.

Aquí os dejo un vídeo de animación 3D con el que se puede comprender el proceso muy bien y también los casos en los que está indicada.

Toca entuertos, toca aguantarse

Hace tiempo hablaba con una amiga que acaba de tener su segundo bebé y ha tenido unos entuertos terribles la pobre.

La conversación salió al ver cómo se le torcía la cara mientras amamantaba a su hijo.

Al principio no caí: «¿Qué te pasa?»

«Los dichosos entuertos» contestó ella «¿no los has tenido?»

Pues la verdad es que no. Con el mayor sí que notaba algo indeterminado, aunque no doloroso, probablemente por ser cesárea. Con Julia ni eso, pese a ser la segunda y haber tenido dos bebés grandes.

Menos mal, porque le pregunté a mi amiga si había algo que se pudiera hacer para aliviar los entuertos y parece ser que la única solución es aguantarse.

Os dejo la explicación dada por Inma Marcos, comadrona, en El parto es nuestro.

Los entuertos son contracciones uterinas potentes que ocurren en el posparto y que tienen como objetivo reducir la matriz a su tamaño normal y colapsar los vasos sanguíneos sangrantes que han quedado en el lugar donde estaba la placenta.

Los entuertos son buenos y deseables, puesto que si la matriz no se contrae los vasos sanguíneos quedan abiertos y la hemorragia es mayor.

Como cada vez que el niño mama se segrega oxitocina para que la leche salga del pecho, pues al mismo tiempo hay una sesión de entuertos.

La mayoría de primerizas nota los entuertos como poco dolorosos, suaves como una regla. Pero a medida que tienes más hijos los entuertos son más intensos y dolorosos. Esto es por que la matriz de una mujer que ya ha tenido varios hijos está más blanda y necesita más fuerza y contracciones para volver a su sitio.

También he visto que las mujeres con cesárea, aunque sea el primer hijo, tienen entuertos más dolorosos.

También las mujeres que han tenido gemelos o niños muy grandes, como la matriz se dio más de si de lo normal, suelen tener entuertos más intensos aunque sea el primer hijo.

Suelen durar más o menos una semana, el primer día muchos, luego menos y cada vez menos hasta desaparecer.

Si por lo que sea llevas un suero con oxitocina, son mucho más intensos y difíciles de llevar.

También es importante no retener orina, pues la vejiga llena impide que la matriz se recoja y puedes tener una hemorragia.

No entiendo que haya mujeres que prefieran una cesárea

Al poco de tener a Julia algunas me preguntásteis en los comentarios cómo era la recuperación de una cesárea frente a la de un parto vaginal, ahora que tengo ambas experiencias.

Pues ahora que han pasado algo más de dos meses puedo confirmaros lo que ya sabéis: infinitamente mejor con un parto, aunque sea uno con fórceps y una buena episiotomía como el mío y aunque me recuperase sin complicaciones de la cesárea.

Con la cesárea estuve el doble de tiempo en el hospital, eso para empezar. Levantarme de la cama y andar los primeros días era muy doloroso.

Ya en casa las primeras semanas me costaba bastante valerme: por ejemplo levantar la pierna para entrar a la bañera, sentarme en la cama para dar el pecho, levantarme del sofá… Además tenía terminantemente prohibido levantar peso y eso viviendo en un tercero sin ascensor. Necesite ayuda mucho tiempo.

Lo he pensado muchas veces: menos mal que la cesárea fue con el primero y no con el segundo. Habría sido todavía más difícil la recuperación teniendo un torbellino de quince kilos que atender también.

La cicatriz era también más delicada de cuidar, con grapas en lugar de puntos que se disuelven. La podéis ver en la foto, apenas un día después. Que además ahí la tendré, bastante feucha, hasta los restos.

Y tardé bastante más en poder volver a meterme en mis vaqueros. Y no hablo sólo de tallajes, es que además resultaba primero doloroso y luego incómodo presionar el abdomen.

Sin contar que una cesárea te obliga a espaciar en el tiempo el siguiente embarazo, puede dificultar tener un parto vaginal a continuación y si se repiten las cesáreas también limita el número de hijos que una mujer puede tener.

Así que según mi experiencia, no hay comparación posible en el puerperio. No entiendo que haya mujeres que prefieren una cesárea.

Aunque eso no quita que muchas veces sirvan para salvar vidas. De hecho mi madre y yo estamos aquí gracias a esa intervención.

Los hospitales de España según su porcentaje de cesáreas

Os dejo un par de párrafos de un artículo de Consumer que retoma una vieja queja de la Organización Mundial de la Salud: en España se realizan demasiadas cesáreas.

El 24% de los bebes que nacen en los centros públicos de España lo hacen por la técnica de rasgar el abdomen de la madre para acceder a la cavidad uterina y extraer a la criatura de su interior, mientras que en los centros privados se supera la cota del 40%. Ambos porcentajes están muy alejados de la recomendación de la OMS, que cree que debe limitarse al 15% el número de partos que terminan en cesárea.

En la página web de El Parto es nuestro, una página muy recomendable por muchos motivos, hay un mapa de lo más interesante en el que ver el porcentaje de cesáreas en los distintos hospitales españoles públicos y privados.

En la Comunidad de Madrid el que tiene un índice más bajo es el hospital de Fuenlabrada con un 15,98%, que es además el único amigo de los niños de momento. Le sigue el de Móstoles con un 18,06%. El mío también está entre los porcentajes más bajos con un 19,13%.

El que tiene un porcentaje más alto es el de Torrelodones, con casi el 40%, seguido del Montepríncipe de Boadilla con un 32,49%.

He pensado que tal vez a alguno os podría ser útil o interesante echarle un vistazo aunque no están todos, sólo los que han facilitado esos datos.

Nuestras batallitas de la mili

Tengo un amigo que dice que cuando las mujeres nos ponemos a hablar de partos es como cuando él y sus amigos se ponen a hablar de su mili o de cómo se libraron de ella.

Siempre me ha hecho gracia esa reflexión, porque creo que tiene razón.

Estando embarazada me he encontrado como mujeres de toda edad o condición, a poco que saliera el tema, te explicaban cómo vivieron ellas su parto.

Tal vez no recuerden muchos detalles del embarazo o de la crianza de sus bebés, pero no han olvidado ni un detalle del parto.

Y si hay varias mujeres que han pasado por la experiencia, la conversación a varias bandas está servida.

Vamos a ver si somos capaces de reproducir la situación online.

Empiezo por contaros cómo llegó al mundo mi peque. Algo que había prometido hace ya tiempo.

Fue en el hospital universitario de Getafe, que aunque no es de la red de hospitales amigos de los niños, tiene instalaciones renovadas hace dos años, un equipo joven de matronas y es bastante respetuoso con las madres.

Aunque siempre habrá quien haya tenido allí malas experiencias, aunque estás sometida al protocolo de un hospital, creo a pies juntillas lo que me dijo mi matrona: «tienes suerte de tener allí a tu bebé».

Me convocaron allí a las 8 de la mañana de un 11 de agosto de casi de 39 semanas para una cesárea programada. El peque, además de grande, venía de nalgas.

La verdad es que fue un chasco. Yo quería vivir la experiencia del parto, a ser posible sin epidural. Pero me plegué a las recomendaciones del médico.

Varias intervenciones de urgencia retrasaron el ingreso: a mediodía entré en la sala de dilatación, no para dilatar, sino para prepararme, ponerme la sonda y un enema, que sinceramente no me pareció una experiencia terrible ni mucho menos.

Y seguimos esperando, despidiéndome de esa barriga viva que me había acompañado tanto tiempo y a la que estaba convencida echaría de menos.

De milagro no me mandaron de nuevo a casa. Ya por la tarde, me subieron a quirófano. El futuro padre reciente no pudo pasar, una pena, pero por lo demás no tengo queja.

Mi cesárea fue con una variante de la epidural, estuve consciente y tranquila, me explicaron lo que iban haciendo y experimenté esa sensación extraña de conservar el tacto en todo el cuerpo sin sentir dolor.

Todo fue muy rápido. Al poco de oír llorar a mi peque me dijeron que era un bebé precioso y me lo acercaron para que lo saludara y besara.

A continuación me enseñaron la placenta y me subieron a planta razonablemente pronto. Creo recordar que pasaron unas dos horas y media.

Nada más llegar en la camilla me encontré que querían darle un biberón de glucosa, tal vez lo único negativo de todo el asunto. Me negué y los tres, padre, madre e hijo recientes, pasamos esa primera noche casi en vela peleando para que se enganchara a la teta.

Esa primera noche no tuve compañera de habitación.

Los días siguientes fueron muy molestos: recuperarse de una cesárea no es cosa de broma. Yo veía a mi nueva compañera recién llegada y parida como una reina mientras a mi me enseñaban a ponerme en pie viendo las estrellas.

Un consejo si os hacen una cesárea: orinad continuamente aunque sea en la cuña. Una vejiga llena duele muchísimo.

Pero también os digo aunque suene tópico que el dolor se olvida, que tampoco es tanto comparado con tener un hijo.

Pasamos unos días más en los que se enganchó sin problemas la pecho, y de ahí a casita a continuar la aventura que voy compartiendo con vosotros todos los días.

Espero poder vivir un parto normal con mi segundo hijo.

Ya tenéis mi batallita particular. ¿Cómo os fue a vosotros?