Tengo un amigo que dice que cuando las mujeres nos ponemos a hablar de partos es como cuando él y sus amigos se ponen a hablar de su mili o de cómo se libraron de ella.
Siempre me ha hecho gracia esa reflexión, porque creo que tiene razón.
Estando embarazada me he encontrado como mujeres de toda edad o condición, a poco que saliera el tema, te explicaban cómo vivieron ellas su parto.
Tal vez no recuerden muchos detalles del embarazo o de la crianza de sus bebés, pero no han olvidado ni un detalle del parto.
Y si hay varias mujeres que han pasado por la experiencia, la conversación a varias bandas está servida.
Vamos a ver si somos capaces de reproducir la situación online.
Empiezo por contaros cómo llegó al mundo mi peque. Algo que había prometido hace ya tiempo.
Fue en el hospital universitario de Getafe, que aunque no es de la red de hospitales amigos de los niños, tiene instalaciones renovadas hace dos años, un equipo joven de matronas y es bastante respetuoso con las madres.
Aunque siempre habrá quien haya tenido allí malas experiencias, aunque estás sometida al protocolo de un hospital, creo a pies juntillas lo que me dijo mi matrona: «tienes suerte de tener allí a tu bebé».
Me convocaron allí a las 8 de la mañana de un 11 de agosto de casi de 39 semanas para una cesárea programada. El peque, además de grande, venía de nalgas.
La verdad es que fue un chasco. Yo quería vivir la experiencia del parto, a ser posible sin epidural. Pero me plegué a las recomendaciones del médico.
Varias intervenciones de urgencia retrasaron el ingreso: a mediodía entré en la sala de dilatación, no para dilatar, sino para prepararme, ponerme la sonda y un enema, que sinceramente no me pareció una experiencia terrible ni mucho menos.
Y seguimos esperando, despidiéndome de esa barriga viva que me había acompañado tanto tiempo y a la que estaba convencida echaría de menos.
De milagro no me mandaron de nuevo a casa. Ya por la tarde, me subieron a quirófano. El futuro padre reciente no pudo pasar, una pena, pero por lo demás no tengo queja.
Mi cesárea fue con una variante de la epidural, estuve consciente y tranquila, me explicaron lo que iban haciendo y experimenté esa sensación extraña de conservar el tacto en todo el cuerpo sin sentir dolor.
Todo fue muy rápido. Al poco de oír llorar a mi peque me dijeron que era un bebé precioso y me lo acercaron para que lo saludara y besara.
A continuación me enseñaron la placenta y me subieron a planta razonablemente pronto. Creo recordar que pasaron unas dos horas y media.
Nada más llegar en la camilla me encontré que querían darle un biberón de glucosa, tal vez lo único negativo de todo el asunto. Me negué y los tres, padre, madre e hijo recientes, pasamos esa primera noche casi en vela peleando para que se enganchara a la teta.
Esa primera noche no tuve compañera de habitación.
Los días siguientes fueron muy molestos: recuperarse de una cesárea no es cosa de broma. Yo veía a mi nueva compañera recién llegada y parida como una reina mientras a mi me enseñaban a ponerme en pie viendo las estrellas.
Un consejo si os hacen una cesárea: orinad continuamente aunque sea en la cuña. Una vejiga llena duele muchísimo.
Pero también os digo aunque suene tópico que el dolor se olvida, que tampoco es tanto comparado con tener un hijo.
Pasamos unos días más en los que se enganchó sin problemas la pecho, y de ahí a casita a continuar la aventura que voy compartiendo con vosotros todos los días.
Espero poder vivir un parto normal con mi segundo hijo.
Ya tenéis mi batallita particular. ¿Cómo os fue a vosotros?