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Oleada de países que deciden prohibir las prospecciones de hidrocarburos en el mar

Por Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado Técnico de la Alianza Mar Blava


En diciembre del año pasado contábamos en este blog que Francia se había convertido en el primer país del mundo en prohibir por ley la producción de hidrocarburos en todo su territorio. La ley francesa prohíbe el otorgamiento de cualquier nueva licencia de exploración de hidrocarburos por el método que sea. Las explotaciones actualmente vigentes se irán eliminando a medida que acabe su periodo concesional de manera que para el año 2040 habrá terminado totalmente la extracción de hidrocarburos en todo el ámbito territorial francés, tanto en el mar como en tierra firme.

Desde entonces otros países han dado pasos importantes en la misma dirección. Así, el pasado mes de febrero, el Parlamento irlandés aprobó una Proposición de Ley sobre “Medidas de Emergencia Climáticas” que incluye que el gobierno no podrá conceder nuevas autorizaciones para la exploración de petróleo y gas en el mar. Ya en 2017 Irlanda promulgó una ley que prohíbe el fraccionamiento hidráulico (fracking) en tierra firme.

Hace sólo unos días, el pasado 12 de abril, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, anunció que su país ha prohibido la realización de nuevas exploraciones de petróleo y gas en las aguas bajo su jurisdicción de alta mar (la Zona Económica Exclusiva de Nueva Zelanda es la cuarta más grande del planeta).

Esta es una de las medidas dentro del plan del Gobierno neozelandés de transitar hacia un modelo energético sostenible, el cual tiene como principales objetivos conseguir que la generación de electricidad sea 100% renovable en 2035 y lograr una economía totalmente descarbonizada en el año 2050. Aunque la  medida no afectará a una serie de permisos de exploración de hidrocarburos ya concedidos, cuya vigencia se prolongará durante una década más, es un gran paso adelante, coherente con los objetivos del Acuerdo de París, que ha sido celebrado por amplios sectores de la ciudadanía del país y por los grupos medioambientalistas.

Esta es una de las medidas dentro del plan del Gobierno neozelandés de transitar hacia un modelo energético sostenible, el cual tiene como principales objetivos conseguir que la generación de electricidad sea 100% renovable en 2035 y lograr una economía totalmente descarbonizada en el año 2050

Estos han recordado, por ejemplo, que la mitad de las especies de delfines y ballenas del mundo viven o recorren las aguas de Nueva Zelanda, desde especies críticamente amenazadas como el delfín de Maui hasta la ballena azul, el mamífero más grande del planeta. La medida del gobierno reduce la amenaza a los cetáceos y al resto de fauna marina de sufrir los negativos efectos del ruido submarino provocado en las campañas de búsqueda de yacimientos de hidrocarburos o de que se produzcan derrames de petróleo.

Poco a poco, el espíritu del Acuerdo de París va tomando forma en diversas normas legales, en países donde los compromisos internacionales se toman en serio. Sin embargo, aquí en España, el Gobierno sigue sin parecer comprender que es urgente tomar medidas eficaces para avanzar hacia un modelo energético sostenible, es decir inteligente, eficiente y 100% renovable, es decir completamente descarbonizado y desnuclearizado.

Es más, el Gobierno Rajoy se empeña en mantener abierta la puerta a las compañías del sector de hidrocarburos, para la exploración y explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales (en aguas profundas; y mediante la tecnología del fracking).

Sin embargo, aquí en España, el Gobierno sigue sin parecer comprender que es urgente tomar medidas eficaces para avanzar hacia un modelo energético sostenible, es decir inteligente, eficiente y 100% renovable, es decir completamente descarbonizado y desnuclearizado.

Así, hay que recordar que en 2017 el Gobierno, amparándose en un informe del Ministerio de Energía plagado de falsedades y que nadie se atrevió a firmar, vetó en el Congreso de los Diputados la tramitación de una Proposición de Ley del Parlamento balear  (donde se aprobó por unanimidad),  promovida a iniciativa de la Alianza Mar Blava, cuyo fin era que no se autorizasen nuevas actividades de exploración y explotación de hidrocarburos en el mar Mediterráneo.

El veto salió adelante en la Mesa del Congreso, donde debía tomarse la decisión de aceptar o no el veto del Gobierno, gracias al apoyo de los representantes del grupo parlamentario de Ciudadanos en ese órgano, pese a que éste grupo previamente se había manifestado completamente a favor de su tramitación. Otras 62 proposiciones de ley presentadas a lo largo de la legislatura por los grupos parlamentarios de la oposición o por parlamentos autonómicos han sido bloqueadas siguiendo ese mismo mecanismo. Como aquella que perseguía la eliminación del “impuesto al Sol”, proposición de Ley que fue promovida por todos los partidos de la oposición, incluido Ciudadanos, aunque luego él mismo, incoherentemente, se vetó a sí mismo en la Mesa del Congreso.

El argumento de Ciudadanos era que no podían oponerse legalmente a los vetos del Gobierno, pese a informes de los letrados de la cámara que aducían lo contrario. Ahora una sentencia del Tribunal Constitucional certifica que la Mesa de la Cámara puede rechazar los vetos si los considera infundados o si, por ejemplo, afectan a ejercicios presupuestarios futuros (y no al que está en vigor). Ahora Ciudadanos no podría escudarse en que no podía oponerse en la Mesa del Congreso a los vetos del Gobierno a las Proposiciones de Ley, como las ya citadas. Quizá ahora la situación cambie y se puedan levantar esos vetos.

El Gobierno y todos los partidos políticos deben entender que seguir apostando por la exploración y explotación de combustibles fósiles solo sirve para obstaculizar la inevitable transición hacia un modelo energético sostenible al tiempo que exacerba los conflictos, alimenta la corrupción, amenaza la biodiversidad, limpia el agua y el aire e infringe los derechos de los Pueblos Indígenas y las comunidades vulnerables, como sostiene la Declaración de Lofoten.

Continúan con el serrucho: malos síntomas para las grandes petroleras

Por Manuel Peinado Lorca – Catedrático de la Universidad de Alcalá 

Las multinacionales petroleras más grandes del mundo están en serios problemas porque sus balances económicos acusan los mayores costes de producción, la caída de los beneficios y el aumento vertiginoso de la deuda financiera acumulada tras años de pérdidas. Para mitigar las pérdidas y poder seguir alimentando a sus accionistas, las compañías están también descapitalizando sus gastos de capital en activos productivos (CAPEX).

Según varios analistas energéticos, 2018 será un año de cambio para las principales compañías petroleras. Puede que sea así desde una perspectiva exclusivamente productiva, pero el destino del precio del petróleo y de las compañías petroleras está vinculado a mercados más amplios. Cuando los mercados suben, es bueno para las compañías de energía y para el precio del petróleo, mientras que cuando los mercados caen, sucede todo lo contrario. La próxima oleada de ventas en los mercados bursátiles probablemente provocará daños irreversibles a la industria petrolera mundial.

El mes pasado, Wall Street continuó con su caída en un pozo sin fondo de -425 puntos, lo que provocó por primera vez una caída acumulada en lo que va de año de dos cifras (10%), y la Tasa de Interés de la Reserva Federal Estadounidense subió un 0,25% la semana pasada. Mientras que en el primer caso se está produciendo un reajuste corrector del valor de los activos, la combinación de ambos indicadores parece indicar la inminente llegada de una hiperinflación en la economía estadounidense.

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Fracking en Estados Unidos: más dura será la caída

Por Manuel Peinado Lorca – Catedrático de la Universidad de Alcalá 

«EEUU está produciendo mucho petróleo. Según vaticinan los analistas del banco alemán Commerzbank, EEUU producirá de media unos 10,6 millones de barriles al día en 2018, lo que supone un incremento de 1,3 millones de barriles por día. Este espectacular incremento es producto de la revolución del shale oil que está llevando a formaciones como la Cuenca Pérmica (entre Texas y Nuevo México) a producir casi el doble de crudo que Venezuela. Esta situación, junto con las sanciones impuestas a Qatar por parte de la comunidad árabe, está permitiendo que el petróleo de EEUU conquiste Oriente Próximo» (elEconomista.es, 7/2/2018).

Como en la novela de Budd Schulberg The Harder They Fall, llevada al cine por Mark Robson en una película homónima, más dura será la caída. Aunque la producción de petróleo de Estados Unidos alcanzó este año un nuevo récord de 10,25 millones de barriles diarios (Mbd), cuanto más suba, más impresionante será su inevitable colapso. A medida que los medios de comunicación, cuyos ingresos publicitarios dependen en gran medida de la industria petrolíferapregonan el glorioso nuevo récord productivo estadounidense, que ha sobrepasado su máximo anterior de 1970 y la producción actual de Arabia Saudita, ocultan o no son conscientes de varios factores. De algunos de ellos me he ocupado en artículos anteriores (1, 2, 3), en los que he subrayado que el gran problema no es la producción, sino sus costes, que superan los ingresos obtenidos por las ventas de crudo. Se trata, en definitiva, de ocultar la realidad de un inevitable declive y de mantener la ilusión en los inversores de que un negocio ruinoso es una inversión rentable.

El gran problema no es la producción, sino sus costes, que superan los ingresos obtenidos por las ventas de crudo

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Transición energética, ¡la decisión es política!

Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundación Renovables

Decisión

Estamos ante una opción estratégica de enorme trascendencia para el futuro de nuestra economía, medio ambiente, progreso y el bienestar de la sociedad española en general. Tenemos que conformar nuestro futuro energético y hacerlo de forma urgente ante la ausencia de planificación y política energética en general, sobre todo de la última década o, lo que es peor ante la existencia de una “contrapolítica” nefasta, iniciada ya en la segunda legislatura de Zapatero y perfeccionada con perversa eficiencia (decía Bill McDonaugh que «hay algo peor que un nazi, y es un nazi eficiente») en las legislaturas de Rajoy con los hermanos Nadal como preclaros agentes.

Una reciente artículo de Javier San Pedro en El País, glosando al nuevo Nobel de Economía, Richard Thaler (quien ha demostrado que somos irracionales como agentes económicos, en contra de lo establecido), concluía con algo que viene a cuento y es que «la política puede ayudarnos a planificar mejor». Para el Nobel de Economía las decisiones complejas requieren ciertamente el concurso de políticos, expertos y ciudadanos en democracias maduras participativas, aunque reservando un papel primordial a la política como gestora de los riesgos a asumir en estos casos. Política que, como bien se viene mostrando en el caso español, debería hacerse en el Congreso en casos como el de la transición energética y en base a propuestas del Gobierno o, en su ausencia, a iniciativa del Congreso si, como es el caso actual, puede haber una mayoría suficiente en la oposición.

Me meto en estas honduras para exigir que la respuesta al desafío del cambio climático y a la conformación de la necesaria y oportuna transición energética que se pretende instrumentar en una cacareada Ley venga de la política y ya, urgentemente. Y es que, con la habilidad y eficiencia que caracterizan al ministro Álvaro Nadal, se ha puesto en marcha un proceso por el que se hurta a la política, al Congreso y a la ciudadanía la conformación urgente de la transición energética.

En primer lugar, el Gobierno no ha dado unas mínimas referencias en cuanto a su propósito, visión y objetivos en el tiempo de la política energética que pretendería instrumentar con la citada Ley. Lo que sí ha hecho en cambio el Ministro Nadal recientemente es criticar la política y estrategias de descarbonización de la Unión Europea (Hoja de Ruta para una Europa  baja en Carbono, Hoja de Ruta de la Energía para 2050, Paquetes 2020 y 2030 y Unión Energética) contraponiéndolas a las medidas ahora iniciadas por EEUU con Donald Trump para reforzar la carbonización de su economía lo que, según Nadal, colocaría a la UE en desventaja en los mercados. Tal afirmación, además de irresponsable es falsa como bien han demostrado las ventajas competitivas de la UE por haber firmado y cumplido con el protocolo de Kioto.

En segundo lugar, en este contexto de falta de referencias políticas, o más bien equívocas, el Gobierno se tira el pegote de abrir una extensa consulta pública pidiendo aportaciones de colectivos, agentes socioeconómicos, ONGs …que, por supuesto serán, además de bien intencionadas, bien informadas, pero siempre sin saber muy bien para qué. Muchos parecen contentarse con la falsa esperanza de que les servirá para presentar alegaciones cuando se presente el Proyecto de Ley, lo que ya es un indicador de lo baldío del ejercicio.

En tercer lugar, el Gobierno, también humildemente, se ha sometido a atender el dictamen y propuestas en materia de transición energética de un grupo de 14 expertos identificados a propuesta de partidos políticos y agentes socioeconómicos. Aunque siempre sin someter cuál es la política a futuro a la que deben dar respuestas técnicas.

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El «fracking» sobrevive con respiración asistida

Manuel Peinado Lorca – Catedrático de la Universidad de Alcalá

Mientras que los principales medios de comunicación continúan propagando que el avance tecnológico traerá consigo suministros de combustibles fósiles cada vez más abundantes, la industria se automedica para mantenerse viva. La disminución de las reservas de petróleo y de las inversiones en el sector, y el aumento de los costes financieros asociados a la explotación, son los factores que están diezmando la que parecía ser una inagotable mina de oro negro. La burbuja comenzó a desinflarse en 2014 y sigue haciéndolo.

El consumo mundial de petróleo en 2016 fue de 25,1 miles de millones de barriles (KMB; Figura 1). Ese año, la industria petrolífera mundial sólo descubrió 2,4 KMB de petróleo convencional, menos de la tercera parte de los descubrimientos medios en quince años (9 KMB). El petróleo convencional es el más rentable, y su tasa de retorno energético TRE es mucho mayor que la de los crudos «no convencionales» como los que se obtienen offshore, de las arenas asfálticas, del chapapote venezolano o mediante fracking. Hay una buena razón para el aprovechamiento reciente de estas fuentes. Por decirlo brevemente, estamos rebañando el fondo del tarro de miel: eso es todo lo que nos queda del barril global.

Figura 1: consumo y descubrimientos de petróleo convencional en 2016 (Agencia Internacional de la Energía (2017).

Ahora, para poner el gráfico anterior en perspectiva, en la Figura 2 aparecen los descubrimientos globales anuales de petróleo convencional desde 1947. Se puede observar que los 2,4 KMB descubiertos en 2016 son apenas una charca cuando se comparan con los años gloriosos de la industria, y más si consideramos que desde el año 2000 el mundo ha estado consumiendo anualmente unos 25,5 KMB de petróleo convencional.

Figura 2. Descubrimientos globales anuales de petróleo convencional desde 1947 ( Bloomberg, 2017)

Como podemos deducir de esa figura, durante bastante tiempo no reemplazamos lo que consumimos. Excepto en 2000 (cuando se produjeron 35 KMB), todos los años la producción ha sido inferior a los 25 KMB. Eso quiere decir, básicamente, que la industria petrolera global ha estado sobreviviendo gracias a su cartilla de ahorros, es decir, al petróleo encontrado en años anteriores.

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La transición energética: herramienta de paz

Por Hugo Morán – Exdiputado

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Más de cien empresas de fracking se han declarado en quiebra en Estados Unidos en los últimos dos años. La caída encadenada de los precios del crudo desde 2014 hasta dejar el precio de referencia del barril por debajo de los cincuenta dólares, hace inviable la rentabilidad de los yacimientos de hidrocarburos no convencionales. Sus costes de explotación no pueden competir con los de las técnicas tradicionales en ese rango de precios de venta.

No resulta sencillo analizar las razones últimas que sustentan las decisiones estratégicas de las grandes corporaciones y de los gobiernos, cuando uno cuenta con poco más que mecanismos puramente intuitivos para encajar los datos. Por tanto no es fácil adivinar si la apuesta norteamericana por el fracking tenía como objetivo alcanzar la autosuficiencia de suministro de petróleo, o si por el contrario se trataba de provocar un hundimiento de los precios por la vía de la sobreoferta en el mercado para minorar los costes de la dependencia exterior; estaríamos en todo caso ante una nueva vía para condicionar los flujos del mercado, alternativa a la bélica pero de consecuencias igualmente imprevisibles e incontrolables.

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¡Aún dicen que las renovables son caras!

Por Luis Mª de la Maza – Profesional de área energética e industrial

La cantinela de que las renovables son caras, no son rentables, resultan casi simbólicas y solo se mantienen a base de apoyos públicos o de encarecimiento de las tarifas reguladas es un auténtico hit en las listas de éxitos de los gobiernos de muchos países, entre los cuales España ocupa una posición destacadísima. Entre pésimos ministros, políticos de medio pelo y, sobre todo, medios de comunicación debidamente orientados se bastan y se sobran para que esa coplilla entre a fondo en las mentes de los ciudadanos.

Molino de viento en amanecer

Lo que sabe menos gente es que los combustibles fósiles, tan eficientes ellos y tan garantes de nuestro modus vivendi, reciben desde tiempo inmemorial ingentes subsidios por distintas razones, algunas más o menos lícitas (empleo, reducción de precios) y otras no tanto (intereses no siempre confesables). Los gobiernos dicen que sirven para proteger a los pobres, pero en la realidad solo un 8% de esas ayudas va a gente con pocos recursos.

El volumen total mundial de estos subsidios se situaría hoy en el entorno de los 5,3 billones de dólares, 6,5% del PIB mundial y por encima del gasto sanitario, con China (2,3), Estados Unidos (0,7), Rusia (0,34), India (0,28) y Japón (0,16) a la cabeza; los países del G20 destinan a subsidios para exploración de combustibles fósiles 88.000 millones de dólares al año, más del doble de lo que invierten las propias compañías.

Los recortes de esos subsidios son fundamentales para luchar contra el cambio climático, ahorrar dinero y ayudar a un cambio hacia energías más limpias. Esto se ha planteado en muchas ocasiones, más recientemente en la Cumbre de París de diciembre de 2015, pero las grandes naciones, las que pueden aportar más para alcanzar esos objetivos, son terriblemente lentas en cumplir sus promesas, en una aparente esquizofrenia al trabajar para reducir emisiones y a la vez subsidiar el consumo de combustibles fósiles. La razón última, sin embargo, es que esos recortes son muy impopulares entre la ciudadanía, casi un campo minado a nivel político.

El apoyo a los combustibles fósiles parece haber alcanzado su punto máximo a finales de la década pasada, pero el ritmo de reducción de esos apoyos es muy bajo. Los gobiernos de los países de la OCDE están gastando aún casi el doble dando soporte a los combustibles fósiles de lo que se necesita para alcanzar los objetivos climáticos establecidos por la comunidad internacional. No se plantean ni los efectos directos de la desaparición de estos subsidios (-20% en emisiones de gases de efecto invernadero), ni las muertes prematuras evitadas por menor contaminación atmosférica ni finalmente el hecho de que, igualando las condiciones de participación en el mercado, podrían llegar a ser también innecesarios los fondos dedicados a las energías renovables.

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La energía nuclear en los programas de los partidos

Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado Técnico de la Alianza Mar Blava

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¿Qué política energética tendremos después del 26J? En particular, ¿qué pasará con las centrales nucleares? Los sondeos de opinión con respecto a los resultados de las próximas elecciones generales no permiten, en estos momentos, hacerse una idea clara de qué podrá pasar al respecto. Los líderes de los cuatro principales partidos han manifestado públicamente que no habrá unas terceras elecciones, que es seguro que se alcanzará un acuerdo de gobierno tras los comicios, pero ¿cuál? Ahora mismo no parece que vaya a ser una tarea sencilla lograrlo. En cualquier caso, mientras tanto, lo único que podemos hacer es comparar la parte energética de los programas electorales de unos y otros y tratar de hacer cábalas sobre qué pasará al final en virtud de las diferentes combinaciones posibles para formar gobierno.

En algunos temas energéticos, como la fracturación hidráulica (fracking) o el autoconsumo eléctrico, todos los partidos relevantes, menos el Partido Popular, están prácticamente de acuerdo. A excepción del PP, todos las demás fuerzas políticas coinciden en que hay que reformar drásticamente la actual normativa sobre el autoconsumo eléctrico, que con la regulación impuesta (y aún vigente) por el ex ministro Soria queda totalmente impedida y maniatada. Así mismo, casi todos los demás coinciden en el rechazo, más o menos explícito, a la obtención de gas no convencional por la insostenible tecnología del fracking, o a las prospecciones de hidrocarburos en el mar.

Pero con la energía nuclear ya es otro cantar. Analizando los programas electorales es muy curioso comprobar cómo, a pesar de la importancia del tema y de lo candente que son asuntos como la reapertura o no de la central nuclear de Garoña (Burgos) o la continuidad del proyecto del cementerio nuclear de residuos nucleares de alta actividad (ATC), actualmente propuesto en Villar de Cañas (Cuenca), hay un número significativo de partidos que ni siquiera hacen mención de todo ello en sus programas electorales.

Es el caso de Ciudadanos: en su programa no hay ni una sola mención al tema nuclear. Es el único caso entre los cuatro partidos principales con aspiración formar parte del futuro gobierno. Si bien es verdad que, en el transcurso de la anterior campaña electoral, sus portavoces hicieron declaraciones diciendo que cerrarían las nucleares y, posteriormente, lo que es más significativo, en el “Acuerdo para un gobierno reformista y de progreso” alcanzado con el PSOE de cara al debate de investidura de Pedro Sánchez, Ciudadanos se comprometió a un “Cierre progresivo de las centrales nucleares al cumplir los 40 años de vida útil”.

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Los líderes políticos debaten sin energía

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

 

Cuando repasamos las secuelas del único debate entre los cuatro líderes de las principales formaciones que se presentan a estas elecciones, la sensación es que el debate se queda en lugares comunes que solo desatan pasión cuando se aborda la corrupción, pero que no logran entrar en el fondo de los asuntos en los que nos jugamos tanto. Debaten, pero lo hacen sin energía.

aspirantes presidenciales en el debate

Los aspirantes presidenciales antes de comenzar el debate a cuatro (EFE)

Y la ausencia de la energía fue llamativa en el debate. No sé si porque no lo saben o porque no les importa, pero apenas encontramos menciones de pasada en las que se criticó el impuesto al sol, el ‘fracking’ o la nuclear de Garoña, pero de manera tan superficial que nadie que no esté al tanto de lo que sucede pudo valorar el motivo de la crítica.

El único tema relacionado con la energía que mereció un poco más de atención fue el de las puertas giratorias, que sin duda lo merece, pero el foco estaba en el problema del exceso de poder de las grandes empresas, independientemente de que coincide que muchas de las que abusan de este giratorio fenómeno son las grandes energéticas. Y desde luego que es necesario acabar con las puertas giratorias, pero ¿cuáles son las propuestas?

Haría falta que algún partido se diese cuenta de que el exceso de poder de esas empresas no viene solo de la colocación de líderes políticos en sus consejos de administración (práctica que no es más que un instrumento para sus intereses corporativos), sino de la legislación que permite la concentración de poder oligopolístico en sectores clave como el de la energía.

El problema es que las grandes energéticas (eléctricas, petroleras, gasistas…) dominan, porque así se les permite, todos los ámbitos del negocio: son a la vez árbitro, defensa, delantero, entrenador, utillero… y el espectador, en este caso sufrido consumidor, viendo un partido en el que siempre ganan los mismos. En el caso de la electricidad, paradigma de oligopolio, no se debería permitir que las mismas empresas que hacen una labor tan necesaria como llevar la luz (y el gas) a nuestras casas, sean las mismas que se dedican a producirla.

De nada sirve que tengamos derecho a elegir con quién contratamos la luz, si el dueño de los cables por los que esa electricidad nos tiene que llegar es uno de los que la fabrica: es como si las carreteras fueran propiedad de Volkswagen, Ford o Renault. Es evidente que entonces los coches de esas marcas tendrían muchas más facilidades para circular que los autobuses públicos, por ejemplo. Y eso pasa con la electricidad: los dueños de las centrales nucleares y térmicas son también dueños de los cables y, por tanto, controlan “la llave de la luz”. Con una llave tan poderosa en sus manos, a ver qué gobierno se atreve a plantar cara a sus intereses. Solo así se pueden entender aberraciones como el impuesto al sol, o que se puedan mantener en funcionamiento centrales de carbón que contaminan varias veces por encima de los límites legales, o que se pretenda alargar la vida de las centrales nucleares cuando los riesgos y la gestión de los residuos los pagamos entre todos.

Los superpoderes de las energéticas vienen de antiguo. Las puertas giratorias no solo consisten en espectaculares colocaciones de expresidentes de gobierno en consejos de administración. Es toda una tradición encontrar personas en puestos de responsabilidad política en los ministerios y consejerías que estaban a sueldo de las energéticas antes de ocupar su cargo y que tenían su silla esperando en el mismo sector una vez pasado el periodo legal de incompatibilidad. Por no mencionar cómo los planes energéticos se aprobaban tal como llegaban de las empresas, a veces hasta sin quitar el logo de la patronal Unesa.

Además de erradicar las puertas giratorias, hace falta una total separación de poderes. La gestión del sistema, el transporte y la distribución de electricidad, son actividades que están reguladas, es decir, que realizan un servicio público de acuerdo a normas establecidas. Y esas actividades deben ser realizadas por empresas independientes por completo de las que generan la electricidad. Y los organismos reguladores, encargados de controlar esa actividad, deben ser absolutamente INDEPENDIENTES de los intereses de las empresas.

La cuestión de fondo es quién manda aquí, quién pone las normas. O, dicho de otra forma, a quién sirven los responsables públicos y los partidos que aspiran a ejercer esa responsabilidad. Que cada cual saque sus conclusiones: quien controla la energía controla el poder.

 

 

Campaña electoral: La hoguera de las vaguedades

Por Mariano Sidrach de Cardona – Catedrático de la Universidad de Málaga

 

electionsComo quiera que estamos de nuevo en vísperas de otras elecciones generales para elegir a nuestros representantes políticos, me he propuesto comprobar si, esta vez, las propuestas que venimos defendiendo desde la Fundación Renovables, sobre el necesario cambio de modelo energético, han sido recogidas en los diferentes programas electorales.

Tengo que confesaros que no estoy especialmente contento.

Una primera lectura de los programas electorales puede llevar a la conclusión de que nuestras propuestas han sido asumidas por los partidos políticos. Las energías renovables parecen estar en el centro de todos los programas electorales cuando hablan de energía. Conjuntamente las palabras más utilizadas son ahorro, eficiencia y desarrollo de las energías renovables. Las vamos a encontrar muchas veces en todos los programas… y aquí acaban las buenas noticias.

Cuando entramos en los detalles, encontramos una serie de medidas generales, seguramente bienintencionadas, muy pocos compromisos reales, casi ningún objetivo a medio y largo plazo y ninguna hoja de ruta clara que nos permita imaginar cómo se van a llevar a la práctica las promesas electorales. También he encontrado contradicciones importantes, dentro de un mismo programa electoral.

Algunos ejemplos:

  • “Impulsar el desarrollo de las renovables, especialmente de la biomasa, por ser especialmente intensiva en mano de obra”. Los últimos informes del IRENA hablan de que en todo el mundo la mayor cantidad de puestos de trabajo los crea la fotovoltaica, algo así como tres veces los que se generan con biomasa.

 

  • Conseguir el 25% de energías renovables en 2020 y una planificación a largo plazo para llegar al 100% en 2030” y unas líneas después…”reducción de emisiones de al menos un 30% para 2020 y del 100% en 2050”. Cómo si las dos cosas no tuvieran nada que ver. Cómo si se pudiera pasar del 25 al 100 % en diez años. De todas formas, como no se dice cómo se van a conseguir estos objetivos, todos tan contentos.

 

Hay que destacar, que este ejercicio de decir mucho y no comprometerse a casi nada que tanto gusta a nuestros políticos en épocas electorales, tiene su máximo exponente en el programa electoral del PP, que incluye un catálogo de buenas intenciones, sobradamente incumplidas todas en los últimos años: seguir apostando por las renovables, seguir cumpliendo con los compromisos internacionales relativos a la reducción de emisiones, apostar por la eficiencia, por el ahorro, etc..  Están orgullosos de la política energética que ha llevado el gobierno en los últimos años y piensan continuar con ella por el bien del país. Faltaría más, a lo que yo añado, arreglados vamos.

También es cierto, que según nos vamos desplazando desde el PP hacia la izquierda parlamentaría aparecen más propuestas y alguna que otra medida más concreta para llevar los programas a la práctica, pero sin pasarse tampoco, no vaya a ser que luego nos exijan cumplirlas y también encontramos alguna que otra contradicción importante.

Ciudadanos propone impulsar un Plan Estratégico de transición energética basado, cómo no, en las renovables, el autoabastecimiento y el ahorro energético, quitar el impuesto al Sol y disminuir los costes eléctricos para pymes y familias y crear una Secretaria de Estado de Energía y Medioambiente.

En las propuestas de PSOE y Unidos Podemos encontramos muchas similitudes. Sus programas dejan clara la necesidad de un nuevo modelo energético que luche contra el cambio climático, apostando por el ahorro, la eficiencia y las renovables. Entre los aspectos positivos, la derogación del decreto actual de autoconsumo y el compromiso a una nueva ley que facilite su impulso, la necesidad de realizar un plan energético nacional que incluya la necesaria reforma del sector eléctrico. Empiezan a diferir, sin embargo, en los objetivos. Mientras que Unidos Podemos se fija como objetivo, un escenario a 2050 con una energía 100% renovable, el PSOE propone una disminución de la intensidad energética y reducción de emisiones de acuerdo con la UE y una penetración de las renovables en el sector eléctrico del 70% en 2030. A la vez, el PSOE en un ejercicio de malabarismo, hace un apoyo explícito a continuar quemando carbón nacional y propone un cierre de centrales nucleares tras cumplir sus 40 años de vida, incluye restringir autorizaciones para nuevas prospecciones de gas y petróleo y se opone al Fracking.

Unidos Podemos habla de un cierre paulatino de las centrales térmicas de carbón y de un cierre progresivo de las centrales nucleares, para que todas estén cerradas en 2024 y también se opone al Fracking.

En resumen, las propuestas en materia de energía de los partidos políticos adolecen en general de compromisos concretos y no presentan una hoja de ruta creíble. No parece mucho a la vista de los graves problemas a los que nos enfrentamos. Si lo que produce el cambio climático son las emisiones debidas al uso de los combustibles fósiles y este es un problema global que nos afecta a todos, parecería razonable que cada partido político nos dijera de manera clara y coherente, qué medidas reales va a tomar para abandonar de forma rápida y urgente el uso de estos combustibles y ahí sí podríamos evaluar las ventajas e inconvenientes de cada una de sus propuestas.

El cambio de modelo energético debe ser a la vez un cambio económico y social. Deberíamos ser capaces de dejar de mirar a izquierda y derecha y mirar hacia adelante, sobre todo porque el tiempo se nos acaba y el problema se agranda día a día. Si todos estamos de acuerdo en la causa del problema, ¿qué impide alcanzar la solución?

Esperaba mucho más de los programas electorales.

  • Imagen: Christian Schwier – Fotolia