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Con el virus no se negocia. ¿Y con el clima?

Hay una gran lección de esta crisis sanitaria: con un virus no se negocia y solo se puede combatir escuchando a la ciencia. Es la única alternativa realista y sensata. Y hoy toca aplicar esta enseñanza a una crisis aún mayor que la COVID19: el cambio climático. Así que, al igual que hemos aprendido a alinearnos con la ciencia para enfrentarnos a la emergencia sanitaria, también es hora de alinearnos con la ciencia para enfrentarnos a la emergencia climática.

En este sentido, los informes científicos de Naciones Unidas no dejan lugar a dudas. Nos queda apenas una década para evitar los peores escenarios del cambio climático y los compromisos actuales de reducción de gases por parte de los países no permiten en absoluto cumplir con el Acuerdo de París. Mientras este acuerdo climático, ratificado tanto por la Unión Europea como por España, apunta como meta no superar el aumento de 1.5ºC de temperatura al final de este siglo, con los compromisos actuales vamos directos a un aumento de 3ºC, ¡el doble! Esta dinámica pone en peligro la vida digna, o simplemente la vida, de millones de personas hoy y, aún más, mañana.

¿Cuál es la situación en España? Pues con el anteproyecto de Ley de Cambio Climático cuya llegada al Congreso celebramos, el Gobierno de coalición propone fijar como objetivo reducir un 23% sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2030, respecto a 1990. Teniendo en cuenta que haría falta reducir al menos en un 65% a nivel europeo para cumplir con el Acuerdo de París, y partiendo de un reparto entre países europeos basado no solo en el PIB per cápita sino también en las emisiones históricas de cada país, España tendría que reducir en un 55% sus emisiones para 2030. Y conseguir la neutralidad climática para 2040, no para 2050. Si bien el anteproyecto cumple con los (muy insuficientes) objetivos de reducción y la (muy discutible) metodología de reparto europeos, a día de hoy, no alinea a España con la ciencia, ni tampoco con la justicia climática a nivel global.

Por eso en sus respectivas propuestas de leyes climáticas, desde Los Verdes Europeos pedimos una mayor ambición a la Comisión Europea y, desde EQUO, una mayor ambición al Gobierno del PSOE y Unidas Podemos. Además del 55% en 2030, esta ambición realista alineada con la ciencia se debería concretar en una transición energética más rápida y potente con, entre otras cosas, un sistema eléctrico 100% renovable en 2030, una reducción más sustancial de la demanda energética, el cierre de las centrales de carbón para 2025 y el final de la venta de coches de motor fósiles para el final de esta década. Pasaría también por reducir los vuelos domésticos, reforzando a la vez la alternativa en trenes para cubrir un mismo trayecto, así como establecer un impuesto sobre el queroseno y poner una moratoria a las grandes infraestructuras, como la ampliación del aeropuerto del Prat. 

Además, apostemos por una Ley con capacidad de acción transversal en todos los sectores de la economía, empezando por los más intensivos en CO2 o energía como los actuales modelos agroalimentarios, turísticos, de la industria o de la construcción. Es prioritario acometer la transición hacia otro modelo agrícola y de alimentación basado en la agroecología y en circuitos cortos y de temporada de producción y consumo, con una reducción de la producción y consumo de carne; el cambio de modelo de turismo, desde el actual basado en el low cost y la cantidad hacia otro basado en la calidad y la sostenibilidad; o un plan de reindustrialización verde y la rehabilitación masiva de edificios y viviendas.

Como bien ha mostrado la crisis sanitaria, el modelo económico no es sostenible y ahora es el momento de cambiar de rumbo hacia una economía más resiliente y ecológica.

Sin duda, el anteproyecto de Ley de Cambio Climático apunta en la dirección correcta de la tan imprescindible transición ecológica y justa. Al mismo tiempo, le falta todavía la ambición necesaria para estar a la altura del reto climático y alineada con la ciencia, y así convertirse en una verdadera “Ley de Emergencia Climática”. Considerando además que esta ley debe ser una herramienta esencial de la reconstrucción verde y justa, desde EQUO mostramos nuestra entera predisposición a colaborar, trabajar y negociar para mejorar el texto propuesto. Al igual que ahora, de la crisis climática saldremos juntas y juntos.

Por Florent Marcellesi –  Coportavoz de EQUO y ex-eurodiputado de Los Verdes Europeos

Hoy es el día de la transición justa en la COP25

Hoy, 12 de diciembre, es el día de la Transición Justa en la Cumbre de Cambio Climático que está celebrándose en Madrid.

La transición justa es la transición hacia una economía baja en carbono y resiliente al clima, que maximiza los beneficios de la acción climática a la vez que minimiza los impactos negativos en los trabajadores y en los territorios afectados. La transición justa es una agenda de ambición climática y de solidaridad con los territorios y los grupos de población más vulnerables.

Hoy es un día de reconocimiento a la labor realizada para que la transición justa fuera incluida en el Acuerdo de París y sea un concepto consolidado en las negociaciones climáticas. Las organizaciones sindicales han peleado duro en el marco de las Naciones Unidas para mostrar las interrelaciones entre la acción climática, los derechos humanos y la justicia social.

También tenemos que felicitarnos porque, en el ámbito español, en poco más de un año y con un Gobierno “inestable”; se han producido avances fundamentales para disponer de un valioso marco estatal de transición justa. Esto es así por tres razones.

En primer lugar, porque el diseño de los borradores de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) han demostrado una voluntad clara de aumentar la ambición climática respecto al punto de partida en el que estábamos, -sin entrar a valorar que sean textos mejorables-.

En segundo lugar, porque, en un plazo exprés, el Gobierno ha tenido que hacer los deberes que dejaron sin hacer anteriores ejecutivos y ha logrado alcanzar un acuerdo social para minimizar los impactos del cierre de la minería, además de poner en marcha un plan de acción urgente para la reactivación de las zonas más afectadas por el abandono del carbón. Ha defendido el principio de que la transición justa exige proteger a los trabajadores y a las trabajadoras y a los territorios más vulnerables. España es, probablemente, el país que más rápido se está deshaciendo del carbón en toda Europa (a pesar de no haber establecido, como tal, un calendario de cierre) y para ello se están ampliando todos los mecanismos de protección social al alcance y se están comprometiendo más de 600 millones de euros para las zonas afectadas.

En tercer lugar, porque se ha adoptado una Estrategia Nacional de Transición Justa que deja claro que esta no sólo va del abandono  del uso del carbón. En el medio plazo se producirán otros procesos de cierre, como el derivado del final de la vida útil de las centrales nucleares, y la transición energética atravesará muchos otros sectores estratégicos como son la automoción, los sistemas de transporte o la industria pesada electro intensiva, entre otros. Además, la transición justa también es una herramienta para construir sociedades más resilientes.

Los escenarios de calentamiento global de más de 1,5 ºC auguran impactos severos en los países mediterráneos y, por tanto, será necesario adaptarse a un clima diferente, con extremos meteorológicos y a una menor disponibilidad de agua, entre otras consecuencias.

Eso representa también un desafío sin precedentes para repensar actividades como el turismo o la agricultura, que se sustentan en un desmedido consumo de agua y que son importantes fuentes de ingresos para muchas regiones.

España sigue ocupando los primeros puestos en tasas de desempleo, precariedad laboral, desigualdad de Europa y de proporción de trabajadores pobres de la OCDE. Ninguna estrategia de país puede dejar de lado las posibilidades de futuro de las actuales generaciones y de las que están por venir. Hoy es, por tanto, un día de celebración y reivindicación de la transición energética justa en España y en todo el mundo.

Por estos motivos, hoy jueves 12, en esta COP25, la sociedad civil alzará la voz por la justicia climática, la asunción de reglas fuertes que protejan todos los derechos humanos, los de la gente trabajadora, los de las mujeres, los de la juventud y los de las comunidades indígenas. Nuestras vidas, nuestros medios de subsistencia, nuestros empleos, nuestros territorios y nuestra dignidad dependen de que los gobiernos se comprometan y asuman con urgencia una mayor responsabilidad.

emisionesPor Begoña María Tomé – Gil – Patrona de Fundación Renovables y responsable de Energía y Cambio Climático de ISTAS

La lección de Venecia: su Asamblea regional inundada por primera vez, tras desestimar medidas contra el cambio climático

Durante la noche del martes de la semana pasada, mientras Venecia se estaba inundando por el peor episodio de “acqua alta” de los últimos 50 años, en su Asamblea regional se acababan de rechazar nuevas medidas para luchar contra el cambio climático. Minutos después, por primera vez en la historia, el “acqua alta” entraba en el Parlamento causando estragos y la huida de políticos y funcionarios venecianos. Casi una semana después, el balance es de dos fallecidos y una de las ciudades más bellas del mundo de rodillas y, todavía, parcialmente inundada.

Si bien es cierto que el “acqua alta” es un fenómeno que ha ocurrido en Venecia desde hace siglos, también lo es que, si miramos a los diez episodios más intensos, cinco de ellos han pasado en los últimos 20 años y el anterior récord se registró el año pasado. Hay una clara intensificación del fenómeno y los científicos dicen que esto se debe al cambio climático.

Hace mucho tiempo que sabemos que la quema de combustibles fósiles como el gas, el carbón o el petróleo, así como la deforestación, son las principales causas del cambio climático. Es el momento de actuar en consecuencia, puesto que lo que sucede en Venecia pasará a ser una macabra representación de lo que nos espera como sociedad en un futuro cercano. Sin embargo, para que las soluciones, que las hay, puedan ponerse en práctica con la velocidad necesaria, tenemos que hacer un trabajo como sociedad para pasar de la competición a la colaboración.

Necesitamos liberarnos de ese rol al que nos han relegado en las últimas décadas de meros consumidores y darnos cuenta de que tenemos el derecho y la obligación de actuar como ciudadanía. Es decir, pasar de creer que tenemos que limitarnos a cambiar nuestros hábitos individuales de compra para influir en las compañías contaminantes (aunque ciertamente es importante) y empezar a crear el futuro alternativo que nos permitirá sobrevivir como especie, colaborando con otras personas que tengan el mismo objetivo y reivindicando nuestros derechos.

Muchas personas ya lo están haciendo, incluso en sectores tan difíciles como el de la energía, con experiencias prácticas de lo que debería ser un pacto social de la energía que garantice el derecho a una energía asequible y limpia para todo el mundo.

Del 2 al 13 de diciembre, la historia nos brinda una nueva oportunidad para poner nuestro granito de arena frente al cambio climático: será la celebración en Madrid de la Cumbre Mundial del Clima (COP25), un momento clave para que la ciudadanía haga oír su voz reclamando acciones valientes y urgentes, no palabras vacías.

Por eso se está organizando una marcha por el clima el domingo 6 de diciembre a las 18h en Madrid, con salida desde Atocha, y a la que se sumarán personas y colectivos de toda España y de todo el mundo para recordar, entre otras cosas, que lo que pasa en Venecia no es tan solo «mal tiempo», es una Emergencia Climática.

Por Sara Pizzinato – Patrona de Fundación Renovables "

¡Esto es una emergencia climática!

Ya está entre nosotros. No hablamos del último anuncio de una película de miedo. Hablamos de una realidad científica con graves consecuencias en nuestras vidas diarias. Hablamos del cambio climático. De estos temporales e incendios extremos que azotan nuestros territorios, de estas olas de calor y contaminación que matan, de nuestros agricultores arruinados, y de todas aquellas pérdidas económicas y de empleo por los desastres climáticos.

Sí, estamos viviendo una emergencia climática. Es decir, una situación de peligro que requiere una acción inmediata. No solo para proteger mañana a nuestros hijos e hijas, o a las personas que lo sufren y que migran por el mundo, sino también hoy para protegernos a nosotros mismos.

Para ello, lo más urgente es que se conforme ya un gobierno que tenga como proyecto de país y de forma transversal la lucha a favor del clima. Y si vence la irresponsabilidad política y vamos a elecciones de nuevo, que al menos la acción climática sea por fin una prioridad electoral de los partidos (y los medios de comunicación) de cara al 10 de noviembre, lo que no fue el caso en las últimas elecciones de abril.

Mientras tanto, que sea de cooperación, de coalición o de contorsión; un “gobierno de emergencia climática” aprobaría ya una Ley de Cambio Climático que establezca una reducción de al menos el 55% de nuestras emisiones de CO2 antes de 2030. Apostaría por una transición energética rápida y potente con una reducción sustancial de la demanda energética, el cierre de las centrales de carbón para 2025 y un sistema eléctrico 100% renovable en 2030. Promulgaría una revolución de la movilidad a favor de la salud y del clima, reduciendo de forma drástica el número de coches individuales de combustión, pero aumentado de forma proporcional el transporte público, el coche compartido eléctrico y las bicicletas, en unas ciudades a escala humana. Y, por último, lucharía por otro modelo agrícola y de alimentación, promoviendo nuestra dieta mediterránea y una Política Agraria Común que ponga en el centro a nuestra salud, los agricultores, el clima y nuestro entorno.

Pero, evidentemente, el clima es demasiado importante como para dejarlo solo en manos de los políticos. También está en manos de la ciudadanía actuar en el día a día. Si bien existe una responsabilidad mayor en los hombros de los que más contaminan y que más capacidad de decisión tienen, la ciudadanía sí puede y debe mostrar el camino de forma coherente hacia una sociedad más sostenible y justa.

Existen miles de maneras útiles y asequibles de proteger el clima, aumentado a la vez nuestra calidad de vida: comprando local, de temporada y ecológico, comiendo menos carne y más proteínas vegetales, moviéndose en bici o en transporte compartido, contratando e invirtiendo en energía limpia, cogiendo menos aviones y más trenes, reutilizando y reciclando en vez de usar y tirar, o prefiriendo productos duraderos y éticos frente a la industria low-cost de la obsolescencia programada. Y cuando uno pone en práctica este cambio transformador de forma colectiva, ya sea junto con sus vecinos, en una empresa o con un movimiento social, el efecto multiplicador es abrumador e imparable.

Por último, está también en nuestras manos el reclamar que España declare la emergencia climática y actúe ya. Por ello, “en defensa del presente y del futuro, de un planeta vivo y de un mundo justo”, más de 300 organizaciones han llamado a movilizarse el próximo 27 de septiembre. Para este día de “huelga mundial por el clima”, nos animan -y ¡me sumo!- a secundar la huelga estudiantil, la huelga de consumo, los paros laborales o las concentraciones simbólicas de 4 minutos y 15 segundos, entre las 11 y las 12 de la mañana de ese mismo día. ¡Acudamos e invitemos a nuestros amigos, familiares y colegas a hacerlo también!

Sí, el cambio climático está entre nosotros. Pero depende de nosotros convertir esta amenaza en una oportunidad histórica. Evitemos lo peor cambiando la sociedad a mejor.

Por Florent Marcellesi –  Ex-eurodiputado de EQUO y miembro del Foro de Transiciones

Oleada de países que deciden prohibir las prospecciones de hidrocarburos en el mar

Por Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado Técnico de la Alianza Mar Blava


En diciembre del año pasado contábamos en este blog que Francia se había convertido en el primer país del mundo en prohibir por ley la producción de hidrocarburos en todo su territorio. La ley francesa prohíbe el otorgamiento de cualquier nueva licencia de exploración de hidrocarburos por el método que sea. Las explotaciones actualmente vigentes se irán eliminando a medida que acabe su periodo concesional de manera que para el año 2040 habrá terminado totalmente la extracción de hidrocarburos en todo el ámbito territorial francés, tanto en el mar como en tierra firme.

Desde entonces otros países han dado pasos importantes en la misma dirección. Así, el pasado mes de febrero, el Parlamento irlandés aprobó una Proposición de Ley sobre “Medidas de Emergencia Climáticas” que incluye que el gobierno no podrá conceder nuevas autorizaciones para la exploración de petróleo y gas en el mar. Ya en 2017 Irlanda promulgó una ley que prohíbe el fraccionamiento hidráulico (fracking) en tierra firme.

Hace sólo unos días, el pasado 12 de abril, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, anunció que su país ha prohibido la realización de nuevas exploraciones de petróleo y gas en las aguas bajo su jurisdicción de alta mar (la Zona Económica Exclusiva de Nueva Zelanda es la cuarta más grande del planeta).

Esta es una de las medidas dentro del plan del Gobierno neozelandés de transitar hacia un modelo energético sostenible, el cual tiene como principales objetivos conseguir que la generación de electricidad sea 100% renovable en 2035 y lograr una economía totalmente descarbonizada en el año 2050. Aunque la  medida no afectará a una serie de permisos de exploración de hidrocarburos ya concedidos, cuya vigencia se prolongará durante una década más, es un gran paso adelante, coherente con los objetivos del Acuerdo de París, que ha sido celebrado por amplios sectores de la ciudadanía del país y por los grupos medioambientalistas.

Esta es una de las medidas dentro del plan del Gobierno neozelandés de transitar hacia un modelo energético sostenible, el cual tiene como principales objetivos conseguir que la generación de electricidad sea 100% renovable en 2035 y lograr una economía totalmente descarbonizada en el año 2050

Estos han recordado, por ejemplo, que la mitad de las especies de delfines y ballenas del mundo viven o recorren las aguas de Nueva Zelanda, desde especies críticamente amenazadas como el delfín de Maui hasta la ballena azul, el mamífero más grande del planeta. La medida del gobierno reduce la amenaza a los cetáceos y al resto de fauna marina de sufrir los negativos efectos del ruido submarino provocado en las campañas de búsqueda de yacimientos de hidrocarburos o de que se produzcan derrames de petróleo.

Poco a poco, el espíritu del Acuerdo de París va tomando forma en diversas normas legales, en países donde los compromisos internacionales se toman en serio. Sin embargo, aquí en España, el Gobierno sigue sin parecer comprender que es urgente tomar medidas eficaces para avanzar hacia un modelo energético sostenible, es decir inteligente, eficiente y 100% renovable, es decir completamente descarbonizado y desnuclearizado.

Es más, el Gobierno Rajoy se empeña en mantener abierta la puerta a las compañías del sector de hidrocarburos, para la exploración y explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales (en aguas profundas; y mediante la tecnología del fracking).

Sin embargo, aquí en España, el Gobierno sigue sin parecer comprender que es urgente tomar medidas eficaces para avanzar hacia un modelo energético sostenible, es decir inteligente, eficiente y 100% renovable, es decir completamente descarbonizado y desnuclearizado.

Así, hay que recordar que en 2017 el Gobierno, amparándose en un informe del Ministerio de Energía plagado de falsedades y que nadie se atrevió a firmar, vetó en el Congreso de los Diputados la tramitación de una Proposición de Ley del Parlamento balear  (donde se aprobó por unanimidad),  promovida a iniciativa de la Alianza Mar Blava, cuyo fin era que no se autorizasen nuevas actividades de exploración y explotación de hidrocarburos en el mar Mediterráneo.

El veto salió adelante en la Mesa del Congreso, donde debía tomarse la decisión de aceptar o no el veto del Gobierno, gracias al apoyo de los representantes del grupo parlamentario de Ciudadanos en ese órgano, pese a que éste grupo previamente se había manifestado completamente a favor de su tramitación. Otras 62 proposiciones de ley presentadas a lo largo de la legislatura por los grupos parlamentarios de la oposición o por parlamentos autonómicos han sido bloqueadas siguiendo ese mismo mecanismo. Como aquella que perseguía la eliminación del “impuesto al Sol”, proposición de Ley que fue promovida por todos los partidos de la oposición, incluido Ciudadanos, aunque luego él mismo, incoherentemente, se vetó a sí mismo en la Mesa del Congreso.

El argumento de Ciudadanos era que no podían oponerse legalmente a los vetos del Gobierno, pese a informes de los letrados de la cámara que aducían lo contrario. Ahora una sentencia del Tribunal Constitucional certifica que la Mesa de la Cámara puede rechazar los vetos si los considera infundados o si, por ejemplo, afectan a ejercicios presupuestarios futuros (y no al que está en vigor). Ahora Ciudadanos no podría escudarse en que no podía oponerse en la Mesa del Congreso a los vetos del Gobierno a las Proposiciones de Ley, como las ya citadas. Quizá ahora la situación cambie y se puedan levantar esos vetos.

El Gobierno y todos los partidos políticos deben entender que seguir apostando por la exploración y explotación de combustibles fósiles solo sirve para obstaculizar la inevitable transición hacia un modelo energético sostenible al tiempo que exacerba los conflictos, alimenta la corrupción, amenaza la biodiversidad, limpia el agua y el aire e infringe los derechos de los Pueblos Indígenas y las comunidades vulnerables, como sostiene la Declaración de Lofoten.

Otra prueba del «Trumpismo» climático del ministerio de energía

 Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado Técnico en Alianza Mar Blava

El Congreso de los Diputados acogerá el próximo miércoles 21 de junio por la tarde unas jornadas parlamentarias organizadas por la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales (APDDA), en colaboración con la Alianza Mar Blava, para presentar y debatir la “Proposición de Ley sobre la protección del mar Mediterráneo bajo jurisdicción española de los daños que pudieran producir la exploración, investigación y explotación de hidrocarburos y otras sustancias minerales” que, tras ser aprobada en el Parlament balear por unanimidad (Partido Popular, Partido Socialista, MÉS per Mallorca, Podem Illes Balears, El Pi-Proposta per les Illes Balears, MÉS per Menorca y Grupo Mixto), ha iniciado ya su andadura en las Cortes Generales.

El evento consistirá en dos mesas, ambas moderadas por miembros de la APDDA. Una primera con las intervenciones del abogado de la Alianza Mar Blava que presentará el contenido de la Proposición de Ley (PL), su perfecto encaje en el marco normativo español, europeo e internacional y su coherencia con los compromisos adquiridos internacionalmente por España en la lucha contra el cambio climático; de un experto en cetáceos y fauna marina, que disertará sobre la importancia ambiental del Mediterráneo; y, finalmente, de un experto en turismo que explicará la positiva repercusión económica que tendría la aprobación de esta PL para las CC.AA. ribereñas del Mediterráneo, donde esta industria es uno de los ejes fundamentales de su economía.

La segunda será una mesa redonda con la participación de representantes de todos los grupos parlamentarios, para que den su opinión al respecto de la cuestión que se plantea y, en particular, sobre la citada PL. En reuniones mantenidas previamente con los grupos parlamentarios del Congreso (menos con el grupo Vasco, con el que aún no ha habido oportunidad de encontrarse), todos ellos nos han expresado claramente su apoyo a esta Proposición de Ley, salvo el grupo Popular que aún no ha querido manifestar su postura expresamente.

Esta PL se ha enviado a las Cortes siguiendo lo establecido en el artículo 87.2 de la Constitución, el cual otorga a las Asambleas de las Comunidades Autónomas la capacidad de promover leyes en España. De hecho, la PL ha sido ya tramitada por la Mesa del Congreso, que la calificó el pasado 16 de mayo y la publicó en el Boletín Oficial de las Cortes Generales con fecha 19 de mayo de 2017.

Desde la Alianza Mar Blava queremos insistir en que la aprobación de una Ley que proteja el Mediterráneo y sus valores naturales, culturales y socioeconómicos frente a las amenazas que entrañan las prospecciones de hidrocarburos es una demanda de toda la sociedad civil y el sector privado de las islas Baleares, así como de las administraciones baleares y de otros territorios del arco mediterráneo, además de ser una medida plenamente coherente con la necesaria transición energética hacia una economía plenamente descarbonizada.

Actualmente, la Mesa del Congreso está a la espera de recibir el informe con el criterio del Gobierno sobre la citada Proposición, el cual, de acuerdo con la jurisprudencia emanada de los tribunales, sólo puede pronunciarse al respecto en el sentido de si considera o no que la PL pudiera tener repercusión económica en los Presupuestos Generales del Estado. Sin embargo esta PL, tal como está planteada, no supondrá ni incremento de gastos ni minoración de ingresos al Estado.

Así se desprende del Informe jurídico sobre ausencia de repercusión presupuestaria de la citada Proposición de Ley, encargado por la Alianza Mar Blava, en el que se concluye que: las disposiciones de la Proposición de Ley sobre “Protección del Mar Mediterráneo (….) no suponen jurídicamente ningún tipo de aumento de gastos o de disminución de ingresos en relación con los Presupuestos Generales del Estado vigentes al día de la fecha, que constituyen el elemento de contraste al efecto, aunque se mantengan con el carácter de presupuesto prorrogado”.

Esta Proposición de Ley se estructura en un artículo, una disposición adicional y una disposición transitoria por los cuales queda excluida la exploración, investigación y explotación de hidrocarburos, u otras sustancias minerales, en el medio marino del mar Mediterráneo sobre el que España tenga jurisdicción. Igualmente queda excluido de este espacio marino la exploración a través de adquisiciones sísmicas sea cual sea su finalidad, excepto en el caso de que esté científicamente demostrado que utilizan tecnologías completamente inocuas para el medio marino.

La disposición adicional especifica que las explotaciones de hidrocarburos comprendidas en esta ley cuya concesión sea anterior a su entrada en vigor, permanecerán vigentes hasta su extinción sin que se puedan otorgar prórrogas de ningún tipo. Mientras tanto, la disposición transitoria subraya que la ley será aplicable a todas aquellas solicitudes de exploración, investigación y explotación de hidrocarburos o de adquisiciones sísmicas en tramitación que no hayan sido resueltas a la entrada en vigor de la ley.

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¿Y ahora qué? A propósito de la anulación de la ley murciana por el Constitucional

Por Emilio Ballester – Presidente de la Fundación Desarrollo Sostenible

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El tribunal Constitucional ha anulado la ley murciana que permitía el autoconsumo eléctrico sin impuesto al sol, sin que haya pasado ni un mes desde que el presidente de esta comunidad, Pedro Antonio Sánchez dijera a los cuatro vientos que “Murcia no pagará impuesto al sol”. Su partido y su gobierno, el de Mariano Rajoy, le han dejado con el culo al aire. Y aunque cabría preguntarse por las razones por las que un tribunal como el Constitucional, que normalmente tarda más de tres años en sentenciar asuntos como este y hasta seis en el caso de Marina de Cope, en esta ocasión no ha llegado ni a 12 meses el tiempo transcurrido desde que en enero pasado el gobierno de Madrid presentara el recurso contra la ley murciana.

Sin embargo lo más coherente sería preguntarse ¿Y ahora qué? Qué hacemos los murcianos que nos habíamos creído que Murcia no iba a pagar impuestos al sol. O tal vez la pregunta  más  acertada sería qué va a hacer el Gobierno Regional, que hace pocos días presentaba al sector y a los medios la orden que desarrollaba esta ley y que esta misma semana el Consejero Juan Hernández lo hacía en el colegio de ingenieros, reafirmando la voluntad del gobierno regional de apoyar la energía solar fotovoltaica y el autoconsumo dentro del objetivo tan ambicioso como ilusionante que el Presidente Pedro A. Sánchez había anunciado hace unos días de “multiplicar por diez la potencia instalada en renovables de la Comunidad de Murcia para lo que el autoconsumo a tope  seria clave

Está claro que, más allá de las cuestiones competenciales, a las que se alude ahora para justificarse, lo que hay en el trasfondo de esta kafkiana situación es un conflicto de intereses. De intereses económicos de las grandes compañías eléctricas a las que defiende el gobierno del PP de Rajoy, confundiendo sus intereses con los generales, con impuestos al sol  y trabas burocráticas para retrasar un cambio de modelo que ya se está imponiendo en el resto del mundo y que inexorablemente llegará  para bien de muchos y para mal de aquellas compañías eléctricas del oligopolio que  persistan en su posición dominante para seguir exprimiendo los bolsillos de los españoles. Por otra los intereses políticos- electorales del PP murciano que debe defender a toda costa a su clientela  política que invirtió en energía solar en los buenos tiempos,  acompañada  en ese viaje por miles de familias murcianas que con buena voluntad se endeudaron e invirtieron convencidos de la buena intención de los gobiernos. Parecía que el PP murciano había cambiado el eslogan de” Agua para Todos” por el “Sol para Todos”.

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¿Una España de futuro? Una Ley ambiciosa de Cambio Climático y Transición Energética

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

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Que el cambio climático es un reto que está transformando nuestras sociedades, economías y ecosistemas es algo evidente para el común de los mortales. Que está llamado a hacerlo mucho más es lo que nos dicen los científicos de todos los campos y lo que tiene asumido la ciudadanía en general, particularmente la española. Curiosamente, España es uno de los países con menos negacionistas del mundo: sólo un 2% de los españoles negaba la influencia humana en el calentamiento global en 2105, una de las menores tasas del mundo.

Pues bien, mientras la mayor parte de las economías de nuestro entorno se están dotando de herramientas para asumir el reto, de leyes y planes de acción sobre cambio climático y normativa sobre transición energética, que es probablemente el elemento central de la lucha contra el cambio climático, España se está quedando atrás.

En los últimos años ha experimentado un gran retroceso, tanto en realidades (nuestros gases de efecto invernadero aumentan y somos el país que más ha aumentado el uso de carbón, el combustible más contaminante, en 2015) como en planes de futuro.

Somos uno de los pocos países del entorno que no ha aprobado o empezado a discutir una ley de cambio climático que nos ayude a cumplir los objetivos de descarbonización que nos solicita la comunidad internacional y que nos ayude a poner a salvo nuestros sectores económicos, nuestros ecosistemas, nuestros cultivos ante la evidencia de temperaturas crecientes ya que somos uno de los países europeos en los que el cambio climático va a tener un impacto mayor.

No podemos aplazar más la tarea, porque además tener un plan ambicioso es vital para el desarrollo de una economía de futuro, una economía competitiva y un nuevo modelo productivo, que pueda hacerse un hueco por eficiencia, por innovación y que genere bienestar social.

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