Entradas etiquetadas como ‘Acuerdo de París’

Oleada de países que deciden prohibir las prospecciones de hidrocarburos en el mar

Por Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado Técnico de la Alianza Mar Blava


En diciembre del año pasado contábamos en este blog que Francia se había convertido en el primer país del mundo en prohibir por ley la producción de hidrocarburos en todo su territorio. La ley francesa prohíbe el otorgamiento de cualquier nueva licencia de exploración de hidrocarburos por el método que sea. Las explotaciones actualmente vigentes se irán eliminando a medida que acabe su periodo concesional de manera que para el año 2040 habrá terminado totalmente la extracción de hidrocarburos en todo el ámbito territorial francés, tanto en el mar como en tierra firme.

Desde entonces otros países han dado pasos importantes en la misma dirección. Así, el pasado mes de febrero, el Parlamento irlandés aprobó una Proposición de Ley sobre “Medidas de Emergencia Climáticas” que incluye que el gobierno no podrá conceder nuevas autorizaciones para la exploración de petróleo y gas en el mar. Ya en 2017 Irlanda promulgó una ley que prohíbe el fraccionamiento hidráulico (fracking) en tierra firme.

Hace sólo unos días, el pasado 12 de abril, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, anunció que su país ha prohibido la realización de nuevas exploraciones de petróleo y gas en las aguas bajo su jurisdicción de alta mar (la Zona Económica Exclusiva de Nueva Zelanda es la cuarta más grande del planeta).

Esta es una de las medidas dentro del plan del Gobierno neozelandés de transitar hacia un modelo energético sostenible, el cual tiene como principales objetivos conseguir que la generación de electricidad sea 100% renovable en 2035 y lograr una economía totalmente descarbonizada en el año 2050. Aunque la  medida no afectará a una serie de permisos de exploración de hidrocarburos ya concedidos, cuya vigencia se prolongará durante una década más, es un gran paso adelante, coherente con los objetivos del Acuerdo de París, que ha sido celebrado por amplios sectores de la ciudadanía del país y por los grupos medioambientalistas.

Esta es una de las medidas dentro del plan del Gobierno neozelandés de transitar hacia un modelo energético sostenible, el cual tiene como principales objetivos conseguir que la generación de electricidad sea 100% renovable en 2035 y lograr una economía totalmente descarbonizada en el año 2050

Estos han recordado, por ejemplo, que la mitad de las especies de delfines y ballenas del mundo viven o recorren las aguas de Nueva Zelanda, desde especies críticamente amenazadas como el delfín de Maui hasta la ballena azul, el mamífero más grande del planeta. La medida del gobierno reduce la amenaza a los cetáceos y al resto de fauna marina de sufrir los negativos efectos del ruido submarino provocado en las campañas de búsqueda de yacimientos de hidrocarburos o de que se produzcan derrames de petróleo.

Poco a poco, el espíritu del Acuerdo de París va tomando forma en diversas normas legales, en países donde los compromisos internacionales se toman en serio. Sin embargo, aquí en España, el Gobierno sigue sin parecer comprender que es urgente tomar medidas eficaces para avanzar hacia un modelo energético sostenible, es decir inteligente, eficiente y 100% renovable, es decir completamente descarbonizado y desnuclearizado.

Es más, el Gobierno Rajoy se empeña en mantener abierta la puerta a las compañías del sector de hidrocarburos, para la exploración y explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales (en aguas profundas; y mediante la tecnología del fracking).

Sin embargo, aquí en España, el Gobierno sigue sin parecer comprender que es urgente tomar medidas eficaces para avanzar hacia un modelo energético sostenible, es decir inteligente, eficiente y 100% renovable, es decir completamente descarbonizado y desnuclearizado.

Así, hay que recordar que en 2017 el Gobierno, amparándose en un informe del Ministerio de Energía plagado de falsedades y que nadie se atrevió a firmar, vetó en el Congreso de los Diputados la tramitación de una Proposición de Ley del Parlamento balear  (donde se aprobó por unanimidad),  promovida a iniciativa de la Alianza Mar Blava, cuyo fin era que no se autorizasen nuevas actividades de exploración y explotación de hidrocarburos en el mar Mediterráneo.

El veto salió adelante en la Mesa del Congreso, donde debía tomarse la decisión de aceptar o no el veto del Gobierno, gracias al apoyo de los representantes del grupo parlamentario de Ciudadanos en ese órgano, pese a que éste grupo previamente se había manifestado completamente a favor de su tramitación. Otras 62 proposiciones de ley presentadas a lo largo de la legislatura por los grupos parlamentarios de la oposición o por parlamentos autonómicos han sido bloqueadas siguiendo ese mismo mecanismo. Como aquella que perseguía la eliminación del “impuesto al Sol”, proposición de Ley que fue promovida por todos los partidos de la oposición, incluido Ciudadanos, aunque luego él mismo, incoherentemente, se vetó a sí mismo en la Mesa del Congreso.

El argumento de Ciudadanos era que no podían oponerse legalmente a los vetos del Gobierno, pese a informes de los letrados de la cámara que aducían lo contrario. Ahora una sentencia del Tribunal Constitucional certifica que la Mesa de la Cámara puede rechazar los vetos si los considera infundados o si, por ejemplo, afectan a ejercicios presupuestarios futuros (y no al que está en vigor). Ahora Ciudadanos no podría escudarse en que no podía oponerse en la Mesa del Congreso a los vetos del Gobierno a las Proposiciones de Ley, como las ya citadas. Quizá ahora la situación cambie y se puedan levantar esos vetos.

El Gobierno y todos los partidos políticos deben entender que seguir apostando por la exploración y explotación de combustibles fósiles solo sirve para obstaculizar la inevitable transición hacia un modelo energético sostenible al tiempo que exacerba los conflictos, alimenta la corrupción, amenaza la biodiversidad, limpia el agua y el aire e infringe los derechos de los Pueblos Indígenas y las comunidades vulnerables, como sostiene la Declaración de Lofoten.

Elementos necesarios de mejora de la regulación energética para la próxima década

Por Concha Cánovas – Experta en Energías Renovables

A lo largo de los próximos meses se aprobaran las bases de lo que será la política energética europea de la próxima década. De su desarrollo dependerá  cómo, cuándo y de qué manera seremos capaces de dirigirnos hacia un modelo 100% renovables, con un uso mucho más eficiente de nuestra energía y con la consecuente disminución de nuestra dependencia de los combustibles fósiles. De ahí las alertas que venimos lanzando desde  la Fundación Renovables y desde otros muchos organismo nacionales e internacionales sobre la necesidad de  mejorar elementos importantes de las propuestas normativas europeas que además de no estar alineadas con los compromisos adoptados en el Acuerdo de París, supondrían un freno hacia un sistema energético más limpio, eficiente y justo.

Lejos de apostar por maximizar este potencial social, económico y medioambiental  y de atender las peticiones que cada vez con más insistencia demanda la sociedad en razón a los graves problemas medioambientales que estamos ya padeciendo con especial incidencia en nuestro país, el Consejo de Energía de la Unión Europea ha dado marcha atrás  en aspectos clave aprobados por la Comisión de Energía del Europarlamento el pasado mes de noviembre y cuya propuesta era incluso manifiestamente mejorable. Sin ánimo de ser exhaustivos, entre los principales temas  normativos que deberían ser objeto de revisión debería considerarse:

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Acción ciudadana ante la inacción política: ¡Hay que actuar ya para mitigar el cambio climático!

Domingo Jiménez Beltrán – Patrono fundador de la Fundación Renovables

La reciente Cumbre de Cambio Climatico de Naciones Unidas que ha acogido la ciudad de Bonn (COP23) ha confirmado, después de la mejora en los augurios de la COP21 de París de 2015, que nuestros mandatarios siguen condicionados y frenados por los intereses económicos ligados a la economía fósil, las empresas energéticas, las eléctricas, las automovilísticas… Las presiones de sus potentes oligopolios ralentizan continuamente la inexorable descarbonización de la economía y con ello no solo la mitigación del cambio climático, cuyas consecuencias aparecen ya como devastadoras, sino también la de la contaminación atmosférica de nuestras ciudades que sigue mostrándose inadmisible y afectando seriamente a nuestra salud y calidad de vida.

Una muestra evidente de esta resistencia al cambio es la posición mostrada durante la COP por muchos países contrarios al cierre de las centrales térmicas alimentadas por el más contaminante de los combustibles fósiles, el carbón; entre estos países están algunos europeos como España o Polonia y uno tan señero en su transición energética como Alemania. Otra muestra la encontramos en las noticias recientes sobre las presiones empresariales y sindicales del sector automovilístico español para que el Gobierno se tome con calma la también inexorable introducción de los vehículos eléctricos.

Y lo más irresponsable e inadmisible  de esta inacción, también en la UE aunque lo sea en menor grado, es que este proceso de abandono de los combustibles fósiles y su sustitución por energías de fuentes renovables no solo tiene ventajas ambientales sino también económicas (costes menores y en continua caída  y más si se internalizan costes ambientales), sociales (más empleo, energías más seguras y accesibles, autóctonas e integrables en el entorno) y estratégicas (seguridad de suministro) de las que se benefician principalmente los ciudadanos y las ciudades, las cuales pueden convertirse no solo en espacios urbanos limpios, habitables e incluso autosuficientes energéticamente

Siendo los ciudadanos y las ciudades los principales perjudicados por la inacción política y los agentes principales y beneficiarios del modelo alternativo ¿a qué esperamos? O mejor, ¿por qué tenemos que esperar a que nuestros mandatarios superen su confusión – que la tienen y mantienen –   sobre los intereses generales y los de los oligopolios y sectores económicos dominantes?  Y más sabiendo que cuando la superen será demasiado tarde, sobre todo para hacer de que el cambio climático pase de ser un desafío a una oportunidad o “clímax para el cambio”.

Quien no lo crea que se atreva a ojear los dos incontrovertibles informes de la Agencia Europea de Medio Ambiente, “Lecciones tardías de alertas tempranas”, que recoge  ejemplos de desastres ambientales, con daños a la naturaleza y la salud que, pese a ser conocidos suficientemente durante años y decenios, tuvieron una respuesta tardía que impidió en muchos casos evitar los daños. El cambio climático es ya el desastre a cuyos impactos más tiempo hemos tardado en responder (hace mas de 120 años que ya lo predijo con bastante precisión Arrhenius) y, a este paso, va a ser con diferencia el más devastador. La experiencia da por buenas dos de las lecciones de estos informes en las que se recogen las razones de esta tardía e irresponsable falta de respuesta, la de existencia de intereses económicos dominantes ligados al desastre y la de su cercanía o cohabitación con el poder.

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El principio del fin del carbón

José Luis García – Área de energía y cambio climático de Greenpeace

central térmicaLas cumbres de cambio climático, como la que estos días tiene lugar en Bonn, son propicias para muchas novedades: mientras los representantes de los gobiernos negocian cómo aplicar el Acuerdo de París, organizaciones sociales, científicas o empresariales aprovechan para presentar sus últimos estudios y propuestas.

El más reciente que hemos conocido alerta de cómo las emisiones de CO2, causantes del cambio climático, han vuelto a repuntar, tras varios años estancadas. Esperemos que no se trate de un cambio de tendencia, pero tras vivir en 2016 el año más caluroso jamás registrado, viendo que 2017 lleva el mismo camino (lo que va de año es ya el más cálido de los registrados sin el fenómeno del Niño activo) y con las concentraciones de CO2 en su nivel más alto en 800.000 años, sobran los motivos para reducir las emisiones con urgencia.

Y eso es lo que implica el anuncio de Iberdrola de solicitar el cierre de sus dos últimas centrales térmicas de carbón, ambas situadas en el norte de España. Estas centrales emiten más de 2 millones de toneladas de CO2 al año. Así que cerrar estas centrales cuanto antes es lo mejor que se puede hacer.

Con este paso, Iberdrola reduce su impacto en el cambio climático y en la salud ciudadana, con una decisión que marca el camino para las demás eléctricas y para el gobierno.

El plan incluye el compromiso de mantenimiento del empleo, al recolocar al 100% de la plantilla en labores de desmantelamiento y cierre, algo fundamental para la necesaria transición justa del carbón a la energía sostenible. Sería inadmisible que, tras décadas de explotar un monocultivo energético en una comarca, la empresa se marchase dejando abandonadas a las personas que han trabajado y vivido de esa actividad.

La decisión de cerrar el carbón viene tras muchos años de crítica por parte de Greenpeace y muchas organizaciones sociales, que denunciaban la falsa imagen verde tras la que Iberdrola ha estado haciendo negocio a costa del medio ambiente. Fue gracias a la presión pública y al diálogo como se consiguió que la compañía decidiese cerrar la central térmica de carbón de Pasajes (Guipúzcoa) o que asumiera que había que cerrar la controvertida nuclear de Garoña.

De manera que la primera conclusión de este caso es que, aunque cueste años de esfuerzo, protestar, dialogar y demostrar con datos que se tiene razón, merece la pena.

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El Paquete de Energía Limpia: una década perdida para la energía y el clima

Por Concha Cánovas – Experta en Energías Renovables

Bandera con estrellas amarillas

“El Paquete de Energía Limpia propuesto por la Comisión Europea y actualmente en fase de discusión supone, más allá de una transición energética suave, un retraso para el cumplimiento del Acuerdo de Paris”, así lo manifestaba el eurodiputado Claude Turmes, uno de los principales impulsores de las renovables en Europa, en la presentación que realizó durante la pasada Asamblea General de Climate Action Network Europe (CAN Europe).

En su intervención abogó por establecer al 2030 unos objetivos más ambiciosos que los propuestos por la Comisión y vinculantes a nivel nacional. Una transición continua para poder alcanzar en 2050 una economía basada en energías renovables y completamente eficiente debería implicar al 2030 una reducción de nuestras emisiones contaminantes en al menos un 50% respecto a los niveles de 1990, frente al 40% actualmente propuesto, y unos objetivos de renovables del 45% y del 40% en eficiencia energética, muy superiores al 27% y 30% propuestos por la Comisión Europea.
Como se puede observar en el gráfico adjunto, trasladar a la siguiente década acciones que se deberían adoptar en el periodo 2020-30, supone de facto generar un volumen de emisiones superior al que correspondería a esa década a partir del “presupuesto de carbono” de la Unión Europea- cantidad de CO2 que se puede emitir al 2050 con el fin de permanecer por debajo de los 2 ºC respecto a los niveles pre-industriales establecido en el Acuerdo de París. Lo que obligaría a la siguiente década implantar actuaciones adicionales mucho más ambiciosas y acortar el horizonte temporal de reducción a poco más del 2040.

En estos momentos en que en España se acaba de cerrar el periodo de consultas para la elaboración de la tan necesaria y urgente Ley de Cambio Climático y Transición Energética en la que se establecerá la senda de descarbonización a medio y largo plazo para garantizar una transición ordenada de nuestra economía hacia una economía baja en carbono, no dejan de sorprender las continuas declaraciones que se vienen realizando, precisamente desde el Departamento de Energía, orientadas a preservar el statu quo del modelo actual y proteger instalaciones obsoletas.

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#DíaMundialdelMedioAmbiente: La oportunidad de un futuro 100% renovable

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

Hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente. Y “gracias” al Presidente Trump, el medio ambiente está en el máximo foco de la atención internacional, pues nadie antes había encarnado un ataque tan furibundo y sin sentido contra la sostenibilidad de la vida en este planeta.

planeta

Al anunciar oficialmente su intención de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, a Trump le ha salido el tiro por la culata. Desde China a la Unión Europea, desde Sudáfrica a Argentina, desde Japón a India o a Rusia, todos los líderes mundiales han reafirmado su compromiso en la lucha contra el cambio climático.

Hoy celebramos que, por mucho que se empeñen Trump y sus amigos fósiles, el futuro solo puede ser 100% renovable. Hace ahora diez años lo demostró, por primera vez, un estudio de Greenpeace que se tituló así: “Renovables 100%”.

Desde entonces las cosas han cambiado mucho y muy rápido. Y eso que los cambios de mentalidad no son inmediatos, se van produciendo progresivamente. “Renovables 100%” contribuyó decisivamente al cambio de paradigma y a asentar el convencimiento de que un sistema 100% renovable es posible en el horizonte 2050. Ahora que ese horizonte es comúnmente aceptado, la cuestión es cómo y a qué velocidad llegar a él.

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Una nueva oportunidad para que el Gobierno español muestre coherencia ante el desafío climático

Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado técnico de Alianza Mar Blava

climate change

Hace poco más de dos meses, el pasado 2 de febrero, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba el instrumento de ratificación del Acuerdo de París, hecho en esta ciudad el 12 de diciembre de 2015 y que había sido ya firmado por España en Nueva York el 22 de abril de 2016.

Unos meses antes de la ratificación por parte de España, exactamente el 4 de noviembre de 2016, el Acuerdo de París entró en vigor. El reconocimiento por parte de la inmensa mayoría de los líderes mundiales de la necesidad urgente de tomar medidas contra el cambio climático fue clave para su rápida aprobación y entrada en vigor.

En la Disposición publicada en el citado BOE se plasman las palabras de su Majestad el Rey Felipe VI: “MANIFIESTO el consentimiento de España en obligarse por este Acuerdo y EXPIDO el presente instrumento de ratificación firmado por Mí y refrendado por el Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación (…)”.

Así pues, España se ha obligado a cumplir el Acuerdo de París cuyo principal objetivo es: “Mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático”.

El Acuerdo de París ha tenido la virtud de lograr que prácticamente todo el mundo haya reconocido y asumido que para cumplir sus objetivos es necesario poner en marcha de forma urgente planes que conduzcan a una descarbonización profunda de nuestra economía. Sustituir el modelo energético actual, fundamentado en el uso de energías sucias y peligrosas, mayoritariamente combustibles fósiles, es una ardua tarea, para la que no nos queda mucho tiempo y, como hemos visto (hace unos días, Trump firmó una orden ejecutiva con una serie de medidas para recuperar la producción de energías fósiles en Estados Unidos), no van a faltar obstáculos en el camino.

No obstante, pese a la existencia de trabas que habrá que superar, no tenemos más remedio que alcanzar lo más pronto posible, antes de 2050, un sistema energético eficiente e inteligente basado al 100% en el ahorro, la eficiencia y las energías renovables, únicos recursos energéticos sostenibles con los que plantar cara eficazmente el problema del cambio climático.

En la Alianza Mar Blava, plataforma surgida en Ibiza y Formentera que agrupa actualmente a más de 110 entidades tanto de Administraciones públicas (Govern balear, los cuatro Consells y diversos ayuntamientos de estas islas, así como el Ayuntamiento de Barcelona) como del sector privado (entidades de sectores económicos como el turismo, la pesca o el náutico) y de la sociedad civil (organizaciones sociales, sindicales y ecologistas), estamos convencidos de que hay que sacar cuanto antes a los combustibles fósiles de nuestro modelo energético.

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Liberémonos de los combustibles fósiles

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

central de carbón

Este mes de marzo, un movimiento de personas de todos los rincones del planeta se pone en pie para hacer frente al cambio climático: un movimiento que exige liberar al planeta de la tiranía de los combustibles fósiles.

Cada vez más personas, comunidades, países, sufren las consecuencias del cambio climático, y no están dispuestas a permanecer impasibles hasta que esos impactos hagan su tierra inhabitable. Con el lema común de “Break Free”, una ola mundial de personas se levanta contra las energías sucias que causan el cambio climático. Unimos fuerzas para proteger a las comunidades vulnerables de los sucesos meteorológicos extremos y de las corporaciones del petróleo, carbón o gas que envenenan nuestro aire, ocupan nuestra tierra y secuestran a nuestros gobiernos. Es un movimiento ciudadano pacífico, unido y decidido a acabar con la era de la energía sucia y a empujar una transición justa a un futuro más limpio y sostenible.

La realidad del cambio climático exige una reacción inmediata y ambiciosa: para evitar sus peores consecuencias, no hay que permitir que el calentamiento global supere 1,5ºC, tal como ha quedado recogido en el Acuerdo de París. Es el gran reto de nuestro siglo. Puede parecer algo de un futuro lejano, pero un niño o niña que nace hoy, aún estará en la escuela en 2030, y puede seguir viviendo en el año 2100. Las decisiones que tomemos hoy determinarán si estas personas y sus hijos e hijas heredarán un planeta habitable.

Los datos científicos indican que más del 80% de las reservas conocidas de carbón, la mitad de las de gas y un tercio de las de petróleo deben dejarse bajo tierra para evitar un calentamiento de 2ºC. Para no superar 1,5ºC, no puede abrirse ni una nueva mina de carbón, ni pozo de petróleo ni de gas. Las centrales térmicas tienen que tener fecha de caducidad, empezando por las de carbón, que en nuestro país deberían estar cerradas todas en 2025.

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El Estado de la Unión Energética en Europa: España ha ido para atrás

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

El informe anual del Estado de la Unión de la Energía publicado este mes por la Comisión Europea muestra que la transición de la economía europea hacia las fuentes renovables está en marcha y que se está cerca de cumplir los objetivos climáticos y energéticos que se habían trazado para 2020. Habiendo alcanzado una cuota del 16% de energías renovables en su consumo final de energía en 2014 y una cuota estimada de cerca del 16,4% en 2015, la UE en su conjunto está en el buen camino para alcanzar su objetivo del 20% para 2020.

A pesar de esta buena noticia, hay dos hechos preocupantes detrás de esta cifra: el primero es que debido al fácil cumplimiento de los objetivos a 2020, los objetivos que nos hemos fijado para 2030 (un 27% de renovables) son demasiado bajos. Explicaré esto de manera sencilla, si Europa puede hacer algo que era difícil cuando se planteó, llegar al 20% de fuentes renovables en 2020 (es decir pasar del 6% en 2007 a 20% en 2020), el que en la actualidad se plantee solo un 7% de aumento adicional para 2030 supone ralentizar la tendencia del cambio, sobre todo ahora, cuando las diversas fuentes renovables han alcanzado un nivel de madurez tecnológica y asequibilidad en precio récord. Además, desgraciadamente con este objetivo no contribuiremos a cumplir con el Acuerdo de París en la medida que nos corresponde.

Los objetivos que nos trazamos para 2020 permitieron a la Unión Europea ser líder en el desarrollo de tecnologías limpias, crear más de un millón de empleos en la región y reducir la dependencia energética de toda la UE en una proporción equivalente al consumo energético de toda Polonia (por ejemplo, en 2015 Europa se ahorró 16 billones, con b, de euros en importaciones de combustibles fósiles). Sin embargo, los que se proponen para 2030 desgraciadamente nos van a apear de ese puesto de liderazgo y de sus importantes contribuciones socio económicas.

Pero me gustaría además señalar la necesidad de cambiar el ritmo justamente en nuestro país.  En la presentación de la Comisión se adjunta el cuadro de abajo. En ellas se resume la participación de las renovables en el mix energético en 2013, 2014 y un dato aproximado para 2015. Vemos con pesar que la contribución de las renovables en España en 2015 es inferior a la de 2014 y sólo ligeramente superiora a la de 2013. Los datos demuestran el parón a las renovables sufrido en el país que nos sitúan por debajo de la media Europea y además esta cifra es inferior al objetivo que se había fijado el Gobierno en 2015. ¿De verdad es esto lo que podemos hacer en España cuando muchos de los países de nuestro entorno asumen la transición energética?

La mayor parte de los países presentan trayectorias más serias, con un crecimiento constante y a unas mayores tasas en estos tres años, es el caso de Austria, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Italia o Portugal. Hasta países completamente retrasados en renovables y que no van a cumplir sus objetivos como Holanda o Reino Unido, han tenido trayectorias mejores estos tres años.

Si Europa se mantiene en objetivos de renovables insuficientes, perderá su papel de liderazgo en el mundo. Si en España no se produce un verdadero acelerón en los próximos años, nuestro futuro económico quedará comprometido, porque no tenemos fuentes fósiles y nuestra factura eléctrica solo la puede abaratar las renovables. Es difícil esperar del Gobierno un reconocimiento de sus errores en los últimos años en política energética, pero lo que debemos exigir es propósito de enmienda. En este país disponemos del conocimiento, de la tecnología, de las empresas y de una ciudadanía que apuesta por ese cambio, sería una pena seguir desperdiciándolos.

Ambición renovable en la India. Una grata sorpresa a final de año

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

El gobierno de la India ha ocupado numerosas portadas en la última semana con sus planes de obtener un 60% de su electricidad de fuentes renovables en diez años, superando sus compromisos en el Acuerdo de París. Para 2027 la India pretende tener 275GW de energías renovables que se suman a 72GW de hidroeléctrica.

Hasta hace poco en Europa se hablaba de la India como uno de los principales escollos en las negociaciones del clima. El gobierno americano y los negociadores europeos se quejaban amargamente de sus posiciones duras en la negociación, sobre todo respecto a su defensa de justicia climática,  y de la expansión en las últimas décadas de su potencia instalada en térmicas de carbón. Ahora parece más bien que son los más desarrollados los que no están avanzando al ritmo requerido.

Efectivamente, India había instalado muchas centrales de carbón últimos años. Greenpeace India calculaba en un reciente estudio que existían 65 GW en construcción y 178 Gw en diferentes estadios de aprobación y que se estaba creando una burbuja de las térmicas del carbón.

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