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Transición energética, ¡la decisión es política!

Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundación Renovables

Decisión

Estamos ante una opción estratégica de enorme trascendencia para el futuro de nuestra economía, medio ambiente, progreso y el bienestar de la sociedad española en general. Tenemos que conformar nuestro futuro energético y hacerlo de forma urgente ante la ausencia de planificación y política energética en general, sobre todo de la última década o, lo que es peor ante la existencia de una “contrapolítica” nefasta, iniciada ya en la segunda legislatura de Zapatero y perfeccionada con perversa eficiencia (decía Bill McDonaugh que «hay algo peor que un nazi, y es un nazi eficiente») en las legislaturas de Rajoy con los hermanos Nadal como preclaros agentes.

Una reciente artículo de Javier San Pedro en El País, glosando al nuevo Nobel de Economía, Richard Thaler (quien ha demostrado que somos irracionales como agentes económicos, en contra de lo establecido), concluía con algo que viene a cuento y es que «la política puede ayudarnos a planificar mejor». Para el Nobel de Economía las decisiones complejas requieren ciertamente el concurso de políticos, expertos y ciudadanos en democracias maduras participativas, aunque reservando un papel primordial a la política como gestora de los riesgos a asumir en estos casos. Política que, como bien se viene mostrando en el caso español, debería hacerse en el Congreso en casos como el de la transición energética y en base a propuestas del Gobierno o, en su ausencia, a iniciativa del Congreso si, como es el caso actual, puede haber una mayoría suficiente en la oposición.

Me meto en estas honduras para exigir que la respuesta al desafío del cambio climático y a la conformación de la necesaria y oportuna transición energética que se pretende instrumentar en una cacareada Ley venga de la política y ya, urgentemente. Y es que, con la habilidad y eficiencia que caracterizan al ministro Álvaro Nadal, se ha puesto en marcha un proceso por el que se hurta a la política, al Congreso y a la ciudadanía la conformación urgente de la transición energética.

En primer lugar, el Gobierno no ha dado unas mínimas referencias en cuanto a su propósito, visión y objetivos en el tiempo de la política energética que pretendería instrumentar con la citada Ley. Lo que sí ha hecho en cambio el Ministro Nadal recientemente es criticar la política y estrategias de descarbonización de la Unión Europea (Hoja de Ruta para una Europa  baja en Carbono, Hoja de Ruta de la Energía para 2050, Paquetes 2020 y 2030 y Unión Energética) contraponiéndolas a las medidas ahora iniciadas por EEUU con Donald Trump para reforzar la carbonización de su economía lo que, según Nadal, colocaría a la UE en desventaja en los mercados. Tal afirmación, además de irresponsable es falsa como bien han demostrado las ventajas competitivas de la UE por haber firmado y cumplido con el protocolo de Kioto.

En segundo lugar, en este contexto de falta de referencias políticas, o más bien equívocas, el Gobierno se tira el pegote de abrir una extensa consulta pública pidiendo aportaciones de colectivos, agentes socioeconómicos, ONGs …que, por supuesto serán, además de bien intencionadas, bien informadas, pero siempre sin saber muy bien para qué. Muchos parecen contentarse con la falsa esperanza de que les servirá para presentar alegaciones cuando se presente el Proyecto de Ley, lo que ya es un indicador de lo baldío del ejercicio.

En tercer lugar, el Gobierno, también humildemente, se ha sometido a atender el dictamen y propuestas en materia de transición energética de un grupo de 14 expertos identificados a propuesta de partidos políticos y agentes socioeconómicos. Aunque siempre sin someter cuál es la política a futuro a la que deben dar respuestas técnicas.

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El lado bueno de la historia

Por Piet Holtrop – Abogado

Einstein reconoció sin reparo que su teoría de la relatividad especial no hubiera sido sin las ecuaciones de campos electromagnéticos de Maxwell, quien a su vez, sin el trabajo experimental del autodidacta Faraday, no hubiera sabido donde empezar. El primero hoy en día es asociado sobre todo al tiempo, o la relatividad del mismo. El último, en cambio está firmemente asociado con la caja de Faraday, como en los automóviles o aviones, para protegernos contra las descargas eléctricas intensas de los relámpagos.

Instalación fotovolaica

La electricidad y el tiempo son dos fenómenos estrechamente vinculados, y ambos dominan nuestra vida cotidiana. El tiempo se nos echa encima en la lucha contra el cambio climático, y la electricidad es clave para evitar este cambio climático. A raíz de la teoría de la relatividad especial de Einstein se desarrolló la energía nuclear, que ha traído tanta prosperidad y destrucción a la humanidad. Hoy en día es una energía cara, por esta única razón  ya sin futuro, además siendo muy contestada por sus riesgos y la elevadísima responsabilidad que pasa a millones de generaciones futuras. En la actualidad se está construyendo una central nuclear en Hinkley Point, en Inglaterra, y necesita 107€ por cada MWh de garantía de precio.

Por este precio en España podríamos producir fácilmente 4 veces o más esta cantidad de energía, utilizando energía fotovoltaica de autoconsumo, por ejemplo. La tecnología fotovoltaica es la que más barata se ha hecho los últimos años, haciéndola hoy en día de las más competitivas de todas las fuentes convencionales y renovables. Además, por su carácter modular, permite hacer instalaciones productivas de cualquier tamaño. Desde la células integradas en tu calculadora de bolsillo, hasta instalaciones de grandes tamaños para suministros industriales.

La semana pasada hemos visto dos acontecimientos bisagra en la lucha contra el cambio climático. Al otro lado de gran charco el presidente Trump ha decidido salir del acuerdo de Paris, echando a perder el tiempo de una de las economías más grandes de nuestro planeta, en contra incluso de Secretario del Estado, que viene de la industria petrolera. Para el Rey de la postverdad no hay límite al negacionismo del cambio climático.

El otro acontecimiento bisagra se produjo en el viejo mundo europeo: El Tribunal Constitucional de España (TC) ha dictado una sentencia muy incisiva en un litigio sobre el Real Decreto 900/2015, que regula el autoconsumo en España. El TC ha declarado ilegal la prohibición del autoconsumo compartido que había introducido el Ministro Soria, del gobierno anterior, en dicha regulación. Este ministro había creado un sistema en el cual el autoconsumo realmente era lo más rentable para casas y chalets independientes, y muy difícil y mucho más costoso para bloques de viviendas. De este modo retroalimentaba su argumento que el autoconsumo era asocial y sólo para ricos. Era un argumento mezquino que se sumaba al negacionismo del cambio climático del gobierno de entonces. El gobierno actual sigue la línea, con su negativa de reformar las reglas del autoconsumo por las buenas, tal y como le venía exigiendo la práctica totalidad de la oposición, cuando presentaron una Proposición de Ley para modificar la susodicha regulación.

Había sido por un conflicto positivo de competencias que la Generalitat de Catalunya había elevado al TC, que ahora ha decidido que el Gobierno Central se pasó de raya dictando normas en un nivel de detalle sobre electricidad generada y consumida totalmente dentro del territorio de las comunidades autonómicas, concretamente en los bloques de viviendas dentro de las mismas. Es interesante y afortunado como en este caso concreto la lógica de reparto de poder regulatorio coincide con la realidad tecnológica del autoconsumo.

El nuevo paquete regulatorio sobre cambio climático de la Unión Europea, en sus borradores ya configura el autoconsumo compartido como un derecho de los ciudadanos europeos. Este paquete será vigente a partir del año 2020, y enmarcará nuestros esfuerzos para seguir nuestra lucha contra el cambio climático.

La sentencia del TC nos posiciona en el lado bueno de la historia, ahorrándonos 3 años de espera hasta que la normativa europea nos garantizara el autoconsumo compartido. Jeremy Rifkin, visionario de la transición energética y asesor de la Comisión Europea lo llama Power to the People.

Las políticas anticlimáticas de Trump no crearán empleo, lo destruirán

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

Presidente EEUU

En la época de la posverdad, un presidente puede decir cualquier cosa, porque él utiliza la mentira como herramienta política estratégica y la mayor parte de sus votantes no buscarán fuentes fiables para su contraste.

Trump ha basado su ataque a la legislación ambiental y en concreto a la legislación climática en la necesidad de proteger la industria americana y conseguir que vuelvan empleos al país. Estos años de avances en estándares ambientales (en general, menores a los europeos) han supuesto, según su argumentario, graves pérdidas de beneficios y empleos para las industrias del país. Por tanto, ahora hay que traer esos empleos de vuelta a casa, y especialmente los empleos de la minería del carbón, que personalizan como ningún otro, el empleo del americano de verdad, americano en masculino, al que el establishment de Washington ha abandonado a su suerte.

Sin embargo, los datos demuestran que la mejora de estándares ambientales no ha generado pérdida de empleos en Estados Unidos ni, en general, en ningún sitio del planeta. 30 años de investigaciones sustentan esta afirmación.  El empleo en la industria americana se ha reducido por aumento de la productividad y automatización, acercamiento a mercados y sobre todo, por encontrar unos menores costes laborales en otros países. Donald Trump quizás podría recuperar empleos industriales en su país si los estadounidenses estuvieran dispuestos a cobrar lo mismo que los vietnamitas o los chinos, pero no parece que sus votantes estén dispuestos a ello.

La lucha contra la contaminación de las industrias del papel, petróleo, plásticos y manufactura a través de regulaciones ambientales en las décadas de los 70 a los 90 hizo que se crearan más empleos de los que se perdieron y supusieron mejoras en la productividad. En la progresiva mejora de los estándares de eficiencia de vehículos, por ejemplo, se calcula que se han generado 5 empleos por cada 1 destruido.

En particular, las políticas de la Administración Obama para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a través del apoyo a las energías renovables han sido un generador neto de empleo. En el paquete de estímulo económico que se lanzó para recuperarse de la crisis económica, las inversiones en energías renovables generaron más empleo que las producidas en otros sectores. Todas juntas ayudaron a recuperar el empleo en Estados Unidos mucho más rápido que en Europa, por ejemplo.

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Un pequeño paso para el hombre

Por Juan Castro -Gil – Abogado y Secretario de ANPIER

Decreto cambio climatico

Si hay una cosa que no se le puede negar al actual presidente de los Estados Unidos, es su capacidad de mostrarle al mundo su deseo de pasar a la posteridad.

En su frenesí por poner patas arriba el planeta entero, la semana pasada firmó un decreto dando el primer paso para desmantelar todas las medidas alcanzadas hasta la fecha en su país para la reducción de emisiones contaminantes, apoyando la generación a partir de energías fósiles y abandonando cualquier medida de apoyo a las energías renovables y a la eficiencia energética. Son varias ideas las que me surgen a partir de esta noticia.

La primera, tiene que ver con la fotografía que la ilustra. Como se observa, el documento lleva la firma del presidente y como fácilmente se percibe, su tamaño es diez veces superior al de una rúbrica de andar por casa. Esto me hizo recordar una entrevista que había leído hace tiempo a una conocida grafóloga que aseguraba que “las personas que escriben con letras muy grandes tienen rasgos esquizofrénicos o psicópatas”. Pero, seguro que fue casualidad.

La segunda cuestión sobre la que no pude evitar reflexionar es que alrededor de él, se encuentra un nutrido número de varones americanos, presumo que trabajadores del carbón y del gas. Sé que es tónica habitual en este caballero no poner en mucho valor a las mujeres, pero en este caso concreto, en el que sin ambages está tomando decisiones que se llevan por delante el lugar donde vive, me resulta especialmente doloroso que se escenifique un machismo tan rancio que parece expulsar a las mujeres de la toma de las decisiones más importantes de nuestra sociedad.

La tercera reflexión, reconozco que me produce todavía más desasosiego. Grandes países emergentes como India o China, docenas de países con economías sólidas como Alemania, Suecia, Dinamarca, …, otros con más dificultades como Italia, Grecia o Portugal, y hasta países históricamente petroleros como Arabia Saudí o Emiratos Árabes, han decidido dar pasos extraordinarios para redefinir su futuro hacia modelos de generación renovable, pero no solo por una cuestión medioambiental evidente, sino como motor de cambio económico para sus países, pues todos ellos reconocen que el modelo de generación fósil, tiene una expectativa temporal muy limitada. Sin embargo, el presidente de los EEUU ha decidido que la primera potencia mundial abandone ese camino y vuelva a fijar su objetivo en quemar carbón, extraer gas y petróleo, dejando a la primera potencia económica del planeta en una situación claramente de desventaja con el resto en el vector económico de cambio mundial más evidente de los últimos decenios. ¿Realmente alguien se cree que la recesión económica que va a suponer dicha cabriola para los Estados Unidos no va a tener afectación para todos nosotros?
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2016: otra oportunidad perdida

Por Mariano Sidrach de Cardona – Catedrático de la Universidad de Málaga

2016

Se acaba el año 2016 y como es costumbre por estas fechas hacemos balance de lo que ha sido este periodo de tiempo.

En lo referente a la energía, 2016 ha dejado, a nivel internacional, algunas certezas y, también, algunas incertidumbres. Ha sido el año de la cumbre sobre el cambio climático de París, con esperanzadores resultados sobre los compromisos adquiridos en la necesaria reducción de emisiones para luchar contra el cambio climático. Podemos decir que, por primera vez, la comunidad internacional parece tomarse en serio la amenaza que supone el cambio climático y sus consecuencias para la vida del planeta.

Este año, las inversiones en energías renovables en el mundo han seguido a buen ritmo, si bien van a acabar siendo probablemente menores que en 2015, un año que fue realmente excepcional respecto a estas inversiones.

De acuerdo con Bloomberg New Energy Finance, “la reducción de costes en el mercado solar es una de las razones determinantes de esta trayectoria a la baja en inversión. Los paneles fotovoltaicos y la construcción de los proyectos se han abaratado en muchos países, y también ha habido un cambio desde los proyectos a pequeña escala (relativamente caros en términos de dólares por MW) hacia proyectos más grandes, que son más baratos en gasto de capital por MW”.

Todo parece indicar que los precios bajos de las energías renovables y la necesidad de reducir las emisiones van a seguir siendo los principales motores del cambio de modelo energético que se está produciendo a nivel mundial.

Para terminar con las buenas noticias, la Comisión Europea presentó el pasado 30 de noviembre el “paquete de energía limpia” para el periodo 2021-30 con la finalidad de que ”la Unión Europea vuelva a dirigir la transición de energía limpia a nivel internacional”. Este paquete será objeto de un amplio debate a nivel europeo cuyo periodo de tramitación se prevé que finalice en 2019. Si bien hay que lamentar que no se contemplen compromisos vinculantes de los estados miembros, lo que puede minimizar su alcance y comprometer seriamente los objetivos propuestos.

La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y su escepticismo sobre el cambio climático es sin duda la mayor incertidumbre que nos deja este año 2016.

En España

A nivel nacional, las cosas son bien diferentes. Seguimos anclados en una política energética más propia de otros tiempos y lo que es peor, no se vislumbra a nivel político una clara voluntad de cambio en las políticas energéticas que se llevan a cabo. Como si estas cosas no fueran con nosotros, seguimos sin modificar un ápice las directrices que marcan las grandes empresas energéticas, que lógicamente defienden sus intereses particulares y no los de los ciudadanos.

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No caigamos en las trampas de Trump

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

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El acceso de Donald Trump a la Casa Blanca es como un tsunami: el terremoto ya se ha producido (su victoria electoral) pero la ola aún no ha llegado a tierra (su toma del poder). Pero ya se ve venir una ola que puede ser devastadora en muchos ámbitos, pues muchos de los temores que generó durante su campaña se están confirmando con las decisiones que él mismo va anunciando.

En lo que se refiere a la energía, que es de lo que trata este blog, la perspectiva no puede ser más preocupante. Los negacionistas del cambio climático van a ocupar los puestos de decisión relacionados con el cambio climático y la energía. Uno de los mayores enemigos de la Agencia de Medio Ambiente va a ser quien la dirija: Scott Pruytt, que con el apoyo financiero de las empresas de combustibles fósiles se ha dedicado a litigar contra el Plan de Energía Limpia de Obama, y no solo cuestiona la ciencia del clima, sino que amenaza con procesar a los que adviertan de sus peligros. Y en el colmo del surrealismo, la política exterior norteamericana va quedar en manos del presidente de la mayor petrolera privada del mundo, Exxon, que ha liderado y financiado el negacionismo climático aunque sabía por sus propios científicos que lo del cambio climático era terriblemente cierto.

Podemos especular con lo que todo eso puede significar, pero mejor nos haremos una idea si echamos la vista atrás. Porque ya vivimos una situación análoga cuando el presidente de EE.UU. (George W. Bush) era un amigo de las petroleras, su vicepresidente (Dick Cheney) había sido presidente de la petrolera Halliburton, y su equipo estaba lleno de “halcones” y hombres de negocios. ¿Y qué pasó? Pues entre otras cosas, que se dedicaron a invadir países (primero Afganistán, luego Irak…) con la excusa de la guerra contra el terrorismo y la búsqueda de unas inexistentes armas de destrucción masiva. Las consecuencias las conocemos todos y siguen hoy en día. Y todo por el petróleo, como se ha demostrado con posterioridad.

Por la misma razón, defender los intereses de las petroleras, Bush decidió cargarse el Protocolo de Kioto, el primer acuerdo mundial vinculante contra el cambio climático, que era muy modesto, pero tan inocuo no sería cuando Bush y sus amigos lo quisieron suprimir. EE.UU. no ratificó el tratado y quedó fuera, pero afortunadamente Kioto sobrevivió, aunque hizo falta un esfuerzo concertado sin precedentes del resto de los países del mundo para lograr su entrada en vigor.

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La política del Gobierno sobre cambio climático: “(…) y ya llegaremos al 2050”

Por Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado Técnico de la Alianza Mar Blava

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«Lo que va a ocurrir en 2020 está claro, en 2030 quedan las cosas por definir y ya llegaremos a 2050», eso es lo que, de forma evasiva, respondió el nuevo ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal, en la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 22) celebrada recientemente en Marrakech, al ser preguntado por los planes del Gobierno español para llegar a un horizonte descarbonizado en 2050, que es la meta que se ha marcado la comunidad internacional para hacer frente al desafío del cambio climático.

No deja de sorprenderme la irresponsabilidad de esta lamentable respuesta del ministro Nadal, sobre todo porque España es un país especialmente vulnerable al cambio climático. Esa afirmación evidencia que no existe un compromiso activo por parte del Gobierno español para hacer frente de forma eficaz a este problema.

Sí, sin duda, algún día llegaremos al 2050. Quizá no el ministro Nadal y tampoco muchos de nosotros, pero sí nuestros hijos y nuestros nietos. Pero la pregunta es: ¿en qué condiciones llegarán a esa fecha? ¿Cuál será la temperatura media del planeta entonces y cuales los efectos del cambio climático que tendrán que sufrir? Lo cierto es que las previsiones no son nada  halagüeñas. En cualquier caso, dependerá en gran medida de la mayor o menor ambición de las políticas energéticas y climáticas de España y los demás países de la comunidad internacional.

Todo parece indicar que el cambio climático se está acelerando a nivel global. Cambios previstos para dentro de unas décadas, están sucediendo hoy día. Un reciente estudio publicado en Science concluye que el 80% de los procesos ecológicos del planeta ya se están viendo alterados por el calentamiento global.

Seguramente prueba de ello es que, con los datos disponibles hasta ahora, es muy probable que 2016 termine por batir el récord de incremento de la temperatura que actualmente ostenta 2015, tal y como informó el pasado 14 de noviembre la Organización Meteorológica Mundial (OMM) de Naciones Unidas. Los datos preliminares que maneja la OMM indican que el aumento de la temperatura mundial en 2016 será de aproximadamente 1,2 °C por encima de los niveles preindustriales.

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Transición energética de las ciudades o barbarie

Por Domènec Martínez – Socio Protector de la Fundación Renovables

paseo en bicicleta

El triunfo de Trump (y hay que examinar las causas más allá de los chistes simplistas), representa una amenaza de alcance universal. Una de las propuestas (y no es la única políticamente perversa) es la de dejar en papel mojado los compromisos de París en relación al cambio climático, recuperando, por lo tanto, la primacía y el protagonismo de los combustibles fósiles. Una hipoteca criminal por las siguientes generaciones. ¿Podemos mirar indiferentes hacia otro lado?

Tenemos tres posibilidades: resignación (no hay nada a hacer), ¡allá ellos!; enrocarnos en nuestras cuitas internas (¡no nos representan!); o trabajar para construir una alternativa real de cambio, de mayorías sociales, a cada pueblo y ciudad, a partir de temas transversales. La política energética (igual que pasa con la gestión democrática del agua), es hoy un gran reto que implica la participación activa y comprometida del conjunto de la ciudadanía. Vamos por partes.

Primero. Lo tenemos que decir muy alto. Combatir o cuestionar los acuerdos sobre reducción de emisiones, favoreciendo las energías fósiles, es un mensaje provocador, inaceptable. Nos afecta directamente, y afecta, la salud y la calidad de vida de millones de personas al mundo, provocando la muerte por contaminación (ciudades ya insalubrees), hambre, guerras territoriales y por el control de los recursos, y grandes migraciones.

Segundo. ¿Qué podemos hacer? Hay que actuar: ni resignación ni indiferencia, a escala individual, comunitaria, y de los gobiernos locales. Dejémoslo muy claro. El gobierno de Rajoy, encantado con la orientación de las políticas anunciadas por Trump, no moverá un dedo de su política energética. Impuesto al solo, y al dictado de las compañías eléctricas, las mismas que reciben grandes subvenciones públicas (por la energía nuclear) y reivindican el derecho a cortar el suministro a las familias en situación de pobreza energética. Una actitud inmoral, inédita entre los países de la UE. Tampoco sirve la retórica: ya lo arreglaremos cuando marchamos del Estado, o el desafortunado hallazgo de Artur Mas “parecía imposible que Trump ganara (…). Apliquémoslo también desde una óptica catalana”.

Tercero. Las ciudades y el compromiso activo de la ciudadanía tienen que impulsar un cambio de paradigma: “el futuro será de las ciudades con emisión cero o no serán ciudades habitables”, pura barbarie. Para hacerlo posible se “requiere una gran ambición, generar una ilusión y una sólida hoja de ruta”. Lo decía Domingo Jiménez Beltran, presidente de la Fundación Renovables, en un encuentro reciente con representantes de ciudades europeas en transición energética. Una batalla de nuestras ciudades de alcance continental.

Y este es el gran reto. No tenemos tiempo a perder. Las prioridades actuales en política energética son: cambiar la regulación del autoconsumo, modificar la legislación del sistema eléctrico para fomentar el ahorro y las renovables, y trabajar en una ley de cambio climático (fundamental para reducir las emisiones que afectan la salud de millones de personas a nuestras ciudades). Hay mayoría en el Congreso y también en diferentes Parlamentos autonómicos para emprender este cambio. Pero carece visión política y pesa la opacidad y los intereses creados.

La palanca de cambio son las ciudades. Copenhague, Grenoble, Frankfurt, son algunos ejemplos recientes. La consideración de la energía como un derecho, como un bien de utilidad pública y no como un negocio de unas pocas empresas, una consideración preeminente.

El I Congreso de Pobreza Energética, celebrado hace pocos días en Sabadell, con ponentes nacionales e internacionales, reconocía “todavía estamos en políticas paliativas de urgencia de tipo asistencialista”, pero también añadían la necesidad de plantear “un nuevo modelo energético”. La pugna entre el Gobierno del Estado y la Generalitat, sobre la regulación y protección de las familias vulnerables, es una expresión más de obcecación e incompetencia política para abordar el tema de fondo: la transición y democratización del modelo energético.

Mientras tanto, las ciudades europeas mencionadas tienen establecidos sólidas hojas de ruta, como la capital danesa, para hacer posible el objetivo de 100% renovables el 2025. “El cambio de modelo energético a nuestra ciudad ha sido posible gracias al control público y democrático de las redes de electricidad y calor”, dicen los representantes de Grenoble. La eficiencia energética para “reducir un 50% el consumo de la energía de los edificios y viviendas de Frankfurt”, es una gran apuesta por la rehabilitación y la eficiencia. La directora de Energy Cities, apuesta para “volver competencias a los gobiernos locales y democratizar el sistema energético”. El gobierno de Barcelona anuncia la creación de instrumentos para liderar este cambio con la participación de las entidades, empresas y las personas. Rubí brilla, ha consolidado su compromiso con esta transición.

Terrassa, tiene que hacer una apuesta clara, ambiciosa y participada (con todos los agentes), para hacer su contribución en esta transición energética de las ciudades. Los tiempos han cambiado. Hace falta una nueva radicalidad con compromisos claros y verificables. Se tienen que facilitar los instrumentos, para hacer posible la producción y consumo (autoconsumo) de energía del sol (fotovoltàica y eólica), desde los techos industriales, de los equipamientos públicos y de las viviendas comunitarias e individuales.

Necesitamos también un liderazgo y un compromiso firme de las fuerzas progresistas de la ciudad para hacer este tumbo. Interpelando a todas las partes implicadas (empresas, universidades, sindicados, economía social), y propiciando, también, una rebelión ciudadana, pacífica, organizada. La prolongación del actual modelo energético es un fracaso social, profesional y ocupacional, un fracaso ambiental que no podemos soportar.

La UE nos da una sorpresa agradable: la ratificación conjunta del Acuerdo de París.

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

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Cumbre del Clima (ARCHIVO)

El viernes la UE acordó la ratificación en grupo del Acuerdo de París y aunque esta decisión se venía impulsando en las últimas semanas, no ha dejado de ser una sorpresa agradable.

Me parece siempre que las lecturas sobre el acuerdo de París de cambio climático del año pasado se han movido en general entre la realidad y el deseo: la realidad de unos resultados poco ambiciosos y el deseo de que el acuerdo internacional impulse por fin en los gobiernos el compromiso de actuar sobre un desafío planetario que está modificando nuestro mundo a una velocidad impensable hace solo algunas décadas y cuyos impactos van a ser devastadores.

Aunque parezcan contradictorias, ambas lecturas son necesarias, la que nos recuerda que con lo que hay hoy encima de la mesa en compromisos por parte de los países no hay suficiente, ni de cerca, para salvarnos de un calentamiento peligroso y la que, poniendo un pie en el acuerdo de París, quiere dejar de mirar atrás y comenzar la marcha firme hacia la descarbonización de nuestras economías.

El proceso de ratificación

Para avanzar el acuerdo tiene que entrar en vigor cuanto antes y para eso tienen que estar ratificado por 55 paises que sumen el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Hasta el viernes, 61 países habían firmado el acuerdo, pero representaban solo un 48% de las emisiones de efecto invernadero.

Lo cierto es que si lo comparamos con otros procesos, la ratificación de este acuerdo se está produciendo de una manera rápida en muchas regiones del mundo. Las razones son varias, una de las principales es el temor a que las elecciones en Estados Unidos lleven a Trump al poder. El que puede ser el peor presidente nunca imaginado cuenta entre sus numerosos defectos con ser negacionista climático. Si Trump gana, puede ser que le resultase más difícil bajarse de un acuerdo que ya está en vigor, por lo que los países están acelerando su consecución. Y hay también por supuesto otras razones: que por fin China se ha decidido a liderar, que los signos de la catástrofe que se nos avecina son más alarmantes cada día y que los compromisos no son lo suficientemente ambiciosos para que en los países se genere mucha oposición interna a la ratificación. En cualquier caso el proceso hasta el viernes iba como un rayo, pero sin Europa.

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El cambio climático no es un espectáculo, debemos actuar

Por Joan Herrera – Abogado

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¡Qué calor! Un verano caluroso como pocas veces. Noches de insomnio bañadas en sudor. Un inicio de septiembre tórrido como una generación entera no recordaba. Vaya lata. Aunque “la lata” es globalmente compartida.

Este año la temperatura media del planeta ha alcanzado un máximo de 1, 38º C por encima de los niveles experimentados en el siglo XIX, peligrosamente cerca del límite de 1,5º C acordado en la Cumbre de París sobre cambio climático. Julio fue el mes más cálido desde que se establecieron registros en 1880. La ciudad india de Phalodi llegó a los 51º C el pasado 19 de mayo.

‘Nature Climate Change’ publica un estudio que constata que en 2016 se registrará también la mayor concentración de CO2 en la atmósfera. La NASA afirma que los registros de temperatura que se remontan mucho más lejos, tomados a través del análisis de muestras de hielo y sedimentos, sugieren que el calentamiento de las últimas décadas está fuera de sintonía con cualquier otro periodo del último milenio. Aunque aún es difícil comparar un solo año a otro antes del siglo XIX, una reconstrucción de la NASA muestra que el ritmo de aumento de la temperatura en las últimas décadas supera al de cualquier incremento que se haya producido desde el año 500. Según esta misma agencia, la creciente velocidad de calentamiento significa que el mundo se calentará a una velocidad «al menos» 20 veces más rápida que la media histórica en los próximos 100 años. Lee el resto de la entrada »