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Una precampaña que nos está dejando sin energía

La precampaña electoral arrancó el 15 de febrero y por desgracia si hay algo que ha quedado claro en estas seis semanas es que la energía no está en la agenda. No será por el abanico de informes que nos advierten del problema del cambio climático ni por la contundencia de estos, pero en nuestro país pasan inadvertidos y vivimos enterrados en un denso fango que mezcla lazos amarillos con multitud de debates estériles o superados.

Jorge Valdano siempre ha dicho del fútbol que de las cosas menos importantes es la más importante. Pues bien, estos años ayudando a comunicar a empresas del sector me han dejado el siguiente poso: la energía es lo más importante de las cosas IMPORTANTES.

Y es que en el ahorro de energía y en las renovables está en gran medida la solución al cambio climático, la gran amenaza de nuestro tiempo y el mayor problema global de la humanidad por sus múltiples derivadas. Incluso dejando fuera de la ecuación semejante desafío la energía tiene una importancia tremenda como vector económico. Por ejemplo, más del 70% de la energía que consumimos en España la importamos de otros países (el 82% si consideramos la nuclear), lo que nos convierte en una de las naciones más dependientes de Europa, con los lastres de toda índole que conlleva. Las renovables son, además, un nicho generador de empleo digno y el camino para abaratar el acceso a la energía y la factura de la luz.

 

Nuestros líderes políticos y sus sociólogos de cabecera parece que no quieren prestar atención igual que no quieren afrontar otros debates realmente importantes como el de la deuda pública, las pensiones, la justicia o la sanidad.

Otra muestra son las listas electorales en las que aparecen profesionales de la tertulia, de la tauromaquia, del cine, militares retirados… Cuesta más, en cambio, encontrar en buenos puestos de salida a climatólogos, científicos, investigadores o activistas del cambio de modelo energético. Al menos alivia ver a la tenaz Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica, en el número 4 por la circunscripción de Madrid.

Vivimos inmersos en el ruido permanente con la app WhatsApp al mando de las operaciones que hace el mismo efecto que un altavoz grande al máximo de volumen cuando pegas la oreja. Por suerte siempre hay tiempo de tomar distancia e intentar hablar de los problemas de verdad en un tono sosegado. La energía es uno de ellos ¿empezamos?

Por Iván de Otto – consultor en SdeO Comunicación y socio de FR

La nueva energía es mayoría

Por Domingo Jiménez – Presidente de la Fundación Renovables

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Si volvemos a hacer “la prueba del algodón” en materia energética a los compromisos de los partidos políticos que han conseguido representación parlamentaria, podemos comprobar que es viable una nueva política que nos lleve a un nuevo modelo energético para España y que garantice una respuesta eficiente al desafío del cambio climático.

Hay una mayoría absoluta de fuerzas parlamentarias que están de acuerdo en la necesidad de un programa a medio y largo plazo en materia de energía y cambio climático en el que se respeten los compromisos de París, incidiendo en la oportunidad para España de una transición energética basada en las energías renovables.

Aunque en su concreción varían algo, hay acuerdo (hay mayoría, aunque no absoluta) en un escenario deseable para el horizonte 2050 con el 100% de generación eléctrica de origen renovable, mientras que en los otros sectores estas alcanzarían hasta un 70%.

Con esta base debería ser viable una Propuesta de Ley de Energía y Cambio Climático para una transición hacia la sostenibilidad energética como principal instrumento para un nuevo modelo energético con la mitigación del cambio climático como resultado.

  • Hay una mayoría absoluta en favor de colocar a los ciudadanos en el centro del sistema energético, eliminando la pobreza energética y promoviendo el autoconsumo para que el consumidor pase a ser “prosumidor” o productor de energía eléctrica en particular y, en gran parte, consumidor de la energía que produce, sin el “impuesto al sol”, pudiendo enviar a la red en condiciones económicas adecuadas la que no usa. Sería viable un Proyecto de Ley sobre Autoconsumo y debería ser urgente hacerlo, incluso sin esperar a la propuesta anterior, dada la inseguridad jurídica existente por el Decreto Ley de diciembre de 2015 sobre Autoconsumo.

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Campaña electoral: La hoguera de las vaguedades

Por Mariano Sidrach de Cardona – Catedrático de la Universidad de Málaga

 

electionsComo quiera que estamos de nuevo en vísperas de otras elecciones generales para elegir a nuestros representantes políticos, me he propuesto comprobar si, esta vez, las propuestas que venimos defendiendo desde la Fundación Renovables, sobre el necesario cambio de modelo energético, han sido recogidas en los diferentes programas electorales.

Tengo que confesaros que no estoy especialmente contento.

Una primera lectura de los programas electorales puede llevar a la conclusión de que nuestras propuestas han sido asumidas por los partidos políticos. Las energías renovables parecen estar en el centro de todos los programas electorales cuando hablan de energía. Conjuntamente las palabras más utilizadas son ahorro, eficiencia y desarrollo de las energías renovables. Las vamos a encontrar muchas veces en todos los programas… y aquí acaban las buenas noticias.

Cuando entramos en los detalles, encontramos una serie de medidas generales, seguramente bienintencionadas, muy pocos compromisos reales, casi ningún objetivo a medio y largo plazo y ninguna hoja de ruta clara que nos permita imaginar cómo se van a llevar a la práctica las promesas electorales. También he encontrado contradicciones importantes, dentro de un mismo programa electoral.

Algunos ejemplos:

  • “Impulsar el desarrollo de las renovables, especialmente de la biomasa, por ser especialmente intensiva en mano de obra”. Los últimos informes del IRENA hablan de que en todo el mundo la mayor cantidad de puestos de trabajo los crea la fotovoltaica, algo así como tres veces los que se generan con biomasa.

 

  • Conseguir el 25% de energías renovables en 2020 y una planificación a largo plazo para llegar al 100% en 2030” y unas líneas después…”reducción de emisiones de al menos un 30% para 2020 y del 100% en 2050”. Cómo si las dos cosas no tuvieran nada que ver. Cómo si se pudiera pasar del 25 al 100 % en diez años. De todas formas, como no se dice cómo se van a conseguir estos objetivos, todos tan contentos.

 

Hay que destacar, que este ejercicio de decir mucho y no comprometerse a casi nada que tanto gusta a nuestros políticos en épocas electorales, tiene su máximo exponente en el programa electoral del PP, que incluye un catálogo de buenas intenciones, sobradamente incumplidas todas en los últimos años: seguir apostando por las renovables, seguir cumpliendo con los compromisos internacionales relativos a la reducción de emisiones, apostar por la eficiencia, por el ahorro, etc..  Están orgullosos de la política energética que ha llevado el gobierno en los últimos años y piensan continuar con ella por el bien del país. Faltaría más, a lo que yo añado, arreglados vamos.

También es cierto, que según nos vamos desplazando desde el PP hacia la izquierda parlamentaría aparecen más propuestas y alguna que otra medida más concreta para llevar los programas a la práctica, pero sin pasarse tampoco, no vaya a ser que luego nos exijan cumplirlas y también encontramos alguna que otra contradicción importante.

Ciudadanos propone impulsar un Plan Estratégico de transición energética basado, cómo no, en las renovables, el autoabastecimiento y el ahorro energético, quitar el impuesto al Sol y disminuir los costes eléctricos para pymes y familias y crear una Secretaria de Estado de Energía y Medioambiente.

En las propuestas de PSOE y Unidos Podemos encontramos muchas similitudes. Sus programas dejan clara la necesidad de un nuevo modelo energético que luche contra el cambio climático, apostando por el ahorro, la eficiencia y las renovables. Entre los aspectos positivos, la derogación del decreto actual de autoconsumo y el compromiso a una nueva ley que facilite su impulso, la necesidad de realizar un plan energético nacional que incluya la necesaria reforma del sector eléctrico. Empiezan a diferir, sin embargo, en los objetivos. Mientras que Unidos Podemos se fija como objetivo, un escenario a 2050 con una energía 100% renovable, el PSOE propone una disminución de la intensidad energética y reducción de emisiones de acuerdo con la UE y una penetración de las renovables en el sector eléctrico del 70% en 2030. A la vez, el PSOE en un ejercicio de malabarismo, hace un apoyo explícito a continuar quemando carbón nacional y propone un cierre de centrales nucleares tras cumplir sus 40 años de vida, incluye restringir autorizaciones para nuevas prospecciones de gas y petróleo y se opone al Fracking.

Unidos Podemos habla de un cierre paulatino de las centrales térmicas de carbón y de un cierre progresivo de las centrales nucleares, para que todas estén cerradas en 2024 y también se opone al Fracking.

En resumen, las propuestas en materia de energía de los partidos políticos adolecen en general de compromisos concretos y no presentan una hoja de ruta creíble. No parece mucho a la vista de los graves problemas a los que nos enfrentamos. Si lo que produce el cambio climático son las emisiones debidas al uso de los combustibles fósiles y este es un problema global que nos afecta a todos, parecería razonable que cada partido político nos dijera de manera clara y coherente, qué medidas reales va a tomar para abandonar de forma rápida y urgente el uso de estos combustibles y ahí sí podríamos evaluar las ventajas e inconvenientes de cada una de sus propuestas.

El cambio de modelo energético debe ser a la vez un cambio económico y social. Deberíamos ser capaces de dejar de mirar a izquierda y derecha y mirar hacia adelante, sobre todo porque el tiempo se nos acaba y el problema se agranda día a día. Si todos estamos de acuerdo en la causa del problema, ¿qué impide alcanzar la solución?

Esperaba mucho más de los programas electorales.

  • Imagen: Christian Schwier – Fotolia

 

La apuesta por el vehículo eléctrico, algo más que una partida presupuestaria

Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de Fundación Renovables

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En la Cumbre celebrada en París el pasado mes de diciembre sobre el Cambio Climático – COP21– se asumió por parte de todos los países presentes el compromiso de una acción decidida para la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) como única solución para limitar a 2ºC el incremento de la temperatura del planeta para 2050. Alcanzar este compromiso requiere la puesta en marcha de un cambio estructural en la forma de cobertura de nuestras necesidades energéticas y entre ellas, como acción principal, una actuación decidida en el modelo de transporte actual basado en la utilización de combustibles fósiles derivados del petróleo, que son los causantes a nivel mundial del 23% de las emisiones de GEI.

La transformación de los modelos de transporte o la introducción de criterios de movilidad sostenible debe estar basada en una doble premisa:

  • Por un lado, trabajar para conseguir la reducción de las necesidades de transporte mecanizado y el incremento del grado de ocupación de los medios utilizados, con la priorización del transporte público y con el fomento de modelos de utilización compartida de vehículos.
  • Y, por otro lado, por la sustitución de los vehículos de combustión interna por vehículos eléctricos que, adicionalmente a su mayor eficiencia y su menor consumo por km recorrido, tienen emisiones cero en uso.

La introducción de los vehículos eléctricos en el mercado se está llevando a cabo mediante planes de apoyo con el fin de eliminar las barreras de entrada de una tecnología que requiere una mayor inversión y el cambio de hábitos en el transporte muy arraigados socialmente. El diseño de los diferentes modelos de apoyo es clave para alcanzar el éxito de su introducción, sin que el incentivo económico, vía subvención, se demuestre como el más efectivo e importante.

En 2015 se matricularon a nivel mundial más de 550.000 vehículos eléctricos, con un incremento de más del 70% con respecto a los del año anterior. Si bien el mayor número de matriculaciones se produjo en Estados Unidos y China, la apuesta más interesante en términos relativos se ha producido en países como Noruega y Holanda cuya cuota de vehículos eléctricos supera, en el primer caso, el 23%, con más de 32.000 vehículos matriculados en el año, y el 10% en el caso de Holanda.

A escala nacional la apuesta por el vehículo eléctrico para 2016 está basada en la continuidad de una subvención a través del Plan MOVEA, antes MOVELE, que oscila entre 2.700 € y 5.500 € por vehículo, a la que hay que añadir 1.000 € de rebaja en el sistema de recarga que le corresponde al suministrador del vehículo.

Este plan tiene una limitación presupuestaria de 16,6 millones de euros y aunque se ha incrementado su aportación en un 137% con respecto al año anterior, la elección de un modelo de apoyo basado en una subvención con limitación presupuestaria, sin la existencia de otras medidas, refleja el escaso interés que se tiene para un cambio hacia un transporte más sostenible. Lo que debería ser un plan global se ha convertido únicamente en la habilitación de una partida presupuestaria.

En España se han matriculado en 2015 2.342 vehículos eléctricos, incluyendo tanto los eléctricos puros como los híbridos enchufables, con un incremento del 28% con respecto al año anterior. Sobre una base de 1.034.000 vehículos matriculados en 2015, un 21% más que en 2014, supone una cuota de mercado del 0,2%, muy lejos de la alcanzada por otros países. Los vehículos matriculados y su proyección distan mucho de los compromisos asumidos y comunicados por el Gobierno de alcanzar 200.000 vehículos en el 2020.

Nuestra apuesta por la implantación de un modelo de transporte más electrificado debería ser uno de los pilares de una nueva economía, sobre todo si tenemos en cuenta que España tiene una capacidad de fabricación de aproximadamente 3,5 millones de vehículos al año, con un grado de ocupación del 80% para una producción prevista en 2016 de 2,8 millones de vehículos.

La capacidad industrial debería ser uno de los elementos que aconsejara una apuesta decidida por el vehículo eléctrico, como lo hicimos en el caso de las energías renovables, y contrasta con la inexistencia de propuestas específicas integrales por parte de los distintos partidos políticos de cara a las próximas elecciones del día 26, tanto para la introducción del vehículo eléctrico como para la evolución de la industria del automóvil.

España, por su capacidad de fabricación, por su dependencia energética del exterior, por su modelo de transporte no sostenible y por el retraso real en su comparativa con otros países exige una apuesta decidida e integral por el vehículo eléctrico como producto y como sector industrial que debe estar basada en:

  • Disponer de una política fiscal activa que favorezca en distintos ámbitos el uso del vehículo eléctrico y grave el vehículo de combustión, incorporando comportamientos diferenciales tanto en el IVA, en las tasas de matriculación y en las de circulación.
  • La creación de instrumentos financieros que permitan asumir la mayor inversión con cargo a los menores costes de la energía y mantenimiento.
  • La facilidad y apoyo a la instalación de sistemas de carga tanto a nivel individual como colectivo.
  • El establecimiento de medidas que favorezcan la circulación y el aparcamiento de los vehículos eléctricos. Hay que resaltar que el comportamiento de los ayuntamientos ha sido mucho más favorable que el asumido por el Gobierno Central.
  • La instauración de una tarifa eléctrica que favorezca la carga en periodos de baja demanda.
  • El fomento del autoconsumo y de la conexión almacenamiento/generación/vehículo eléctrico.
  • El apoyo claro a los modelos de coche compartido y de gestión de flotas de amplio uso basados en el vehículo eléctrico.
  • El desarrollo de campañas informativas que muestren que el vehículo eléctrico es más rentable, mas eficiente y menos contaminante que el vehículo de combustión.

En definitiva, trasladar a los potenciales usuarios y a los fabricantes que se apuesta por un modelo de transporte a largo plazo basado en la movilidad sostenible y en el vehículo eléctrico, señales que nos permitirán incrementar las matriculaciones de vehículos y consolidar una industria tan potente como la que ahora tenemos.

Un apunte final, el vehículo eléctrico es el futuro medio de transporte terrestre, pero para que las emisiones realmente sean cero la electricidad debe ser generada, por supuesto, con energías renovables.

 

Contadores inteligentes, ¿también al servicio del monopolio eléctrico?

Por Joan Herrera, Abogado y Patrón de la Fundación Renovables y Dolors Clavell, Abogada y Miembro del Consejo de Som Energia

Cuadro eléctrico

Cuadro eléctrico (GTRES)

Los llamados contadores inteligentes de electricidad llegan a nuestras casas.  Ello debería servir para hacer una política energética basada no sólo en la oferta, sino también en la gestión de la demanda, tal como impone la Directiva europea 2009/72/CE de 13 de julio de 2009.

En España se ha regulado el cambio obligatorio de los contadores de electricidad de manera que las cinco eléctricas que siempre han trabajado en la distribución eléctrica puedan ahora intentar reservarse el monopolio de nuestros datos de consumo.

En el cambio de contadores, estamos descubriendo la existencia de intereses cruzados entre las empresas fabricantes de contadores y las de distribución eléctrica. Así, se están imponiendo restricciones por parte de una de las empresas distribuidoras, Endesa, para impedir instalar contadores que no sean de Enel, empresa pública italiana propietaria de Endesa. Por otra parte se consagra la falta de transparencia en la fijación de los precios de alquiler de los equipos. Y también se amenaza a la privacidad de los ciudadanos –y a su madurez- cuando no se fijan reglas claras para que el conocimiento de sus hábitos de consumo revierta en su propio beneficio y no en el de las empresas.

Pero lo que aquí queremos plantear es algo más: Las distribuidoras de electricidad mantienen un denominado “monopolio natural” sobre la red de distribución en base a una lógica de red única, que según parece justificaría no dispersar la titularidad de esa red en numerosos agentes.  Aceptando esa hipótesis, ¿qué tiene que ver la titularidad de la red de distribución con el conocimiento y gestión de nuestros datos de consumo?  ¿Cómo es posible que, con la excusa del monopolio sobre la red, se intente ir más allá y tener el monopolio de nuestros datos?  ¿Dónde está la justificación para ese privilegio?

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En la segunda vuelta electoral, sí toca hablar de energía

Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de la Fundación Renovables

Algo ha cambiado y para bien en la política española en materia energética. Si analizamos estos casi cuatro meses de legislatura hemos podido ver como en el Parlamento se han discutido y votado iniciativas y Proyectos No de Ley (PNL) que eran impensables en los anteriores periodos de sesiones en los que tanto el Partido Popular como el PSOE habían mantenido un perfil bajo en la adecuación de nuestro modelo energético.

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Las razones de por qué hemos vivido un proceso tan inmovilista hay que buscarlas, por un lado, en la servidumbre política en el mantenimiento de los privilegios del sector energético tradicional y, por otro, en la inexistencia de un compromiso con la sostenibilidad.

La energía es un bien básico, cuyo acceso universal no está garantizado en España principalmente porque la liberalización, mediante un proceso de desregularización del sector energético, ha supuesto anteponer la libertad del mercado a su consideración como bien de utilidad pública. Podríamos decir que ha primado el negocio frente a la cobertura de las necesidades sociales.

La energía también es el motor del desarrollo económico y su incorporación como coste en la producción de bienes y servicios es uno de los elementos principales que define la competitividad de nuestra economía.

España es uno de los países energéticamente más dependientes de nuestro entorno económico, con más de 20 puntos porcentuales de diferencia con la media de los países de la Unión Europea. En los últimos años más del 75% de la energía que consumimos la tenemos que comprar al exterior, con el consiguiente déficit de nuestra balanza comercial y con las incertidumbres añadidas por depender de fuentes de energía con alta volatilidad en precio. Nos gastamos más de 60.000 millones de euros todos los años en energía como producto final y las importaciones han llegado a superar el 4% de nuestro PIB.

No pretendo hablar del pasado sino de la necesidad de que la energía sea uno de los elementos que configuren el compromiso de los distintos partidos políticos con la sociedad en estas próximas elecciones. La composición del futuro Parlamento exigirá, afortunadamente, un mayor diálogo y consenso, también en materia energética, pero apostar por el consenso y por el dialogo no es suficiente, necesitamos saber cuál es el compromiso y las posiciones de partida de cada uno de los grupos políticos que se presentan a las elecciones y cuáles son los elementos que configuran su propuesta energética.

Propuestas y compromisos que permitan erradicar la pobreza energética mediante el establecimiento de una tarifa social para las rentas más bajas y que conviertan a la electricidad en el vector energético de futuro, con una profunda revisión de las normas de funcionamiento del sistema eléctrico y de la configuración y composición del precio de la electricidad.

Propuestas y compromisos que fijen objetivos con carácter vinculante en materia de ahorro y eficiencia energética, porque la estructura de consumo en España es ineficiente y con las tecnologías disponibles podríamos reducir la demanda en más de un 40%, actuando principalmente en la edificación y el transporte que suponen las dos terceras partes del consumo.

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