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La Comisión Europea deja en ridículo a Europa

Con el arsenal de instrumentos y medidas de eficiencia energética que la UE ha desplegado en las directivas de renovables, edificios, mercado interior de la electricidad y en la recomendación sobre la aplicación del principio de “primero, la eficiencia energética”, todo lo que se le ocurre a la Comisión Europea es regular los termostatos, un ahorro voluntario y uniforme del 15% del consumo de gas y relajar el control de las emisiones para volver al carbón, al petróleo y a más gas.

Lejos de proteger a los consumidores, la presidenta de la Comisión, Ursula von der leyen, ha decidido proteger a los ávidos “frugales”, alemanes y neerlandeses, defensores de la dependencia de los combustibles fósiles y de su referencia en el precio de la electricidad, cuando lo que debería hacer es exigir a los gobiernos europeos el cumplimiento más riguroso de las directivas vigentes que establecen las políticas correctas de eficiencia energética para afrontar la crisis de suministro de gas ruso.

El director de la Agencia Internacional de la Energía, Fatih Birol, afirmó en febrero que la mejor forma que Europa tiene de afrontar la crisis de suministro para el invierno es un plan serio de eficiencia energética y ponía como ejemplo la rehabilitación energética de los edificios más antiguos de Europa para ahorrar la energía equivalente al gas que transporta el gasoducto Nord Stream I. Pero ni la rehabilitación ni la generación distribuida ni la fotovoltaica en los tejados está en la brújula de Bruselas.

La Comisión Europea vuelve a cumplir el “diktat” alemán, como hiciera en 2015 con el austericidio impuesto a los países del sur, para que todos paguen la nefasta política energética de Angela Merkel y su enorme dependencia del gas ruso. Con la ambigüedad de la Comisión y la caída del gobierno italiano de Mario Draghi, Putin sigue ahondando la debilidad de Europa.

La Unión Europea lanza un mensaje contradictorio y desmoralizador

Mientras la Unión Europea trate esta crisis del gas únicamente como una crisis de suministro y no como una crisis de modelo energético basado en la dependencia de las importaciones energéticas y en la falta de una política energética común, la insignificancia geopolítica de Europa irá en aumento por la poca credibilidad de sus propuestas energéticas y climáticas.

Hace un año que la vicepresidenta del gobierno, Teresa Ribera, reclamó a Bruselas la modificación del mercado mayorista. El Consejo Europeo de marzo aprobó el tope al gas para España y Portugal y pidió a la Comisión un informe sobre la reforma del “pool” para desconectar el gas de los precios de la electricidad. Nada se sabe hasta hoy. Por el contrario, el gobierno de Reino Unido acaba de iniciar la reforma del mercado eléctrico para abaratar la luz y avanzar en un sistema eléctrico más limpio aprovechando los precios más bajos de las renovables, la participación en el mercado de las tecnologías flexibles sin emisiones y copiar el éxito de la “excepción ibérica” desvinculando el precio del gas de la electricidad.

Es desmoralizador pensar que una reforma parecida tardará años en acordarse en la Unión Europea por la resistencia de los monopolios eléctricos y los reguladores, pero aún peor es ver cómo en plena crisis energética, el Parlamento Europeo ha aprobado la propuesta de la Comisión para etiquetar el gas y la nuclear como energías verdes. El eje franco-alemán ha sometido a los consumidores a pagar el error de Alemania por su imprudente dependencia energética de Rusia y la quiebra de la industria nuclear de Francia por los defectos de fabricación en sus reactores. La consecuencia es terrible: encarecimiento de los precios del gas y de la luz, una grave crisis económica por la inflación, un castigo injusto a los consumidores, aumento de emisiones, freno a la lucha contra el cambio climático y una fiebre especulativa en nuevas infraestructuras gasistas con fondos europeos que acabarán como activos varados que también pagarán los consumidores.

Frente al enorme potencial de ahorro energético de Europa, superior al 50% del consumo actual, sorprende que la Comisión Europea no sepa distinguir entre ahorro y eficiencia energética. Pide a los consumidores un sacrificio de ahorro de gas, pero no propone un modelo para producir y consumir utilizando menos energía, más limpia y barata. El arsenal de medidas de eficiencia energética de las directivas europeas queda relegado ante el retorno del modelo energético convencional, el de los combustibles fósiles.

La paradoja que sitúa a España a la cabeza de Europa

España es el país europeo mejor situado ante la crisis de suministro energético de Rusia. El RDL 13/2012 suspendió las inversiones en nuevas infraestructuras gasistas por el “déficit estructural del sistema gasista”, provocado por la sobrecapacidad e infrautilización de las centrales de gas, regasificadoras y gasoductos por falta de demanda. Hasta 2018 no se levantó la suspensión, pero la paradoja es que España rebajó la dependencia del gas argelino del 60% a casi el 20%, se ha diversificado el suministro y las siete regasificadoras proporcionan la mayor capacidad de almacenamiento de GNL. España hizo lo que ni Alemania ni nadie hizo.

Pero el coste de la sobreinversión hasta 2012 y los déficits del sistema gasista los han pagado en los peajes los consumidores de gas y electricidad. El coste ha sido tan elevado que resulta una imprudencia temeraria repetir el ciclo de más inversión en infraestructuras gasistas, sin conocer la evolución de la demanda, porque cuando entren en funcionamiento ya no serán necesarias, pero los consumidores las tendrán que seguir pagando. Y lo que sería en error aún mayor es recuperar la fantasía de 2015 de convertirnos en un “hub” de gas para Europa porque originaría nuevos déficits estructurales como los de 2012.

La alternativa es aprovechar la seguridad de suministro para invertir en tecnologías limpias y avanzar en la autosuficiencia de los centros de consumo, principalmente edificios y transporte, impulsando la gestión de la demanda y la generación distribuida.

Reducir la demanda energética, reducir la dependencia de los combustibles fósiles y reducir las emisiones solo es posible integrando los recursos energéticos distribuidos en el mercado eléctrico para aumentar la capacidad de energía flexible desde el lado de la demanda y convertir la eficiencia energética en una fuente de energía que participe en el sistema eléctrico en igualdad de condiciones. En esto ha de consistir la reforma del mercado eléctrico, pensando antes en el derecho a elegir de los consumidores que en la rentabilidad de los activos energéticos.

Se trata de dar a los recursos energéticos distribuidos más importancia que a la energía centralizada por su mayor sostenibilidad, eficiencia, menores costes e inversiones. Se trata de impulsar la transformación del consumidor pasivo en consumidor activo. Se trata de alcanzar una regulación que realmente proteja a los consumidores.

Javier García Breva – Presidente del Consejo Asesor de la Fundación Renovables

La agenda para la recuperación. ¡Ojo con las medidas sutiles de retroceso climático!

El confinamiento es también un tiempo para la reflexión. ¿Qué mundo nos va a quedar? Algunos debates que parecían muy lejanos como la renta garantizada ciudadana podrían avanzarse y eso, sin duda, es algo bueno.  Sin embargo, también puede avanzar la pérdida de libertades y derechos que se generalizan como respuesta, que no discuto necesaria, a la crisis sanitaria. Medidas muy estrictas que atentan a nuestra libertad y que ni siquiera han sido objeto de debate. Estas se aceptan por el miedo a nuestra supervivencia y también por la culpa de que nosotros mismos somos los que estamos transmitiendo, de forma invisible a nuestros ojos, esta terrible enfermedad a personas que quizás se encuentran entre nuestros seres más queridos. Por no hablar de palabras que se repiten a diario, la guerra contra el virus.

¿Qué guerra? ¿Quién es el jefe de estado del virus? ¿Qué estrategia tiene el virus? Si no tenemos respuesta a estas preguntas, entonces ¿por qué hablamos de guerra?  Y en todo este proceso, China resulta que se convierte en ejemplo con una actuación, aparentemente eficaz, que pone en duda los sistemas democráticos. Y sí, he sido la primera en abrir mi geolocalización en dos aplicaciones móviles públicas de seguimiento del COVID-19, confiando, supongo, en que nunca un partido como VOX ocupe la presidencia del Gobierno español porque, la puerta que ahora estamos abriendo no está nada claro que se cierre, en el futuro, sin ninguna fisura.

Aunque parezca algo ya lejano, la crisis climática (que también es sanitaria, social y económica) continúa estando aquí. Llevamos más de 30 años de reuniones, cimeras, conferencias globales y encuentros de mandatarios que previamente han requerido de años enteros de trabajo intenso de delegaciones oficiales para consensuar políticas globales de reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero. Unos consensos que, sin duda, han pasado por dar un paso adelante siempre seguido de medio paso atrás. Nos da miedo “parar” la quema de combustibles fósiles, puesto que nosotros mismos somos la generación que más se ha beneficiado de los casi 200 años de la civilización de los hidrocarburos. Ahora hemos parado la economía mundial, en seco, y no nos hemos quejado.

Pero esa timidez aparente de progreso climático no debe ocultar los movimientos científicos, tecnológicos y geopolíticos que estaban en danza antes de la pandemia y que formaban parte de una nueva revolución industrial que dudo que se detenga.

Por citar unos cuantos ejemplos, en 2019 tres de cada cuatro unidades de nueva generación eléctrica en el mundo han sido de energías renovables; el cierre avanzado de las plantas de carbón europeo por falta de rentabilidad frente a un precio de las emisiones de carbono superior a los 20 € por tonelada de CO2; la bajada de los precios del mercado mayorista de la electricidad por la entrada masiva de las energías renovables que, a su vez, pone en peligro la viabilidad económica de las centrales nucleares y la “falsa” información de que China no va a ayudar a los coches eléctricos. En realidad, va a dejar de dar ayudas a los vehículos eléctricos que no aporten innovación tecnológica.  Solo van a recibir ayudas aquellos vehículos de más de 250 km de autonomía y los de más de 400 km tendrán más. China se prepara para liderar la innovación tecnológica del vehículo eléctrico que nada tiene que envidiar al térmico y, además, el centro de atención se va a dirigir al despliegue de la infraestructura de recarga inteligente y digital como puente de conexión entre la transformación del sistema eléctrico y el modelo de transporte.

Por otro lado, la guerra de precios del petróleo que iniciaron Arabia Saudí y Rusia empezó antes de la pandemia del COVID-19. No superar los 2ºC de temperatura en este siglo va a requerir dejar más de la mitad del petróleo bajo tierra con lo que, mejor vender la máxima cantidad del crudo, aunque sea a precios bajos, que dejarlo sin extraer. Y no menos importantes son las presiones de la petrolera Exxon Mobile a funcionarios de la Comisión Europea que, incluso, constan en los documentos de transparencia de la Comisión, para retroceder en los límites de emisión de CO2 de los coches y en su lugar incluirlos en el comercio de emisiones. También cabe destacar la estrategia en programas de ciencia, tecnología e innovación a lo ancho del planeta, incluso en España, centrados en la descarbonización del transporte y la integración de las energías renovables en la red eléctrica.

La cuestión es si la agenda de recuperación va a pasar por desacelerar el camino ya emprendido de la estrategia de crecimiento verde o vamos a asumir que la agenda para la recuperación de España y de la Unión Europea (UE) debe tomar como eje central la más que necesaria transición energética.

Polonia, China y EEUU han hablado claro: van a reducir los controles ambientales a las industrias; Alemania y Francia no han hablado y 10 países del Sur y del Norte de la UE, entre los que se encuentran España e Italia, han manifestado su inquietud pidiendo al gobierno europeo que no rebaje su ambición climática y no abra la puerta a medidas cortoplacistas que favorezcan el uso de combustibles fósiles.

Lo cierto es que la posición de Trump no me gusta nada en absoluto, pero es clara, por lo que se puede combatir. Me preocupa mucho más que la proclama de esos países que piden no dar alas a los combustibles fósiles se quede en eso, en proclama, y sus acciones concretas se dirijan justo a lo contrario.

No nos engañemos, la política de relajación ambiental puede ser beneficiosa electoralmente ya que la imagen que ahora muchos tienen de una ciudad limpia de contaminantes atmosféricos se corresponde con la imagen de una ciudad bajo una crisis galopante.

Los medios de comunicación se han llenado de artículos que relacionan la mejora de la calidad del aire en las ciudades con los coches que no se desplazan por las limitaciones del confinamiento. Aunque parezca que ese es el motivo, en realidad no lo es. La contaminación del aire se ha reducido a niveles inimaginables sencillamente porque esos vehículos han dejado de quemar los combustibles fósiles que necesitan para propulsar sus motores térmicos. O sea, que no es la crisis galopante la que limpia el cielo, sino dejar de quemar combustibles fósiles y esa es, justamente, la principal misión de la agenda climática, pero sin duda, ese no es el mensaje que hemos recibido.

Es evidente que primero tendremos que curar nuestras heridas, pero después vamos a tener que estar muy atentos para que las proclamas de crecimiento verde no se traduzcan en acciones que vayan en sentido contrario. Tendremos que estar atentos a las medidas que el Gobierno ya había anunciado tanto para la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible como en la Estrategia de Energía y Clima. Respecto al ámbito fiscal, la necesidad de igualar la fiscalidad del diésel y la gasolina o la modificación del impuesto de matriculación para que los coches que están por encima de la media de emisiones permitidas por la UE no se beneficien, como hasta ahora, de la gratuidad de ese impuesto. La necesidad de afrontar una Ley de Cambio Climático y Transición Energética ambiciosa y, por supuesto, que no suceda como en la crisis del 2008, cuando una de las medidas tomadas por el gobierno del PP pasó por la reducción de las aportaciones del Estado al transporte público de Madrid y Barcelona, a la par que se rescataban autopistas.

La avalancha de peticiones de ayudas que se avecinan, sin duda van a incluir al sector de la automoción.  España es el segundo país europeo en producción de automóviles, y el noveno en todo el mundo, con lo que es un sector económico absolutamente estratégico y debería continuar siéndolo. No queremos un país libre de coches, pero sí un país libre de sus emisiones, y ello pasa por orientar la agenda de recuperación a vehículos de cero emisiones y a su infraestructura de recarga.

Necesitamos actuar con luces largas porque esta crisis no solo pone a prueba a las democracias y a sus proclamas, también nos puede dejar fuera de la revolución industrial que ya había iniciado el camino y que dudo, se detenga. Y quizás, lo más importante, para la crisis climática no existirá ninguna vacuna.

Por Assumpta Farran – Patrona de la Fundación Renovables y ex directora del Institut Català d’Energia

Probabilidades y posibilidades

Piet Holtrop – Abogado

Probabilidades, posibilidades e historias paralelas.

El probabilismo es una vertiente intelectual que analiza historias alternativas y es muy útil para explicar qué realidad podría estar detrás de unos hechos. Todas las personas tendemos a tener una visión de túnel y solemos explicar los hechos en retrospectiva de una manera que nos glorifica un poco más de la cuenta. Los políticos suelen atribuirse sin parpadear toda mejora económica del país y, generalmente, dicen que los problemas que encuentran tienen sus causas en obstáculos estructurales que heredaron de sus antecesores.

Hace poco la Comisión Europea publicó su Decisión de declarar compatible el sistema de apoyo a las energías renovables en España con los criterios de Ayudas de Estado de la Unión Europea. Muy bien, bravo por la Comisión Europea.

O no tan bravo, depende de cómo miremos la historia.

El nuevo sistema retributivo, instaurado a raíz del Real Decreto – Ley 9/2013, del entonces ministro Soria, fue notificado tarde como Ayudas de Estado a la Comisión Europea y el Gobierno no paró su aplicación como es debido en estos casos y, por este motivo, de entrada, este sistema tenía que considerarse como una Ayuda de Estado ilegal. Si en el proceso de examinación por parte de la Comisión Europea esta ayuda además se hubiera considerado incompatible en su contenido, la Comisión Europea tendría que haber ordenado la devolución de las mismas por parte de los beneficiarios. Lo dicho: como la Comisión declaró el sistema español compatible y no sobrecompensado, no cabe devolución de ningún importe y, a partir de ahora, el esquema retributivo español es totalmente legal.

Visto así parece todo estupendo y el 30 de noviembre del 2017 entraría en la historia como un gran día para la seguridad jurídica en España.

No obstante, si miramos los detalles de esta historia, nos pueden sorprender algunas manifestaciones y modus operandi de la Comisión Europea. Podemos construir una historia alternativa, que hubiera conducido exactamente al mismo resultado en cuanto a la no devolución de estas ayudas, pero con una mayor concreción de la seguridad jurídica en España.

¿Cómo?  

Cuando se abrió el expediente, la Comisión Europea lo amplió y le pidió al Reino de España que le aportara también la información necesaria para investigar la legalidad de los sistemas de apoyo vigentes en España con anterioridad al sistema actual, que eran los sistemas basados en el Real Decreto 661/2007 y en el Real Decreto 1578/2009 (el antiguo régimen especial). La Comisión podía ir hasta 10 años atrás, estaba en su derecho. En la Decisión publicada, la Comisión sigue la argumentación realizada por el Reino de España, por la cual el actual sistema de retribución ha absorbido el sistema anterior. Acto seguido, la Comisión argumenta bajo su responsabilidad que, como sea que el antiguo sistema ha sido absorbido por el nuevo sistema, tampoco hace falta que lo examine. Sólo examina el nuevo sistema y lo hace utilizando las Guidelines vigentes en la actualidad. En mi opinión, la Comisión debería haber examinado la conformidad de los dos esquemas anteriores con las entonces vigentes Guidelines y, por supuesto, debería haber valorado si había sobrecompensación o no. Creo que la compensación de estos esquemas estaba en línea con lo que se hacía en otros países europeos y estoy convencido de que la Comisión tendría que haber declarado compatibles los dos esquemas retributivos anteriores al actual. De todas formas, en el hipotético caso de haber declarado que dichos sistemas estaban sobrecompensados, por el mismo motivo de ser absorbidos por su sistema sucesor, en ningún supuesto hubiéramos visto ninguna necesidad de devolución.

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El Paquete de Energía Limpia: una década perdida para la energía y el clima

Por Concha Cánovas – Experta en Energías Renovables

Bandera con estrellas amarillas

“El Paquete de Energía Limpia propuesto por la Comisión Europea y actualmente en fase de discusión supone, más allá de una transición energética suave, un retraso para el cumplimiento del Acuerdo de Paris”, así lo manifestaba el eurodiputado Claude Turmes, uno de los principales impulsores de las renovables en Europa, en la presentación que realizó durante la pasada Asamblea General de Climate Action Network Europe (CAN Europe).

En su intervención abogó por establecer al 2030 unos objetivos más ambiciosos que los propuestos por la Comisión y vinculantes a nivel nacional. Una transición continua para poder alcanzar en 2050 una economía basada en energías renovables y completamente eficiente debería implicar al 2030 una reducción de nuestras emisiones contaminantes en al menos un 50% respecto a los niveles de 1990, frente al 40% actualmente propuesto, y unos objetivos de renovables del 45% y del 40% en eficiencia energética, muy superiores al 27% y 30% propuestos por la Comisión Europea.
Como se puede observar en el gráfico adjunto, trasladar a la siguiente década acciones que se deberían adoptar en el periodo 2020-30, supone de facto generar un volumen de emisiones superior al que correspondería a esa década a partir del “presupuesto de carbono” de la Unión Europea- cantidad de CO2 que se puede emitir al 2050 con el fin de permanecer por debajo de los 2 ºC respecto a los niveles pre-industriales establecido en el Acuerdo de París. Lo que obligaría a la siguiente década implantar actuaciones adicionales mucho más ambiciosas y acortar el horizonte temporal de reducción a poco más del 2040.

En estos momentos en que en España se acaba de cerrar el periodo de consultas para la elaboración de la tan necesaria y urgente Ley de Cambio Climático y Transición Energética en la que se establecerá la senda de descarbonización a medio y largo plazo para garantizar una transición ordenada de nuestra economía hacia una economía baja en carbono, no dejan de sorprender las continuas declaraciones que se vienen realizando, precisamente desde el Departamento de Energía, orientadas a preservar el statu quo del modelo actual y proteger instalaciones obsoletas.

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La absurda situación del autoconsumo en España

Mariano Sidrach de Cardona Ortín – Catedrático de la Universidad de Málaga

Autoconsumo

En un país que gasta 120 millones de euros diarios en importar combustibles fósiles y que tiene una alta dependencia energética del exterior, ya que importa más del 70% de la energía que se consume, parecería razonable que existiera una política energética clara enfocada al ahorro energético y al desarrollo sin trabas de las energías renovables. Una energía limpia que ha demostrado su viabilidad económica y que en España tenemos en abundancia. Nada más lejos de la realidad. Vivimos una situación que, al menos, es paradójica.

Si alguien, por razones más que evidentes, decide invertir su dinero en disminuir su consumo energético tomando medidas tales como sustituir bombillas, mejorar el aislamiento de su vivienda, cambiar ventanas y cerramientos, comprar electrodomésticos más eficientes o incluso decidirse por un vehículo híbrido o eléctrico, no sólo estará haciendo caso a mucha de la propaganda institucional que el gobierno periódicamente nos pone en los medios de comunicación, sino que lejos de encontrar ninguna traba, accederá a diversas ayudas que existen para este fin y será considerado un ciudadano ejemplar, respetuoso con el medio ambiente y comprometido con el futuro del planeta.

Sin embargo si, dejándose llevar por esta euforia energética medioambientalista, con los mismos argumentos decide instalar en su domicilio una instalación fotovoltaica de autoconsumo, con el fin de seguir ahorrando energía, este mismo ciudadano pasará a ser a ojos del gobierno un ciudadano insolidario, depredador del sistema y se enfrentará a un procedimiento administrativo largo y tedioso, y a una normativa que está pensada para desincentivar a aquellos que se atrevan a intentarlo. Para acabar de desmoralizar a los que lo intenten, en una sentencia de 13 de octubre de 2017, el Tribunal Supremo asegura que las sanciones (de 600.000 a seis millones de euros) que contempla el RD de autoconsumo no son desorbitantes para una sanción grave a un autoconsumidor.

¿Qué daño podemos hacer al sistema eléctrico para merecer semejante castigo? Algo muy gordo sin lugar a dudas.

Veamos cuales son las ventajas y los inconvenientes de estos sistemas y cuál es ese grave daño.

Una instalación FV domestica para autoconsumo puede costar alrededor de 1.5 €/Wp. Una instalación de 2.0 kWp debería ser suficiente para producir al cabo del año el consumo eléctrico de una vivienda unifamiliar en el Sur de España, lo que supone una inversión de 3.000 €. Una instalación de estas características es capaz de producir un ahorro anual del 40% de la energía que consume la vivienda.

Con esta decisión hemos conseguido ya las siguientes ventajas:

  • Invertir dinero en un sector económico que genera puestos de trabajo, activando la economía productiva.
  • Disminuir las necesidades nacionales de importación de combustibles fósiles.
  • Aumentar la eficiencia del sistema eléctrico, al generar energía eléctrica en el lado del consumo, por lo que evitamos las pérdidas que se producen en las redes de distribución
  • Evitar emisiones contaminantes a la atmósfera, lo que contribuye a mejorar la calidad del aire.

El único inconveniente es que necesitamos estar conectados a la red eléctrica para enviar a la misma nuestros excedentes de energía. Este argumento lo utiliza el gobierno para poner impuestos adicionales, como el llamado impuesto al Sol, bajo el argumento de igualdad de trato y solidaridad con todos los usuarios del servicio eléctrico.  Argumentos que no comparto por las siguientes razones.

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El Derecho como un Derecho

Piet Holtrop – Abogado

sentencia

He dudado sobre el título de esta entrada en el blog “La energía como Derecho” de la Fundación Renovables, y todavía no lo tengo claro. Había pensado también en “la ventaja de la duda” como título, porque la duda es el tema central del mismo, aunque en el fondo versa sobre derechos fundamentales.

Este verano nos vencía un plazo para presentar una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo, invocando una infracción muy grave de la tutela judicial efectiva en España, por parte del Tribunal Supremo y también del Tribunal Constitucional. Resulta que el primero de los dos pretende que ningún juez de la Unión Europea pueda albergar una duda sobre la interpretación del propio Derecho Europeo, cuando ni siquiera sus propios magistrados están de acuerdo entre ellos. Tres de los siete jueces tienen una opinión disidente, y por qué no decirlo, diametralmente opuesta a los cuatro de voto conformista con la ley retroactiva del Gobierno. Seguidamente os explicaré sobre qué asunto no estaban de acuerdo, y por qué es eso tan importante; pero primero termino de explicar qué hizo mal el Tribunal Constitucional: opina que nuestro problema no es lo suficientemente interesante para que lo consideren sus señorías. Después también os daré más explicaciones sobre la especial relevancia constitucional que uno tiene que acreditar para tener acceso al más alto Tribunal de nuestro país.

El Derecho Europeo tiene que aplicarse de manera unificada en toda la Unión Europea, es su razón de ser (o su conditio sine qua non). Para conseguirlo, el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea obliga a los jueces más altos de los tribunales nacionales de los estados miembros de la Unión Europea a plantear cuestiones prejudiciales al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Lo tienen que hacer en el seno de un procedimiento ordinario o constitucional en su propia jurisdicción, cuando aprecian dudas sobre la interpretación del Derecho Europeo. Se suspende temporalmente el procedimiento nacional, se envía un documento con las dudas en cuestión al Tribunal de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo, que a su vez devuelve la interpretación necesaria y unificada para toda la Unión Europea. Tan nítido como simple.

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El grave error de utilizar a las renovables como moneda de cambio

Concha Cánovas – Experta en Energías Renovables

aerogeneradores

La estrategia energética española de supeditar el cumplimiento de nuestro compromiso europeo de alcanzar un 27% de la electricidad con renovables en 2030 a que consigamos fortalecer nuestras interconexiones eléctricas internacionales no puede calificarse más que de grave error.

Si bien nadie pone en duda las ventajas de un fortalecimiento de las interconexiones eléctricas por cuanto contribuyen a una mayor estabilidad del sistema y una mayor competencia en los mercados, reivindicación que, por otra parte, España viene exigiendo sistemáticamente desde nuestra entrada en la Unión Europea. La argumentación de que nuestro 17,3% de penetración renovable tiene un sobrecoste  de unos 1.200 millones de euros por tener un nivel de interconexión del 3% de la potencia instalada (menor que la establecida por el Consejo Europeo del  10%), suena más a justificación para seguir con una política anti renovables frente a la política que deberíamos emprender  de apostar con más fuerza por acelerar la inevitable y necesaria  electrificación de nuestro consumo energético a partir de renovables, y ello por los siguientes motivos :

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Menos subvenciones y más planificación en política energética

 Fernando Ferrando – Vicepresidente de la Fundación Renovables

planificar

La ausencia de planificación energética en España está suponiendo la toma de decisiones de carácter puntual que están basadas en la aprobación de partidas presupuestarias para subvencionar actuaciones concretas.

La subvención como medida puntual carece de valor si no forma parte de un plan integral de actuación, y además está en el origen de muchos procesos especulativos y de corrupción motivados por la propia concepción de la iniciativa a subvencionar y por el proceso arbitrario de adjudicación, que en muchos casos ayuda a proyectos con el único fin de captar los recursos públicos ofertados en el plan de ayudas.

Si analizamos las medidas que el gobierno ha adoptado en las últimas semanas, podemos observar cómo éstas han estado basadas exclusivamente en aprobar partidas presupuestarias, en forma de subvención, en vez de enclavarlas dentro de planes de carácter más global. Veamos algunos ejemplos de actuaciones recientes.

– Plan Movea como apoyo a la incorporación del vehículo eléctrico. Su concepción como ha pasado en años anteriores se ha definido solamente a través de la aprobación de una línea de subvención. Los resultados para el Gobierno los podríamos considerar como buenos porque en un tiempo record se aplica a su finalidad dicha partida presupuestaria, pero en términos reales el resultado es claramente insuficiente sobre todo si constatamos que la penetración ha sido inferior al 2 por mil de todos los vehículos matriculados o si los comparamos con los resultados de los planes que han puesto en marcha otros países como Noruega, Holanda, Francia que lideran la penetración del Vehículo Eléctrico.

Trabajar por la movilidad sostenible exige un plan integral que incorpore una política fiscal activa que grave los vehículos más contaminantes y apoye a los que menos emisiones produzcan y especialmente a los vehículos eléctricos, planes de accesibilidad a infraestructuras y ciudades de carácter global y no dejar exclusivamente esta labor a los ayuntamientos sin que estos cuenten con medios y capacidades suficientes, medidas que faciliten los sistemas de carga tanto individual como de carácter público, sistemas de intercambio de energía bidireccional vehículo/red….

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#DíaMundialdelMedioAmbiente: La oportunidad de un futuro 100% renovable

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

Hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente. Y “gracias” al Presidente Trump, el medio ambiente está en el máximo foco de la atención internacional, pues nadie antes había encarnado un ataque tan furibundo y sin sentido contra la sostenibilidad de la vida en este planeta.

planeta

Al anunciar oficialmente su intención de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, a Trump le ha salido el tiro por la culata. Desde China a la Unión Europea, desde Sudáfrica a Argentina, desde Japón a India o a Rusia, todos los líderes mundiales han reafirmado su compromiso en la lucha contra el cambio climático.

Hoy celebramos que, por mucho que se empeñen Trump y sus amigos fósiles, el futuro solo puede ser 100% renovable. Hace ahora diez años lo demostró, por primera vez, un estudio de Greenpeace que se tituló así: “Renovables 100%”.

Desde entonces las cosas han cambiado mucho y muy rápido. Y eso que los cambios de mentalidad no son inmediatos, se van produciendo progresivamente. “Renovables 100%” contribuyó decisivamente al cambio de paradigma y a asentar el convencimiento de que un sistema 100% renovable es posible en el horizonte 2050. Ahora que ese horizonte es comúnmente aceptado, la cuestión es cómo y a qué velocidad llegar a él.

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Política energética en clave de avestruz

Ana Barreira – Directora del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente 

¿Por qué desde diversos sectores sociales, gubernamentales y económicos de España se insiste en seguir negando la urgente, inaplazable y necesaria transición energética?

Esta es la estrategia del Gobierno tras anunciar la italiana Enel, principal accionista de Endesa, el cierre en 2020 de las centrales térmicas de carbón de Andorra (Teruel) y Compostilla (León). Mientras UGT ha calificado el cierre de «escándalo», el gobierno de Aragón hizo una ronda de visitas en Madrid para evitar lo inevitable y, según los medios, el ministro de energía Álvaro Nadal parece que prepara un Real Decreto Ley para impedirlo. Por otro lado, el PSOE presentó una fracasada moción en el Senado, contraria a la legislación de la UE, para seguir incentivando el carbón nacional… ¿Estos son los planes de descarbonización para nuestra economía anunciados por el Gobierno la semana pasada en las jornadas preparatorias de la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética? En palabras de la propia Ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente en la apertura de esas jornadas “todos estamos llamados a garantizar una transformación ordenada hacia una economía baja en carbono y resiliente al clima”. ¿Responde esa actuación de representantes políticos y sociales a una transformación?

Está en riesgo nuestra salud. Según el último informe que hemos elaborado en el Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (IIDMA), a las 15 térmicas de carbón en España se les atribuyen, en 2014, la muerte prematura de 709 personas en España, 459 hospitalizaciones por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, más de 10.500 nuevos episodios de asma en niños y pérdidas económicas de entre 800 y casi 1.700 millones de euros anuales, derivadas del gasto sanitario y la reducción de productividad causada por el absentismo laboral. Tenemos derecho a respirar aire no contaminado.

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