Por Jordi Ortega – Experto en Energía
Quien lee este blog conocerá los puntos centrales del Manifiesto “Las ciudades se renuevan con energía”, impulsado por la Fundación Renovables. Recoge las conclusiones del curso de verano “La ciudad como motor del cambio de modelo energético” celebrado en la sede tecnológica de la Universidad Internacional de Andalucía en Málaga el pasado mes de julio.
Berlín, rebeldes energéticos locales
Alemania tiene una tradición de rebeldes energéticos locales. Por un lado, Aquisgrán creó una tasa por kWh para retribuir el vertido de renovable con 50 Marcos al final de los 80; un modelo seguido por tres Länders y, luego, plasmado en la Ley de Energía Renovables (EEG, siglas en alemán) del 2000. Por otro lado, Berlín celebró en diciembre de 2013 un referéndum para municipalizar electricidad y gas. Se sumaba a cientos de ciudades con una titularidad pública de las redes locales. Su modelo no es el de Múnich, cuya red fue expropiada en 2006 por Christian Ude para lograr el 100%de renovables, ni el de Aquisgrán… sino el de Sacramento (California). La junta de SMUD (siglas en inglés de la empresa pública local) es elegida por los ciudadanos en distritos. Impulsa con UBER coches eléctricos compartidos. Berlín quería una junta abierta a los ciudadanos, elegida por éstos, con agendas transparentes y asequibles.
El referéndum de Berlín tuvo un abrumador apoyo del 83% (más que la suma de CDU y SPD) a la propuesta de recuperar titularidad pública. Pero representaba sólo el 24,2% de la población, requería un quorum del 25%. A pesar de ello, en 2014 el Senado de Berlín creó una comisión y en 2015 un gobierno de CDU-SPD llevó a cabo la compra de las redes eléctricas y de gas. Berlín Stadtwerke compite con BürgeEnergie, incluso con EWS de Schönau, etc.
Las cosas no son fáciles. Por un lado, Daniel Buchholz, miembro del consejo asesor Berlin Stadtwerke y senador del SPD, está «muy irritado», apoya a la comercializadora EWS como proveedor local verde. Mientras, el ministro de Energía, Peter Altmaier (CDU) quiere una Energiewende más lenta.
Enmienda a la ley de renovable y nuevo modelo para autoconsumo
El objetivo de Berlin Stadwerke es lograr que el 85% de tejados estén dotados de fotovoltaica. La base de la política de Berlín reside en la enmienda de la ley de renovables de 25 de julio de 2017. Alemania cambió de “precios regulados” a “precios competitivos” a través de licitaciones. En 2017 la eólica bajo un 43% respecto al año anterior (de 2,88 GW a 1,63 GW, miles de empleos se están perdiendo). La energía solar de 7,6 GW en 2012, a 1,9 GW 2014, 1,52 GW en 2025 y 0,48 GW en 2017: en tres años cae un 80%. El objetivo era una expansión de 2,8 GW anual. No es que la renovable no logre reducir el carbón, el carbón pone el freno a la renovable.
La enmienda permite que Berlín Stadtwerke instale fotovoltaica en un edificio residencial; los inquilinos tienen un contrato pero aquella energía generada en el propio edificio con fotovoltaica no tiene no tiene costes de transmisión, peajes, impuestos, etc. La energía que sobra Berlin Stadtwerke la destina a cargar coches eléctricos o la vierte a la red. Cuando no hay sol se obtiene de ésta, con un certificado de origen 100% renovable; no paga el recargo para promoción de renovables (6 céntimos €/kWh).
Es una fórmula de “arrendamiento financiero” (leasing) al autoconsumo pagado con la energía que consumes. Berlín modificó algunas ordenanzas municipales para facilitar tramitaciones. Se pueden beneficiar del cambio Berlin Stadwerke, también iniciativas ciudadanas, cooperativas de energía, asociación de inquilinos, etc. Imagina que la empresa local con la energía que sobra, en lugar de verterla a la red, la almacena en baterías; podría alquilarte, como inquilino, el uso de la batería de tu coche eléctrico y, cuando lo uses, alquilar la plaza de parking y la batería a un coche eléctrico que quiera aparcar. Es lo que hace Sacramento con UBER. Se logran nuevo beneficiarios. Permite mejorar la productividad de la fotovoltaica sin el rodeo anti-producción y antieconómico de las redes centralizadas. Permite ofrecer a Berlin Stadtwerke tarifas más económicas que adquirir la energía en centrales de carbón de la sueca Vattenfall.
Un argumento para municipalizar la red es que Berlín no llegaba al 1% de energía renovable, cuando el pasado mes de julio la solar superó a la nuclear con un 13%, 30 GW en hora punta, lo que representa el 50% de la demanda.
Quien se opone a la transición energética: una parodia de mercado
La Transición Energética que permitió abaratar el coste de las renovables empezó en las ciudades. Alemania se inspiró en el programa de 100.000 techos solares de Japón en 1999. En tres años logró 400 MW. Algunos gobiernos regionales ponen en marcha programas actualizados, como Baviera (incluye bomba de calor, baterías, etc., que optimizan la fotovoltaica). En el 2004 se crea, en la Conferencia de Bonn, la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA por sus siglas en inglés). Es la entrada de comercio de carbono la que marca el inicio de la campaña contra la ley de renovable. Con la política europea climática y con un precio para el CO2 el mercado se ve entorpecido por dicha ley.
La FAES lo exponía de forma cruda: “lucha titánica entre políticas y mercado”. Se cayó en la fobia a los precios regulados. Se acusó que favorecían políticamente a determinadas tecnologías inmaduras. La ley calificada fue de “monstruo burocrático”. Craig Morris respondía: 50 países del mundo copian dicho “monstruo» que consiste en una página pdf que permite ir al banco y obtener de forma sencilla financiación: retribución previsible y transparente. En Estados Unidos, en cambio, a una consultora le puede llevar 6 meses calcular la retribución, luego el banco exige una prima de riesgo… El coste se multiplica por cuatro respecto Alemania. El precio que marca una “subasta competitiva”, aunque sea ineficiente, expulse ciudadanos del concurso, fije límites a las renovables, etc., se deja de considerar “subvención”. Son “precios competitivos”. Convierte la economía de mercado en una caricatura de sí misma.
La propia FAES ha calificado como de enorme complejidad la subasta ¿Cuál es el argumento que justifica la subasta del 17 de mayo de 2017 en España? Que las mega adjudicaciones “minimizan el sobrecoste unitario marginal” ¿Y el modelo de generación distribuida? Las subastas acaban creando productos financieros especulativos que suspenden la libre entrada y competencia.
El futuro se dice de muchas maneras
Un artículo publicado por Jesús Mota en El País a finales del pasado mes de julio consideraba que el Ministerio de Transición Ecológica cae en un “exceso de entusiasmo” hasta convertir en inverosímil la exaltación del objetivo de renovables de la UE en 2030 del 32% ¡Es inferior al objetivo de California en 2020! Pasar del 27% anterior al 32% supone pasar del 64% al 76% de producción eléctrica renovable. El Informe del Comité de Expertos sobre la Transición Energética proponía para 2030 47 GW solares; pero el despegue del coche eléctrico no llegaría antes de 2030. Ello manteniendo el actual mix nuclear y una parte de carbón que aporta potencia flexible. Alemania, que tiene nuclear y un 50% de pico solar lo soluciona exportando 15 GW. Pasó de exportar al año 6TW a exportar 60 TWh. Multiplicar la solar por 3 (del 13% al 40%), en Alemania, le llevaría a tener picos del 150%. Toda la “potencia base” sobra del sistema. Requiere vehículos eléctricos, bombas de calor, etc., con demanda flexible y potencia flexible como la que da la batería, la biomasa, la hidráulica, los sistemas de interruptibilidad, etc.
El artículo de El País no hay otra cosmovisión que el actual modelo energético. Con esta lógica, ese 73% de renovable, dado que en algunas jornadas no habrá sol, supone que unos días deberá de lograrse el 150% ¿Entonces el pico estaría en el 450%? Al autor no se le ocurre nada más que la pregunta retórica de: “Confía el Gobierno de España en intercambio, para colocar ese monumental superávit?” ¿Qué va hacer Francia, lo mismo que hace ahora Alemania, exportar cuando le sobra y tomar cuando le falta? No es irracional el objetivo europeo de renovables sino contemplar dicho objetivos con las gafas del viejo modelo fósil.
Un papel de equilibrio la tienen las ciudades. Y, en concreto, los edificios. Las Stadtwerke apuestan por aprovechar la multifuncionalidad de las energías renovables integradas en edificios. Pero, también, la “Municipal Utility” en Estados Unidos. Hay vida más allá de Trump, incluso está empujando a un cambio de la “conciencia pública” y “abriendo las mentes”. Solo faltaba que El País acusara a las renovables del fracaso de los “mercados de carbono” y de los «mercados marginalistas eléctricos”. En un artículo anterior acusaba a los que optan por el autoconsumo de “gorrones”, “polizones”, “free riders”…
Errores metodológicos identificados por Claudia Kemfert
Un estudio de Hans-Warner Sinn advertía, en el 2016, con argumentos menos toscos que el artículo de El País, que la transición energética tiene un obstáculo: la capacidad de almacenamiento. No se refería a tener picos del 450% sobre la demanda y abastecer, con exportaciones, a media Europa. Es interesante la respuesta de Claudia Kemfert. Muestra las debilidades metodológicas de Hans-Werner Sinn; se puede alcanzar el 100% de renovables sin sobredimensionar, tanto la energía renovable como el almacenamiento. Existen renovables como la biomasa, la hidráulica, solar termoeléctrica, etc. que permiten cubrir huecos que no cubre solar y eólica. Tenemos, como señalamos, el coche eléctrico, las bombas de calor, etc., con demanda gestionable.
¿Qué ocurre? Existe una desigualdad en las cargas probatorias entre el viejo y el nuevo modelo; a las energías renovables se les obligan a demostrar, bajo parámetros del modelo fósil, algo que jamás pueden demostrar; mientras las energías fósiles tienen la carga de la prueba a su favor haciendo lo que les da la gana ¿Puede un sistema fósil, de una complejidad hasta el infinito, dar estabilidad a un sistema renovable, para el que no está creado? Se aferran a las viejas metodologías y cosmovisión para impedir la transición ecológica.
En una entrevista, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, señalaba que Holanda ha anunciado que para 2030 eliminará el gas de la edificación. Algo que aquí no se ha osado ni en pensar. En línea con la reflexión de Claudia Kemfert: bombas de calor, etc., permiten, no solo electrificar la calefacción, sino también obtener esa tecnología flexible. Suponen eliminar los picos de generación (excedentes) y rellena los huecos (déficit). No será fácil la transición ecológica cuando el glifosato se defiende calificando la sentencia contraria de decisión arbitraria no basada en la ciencia o se ataca la agroecología como alejada de la evidencia científica, etc. Solo falta que se contraponga a la “ecología científica” de Patrick Moore que no renuncia ni a la física nuclear o negaba que el glifosato fuera cancerígeno diciendo que se podía beber, pero rehusó hacerlo. Nicolas Hulot ve como la alternativa a la agricultura intensiva la agroecología que impulsa su amigo Pierre Rabhi. Este verano era calificada de “l’idéologie aveugle à tout raisonnement scientifique”. Una escuela de la calumnia, en la que participó Le Monde Diplomatique, contra la transición ecológica. Ha dimitido Hulot.
El racionalismo reformista heredado del siglo XVIII y sus errores
Los escenarios para una transición ecológica ordenada se hacen, más que para acelerarla, conscientes de que la industria fósil necesita tiempo para adaptarse. Aprovecha el tiempo para poner barricadas a cambio. Cuándo proponen el cierre del carbón, por ejemplo, en 2040; es alargar vida al carbón y frenar las renovables. Aparece, tras las guerras de religiones en Europa, el imperativo de reformas. Nunca las reformas requirieron de reformistas. Cuando Alemania empieza a prefigurar, planificar, controlar, planificar la transición energética vemos como es frenada. Ningún cambio energético ha surgido de acuerdos internacionales y del consenso. Los cambios tecnológicos ni surgen desde la política, ni desde la economía sino desde la educación, la cultura, o, si se quiere, desde la polis, como cuna de la democracia impulsada por motivaciones ciudadanas.
Hermann Scheer recuerda que ninguna revolución energética fue planificada, al revés, surgieron de forma espontánea en forma de millones de iniciativas impulsadas desde debajo. Coincide con Ortega y Gasset, en otros términos, al describir como el “racionalismo reformista” en el siglo XVIII agudizó la polaridad de creencias y ciencia. Lo que permitió el avance de la medicina no fue la biología sino que los médicos adelantasen hipótesis e investigar tratamientos naciendo la fisiología. Renace, como diría Walter Benjamín, la antigua moral protestante del trabajo secularizada, haciendo pensar que nadamos a favor de la historia, esas fantasías ridiculizadas por Fourier. No son los supermercados llenos de hipótesis apocalípticas los que impulsan la transición energética sino ideas sencillas, como expuso Jürgen Schmidt del Fraunhofer Institut, a saber, retribuir a un “precio regulado” la electricidad acumulada en baterías que incentive el autoconsumo y el ahorro.
Hoy pensamos más en cómo las tecnologías disruptivas se adecuan a la norma que en cómo las normas se adecuan a las nuevas tecnologías. Por ejemplo, la cámara digital ha reeinventado el negocio de la fotografía, que se basaba en el revelado y el carrete han sucumbido. Nokia se aferró a la telefonía móvil, no vio el cambio a la Smartphone y desapareció. En cambio, el carbón resiste como puede a la fotovoltaica. La Energiewende (transición energética) no tiene nada de cartesianismo; quizás tengan razón quien considera que Alemania se hunde en las raíces de irracionalismo romántico y el temor, pero un temor, como señala Ulrich Beck, astuto, capaz de descubrir en él las oportunidades en lugar de quedar presos en la cosmovisión lavaría del gusano que temer perder el capullo.
El futuro solar de las ciudades
Acierta la Fundación Renovables al situar a las ciudades como sujetos del cambio. En las ciudades nació la política y la democracia, antes de depender de monarquías e imperios. Las ciudades son el terreno de la libertad, creatividad del espíritu. Ecologistas conscientes caen en el error de derivar del inminente colapso climático un plan de acción; ante su ausencia quieren imponer reformas ordenadas, controladas, etc., de forma autoritaria. Carecen de sentido de la realidad.
Quien pide una transición energética ordenada busca pisar el freno. Las transición surge de esas miles de iniciativas desde abajo, solo requiere libertad. Algo propio de las ciudades. Hay preguntas retorcidas, como la que hace Jesús Mota en el artículo citado más arriba: “cómo sería el recibo de la luz con un 76% de renovable en el mercado eléctrico actual manejados a su antojo por las eléctricas”. Unas eléctricas sin el 95% de generación convencional ni tendrían ningún papel en el mercado, ni manejan el precio a su antojo. La esperanza reside en el despertar de las ciudades y los ciudadanos.