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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El cambio climático nos traerá la primavera silenciosa

Amenazadas por la pérdida de hábitat y el uso generalizado de herbicidas e insecticidas en el campo, las currucas, nuestras reinas canoras de los arbustos por excelencia, van a sufrir con dureza (lo están sufriendo ya) los efectos del cambio climático. Y con ellas la mayoría de las aves migratorias.

Inocentes víctimas del desastre ambiental provocado por nuestra especie, el actual desajuste del clima les obligará a alargar sus ya de por sí maratonianas migraciones transaharianas.

Un estudio de varios investigadores británicos publicado en la revista Journal of Biogeography así lo demuestra, tras calcular que esos viajes podrían aumentar hasta 400 kilómetros más. Y para un pajarito de poco más de 10 gramos que debe meterse todas las primaveras entre pecho y pluma hasta 6.000 kilómetros el cambio puede suponer, más que un problema, la muerte, y hasta su extinción en regiones enteras

En un resumen del trabajo difundido por las agencias de noticias Reuters y EFE, Stephen Willis, director del equipo científico, es tajante:

Desde 2071 a 2100 se espera que nueve de las diecisiete especies que hemos estudiado afronten migraciones más largas, particularmente los pájaros que cruzan el desierto del Sahara.

En su opinión, con el previsto aumento de las temperaturas y la modificación de los hábitats, «las aves se enfrentan a su mayor desafío desde la era del Pleistoceno«, hace 2,5 millones de años.

Para colmo de males, este mismo cambio climático está provocando un aumento de las sequías por todo el mundo, que serán cada vez más duras, especialmente en la ya castigadísima región africana del Sahel, donde estos pájaros tienen sus cuarteles de invierno. Un desastre humanitario, pero también ambiental, que estamos empezando a comprobar con el enmudecimiento de los campos.

Ya no canta la curruca en la zarza. Quizá murió de hambre al otro lado del Sáhara, incapaz de alegrar con sus melodías a tantísimos pueblos sedientos. Quizá feneció en un viaje cada vez más largo y duro hacia una Europa donde su silencio es la antesala del desastre, el de una triste primavera silenciosa.

Foto: Flickr

Llega el pájaro más cuco

¿Has escuchado ya el cuco? En Cáceres, en Castellón y en Almería están de enhorabuena. Porque allí ya se les oye. Y como Pilar Cano me contó una vez en Irus de Mena (Burgos), si el primer día en que canta el cuco llevas algunas monedas en el bolsillo no te faltará dinero en todo el año. Porque estamos en “abril, abriluco, el mes del cuco”, una de las pocas aves que prosperan en la Naturaleza sin tener que gastar energías en criar y proteger a su prole.

El proceso es bien conocido. Las hembras ponen siempre sus huevos en nidos de otras especies, tras imitar los del infortunado huésped. Cuando el joven cuco nace, ciego y prácticamente inválido, sus primeras fuerzas las dedica a tirar fuera al resto de huevos y pollos, gracias a una depresión en forma de cuchara de su espalda que le facilita el cruel lanzamiento. Huérfano por convicción, sus padres adoptivos a la fuerza no tienen más remedio que criarlo. Una tarea titánica, pues casi siempre el voraz pollo es mucho más grande que sus fatigados progenitores de alquiler.

Mientras tanto sus padres naturales, a los que nunca conoció, se vuelven a África en julio. Las crías no lo harán hasta agosto o septiembre, solas y por la noche. ¿Qué grandioso instinto les enseña el camino hacia esos remotos lugares al sur del Sáhara? Y otra duda ¿Cómo se reconocen al regresar como seres de la misma especie, cuando sus únicas referencias visuales desde el nacimiento fueron sus padres adoptivos? Misterios de la Naturaleza, siempre tan dura y siempre tan bella.

Así que ya lo saben. Cuando estos días salgan al campo lleven unas monedas en los bolsillos por si oyen al popular pájaro. Y si están en edad de merecer, pregúntenle enseguida:

“Cuco, cuclillo, rabo de escoba, ¿cuántos años faltan para mi boda?”

Tantas veces cante, tantos años quedarán. Dicen los abuelos que nunca falla.

Aunque otros se saben una variante mucho menos benéfica:

Cuco, cuclillo, rabo de perro, ¿cuántos años faltan para mi entierro?

Pero sinceramente, ésta segunda cancioncilla no se la recomiendo a nadie.






Sal al campo, ha llegado la primavera

Dice la voz popular que “en marzo, marzadas: aire frío y granizadas” ¿También tú estás sufriendo en estas vacaciones las incómodas marzadas? Porque si te toca padecer frío recuerda: “Cuando el tiempo muda, la cabra estornuda”. Claro que si estás disfrutando de buen tiempo, aunque sea en momentos puntuales, podrás beneficiarte del salutífero sol marzal, a quien el refranero compara con tener el médico en casa, pues asegura pone fin a gripes y catarros invernales.

Por cierto, que aunque en muchos sitios no lo parezca, te recuerdo que hoy inauguramos la primavera de 2008. Exactamente a las 6 horas y 48 minutos de hoy jueves 20 de marzo (hora peninsular española). Para muchos comenzó ayer, día de San José, por eso de que “el esposo de María hace la noche igual al día”. Pero el paso a la feliz estación lo marca el equinoccio vernal, inicio del año zodiacal de la mano de Aries, y este año colofón de una tempranísima Semana Santa.

Tiempo por lo tanto de muerte y resurrección, de renovación vital. Por eso nos regalamos huevos de Pascua, símbolo de esa vida que está a punto de nacer con la llegada del buen tiempo.

Nuestras queridas aves migratorias son sus abanderadas. ¿Has escuchado ya el cuco? ¿Has visto a las golondrinas entrando en los nidos? En el proyecto Spring Alive puedes ayudar a seguir su viaje por Europa. Sal al campo y busca a los pájaros recién llegados, alterados con el comienzo de la nidificación, la ocupación de nuevos territorios, la búsqueda de pareja. No sólo trae buena suerte verlos. Nos alegran el espíritu. Porque ya es primavera.

Llega la primavera precoz

Estamos viviendo una primavera precoz, adelantada. No sé si es cosa del cambio climático o del capricho climático, pero tras un febrero anormalmente suave marzo se presenta incuso caluroso.

Con estas temperaturas el valle del Jerte (Cáceres) ya está florido, aunque no por sus famosos cerezos, invernalmente desnudos hasta finales de marzo. Allí, como en media España, los heraldos de la primavera son las mimosas (Acacia dealbata), unos árboles oriundos de Australia y Tasmania que en estos días revientan de color, cuajados de apretadas flores amarillas.

Éste que fotografié se encuentra a la entrada de la preciosa localidad de Cabezuela del Valle, y nunca antes había visto un árbol tan espectacular. Los rayos del sol del medio día se reflejaban en su lluvia de oro y costaba trabajo mirarlo sin entrecerrar los ojos. Junto a él me encontré a la señora Carmen, quien acababa de coger unas ramas para adornar la entrada de su casa. Yo tampoco pudo resistirme e hice lo mismo. Todo el coche se llenó de inmediato de un extraordinario olor dulzón, como a almendras molidas, que nos embriagó a todos.

Poco después, sobre el cielo, se recortó la inconfundible silueta de un águila culebrera recién llegada de África, al igual que tantas otras aves migradoras felizmente retornadas como golondrinas, aviones, milanos negros o críalos. No hay duda. La primavera se nos viene encima.