La Real Academia Española define catar como «Probar, gustar algo para examinar su sabor o sazón». Catamos buenos vinos, excelentes quesos, aceites de oliva e incluso jamones ibéricos y hasta chocolates. ¿Pero es posible catar un paisaje? Sin duda.
Como igualmente nos recuerda la Real Academia, «darse cata de algo» es sinónimo de percatarse de algo. Y nada más cercano en nuestro entorno que apreciar el paisaje que nos rodea, admirarlo pero sobre todo entenderlo, interpretarlo, descubrirlo con los cinco sentidos. También señala el diccionario que «echar cata» significa «mirar o buscar con cuidado«. Y es sin duda lo que hacemos cada vez que analizamos el entorno, mirarlo y buscarlo con cuidado, más allá de la foto rápida y casi automática que podamos hacer frente a un paisaje bello.
Durante años, tanto desde este blog como en una larga serie de programas radiofónicos en Radio5, os he transmitido mi pasión por catar los paisajes como si fueran maravillosos vinos. ¿A qué saben y huelen, cuál es su tacto o su sonido característicos?
Pero acabo de dar un nuevo salto en esta pasión por el conocimiento. ¿Es posible catar la música con los cinco sentidos?
Y aún más difícil: ¿Es posible catar con los cinco sentidos el paisaje que ha inspirado grandes composiciones musicales?
Estoy convencido de que sí. Por eso, en colaboración con el virtuoso Trío Artemisia, nos hemos subido a los escenarios para demostrarlo.
Puedes verlo resumido en este vídeo de nuestro último concierto, el celebrado en las famosas Noches de Gibralfaro de Málaga.
La música de un paisaje nos hace reflexionar
El nuevo espectáculo desarrollado junto con el Trío Artemisia (Inés López, viola; Alessandra Magrini, arpa; Tania Castro, flauta y cajón) nos invita a sumergirnos en los sonidos de la naturaleza de una manera extraordinariamente sensitiva pero también reflexiva.
Esta original alianza entre música y divulgación científica permite al público disfrutar con los cinco sentidos de grandes obras musicales ambientadas en la naturaleza, reconocer en esas composiciones el mundo sonoro que inspiró a grandes compositores, pero también sus cambios (desgraciadamente a peor), invitándonos a reflexionar respecto a los grandísimos retos ambientales a los que nos enfrentamos.
Esta inmersión musical tan sugerente nos permite perdernos en nuestras propias imágenes y recuerdos medioambientales, en un camino sensorial que nos lleva directamente hacia bosques que nos hablan, pero también nos cantan y hasta nos lloran.
Arpa, flauta y viola son instrumentos antiguos nacidos en la naturaleza que suenan a naturaleza. Esta transversalidad artística y científica enriquece el concierto con una dimensión sonora nunca antes llevada a los escenarios. También nos despierta la curiosidad proponiéndonos una serie de retos:
- ¿Cómo interpreta la música el paisaje?
- ¿Cómo imaginar el paisaje con nuestros cinco sentidos gracias a la música?
- ¿Cómo afecta la contaminación y el cambio climático a la banda sonora de la naturaleza?
Cuando la naturaleza inspira a la música
Muchos compositores han encontrado inspiración en la naturaleza. Su música, creada a imagen de los cantos de la naturaleza, nos transporta a esos paisajes, pero al mismo tiempo nos evoca sensaciones y emociones muy íntimas.
En el espectáculo “Catas musicales de paisaje”, invitamos al público a un relajante paseo musical a través de los diferentes sonidos de los instrumentos de cuerda y viento. Lo hacemos de la mano de compositores de la talla de Marcel Tournier, Olivier Messian, Léo Delibes, Mélanie Bonis, Carlos Salzedo y Manuel Moreno Buendía, entre otros.
Inspirándose en sus obras mezclamos interpretación, improvisación y creación con la divulgación científica, junto con los sonidos más reconocibles de la naturaleza (bosques, arroyos, pájaros, anfibios, insectos, la noche, el amanecer), para de esta forma reflexionar respecto a los muchos y peliagudos problemas ambientales de nuestro mundo.
¿Cómo afecta el cambio climático a los sonidos de la naturaleza?
Si la naturaleza cambia, los sonidos de la naturaleza cambian. Si la biodiversidad se empobrece, su banda sonora también lo hace.
Los sonidos de la naturaleza nos hablan de su vitalidad, son excelentes bioindicadores de la salud de nuestro planeta. Cuanto más variada es esta banda sonora, mejor calidad ambiental existe. Por el contrario, su silencio supone todo un grito mudo, una alarma que nos advierte del peligro de llegar a esa primavera silenciosa de la que ya nos advertía la bióloga Rachel Carson hace 60 años.
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