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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Bébete el paisaje de las Rías Baixas con los cinco sentidos

Viñedos emparrados típicos de las Rías Baixas

Vayamos de vinos a una región espectacular, las Rías Baixas, en Pontevedra. Y para no perdernos entre tantos viñedos junto al mar nos acompañará Paco Berciano, una de las personas que más saben de vino en España y que mejor lo cuentan.

Charlando con Paco me ha confirmado lo que dice el geógrafo Eduardo Martínez de Pisón: el paisaje es una expresión del territorio, pero ante todo es una interpretación cultural que hace quien lo ve. Por eso todos lo interpretamos de manera diferente.

Por ejemplo, mi amigo Paco ve en las Rías Baixas viñedos y bodegas donde yo veo campos cultivados y pajaritos, y otros ven playas y marisco. Seguramente también hay algunos que ven terreno urbanizable a buen precio, pero de esos prefiero no hablar.

Pero empecemos esta peculiar cata de paisajes brindando con los cinco sentidos. ¿Nos acompañas?

Paisaje costero en O Grove

¿Por qué son tan especiales las Rías Baixas?

Las Rías Baixas o Bajas son seis rías que ocupan el área costera que va desde Finisterre hasta Vigo.

En realidad, son antiguos valles fluviales inundados, igual que los fiordos noruegos. En épocas remotas, las Rías Baixas eran un extenso bosque, que crecía alrededor de ríos como el Lérez, el Verdugo o el Ulla, cuando estos desembocaban en lo que hoy son las bocas de las rías de Pontevedra, Vigo y Arousa. Pero hace unos 4.000 años la subida del mar los cubrió con sus aguas. De hecho, el nivel del mar sigue subiendo todavía ahora por culpa del calentamiento global y el deshielo de los polos.

Un dato muy importante para el turismo y los vinos: tienen el mejor clima de Galicia y el menos gallego, de eso no hay duda. Disfrutan de veranos suaves, con muchas horas de sol y pocos días de lluvia, inviernos templados y vientos flojos, así como de una humedad relativamente baja.

Es un clima perfecto para unos viñedos que se suponen trajeron en el siglo XII los monjes cistercienses llegados a Galicia a través del camino de Santiago.

Viñedos de albariño en Santa Cruz de Castrelo (Cambados). Foto: Wikimedia Commons

Comencemos la cata de este paisaje de vinos por la vista. ¿Qué vemos?

Vemos los típicos emparrados de las Rías Baixas, que no tienen nada que ver con los viñedos de ningún otro lugar del mundo. Los de aquí se levantan sobre altas columnas de granito talladas en una pieza tan altas como una persona.

La razón de ese cultivo en altura es doble. Por un lado, porque al extenderse las hojas a lo ancho como un manto verde obtienen más luz solar, algo fundamental en una tierra tan lluviosa. Y por otro, porque permite alejar los racimos de las uvas de la siempre perjudicial humedad del suelo, y de esta manera también alejan enfermedades y plagas.

Paco Berciano nos propone conocer un pequeño viñedo de apenas hectárea y media localizado en Meaño, entre Sanxenxo y O Grove. Es la Finca Genoveva de Bodegas Forjas del Salnés. Puedes conocer la increíble historia de esta finca y de la súper abuela Lola en este artículo del blog de Paco. Son probablemente los viñedos más viejos de toda España. Sus cepas tienen troncos del tamaño de árboles. ¡Y la mayoría superan los 100 años de edad! Algunas cepas son tan viejas que la sabia circula directamente por el exterior ¿Te lo puedes creer?

Cepas viejas de la Finca Genoveva. Foto: Alma Vinos Únicos

¿Cómo suena en nuestra copa ese paisaje?

El sonido de este paisaje es el de esa brisa que nos trae rumores del mar. Es un viento que, como dice Paco Berciano, acerca aún más los viñedos a las Rías, los integra en el paisaje marino.

Se trata de un paisaje sonoro donde se mezclan los cencerros de las vacas y el ladrido de los perros con el sonido de las azadas trabajando en las huertas y el de los motores de los barcos que salen o vuelven de faenar entre nubes de gaviotas gritonas.

Pero qué quieres que te diga, a mí este paisaje mestizo de Galicia cada vez me suena más a las marchosas panderetas de Tanxugueiras. Porque donde hay buenos vinos siempre hay alegría, fiesta y baile “a rachar”.

¿Cómo es el tacto de las Rías Baixas?

Sin duda rugoso. Es el tacto de esas cepas viejas pero flexibles, de aspecto desaliñado, deshilachadas, que aún mantienen el recuerdo de sus orígenes salvajes, cuando eran trepadoras lianas en perdidos bosques mediterráneos.

Una de las sensaciones más increíbles que se pueden disfrutar en el campo es tocar el retorcido tronco de una de esas cepas con los ojos cerrados, lentamente, como quien acaricia poco a poco la arrugada piel de una persona mayor.

¿A qué huele ese paisaje de viñedos gallegos?

Es un olor delicioso, mezcla de mar y tierra.

Huele a sal y a verde, pero no el verde de la uva todavía sin madurar sino el de esas praderas recién segadas que llegan hasta la orilla de la Ría.

Es el aroma especial de ese mundo rural tan complejo del minifundio gallego, pequeñas fincas de viñedos entre casas, alternadas con prados en laderas empinadas con sus vacas, huertas donde no faltan nunca ni los grelos ni las berzas, junto a los siempre aromáticos eucaliptos.

Y de fondo ese mar tranquilo que huele intensamente a algas. Y a marisco, claro.

¿Cuál sería el sabor de las Rías Baixas?

A nuestro experto Paco Berciano este paisaje le sabe sobre todo a un vino en concreto. Y curiosamente no es uno esos famosos blancos de albariño. Paco valora especialmente los tintos artesanales que todavía se hacen allí con una variedad de uva tan rara como difícil, la uva caiño.

Es un vino que nuestro guía describe como «terriblemente elegante, aromático, sutil, de larga conversación». Y yo le pregunto que cómo un vino puede ser de larga conversación y él me responde: «Que no puedes tomarte una copa mientras estás pensando en otra cosa. Requiere atención y conversación».

Y asegura Paco Berciano, con la convicción de quien sabe de lo que habla porque le ha pasado infinidad de veces: «En cualquier mesa donde se abre una botella de caiño hay un momento en el que la gente va a hablar de ese vino».

Cómo me gustan estos vinos que no te puedes beber nunca solo; estos paisajes que no puedes disfrutar solo.

¡Cómo me gustan las Rías Baixas!


Si en lugar de leer esta cata prefieres escucharla, aquí te dejo enlace del podcast con su versión radiofónica en Radio5.

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