¿Tomates búlgaros? Sorprende descubrir que en Bulgaria se cultiven tomates, que haya una variedad rosada orgullo de ese país, considerada de las más exquisitas del mundo. También sorprende saber que a la sombra de este cultivo haya mucha gente joven, soñadora, entusiasta, empeñada en vivir en el campo cuando todo el mundo lo abandona, y en ofrecer unos cuidadosos productos basados en las tradiciones y en esa agricultura ecológica que igualmente fue la tradicional durante milenios.
Tan tradicional como esa misteriosa música vocal con más de mil años de existencia, heredera de los imperios bizantino, otomano y griego, que me regalaron dos maravillosas señoras cuando hace unos días visité los invernaderos de la familia Petkov cerca de Pazardzik, junto al río Maritsa, a un centenar de kilómetros de la capital búlgara Sofía.
A continuación te dejo un vídeo que resume el lujazo musical y gastronómico de ese momento inolvidable, gracias a la bienvenida con canciones, bizcochos y miel con que fuimos recibidos por las maravillosas Iordanka y Stela.
Invitado por la Comisión Europea he tenido la oportunidad de conocer el pequeño proyecto AgroDreams. Una organización de productores de hortalizas, iniciada por Vencislav Petkov y su familia en 2016, en la región de Pazardjik. Cultivan tomates y pepinos en invernaderos, repollo, patatas y otros vegetales, pero especialmente tomates rosados ecológicos, su más preciado producto.
En España también son famosos los tomates rosados de Barbastro (Huesca), los de la Sierra de Aracena (Huelva) o los de Cabra (Córdoba), pero estos búlgaros son muy especiales por cultivarse en un lugar tan sorprendente, en un territorio montañoso y abrupto de la Europa del Este con valles profundos en donde las plantas crecen alejadas de los hielos.
Crecimiento muy lento
La producción de tomates rosados de Bulgaria comienza en enero y dura hasta junio, cuando maduran los primeros. Pocas hortalizas tienen un período vegetativo más largo, lentitud indispensable para garantizar sus altas cualidades gustativas: piel finísima de tintes rosados en lugar de rojos, tamaños descomunales (habitual de medio kilo y con campeones de hasta kilo y medio), formas caprichosas (no hay dos iguales), mucha carne y apenas nada de jugo, ¡puro sabor a tomate!
Vencislav Petkov es la cuarta generación activa de agricultores en su familia, pero la granja que posee hoy fue creada por él y su esposa en 2010. Su hija de 12 años garantiza el relevo generacional.
De momento venden principalmente en Bulgaria, en la costa del Mar Negro. Pero a través de una cooperación con 150 agricultores productores de tomates rosados, la producción ha ido en aumento y esperan poder empezar a exportar en un futuro cercano.
En Bulgaria estos tomates se venden a un euro el kilo mientras que en Alemania los compran hasta a seis euros, un sueño comercial para estos pequeños agricultores.
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