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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Entradas etiquetadas como ‘burbuja inmobiliaria’

Un David de Jumilla vence al Goliat de las urbanizaciones

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Pascual Carrión es David, un pastor y agricultor de Jumilla (Murcia). Goliat tiene muchas cabezas, políticas y económicas, con la fuerza descomunal que hasta hace poco exhibían las grandes constructoras españolas.

El gigante eligió las tierras de Pascual y las de otros como él para promover la macrourbanización Santa Ana del Monte Jumilla-Golf. Campos deportivos y piscinas aparte, suponía levantar 20.000 chalés, casi tantos como habitantes tiene el pueblo. Suelo suficiente había. El dinero se suponía que llegaría solo. ¿Y el agua? Como el dinero, también se suponía.

Un estupendo reportaje de Vidal Coy en El Confidencial explica los detalles de la titánica lucha de este hombre contra la burbuja inmobiliaria que amenazaba las tierras de su familia, sus cabras, sus ovejas y sus olivos. Le llegaron a ofrecer 2,6 millones de euros y los rechazó. En su lugar se ha gastado un dineral en juicios. Pero al final el bueno de David derrotó de una pedrada en la frente al fanfarrón de Goliat. El Tribunal Superior de Justicia de Murcia ha anulado tan demencial proyecto. ¿La razón? No hay agua para tanta gente. Y la que hay es de mala calidad.

Nos quedan pocos como Pascual. Luchadores contracorriente. Desconfiados. Valientes. Cuánto mejor nos habría ido si hace unos años les hubiéramos hecho caso. Urbanizaciones, hipotecas, desahucios, crisis. Pero no escarmentamos y seguimos igual.

Ahora ponemos a la venta espacios únicos de propiedad pública como un 10% del parque natural de Los Alcornocales (Cádiz). Una de las joyas forestales de Europa donde se quiere levantar un hotel de cinco estrellas, dos campos de golf y un aeródromo privado.

El mismo humo, la misma irresponsabilidad de liquidar nuestro futuro. Luego vendrá un David, o un niño, y nos lo dirá a la cara: ¡Pero si estáis desnudos!

Puedes firmar en Change.org una petición colectiva para que el Gobierno de España paralice la venta de parte de este tesoro que es el Parque Natural de los Alcornocales. Yo ya lo he hecho.

Imagen: David con la cabeza de Goliat. Caravaggio, 1607. Museo de Historia del Arte de Viena, Austria.

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El litoral de Canarias se sigue privatizando a costa de nuestra costa

Hotel Bahia Real. jpg

Les da lo mismo. Antes porque eran tiempos de gozosa burbuja inmobiliaria y ahora porque la explosión de esa burbuja nos ha dado a todos en la cara y hay que salir de la crisis «sea como sea». El litoral español sigue siendo objeto de compraventa, a pesar de que ya desde época de los romanos la ribera del mar estaba considerada como res communes omnium, cosas comunes cuyo uso pertenece a todos los ciudadanos y no se puede ni vender ni comprar.

Un ejemplo lo estamos sufriendo en la isla de Fuerteventura. En el norte, en Corralejo, se levantó hace una década un descomunal centro hotelero de cinco estrellas, el Hotel Bahía Real. Erigido a pie de playa, sin dejar el mínimo espacio para los peatones, se ubica en una zona donde la rocosa rasa marina impide entrar en el agua sin destrozarse los pies. Un poco raro poner allí un hotel de lujo ¿verdad? Aunque no tanto, pues existía un Plan B. Dragar toda la zona, urbanizar la playa, instalar pasarelas y hasta poner un chiringuito. Como en los viejos tiempos.

Poco ha importado que existiera un informe de la Viceconsejería de Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias desfavorable al dragado. O que no cuente con la preceptiva tramitación ambiental.  Que el proyecto se sitúe en un Área de Importancia para las Aves, IBA Marina Estrecho de la Bocaina (ES401). Que linde con el límite del Parque Natural Dunas de Corralejo, espacio protegido y declarado Lugar de Importancia Comunitaria LIC y Zona de Especial Protección de Aves ZEPA dentro de Red Natura 2000. Que altere la integridad natural del dominio público. Que ocupe la línea de costa sin dar paso peatonal.

El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha autorizado a los propietarios del hotel a ocupar 1.976 metros cuadrados de terreno perteneciente al Dominio Público Marítimo-Terrestre. También a dragar la rasa rocosa intermareal en una zona de unos 1.853 metros cuadrados y a instalar en la playa un kiosko-bar y 450 hamacas. El canon que deberá pagar la empresa por disfrutar casi en exclusiva de una playa accesible desde sus instalaciones no puede ser más ventajoso: 43,84 euros por metro cuadrado y año.

Greenpeace, Adena WWF, SEO/ Bird Life y Agonane -Ben Magec/Ecologistas en Acción han presentado alegaciones a esta venta descarada de nuestro patrimonio común, pero hay pocas esperanzas. Aunque los jueces les den la razón, tardarán años en hacerlo. Y para entonces el dragado estará concluido y el chiringuito funcionando a rentable y pleno rendimiento.

Por si hubiera alguna duda del «interés general» de la operación, el ayuntamiento ha querido favorecer a este hotel y en varias ocasiones ha enviado su maquinaria pesada para tratar de modificar la playa. Sin éxito (y sin el permiso de Costas).

Hotel Bahia Real 2

Fotos: Agonane -Ben Magec/Ecologistas en Acción

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Las playas españolas se quedan sin arena

En apenas dos noches de temporal la playa de Maspalomas, la más famosa de Canarias, ha desaparecido. Un desolado mar de piedras sustituye en estos momentos a los profundos arenales del que fuera el litoral turístico más ansiado de Europa, icono del tándem sol y playa del sur de Gran Canaria. Nunca antes había pasado nada igual. ¿Tendrá también la culpa de esto el cambio climático?

A los científicos la situación no les coge por sorpresa. Conocen perfectamente el funcionamiento de este sistema dunar y saben que desde su formación, hace no más de tres siglos, lo normal es que el Atlántico se lo vaya comiendo poco a poco.

Pero los que no lo conocen, ni lo quieren conocer, son los políticos y los empresarios, empeñados desde hace 50 años en urbanizar todo el espacio como si las doradas arenas fueran inamovibles montañas de granito. Construyeron cientos de hoteles, centros comerciales y chiringuitos hasta el borde mismo del agua, ajenos a que con ello no sólo se metían en los terrenos del mar (y el mar siempre recupera lo que es suyo), sino que todos esos mazacotes se iban a convertir en barreras infranqueables para el viento y las arenas, acelerando la desaparición de los sedimentos. Así somos los humanos. Levantamos murallas contra el arenal y ahora nos lamentamos de su efectividad.

Según los expertos, en 90 años dunas y playas habrán desaparecido del sur grancanario. Y lo mismo y por lo mismo sucederá con numerosas playas españolas. Pero no se alarmen. Es mucho el dinero en juego como para aceptar nuestros errores. Si la arena desaparece la traeremos de donde sea cuantas veces sea preciso, e incluso si es necesario la dejaremos bien fijada con diques de hormigón o la reinventaremos en cartón-piedra. Sólo faltaría que la naturaleza nos estropeara el negocio o nos obligara a derribar hoteles.

Foto: Flickr / playademaspalomas.com. En este enlace puedes ver más imágenes de la pobre playa grancanaria hace un par de años y ahora, así como de las barbaridades que están haciendo para tratar de mantener la arena en el litoral.

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La crisis resucita las huertas

La crisis está devolviendo el viejo esplendor perdido a nuestras huertas. En Rusia existe el “índice de la patata”, según el cual, cuanto peor es la situación económica en el país, más aumenta la venta de patatas de siembra. En España ese índice se mide por el consumo de productos fitosanitarios. Y como me confirma el distribuidor de una importante multinacional química, al menos en Galicia este índice se ha disparado en el último año. Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, miles de trabajadores de la construcción se han quedado en el paro. Han vuelto a sus aldeas para encontrar en la tierra el perfecto lugar donde olvidar miedos y depresiones. También donde ayudar a llenar la despensa con buenos productos naturales.

Pero no sólo en los pueblos. En las ciudades está pasando algo parecido. En las anodinas urbanizaciones de adosados, las parcelitas de improductivo césped están dejando paso a pequeños huertos familiares, muchos de ellos ecológicos, donde sus orgullosos propietarios se afanan por lograr fresquísimos tomates, pepinos o alubias cuyos intensos sabores no habían probado nunca. También comienzan a desarrollarse proyectos colectivos promovidos por asociaciones vecinales y ayuntamientos. Incluso las azoteas, antes estériles, se transforman ahora en cuidadas zonas de cultivo.

Durante décadas de prosperidad económica, las huertas de nuestros pueblos cayeron en la incuria. Apenas un puñado de jubilados se aferraban a la azada, incapaces de quedarse en sus casas sin hacer nada. Sabios de esa bella arquitectura del surco, se habían convertido, sin saberlo, en los últimos jardineros de un paisaje tan evocador como biológicamente productivo, refugio de cientos de variedades vegetales únicas, pero también de una muy especial fauna en peligro.

Por suerte para todos, estos auténticos paraísos de la biodiversidad vuelven a estar de moda. Oler la tierra, trabajarla, recoger sus frutos, disfrutarla, sentirla. Al menos la crisis nos da alguna buena noticia.