Hoy estamos todos con La Roja. Un entusiasmo que no debe impedirnos el meditar unos segundos a propósito del impacto medioambiental de algo aparentemente tan benigno como dar patadas a un balón.
Partiendo de la base de que en la actualidad toda nuestra actividad vital supone una fuerte huella ecológica en el planeta, es lógico que la organización de un evento a escala planetaria suponga un asombroso consumo energético. Nada menos que 2.700.000 toneladas extras de dióxido de carbono se emitirán a la atmósfera durante el mes de celebración del Mundial de Sudáfrica. La cifra es la conclusión final de un estudio presentado en febrero del año pasado, a fin de buscar la manera más eficiente de contrarrestar estas emisiones, según informó la BBC.
Esta cantidad estimada de CO2 -el gas con efecto invernadero que más contribuye al calentamiento global– es ocho veces superior al emitido en el mundial de Alemania en 2006.
¿Por qué contaminaremos más en Sudáfrica que en Alemania? Pues porque el país africano es mucho más extenso y lejano, sin trenes de alta velocidad y con nueve ciudades como sedes de los 64 partidos previstos. En consecuencia, tanto el público como toda la maquinaria deportivo-mediática que se mueve alrededor de los equipos elegirá el avión en sus desplazamientos.
El transporte internacional representa cerca del 70% de las emisiones previstas en este Mundial, alrededor del 18% surge del traslado entre las distintas ciudades donde tienen lugar los partidos y el resto puede atribuirse a la energía utilizada en los hoteles donde se hospedan las delegaciones y el público.
Y todo ello sin tener en cuenta el consumo de los 450.000 visitantes que recibirá el país para contemplar el evento, junto con los millones de balones, camisetas y otros cientos de productos fabricados para la ocasión. La huella ambiental va a ser profunda.
Pero no sólo hay que irse a Sudáfrica para notar la influencia del fútbol en el medio ambiente. Por poner un ejemplo cercano, un reciente estudio realizado en Madrid ha comprobado cómo la contaminación se dispara en la ciudad cuando hay partidos de fútbol en el estadio Santiago Bernabeu. Y es que ya no nos apeamos del coche o del avión ni para consumir deporte.
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Foto: Efe/Juanjo Martín
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