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El polémico posado de Marine Le Pen con una mujer negra

Todo eran ‘buenas intenciones’. Marine Le Pen posa para la foto con una señora negra en su visita a la isla de Sainte-Rose, comuna francesa situada en las Antillas.

El momento fue compartido este mismo lunes a través de sus propias redes sociales, seguramente sin haber advertido el pequeño detalle que la convertiría en viral. Observa bien la foto… ¿Qué te llama la atención?

Hay pequeños gestos que pueden ofrecer grandes significados en el mundo de la comunicación. Estamos ante tal caso, ya que ese dedo que toca ligeramente el hombro de la señora se convierte en el indiscutible protagonista de la escena. Una postura que lo cambia todo.

Es evidente que hay algo extraño, porque en un abrazo natural la palma de su mano entraría en contacto con la piel de la mujer, pero lo evita y entonces nos resulta un posado artificial y forzado.

El canal de comunicación háptico (el del contacto físico con nosotros mismos y con los demás) es muy elocuente en algunas ocasiones. Los seres humanos, y muchos animales también, establecemos vínculos afectivos a través de la piel, es nuestra forma de conectar sensorialmente con otros y con el mundo que nos rodea.

Un líder cercano y accesible, con actitud de transmitir y llegar a su público, toca mucho, pero toca bien, toca con ganas. Parece que este no sea el caso.

Tal y como apunta en su análisis mi colega Alan Crawley: «Todos tenemos un impulso natural de mantener ciertas distancias y tener menos contacto físico con aquellos que consideramos muy distintos a nosotros o simplemente con los que no nos gustan».

En esta instantánea vemos cómo se pretende un forzado abrazo para la foto pero de forma inconsciente se reduce al mínimo posible el contacto piel con piel.

Otro aspecto importante de la fotografía son los rostros de ambas. En la expresión facial de la señora anónima vemos cierta desgana en el posado, su ceño está levemente fruncido y sus labios apretados. Cara de circunstancia total y compromiso forzado.

Y en el rostro de Le Pen podemos advertir una sonrisa pero ésta también se dibuja algo singular, puesto que no es relajada, vemos las comisuras con tensión, estiradas, forzando mostrar los dientes para que se vea mayor amplitud.

No transmite comodidad, ni felicidad, ni voluntad de conectar, más bien proyecta cierto desagrado por la forma en la que se produce.

Parece que la comunicación no verbal más involuntaria le juega una mala pasada a las intenciones de Marine Le Penn con esta fotografía.

¿Por qué lo llaman distanciamiento social cuando quieren decir distanciamiento físico?

El Covid-19 ha llegado para desmontar también las costumbres más asumidas y profundas de nuestra forma de comunicarnos y de expresar afecto. Ha fracturado nuestra cercanía social, aquella tan característica y que se define como propia de la cultura española (también de muchas otras).

Pixabay License

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¿Sois capaces de imaginar el reencuentro con un ser querido tras el confinamiento sin contacto? Sin besos, abrazos, o un simple apretón de mano, y a dos metros de distancia, sin más. ¿Cuesta, verdad?

La sed de piel es uno de los primeros ‘síntomas’ emocionales que hemos notado en cuarentena, y es normal, no concebimos un mundo sin la comunicación táctil, es un sentido vital, no solo para los seres humanos, también para el reino animal, el roce es puro instinto;y nos piden ahora que lo cortemos de raíz, que debemos delimitar el espacio entre las personas como una de las mejores herramientas para evitar la exposición al virus y desacelerar su propagación.

Y lamentablemente, así es, no nos queda otra. El error en la comunicación de esta medida es utilizar como sinónimo: «distanciamiento social» y «distanciamiento físico», cuando realmente son dos conceptos totalmente independientes. Para protegernos tenemos que garantizar una separación física, literal, pero no un alejamiento social. ¡Todo lo contrario!

La unión social es más necesaria que nunca, relacionarnos con los demás, aunque sea lógicamente sin presencia. Creo que no seríamos capaces de cumplir un confinamiento tan duro y absoluto como el que hemos experimentado si no tuviéramos la opción de la proximidad social a través de las redes o de las videollamadas.

El coste psicológico tras la pandemia va a ser enorme, pero la conexión virtual ha sido la salvaguarda y un factor de protección fundamental de la salud mental para todos nosotros, ha provocado que la adaptación a este insólito cambio sea más rápida y el impacto emocional mucho menos abrupto, ha funcionado como un paliativo del estrés, de la nostalgia, del duelo, de la depresión, de la soledad o simplemente de nuestra costumbre social.

Transformemos el lenguaje, escojamos bien las palabras que utilizamos. Cortemos la distancia física, cuidemos nuestro mundo social, ni este dichoso virus nos lo puede arrebatar.

El contacto físico nos define: la sed de piel

En estos días en los que la recomendación sanitaria es evitar todo contacto con el prójimo y guardar una distancia mínima de seguridad de al menos 1 metro, no puedo dejar de recordar que todo ello nos pasará una factura emocional, sobre todo en nuestra cultura.

La salud impera por supuesto y no nos queda otra, pero los seres humanos ‘necesitamos’ el contacto físico con los demás casi con tanta fuerza como sentimos las demás necesidades fisiológicas. Lo que en psicología se denomina «sed de piel«, también conocida como «sed de contacto«, es la necesidad de contacto humano físico.

Aunque muchas personas sacian su hambre de piel mediante el sexo, este concepto no se trata exactamente de una necesidad sexual. Satisfacer la sed de piel precisa tener un contacto físico significativo con otra persona y quienes no son capaces de reconocer su necesidad de contacto humano pueden sufrir profundas consecuencias a nivel emocional e incluso físico.

Los científicos empezaron a investigar la sed de piel poco después de la Segunda Guerra Mundial. En unos controvertidos experimentos llevados a cabo por el psicólogo norteamericano Harry Harlow, se separó a macacos rhesus bebés de sus madres y se les ofreció la opción de elegir entre dos sustitutos inanimados: uno hecho de alambre y madera y otro cubierto de tela.

Los bebés de mono preferían abrumadoramente el abrazo del sustituto de tela, incluso cuando era la madre de alambre la que sostenía un biberón de leche. A partir de esto, Harlow dedujo que los macacos bebé necesitaban de sus madres algo más que nutrición para sobrevivir.

Él lo bautizó como «consuelo por contacto«. Como resultado de la investigación de Harlow, hoy sabemos que los seres humanos necesitamos contacto físico, especialmente durante la infancia, casi con tanta fuerza como necesitamos cubrir necesidades básicas como alimentarnos o beber agua.

El contacto físico no está solo relacionado con el ser humano: es lo que nos define, si quieres saber más y profundizar en la materia, no te pierdas estos dos artículos:

Comunicación no verbal y supervivencia, un terrible experimento

¿Puede alguien volverse loco por falta de contacto físico?

El íntimo y sentido abrazo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que tanto nos ha sorprendido

Parece que esta vez se aceleran las acciones y hoy mismo Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ya han acordado un Gobierno de coalición entre ambos.

Su encuentro no ha estado exento de polémica y ha desatado toda una oleada de reacciones y memes en redes sociales, a cuál más ingeniosa por cierto. Y es que cuando no hay palabras el cuerpo sí las tiene, se han comunicado entre ellos, y mucho, a través del lenguaje no verbal, dando protagonismo a dos canales esenciales en las relaciones interpersonales: la háptica y la proxémica; la primera hace referencia al contacto, a interpretar cómo nos tocamos y por qué lo hacemos, la segunda estudia las distancias interpersonales para valorar el grado de intimidad entre dos semejantes.

Fotografía de Paco Campos/EFE

Fotografía de Paco Campos/EFE

Y es que… hay abrazos… y abrazos. Este así como lo veis en la fotografía da para mucho. Fijaos cómo se funden en uno, Sánchez le agarra por la cintura, una zona no neutral que tocamos cuando ya hay un nivel alto de confianza con el otro (las zonas neutrales son solo dos: hombro y codo), cuando tocamos el resto de las partes de la anatomía entramos en terreno peligroso si somos dos desconocidos, ya que puede provocar bastante rechazo.

Ambos rompen cualquier barrera de aire libre, rompen la burbuja que todos tenemos a nuestro alrededor, un espacio vacío pero que consideramos de nuestra propiedad, al igual que ocurre en el reino animal, cuando se traspasa esta barrera, se produce una lucha, un ataque, o todo lo contrario, la afiliación. Aquí vemos cómo juntan por completo sus cuerpos, reduciendo el espacio proxémico al mínimo, incluso vemos como Sánchez apoya la cabeza en el hueco que queda entre el hombro y la cabeza de Iglesias.

Por parte de Iglesias, iguala esta posición de la cabeza de Sánchez y pone sus manos bien abiertas sobre la espalda del otro, y aprieta, se observa perfectamente por la presión que ejercen sus dedos, no tiene la mano ‘muerta’, ni realiza un leve toque, sino que aprieta para enfatizar el contacto háptico. Y el mejor detalle de todos: cierra los ojos mientras le abraza (no podemos ver los del líder socialista), este gesto se realiza cuando uno quiere evadirse de toda la estimulación que le rodea, de todos los presentes, de las cámaras, quiere aislarse y centrarse en lo que hace, disfrutar y sentir el abrazo.

Efectivamente, es normal que llame la atención, puesto que este tipo de abrazos está reducido a familiares, amigos muy cercanos y a nuestra pareja. Entiendo que ambos se marcan el objetivo de transmitir con la mayor de las intensidades su compromiso y confianza en el otro, tienen la voluntad de congeniar, el abrazo se convierte entonces en un sello de intimidad, de entendimiento y se comunican este pacto no solo con sus palabras sino también con el cuerpo.

¿Será verdadero? ¿Qué pensáis?

El contacto físico reduce el dolor #EstudioCientifico

El canal háptico correspondiente al lenguaje corporal (comunicarnos a través del tacto) es uno de los menos estudiados a nivel científico, aunque los pocos resultados que se van publicando no dejan de sorprendernos, dejando constancia del poder del contacto entre seres humanos. Cogernos las manos, un abrazo, una caricia, incluso un leve toque, pueden dotarnos de un vínculo inimaginable con los demás. Al final de este artículo os dejo algunos ejemplos.

Recientemente, un estudio de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, ha demostrado que al coger las manos de un ser querido dolorido se sincroniza la respiración de ambos, el latido cardíaco y, lo que es más importante, las ondas cerebrales, con una enorme ventaja, y es que a medida que los cerebros se sincronizan, el dolor se desvanece. Goldstein sospecha que el contacto físico empático activa mecanismos de recompensa analgésicos en el cerebro.

En el experimento, Goldstein y su equipo pusieron a prueba el ‘remedio táctil’ en 22 parejas con edades comprendidas entre 23 y 32 años, y al menos un año de relación. Y sometieron a las mujeres a un dolor en el brazo producido por exceso de calor. Comparando las respuestas en la misma habitación con y sin contacto físico con sus parejas, los investigadores llegaron a la conclusión de que sostener las manos de la persona dolorida tenía un fuerte efecto analgésico, más intenso cuanto más empático era su compañero.

A este fenómeno lo llaman tacto curativo o analgesia inducida por el tacto. Y alertan de que está en peligro en esta era «en la que hemos desarrollado muchas maneras nuevas de comunicarnos pero cada vez interactuamos menos físicamente», en palabras de Pavel Golstein, autor del estudio.

 

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*Referencia: Noticias Heraldo: Por qué si me cogen las manos cuando algo me duele, el dolor se calma

 

El contacto físico es curativo

Con este frío... nada mejor que un abrazo

Con este frío… nada mejor que un abrazo.

Hay una gran cantidad de estudios que señalan el poder del tacto en diferentes ámbitos, sobre todo en el profesional. El sentido háptico es fundamental en algunas profesiones que trabajan con personas, como en el ámbito de la salud, restauración, ventas, etc. En el ámbito de la salud se ha visto que el simple gesto de tocar a los pacientes puede ayudar a aumentar el compromiso real de éstos a terminar y cumplir el tratamiento. Además, este pequeño gesto, como un ligero toque en el brazo o en el hombro, provoca en los pacientes una percepción muy positiva del médico que les atiende.

El contacto terapéutico puede abarcar desde el simple contacto de las manos hasta un gran abrazo. Este contacto debe ser lo suficientemente largo para establecer un contacto firme, pero no tan largo como para crear una sensación incómoda. Los autores Corey y Callahan concluyeron que la duración y naturaleza del contacto físico no debe generar malestar ni en el terapeuta ni en el paciente y que, siempre, el contacto físico debe ser adecuado a las necesidades del paciente en ese momento concreto del tratamiento. De esta manera, el contacto físico ha sido usado con eficacia en pacientes que experimentan dolor, trauma, depresión, o que han sido abusados, víctimas de negligencia, etc.

Por el contrario, los autores nos revelan que existen situaciones en las que el contacto físico ‘no’ es recomendado: si el terapeuta no quiere tocar al paciente, si siente que el paciente no quiere ser tocado, si cree que el paciente quiere ser tocado pero no cree que el contacto sea eficaz, si el terapeuta se siente manipulado o coaccionado en su contacto físico o es consciente de sus sentimientos tendentes a la manipulación o coacción al paciente, a través de este contacto.

Otros investigadores (Willson, B.G y Masson, R.L.) han observado que las mujeres terapeutas son más favorables al contacto físico que los hombres terapeutas, y que los profesionales que tienen un nivel académico de doctor utilizan más el contacto físico en su rutina profesional. Además, se detectó una mayor utilización del contacto físico por parte de los terapeutas que trabajan en centros públicos que en los que trabajaban en centros privados, siendo los trabajadores sociales y los psicólogos los que más lo utilizan, en detrimento de los psiquiatras, que no son proclives a su uso.

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propina¿Qué recordamos de ese chiringuito de la playa que tanto nos gusta? ¿Qué cualidades podemos destacar de nuestro restaurante favorito? La valoración de los datos objetivos, por supuesto, es importante, como el precio o la calidad de los alimentos, pero al final recordamos lo que nos emociona. Nuestro cerebro entiende que aquello que nos provoca un fuerte impacto emocional (para bien o para mal) es importante para nosotros y lo registra en nuestra memoria a largo plazo, y esto será muy difícil de modificar, a través de nuestra experiencia y sensaciones un buen servicio puede fidelizarnos como clientes para siempre.

Una de las claves más importantes para ello es el poder del tacto (canal háptico). En ocasiones anteriores ya os he comentado la relevancia de este canal de comunicación para transmitir emociones, conseguir ayuda y convencer a nuestro interlocutor. Y es que un ligero toque en zonas no neutrales (hombros, brazos y zona superior de la espalda) tiene efectos muy potentes en el receptor. En este contexto específico, de la restauración y sector servicios, encontramos una investigación muy interesante (con un título bien original): ‘El toque de Midas: Los efectos del tacto interpresonal en las propinas del restaurante‘, de los autores H. abril Crusco y Christopher G. Wetzel.

Los autores constataron que los camareros que tocaban brevemente a los clientes, ya sea en el antebrazo o en el hombro (ambas zonas conseguían el mismo efecto), cuando regresaban con el cambio, obtenían una propina significativamente más abundante que la del grupo de control, en la que no había contacto directo alguno entre ambos. En este caso, sin embargo, no hubo efecto táctil alguno en la valoración hacia el servicio, el ambiente del restaurante, o la experiencia de comer, solo hubo impacto en la condición de ‘dejar más propina’. Se concluyó que este efecto podía ocurrir a nivel inconsciente y sin diferencias de género, hombres y mujeres reaccionaban igual al contacto discreto del personal del local.

camareroAdemás del tacto hay otros factores corporales y emocionales importantes que pueden influir en la obtención de una propina más generosa. Como por ejemplo, la que nos podemos encontrar en otra interesante investigación, la cuál pone de manifiesto que los camareros que se presentaron a los clientes diciendo su nombre de una forma educada y profesional también veían incrementados sus beneficios, puesto que los consumidores empatizaban y valoraban más y mejor el servicio.

Así mismo, y en este caso es contrario a lo que marca el protocolo, también es útil que el personal de servicio se agache ligeramente para estar a una altura más paralela a su interlocutor, de este modo es más sencillo mantener un contacto visual directo y que el cliente pueda apreciar la mejor (y genuina) de las sonrisas, ya sabemos que transmitir emociones positivas a través de una sonrisa sincera y natural es la mejor carta de presentación y ‘enganche’ efectivo con el interlocutor.

 

 

Fuente de referencia: Seven Ways to Increase Servers’ Tips

 

Convence y consigue ayuda con un solo toque

El sentido del tacto es el primero que se desarrolla en el ser humano.

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Uno de los canales de expresión de la comunicación no verbal con los efectos más intrigantes es el canal ‘háptico’, nos conectamos y transmitimos a través del tacto y las investigaciones al respecto vierten resultados de lo más curiosos. En una serie de experimentos, desarrollados en la Universidad de Indiana, los sujetos debían intentar comunicar una lista de emociones a través del tacto a extraños que tenían los ojos vendados. Las personas fueron capaces de comunicar ocho emociones distintas a estos completos desconocidos con un 70% de exactitud.

Pero quizás uno de los efectos más interesantes del toque humano sea el que motiva a las personas (desconocidas) a devolver aquellos objetos que han ‘tomado prestados’. En este sentido, en la década de los años 70, en el Wheaton College de los Estados Unidos, se desarrolló un curioso experimento en una cabina telefónica donde el investigador había dejado una moneda de diez centavos. Los desconocidos que entraban a la cabina posteriormente cogían la moneda y se la guardaban, el investigador les abordaba a la salida y les preguntaba si se habían encontrado una moneda, ya que había olvidado su cambio. Cuando las personas sentían un ligero toque en el brazo, mientras les pedían la moneda, eran más propensas a devolver el dinero mientras que la ausencia del toque humano les hacía quedarse con los centavos en el bolsillo.

Posteriormente, en la década de los 80 se evidenció un curioso experimento sobre el toque humano en el cuál se demostró cómo éste es efectivo para convencer a las personas. En esta ocasión se le pidió a los participantes que firmasen una petición. Cuando a las personas no se les tocó sino que simplemente se les pidió que firmasen, sólo el 55% de ellas lo hicieron pero cuando se les tocó levemente en el brazo, el 81% de ellas dio su consentimiento. Investigaciones posteriores han reafirmado este efecto en similares condiciones experimentales.

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¿Quién domina en la nueva alianza Podemos-IU? ¿Iglesias o Garzón?

iglesias-garzon--575x323Para establecer la dominancia en cualquier interacción a dos, o grupal, debemos (principalmente) tener en cuenta dos canales de comunicación no verbal: la proxémica y la háptica. El primero se refiere al manejo que hacemos de los espacios, cómo gestionamos las distancias con el interlocutor puede dar una valiosa información sobre la evolución de la relación. Y el segundo englobaría todo lo referente al sentido del tacto, toques, agarrones, apretones de mano, etc.

En todos los sentidos, Pablo Iglesias es quien lleva la voz cantante en el vínculo establecido entre ambos líderes políticos.  El representante de Podemos guía la interacción como si de un director de orquesta se tratara, él se acerca a Alberto Garzón, y ‘le pide’ un abrazo, ambos se entregan, hay sintonía en sus gestos, posturas y expresiones faciales, es cierto que están cómodos y no se ven forzados, pero aun así se filtra la dominancia de Iglesias en detrimento de la sumisión de Garzón, éste último se deja hacer.

Jhon Kerry y Fumio Kishida. Fotografía de TOSHIFUMI KITAMURA

Jhon Kerry y Fumio Kishida. Fotografía de TOSHIFUMI KITAMURA

Tras el abrazo posan ante los medios aun ‘enganchados’ entre sí, Iglesias lo rodea con su brazo por encima del hombro y Garzón lo coge por la cintura. Cuando el vínculo es igualitario, los gestos son más horizontales y paralelos entre ambas personas (ejemplo en el fotograma adjunto), cuando la distinción en la elevación del gesto es tan notable, se marca el poder o el liderazgo frente a al rol dócil y servil. Iglesias decide cuando dejan de posar, y literalmente ‘le empuja’ suavemente para abandonar esa posición y dirigirse a otro lugar.

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Elsa Pataky deja claro no verbalmente que Chris Hemsworth es suyo

Foto Gtres

Foto Gtres

El lenguaje corporal es capaz de ‘traducirnos’ también la jerarquía de poder de un grupo o una pareja, y establecer así los roles que desempeña cada uno: quién lidera la situación, quién es más sumiso, quién domina la relación, quién se deja llevar, quién se muestra totalmente indiferente, ignora al otro, etc. Viendo las fotos de la premiere de ‘Las Crónicas de Blancanieves: El Cazador y la Reina de Hielo’ (la última película de Chris Hemsworth), nadie puede dudar de que el posado que realiza el actor junto a su mujer Elsa Pataky inspiran romanticismo del más alto nivel, pero ¿qué se esconde detrás de esta idílica imagen?

Los dos canales de comunicación no verbal que adquieren un poderoso protagonismo al analizar esta secuencia son la oculésica y la háptica. El primero se refiere al contacto visual, dónde dirigimos nuestra mirada y de qué forma lo hacemos. El segundo incluye todo lo referente al sentido del tacto, qué podemos interpretar del contacto físico con otra persona, un apretón de manos, un roce, un abrazo, los toques que uno realiza consigo mismo y con los demás, etc. Ambos canales proveen una información muy significativa puesto que normalmente ambos canales son bastantes inconscientes o al menos, difíciles de controlar o fingir.

Foto Gtres

Foto Gtres

Orientamos nuestra mirada para prestar una atención física a lo que nos interesa, a lo que nos preocupa realmente, a lo que nos agrada. Elsa Pataky (en los contados momentos que se separan) controlaba constantemente dónde se encuentra su esposo, no le quitaba ojo, y cuando estaba junto a él, su mirada se puede identificar emocionalmente hablando, como de una profunda admiración hacia su marido. La imagen habla por sí sola.

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