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¿Por qué nuestros pies se enfrían tan fácilmente?

A través de un comentario en otro post de este blog, Virginia M. me pregunta por qué nuestros pies se enfrían tan fácilmente.

¿Por qué nuestros pies se enfrían tan fácilmente en invierno?

Los pies son una de las partes del cuerpo más propensas a enfriarse, especialmente en climas fríos (durante el invierno) o durante largos períodos de inactividad. Esto se debe a que esa parte de nuestras extremidades inferiores tienen una menor cantidad de músculos que generan calor.

Cuando hace frío el cuerpo responde reduciendo el flujo sanguíneo a las extremidades para conservar el calor en los órganos internos. Esto hace que se enfríen tan fácilmente y puede hacer que se sientan entumecidos. Curiosamente, el hecho de sentir frio en los pies suele provocar un malestar general.

Otra razón común de pies fríos es tener una mala circulación sanguínea, la cual puede impedir que la sangre fluya adecuadamente hacia los pies, lo que causa una sensación constante de frialdad.

Los pies fríos en la cama, durante la noche, pueden dificultar el sueño y provocar que nos cueste dormir y descansar adecuadamente.

Para mantener los pies calientes, es recomendable usar calcetines gruesos y zapatos adecuados para el clima, así como es muy aconsejable hacer ejercicio regularmente con el fin de mejorar la circulación sanguínea y levantarse a caminar durante unos minutos cuando se tiene un trabajo sedentario o se ha estado mucho tiempo inactivo.

 

 

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¿De dónde surge el refrán ‘Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo’?

A través de mi cuenta de Twitter, @jmcruz40 me pregunta sobre el origen del refrán ‘Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo’ y en qué día cae (9 o 10 de junio).

¿De dónde surge el refrán ‘Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo’?

Se trata de uno de los dichos populares que, posiblemente más pronunciados y repetidos son durante el mes de mayo, sobre todo por las generaciones más mayores. Con él se quiere advertir que el tiempo frío y las temperaturas inestables de la primavera se alarga hasta pasada la primera semana de junio, aconsejando no desprenderse ni guardar todavía las ropas de abrigo (lo que comúnmente se llama ‘cambio de armario’) debido a que, a pesar de que parezca que ya ha llegado el buen tiempo y los días de calor, todavía tienen que venir jornadas en las que refrescará (sobre todo por la noche y primera horas del día).

El cuarenta de mayo cae en el 9 de junio (teniendo en cuenta que el mes de mayo tiene 31 días). Pero, evidentemente, esa advertencia meteorológica no es exacta y no quiere decir que a partir del día 10 de junio entre el calor y ya se pueda ir desabrigado. Hay que tomarlo como un consejo el cual, dependiendo de muchos factores, puede no acertar y más en los últimos años en los que el cambio climático ha provocado que hayan aumentado varios grados las temperaturas y se produzcan ‘olas de calor’ en épocas del año en las que no les corresponde.

Sobre el origen del refrán, cabe destacar que éste ya se pronunciaba oralmente hace varios siglos atrás. La primera referencia escrita aparece en 1896 en el libro «Los refranes del almanaque» (página 108) del folclorista sevillano Francisco Rodríguez Marín, en la siguiente forma:

“Hasta el cuarenta de mayo
no te quites el sayo;
Y si vuelve a llover,
vuélvetelo a poner”

 

 

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Aborrecer, aburrir y horripilante, tres palabras con un mismo origen etimológico: ‘los pelos de punta’

Aborrecer, aburrir y horripilante, tres palabras con un mismo origen etimológico: ‘los pelos de punta’

Nuestro cuerpo es una máquina, casi, perfecta el cual crea una serie de reacciones dependiendo del momento específico que estamos viviendo/experimentando: nos enamoramos y sentimos mariposas en el estómago, tenemos frío y tiritamos para mantener calientes nuestros órganos internos, sentimos calor y sudamos para refrescarnos…

Entre las muchísimas reacciones está la de erizarse el vello (ponerse los pelos de punta) cuando tenemos miedo o estamos pasando por un momento angustioso. Los responsables de esta ‘pilo erección’ son unas fibras musculares que tenemos en la base de cada capilar y que son conocidas como ‘horripiladores’ o ‘arrectores’ (músculos erectores), las cuales se contraen provocando que éstos se contraigan y levanten cada uno de los pelos (esto no solo ocurre con los momentos de miedo, también se produce la pilo erección con el frío, levantando los poros y causando el conocido efecto de la ‘piel de gallina’).

Pues bien, dejando de lado todo este proceso científico de nuestro organismo, ahora voy a centrarme en unos cuantos términos que utilizamos de forma habitual y que tienen el mismo origen etimológico que el vocablo ‘horripiladores’ el cual proviene de la unión de los términos latinos ‘horrēre’ (ponerse erecto / rígido) y ‘pilus’ (pelo) siendo su significado literal: ponerse el pelo de punta y que ha dado lugar a vocablos como ‘horripilante’, ‘horrible’ , ‘horror’, ‘horroroso’, ‘horrendo’ y ‘horrísono’; todos ellos con una relación directa con aquello que causa angustia o un miedo intenso.

Pero el término ‘horrēre’ también ha servido para dar origen a otras palabras que aparentemente no tienen nada que ver pero que en realidad provienen etimológicamente de este vocablo latino: ‘aburrir’ y ‘aborrecer’.

Aburrir/aburrirse/aburrido (términos con el que conocemos aquel estado de apatía, en el que nada satisface o entretiene y que puede llegar a cansar o hastiar) proviene del vocablo latín ‘abhorrēre’ compuesto por el prefijo ‘ab’ (sin) y el mencionado ‘horrēre’ y cuyo significado original era: ‘sin erizar el pelo / lo que no pone el pelo de punta’ por lo que aquello que no producía la sensación de erizarse el vello (sentir miedo) era ‘aburrido’.

Por su parte, aborrecer (tener aversión a alguien o algo) proviene de ‘abhorrescĕre’ y se le dio la acepción de ‘apartarse de algo con horror’, ya que el prefijo ‘ab’ no solo se utilizaba como ‘sin’ sino también se usaba para señalar a algo que se encontraba apartado o se alejaba.

 

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‘Cefalea por estímulo frío’: el motivo por el que te duele la cabeza cuando comes un helado

‘Cefalea por estímulo frío’: el motivo por el que te duele la cabeza cuando comes un helado

Según indican los expertos, el 33% de la población ha padecido alguna vez de ‘cefalea por estímulo frío’ o, dicho de otro modo, le ha entrado un molesto dolor de cabeza en el momento en el que se estaba comiendo un helado (o tomando una bebida muy fría).

Este dolor se ocasiona a causa de la baja temperatura de aquello que te estás tomando que al entrar en contacto con la parte blanda de nuestro paladar activa las terminaciones nerviosas que controlan la cantidad de flujo sanguíneo que va hacia nuestra cabeza, provocando una inflamación de los vasos sanguíneos.

Inmediatamente esa inflamación trae consigo un repentino dolor de cabeza, que apenas dura unos minutos pero que resulta bastante molesto.

Los especialistas señalan que el padecer estas cefaleas no reviste gravedad alguna y no debemos preocuparnos (a no ser que sean continuadas y su duración se alargue más de lo común, ya que podría tratarse de otra patología).

Para evitar la cefalea por estímulo frío es recomendable no tomar cosas demasiado frías y, en caso de no poder evitarlo, hacerlo más despacio y procurando que cuando la bebida o helado llegue a la parte más blanda del paladar haya perdido parte del frío.

 

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¿Sabías que una manta, en realidad, no calienta?

¿Sabías que una manta, en realidad, no calienta?

El motivo principal por el que una persona tiene frío es porque su organismo pierde calor, un hecho que hace que nos abriguemos con más ropa o nos echemos una manta por encima. Pero abrigándonos lo que en realidad conseguimos es conservar el calor para que así no se escape de nuestro cuerpo.

Como ya os he comentado en otros posts, somos seres homeotermos o, lo que es lo mismo, nuestro organismo se ocupa de regular nuestra temperatura con el fin de que nuestros órganos internos y vitales se mantengan a una temperatura constante de, aproximadamente, 37 grados centígrados.

Si esa temperatura es superior nuestro organismo se refresca a través del sudor que produce. Por el contrario, si hace frío extrae el calor de nuestras extremidades a través de un proceso que se conoce como vasoconstricción (de ahí que lo primero que se nos enfría cuando bajan las temperaturas son las manos y los pies) o bien se pone a tiritar para hacernos entrar en calor.

Pero todo ese proceso para conservar el calor corporal no puede hacerlo nuestro organismo solo, por lo que debemos echar una mano y abrigarnos con alguna pieza más de abrigo o resguardarnos bajo una manta (además de encender algún calefactor o estufa) con ello conseguimos no seguir perdiendo más de ese vital calor corporal.

Pero, al contrario de lo que algunas personas piensan, esa ropa de abrigo o la mencionada manta no nos calientan (a no ser que sea eléctrica, evidentemente), sino que la función de éstas es la de conservar y hacer de aislante para que el calor no se escape y el frío no penetre.

El no dejar que el frío entre proporcionará que, cuando nuestros órganos estén en la temperatura idónea, expulse el exceso de calor que tenga hacia nuestro exterior, dándonos la sensación de haber entrado en calor (algunas veces hasta con un exceso del mismo).

 

 

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Fuente de la imagen: mattiasjohansson (Flickr)

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Manos frías, corazón caliente’?

Aunque muchos se empeñen en utilizarlo como un termómetro que mide la intensidad del amor que siente una persona por otra, la verdad es que nada tiene que ver el dicho «manos frías, corazón caliente» (ni su variante, «manos frías, corazón ardiente») con los asuntos sentimentales.

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Manos frías, corazón caliente’?

La respuesta al origen del porqué de relacionar la temperatura de manos y corazón está estrechamente relacionada con otra de las entradas de este blog ¿Por qué nos ponemos a tiritar cuando tenemos frío?

Nuestro organismo es homeotermo y, por lo tanto, se va autoregulando para que los órganos vitales de nuestro interior se mantengan a una temperatura constante alrededor de los 37 ºC.

Cuando hace frío exterior y la sangre que circula por nuestras venas lo nota, comienza un proceso que se conoce como vasoconstricción (contraer los vasos sanguíneos, o sea, las venas) que provoca que llegue menos sangre a nuestras extremidades (pies y manos), que son las primeras partes del cuerpo que se nos enfrían cuando bajan las temperaturas.

Gracias a que las manos estén frías, nuestro órgano más vital (el corazón) se puede mantener caliente, todo un fantástico proceso fisiológico que no se sabe cómo se trasladó al campo sentimental.

Fue a raíz de esta regulación homeotérmica de nuestro cuerpo lo que dio pie a que naciese la famosa expresión ‘manos frías, corazón caliente’ que con los años comenzó a ser utilizada como un termómetro sentimental cuando en realidad tenía que ver con  la ciencia y no con el amor.

 

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Fuente de la imagen: Barry.Lenard (Flickr)

¿Por qué cuando hace frío tenemos más ganas de orinar?

¿Por qué cuando hace frío tenemos más ganas de orinar?Recibo un email de Adolfo Núñez que me consulta sobre el porqué cuando hace frío se tienen más ganas de orinar.

Nuestro organismo a lo largo del día recibe cierta cantidad de líquido a través de diferentes ingestas de agua y otras bebidas, y tiene dos modos de eliminar el exceso de líquido que el cuerpo no necesita para seguir funcionando correctamente: uno es a través del sudor y el otro a través de la orina.

Cuando tenemos frío nuestro cuerpo no genera la suficiente energía para provocar la sudoración, lo que hace que, el exceso de líquido que hemos ido tomando (caldos calientes, infusiones, cafés…) tenga que ser finalmente expulsado orinando.

De ahí que en invierno vayamos tantas veces al baño a pesar de beber mucho menos que en verano, ya que con el calor expulsamos gran parte del líquido a través del sudor.
 

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Fuente de la imagen:Alex E. Proimos vía photopin cc

¿Cómo se construye un iglú?

Un iglú es una construcción en forma de cúpula que podemos encontrar en zonas heladas y sirve como refugio temporal o incluso como vivienda. Todo depende del tamaño del mismo.

La construcción de un iglú es fácil pero  tiene su propia técnica que, aplicándola con rigurosidad, hará que podamos disfrutar de un lugar seguro donde resguardarnos confortablemente, en caso de necesitarlo. Nos puede llevar construirlo entre 3 y 5 horas, dependiendo del tamaño del mismo y de la habilidad que tengamos como constructores.

La herramienta fundamental que necesitaremos para realizarlo es un cuchillo de esquimal (que viene a ser como una sierra de carpintero) con el que se cortan los bloques de nieve, que debe ser compacta. También nos será de gran ayuda disponer de una pala.

Lo primero que tenemos de hacer es cortar un buen número de bloques en el espacio dónde queramos levantar la construcción y que se habrá marcado previamente con la pala o el cuchillo. La nieve más dura la encontraremos escarbando un poco la superficie.  El hueco dejado  (que puede ser de una profundidad aproximada de 50 a 70 centímetros), nos servirá como base, ya que es importante que haya una pequeña variación de altura respecto al exterior que nos ayudará a que no se cuele el aire frío al interior, lo cual protegerá la estancia, manteniéndola a una temperatura 20º por encima de la que haga afuera.

Es fundamental que el iglú sea construido en espiral con bloques de creciente tamaño, eso facilitará el trabajo y, sobre todo, hará que todo él quede más compacto y seguro, asentándose cada pieza mucho mejor. Según se va colocando cada bloque de nieve se va recortando con el cuchillo y dándole la forma adecuada para que encaje perfectamente. Debe seguirse el orden en la colocación hasta llegar al techo o cúpula.

No hay que preocuparse si quedan algunos huecos abiertos entre los bloques, pues después se pueden tapar con trozos de nieve y el frío se ocupará de sellarlo y compactarlo bien.

La colocación de las piezas en el iglú debe ir elevando la altura de la estructura hasta llegar a cerrarla en la cúspide. Es de gran ayuda si en la construcción participan un par de personas: una que esté dentro colocando los bloques y otra desde fuera contando en caso de que haga falta más, tapando agujeros y vigilando que todo quede bien compacto y, en caso de desprendimiento de las piezas, poder socorrer al compañero.

La construcción de la puerta también requiere que se haga de una manera especial y concisa. Es importante que esta esté de espaldas al viento y es de gran utilidad, para que no entre aire frío, el construir un pequeño túnel de salida por debajo del iglú.

Una vez terminada la construcción, sacar los restos sobrantes de nieve del interior y aplanar toda la base del que será el resguardo. Colocad unos plásticos o aislantes térmicos que evitará que el frío del suelo baje la temperatura de la estancia. Otra cosa a tener en cuenta es el hacer un pequeño agujero en el techo en caso de que vayáis a cocinar en el interior del iglú y así podréis hacer que pueda salir el aire caliente de la combustión y evitaréis que el hielo de las paredes se derrita.

Sí se va a utilizar durante varios días habrá que efectuarle pequeños trabajos de mantenimiento, recubriendo con nieve aquellos huecos que se puedan haber ido produciendo.

 

 

 

 

 

Fuentes de las imágenes e info: outwardbound / mnn / primitiveways / igloobuilding

¿Por qué se produce la ‘piel de gallina’?

Tannya Rdz a través de Facebook me pregunta:

¿Por qué se produce la Piel de Gallina y cómo se quita?

Cuando tenemos frío, nos emocionamos, sentimos miedo, nos enamoramos o vivimos una experiencia diferente a las comunes sentimos que la piel se nos pone de gallina. Esto nos pasa a todos los seres humanos en mayor o menos medida, pero ¿por qué?…
Por un lado y, científicamente hablando, la “piel de gallina” se produce por un reflejo llamado “piloerección”, lo que provoca que los pequeños músculos que están en la base de cada capilar se contraigan y levanten así cada uno de los pelos o vellos que recubren la piel. Al mismo tiempo, se dilatan levemente los poros, lo que causa esa apariencia de tan particular de la “piel de gallina”.
Cuando los animales sienten frío, este reflejo les “abulta” su pelaje o plumas y los ayuda a mantener el calor en el cuerpo. En el ser humano es, en realidad, parecido: sería un “intento” de captar más calor, pero como el humano –a través de la evolución- ha perdido mucho de su vello, este reflejo ha quedado un poco sin propósito, por lo que no es más que una especie de “simulacro”.
Por otro lado, esta “piel de gallina” no es más que una respuesta física al miedo: así como cuando se comienza a sudar o el corazón se acelera por causa del miedo. Lo mismo sucede con los animales, cuando son asustados por algo, su pelaje también se eriza –pensemos en los gatos-, de algún modo, esto los hace ver más “feroces” para sus rivales.
Por último, también podemos decir que una música o alguna historia que escuchamos y nos emociona nos ponen “piel de gallina”. Como otras tantas reacciones reflejas a estímulos externos como el sonrojarse, ponerse pálido o las “mariposas en el estómago”, la “piel de gallina” es responsabilidad del sistema límbico del cerebro: está relacionado con lo fisiológico, no con lo físico.
La Piel de Gallina es imposible evitarla ya que un hecho orgánico que en mayor o menor función nos pasa a todos los seres humanos.

 

 

(Fuente de la info: vitadelia)

¿Por qué se ponen los pelos de punta con el frío?

114042062212pelos-de-puntaPara disminuir la pérdida de calor del cuerpo y evitar pasar frío. Es una reacción del cuerpo ante el frío que procede de la época en la que el vestido del ser humano era su propio pelo y con el cual se protegía del frío poniéndolo de punta, aumentando así la capa de aire estático.

Al crear una capa de aire estático mayor, evitamos la perdida de calor debido a que, afortunadamente, el aire es un mal conductor del calor, ya que de no ser así nos quemaríamos al cocinar, por ejemplo.

 

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Fuente: Fisiquotidianía de Cayetano Gutiérrez Pérez