Alfred López 03 de noviembre de 2017
Nuestro cuerpo es una máquina, casi, perfecta el cual crea una serie de reacciones dependiendo del momento específico que estamos viviendo/experimentando: nos enamoramos y sentimos mariposas en el estómago, tenemos frío y tiritamos para mantener calientes nuestros órganos internos, sentimos calor y sudamos para refrescarnos…
Entre las muchísimas reacciones está la de erizarse el vello (ponerse los pelos de punta) cuando tenemos miedo o estamos pasando por un momento angustioso. Los responsables de esta ‘pilo erección’ son unas fibras musculares que tenemos en la base de cada capilar y que son conocidas como ‘horripiladores’ o ‘arrectores’ (músculos erectores), las cuales se contraen provocando que éstos se contraigan y levanten cada uno de los pelos (esto no solo ocurre con los momentos de miedo, también se produce la pilo erección con el frío, levantando los poros y causando el conocido efecto de la ‘piel de gallina’).
Pues bien, dejando de lado todo este proceso científico de nuestro organismo, ahora voy a centrarme en unos cuantos términos que utilizamos de forma habitual y que tienen el mismo origen etimológico que el vocablo ‘horripiladores’ el cual proviene de la unión de los términos latinos ‘horrēre’ (ponerse erecto / rígido) y ‘pilus’ (pelo) siendo su significado literal: ponerse el pelo de punta y que ha dado lugar a vocablos como ‘horripilante’, ‘horrible’ , ‘horror’, ‘horroroso’, ‘horrendo’ y ‘horrísono’; todos ellos con una relación directa con aquello que causa angustia o un miedo intenso.
Pero el término ‘horrēre’ también ha servido para dar origen a otras palabras que aparentemente no tienen nada que ver pero que en realidad provienen etimológicamente de este vocablo latino: ‘aburrir’ y ‘aborrecer’.
Aburrir/aburrirse/aburrido (términos con el que conocemos aquel estado de apatía, en el que nada satisface o entretiene y que puede llegar a cansar o hastiar) proviene del vocablo latín ‘abhorrēre’ compuesto por el prefijo ‘ab’ (sin) y el mencionado ‘horrēre’ y cuyo significado original era: ‘sin erizar el pelo / lo que no pone el pelo de punta’ por lo que aquello que no producía la sensación de erizarse el vello (sentir miedo) era ‘aburrido’.
Por su parte, aborrecer (tener aversión a alguien o algo) proviene de ‘abhorrescĕre’ y se le dio la acepción de ‘apartarse de algo con horror’, ya que el prefijo ‘ab’ no solo se utilizaba como ‘sin’ sino también se usaba para señalar a algo que se encontraba apartado o se alejaba.
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Alfred López 16 de marzo de 2015
Estoy seguro de que si hicieran una encuesta en la que preguntasen cuál es el origen etimológico de la palabra ‘peluca’ la mayoría de las personas responderían (y con cierta lógica) que proviene de la palabra ‘pelo’.
Pero no, ese no es su origen y, aunque parezca sorprendente, los términos peluca y pelo no tienen la misma procedencia etimológica.
En castellano recibimos la palabra ‘peluca’ desde el francés medieval ‘perruquet’ y este era el modo por el que se llamaba a los loros (actualmente ‘perroquet’). En el siglo XV muchos fueron los miembros de la judicatura francesa que destacaban por la verborrea que tenían a la hora de exponer sus argumentos, por lo que comenzaron a recibir el apelativo de loros (perruquets). Al ir provistos de unas vistosas pelucas hizo que el conjunto en si tomase ese nombre.
Del francés ‘perruquet’ llegó al catalán ‘perruca’ y de éste al castellano como ‘peluca’, perdiendo rápidamente las erres y sustituyéndose por una ele gracias a la clara influencia del término ‘pelo’ (debido a que una peluca estaba hecha de pelo postizo).
Por su parte, el término ‘pelo’ proviene del latín ‘pilus’ de idéntico significado.
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