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‘Cefalea por estímulo frío’: el motivo por el que te duele la cabeza cuando comes un helado

‘Cefalea por estímulo frío’: el motivo por el que te duele la cabeza cuando comes un helado

Según indican los expertos, el 33% de la población ha padecido alguna vez de ‘cefalea por estímulo frío’ o, dicho de otro modo, le ha entrado un molesto dolor de cabeza en el momento en el que se estaba comiendo un helado (o tomando una bebida muy fría).

Este dolor se ocasiona a causa de la baja temperatura de aquello que te estás tomando que al entrar en contacto con la parte blanda de nuestro paladar activa las terminaciones nerviosas que controlan la cantidad de flujo sanguíneo que va hacia nuestra cabeza, provocando una inflamación de los vasos sanguíneos.

Inmediatamente esa inflamación trae consigo un repentino dolor de cabeza, que apenas dura unos minutos pero que resulta bastante molesto.

Los especialistas señalan que el padecer estas cefaleas no reviste gravedad alguna y no debemos preocuparnos (a no ser que sean continuadas y su duración se alargue más de lo común, ya que podría tratarse de otra patología).

Para evitar la cefalea por estímulo frío es recomendable no tomar cosas demasiado frías y, en caso de no poder evitarlo, hacerlo más despacio y procurando que cuando la bebida o helado llegue a la parte más blanda del paladar haya perdido parte del frío.

 

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El inconveniente de ducharse con agua muy fría cuando hace mucho calor

El inconveniente de ducharse con agua muy fría cuando hace mucho calor

Muchas son las personas que, cuando aprieta el calor, se dan una ducha de agua extremadamente fría con el fin de refrescarse. Pero esta práctica que es tan común en realidad no es nada aconsejable realizarla.

Como ya he explicado en otras ocasiones en el blog, nuestro cuerpo es homeotermo o, lo que es lo mismo, tiene la capacidad de autorregular la temperatura del organismo con el fin de que nuestros órganos internos puedan mantenerse a una temperatura constante de 37 grados; que es la temperatura óptima para funcionar perfectamente: cuando hace frío y baja de esa temperatura se contraen y relajan, rápida y repetidamente, algunos de nuestros músculos (la típica ‘tiritera’) con el fin de entrar en calor o si por el contrario lo que hace es mucha calor provoca la sudoración con intención de refrescar el organismo.

Por tal motivo, al darnos una ducha con el agua excesivamente fría lo que provocamos es que nuestro organismo descienda de golpe la temperatura y que, por si solo, éste intente recuperar los 37 grados a los que debe estar los órganos internos y haga que en cuestión de minutos (después de esa ducha de agua fría) estemos de nuevo sudando: se ha puesto en marcha nuestro regulador interno de temperatura.

El hecho de ponernos de nuevo a sudar provoca que gastemos energía y necesitemos hidratarnos, aprovechando algunas personas para dar un buen trago a una bebida (agua, cerveza, refresco) que está excesivamente helada… otro error, ya que volvemos al mismo punto que la vez anterior (refrescarnos con algo excesivamente frío para, a continuación, volver a sudar).

Por tal motivo, los especialistas recomiendan que en caso de tener mucha calor lo que debemos hacer es ducharnos con agua que esté a una temperatura ambiente, al igual que si bebemos procurar que no esté excesivamente fría (muchos son las culturas en las que se tiene por costumbre beber infusiones muy calientes con el fin de combatir el calor).

También cabe destacar la peligrosidad que hay de introducirse de golpe en el agua (piscina, rio, playa…) tras haber estado largo tiempo expuesto al sol, pues al estar alta la temperatura de nuestro cuerpo y la del agua baja podríamos sufrir un ‘sincope cardiaco’ y si encima estamos recién comidos hay alguna pequeña posibilidad de sufrir un ‘síncope de hidrocución’ (el corte de digestión del que tanto nos avisaban nuestras madres cuando éramos pequeños) aunque, evidentemente, la probabilidad de que esto último nos suceda es infinitamente menor al temor que nos infundían nuestros mayores.

 

 

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En días de intenso calor ¿qué sacia mejor la sed, el agua fría o templada?

En días de intenso calor ¿qué sacia mejor la sed, el agua fría o templada?Aunque no lo parezca y siempre hayamos pensado todo lo contrario, efectivamente, el agua templada nos sacia mucho más la sed que si la tomamos fría.

Como bien es sabido, los días que hace calor perdemos una gran cantidad de líquidos a través de la sudoración. Esto es debido a que nuestro organismo es homeotérmico, lo cual hace que la temperatura de nuestro cuerpo se pueda regular y mantener constante (si hace frío tiritamos y si hace calor sudamos).

Cuando la temperatura es elevada y hace calor, la superficie de nuestra piel necesita refrigerarse continuamente, lo cual hace que transpiremos mucho más y, por lo tanto, se provoque un cambio térmico.

El hecho de expulsar más líquido a través del sudor provoca que necesitemos ingerir más cantidad de agua y así poder saciar la sed, apeteciéndonos mucho más tomarla bien fría, con el convencimiento de que ésta nos refrescará y saciará mucho más rápido.

El problema está en que el hecho de ingerir agua muy fría provoca que ésta sea absorbida prácticamente al instante en nuestro tubo digestivo y apenas da tiempo a que pueda llegar a la superficie de la piel y así refrigerarnos, por lo cual esa agua tan fría no nos sirve para recuperar el líquido perdido tras la sudoración, dándonos la sensación de seguir teniendo más sed.

Por este motivo, es aconsejable que, además de tomar de vez en cuando agua fría para ‘refrescarnos’, vayamos bebiéndola también a temperatura ambiente, la cual podrá ser absorbida mucho mejor por nuestro sistema y cumplirá su perfecta función de refrigeración.

 

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