Entradas etiquetadas como ‘calamidad’

El origen etimológico de algunos términos relacionados con las ‘catástrofes’ (I)

El origen etimológico de algunos términos relacionados con las ‘catástrofes’ (I)

Un suceso que produce graves daños es considerado como catástrofe, un curioso término que nos llegó desde el latín tardío catastrophe, que, a su vez, procede del griego katastrophe, ambos con el mismo significado. Fueron numerosos los griegos clásicos que no utilizaron dicho vocablo para hacer referencia a algún tipo de desastre, sino que lo usaban para indicar el grado de sorpresa que se habían llevado ante un final inesperado o un giro repentino en la trama de una obra de teatro. Y es que el vocablo  katastrophe está compuesto por kata, ‘hacia abajo, sobre’, y strophe, ‘voltear’, lo que da ‘voltear hacia abajo’, en referencia a aquello a lo que se le da la vuelta (por ejemplo el argumento de una obra teatral).

Otro término para hacer referencia a algún tipo de desgracia de grandes dimensiones es hecatombe, que también proviene del griego (hekatómbe). Originalmente no tenía que ver con desastre natural alguno, sino con una curiosa ceremonia en la que se sacrificaban cien bueyes como forma de expiación de todos los males, culpas y desdichas que se había padecido a lo largo del año; la relación es que el significado literal del vocablo hecatombe es ‘cien bueyes’, hekatom, ‘cien’, y be, ‘buey’.

Procedente del latín calamitas, ‘daño’, calamidad es otro término utilizado para hacer referencia a algún tipo de desgracia que puede afectar individual o colectivamente. En el Diccionario de autoridades de 1729 se le daba la acepción de «accidente o infortunio, que hace infeliz y llena de trabajos a algún hombre, imperio, provincia o ciudad». El vocablo se hizo muy popular al usarse como un adjetivo con el que referirse a aquella persona que se comportaba de forma torpe e inútil.

 

 

Encuentra más curiosidades como esta leyendo otros post de este blog o en mi libro ‘El listo que todo lo sabe ataca de nuevo. Palabras y palabros’

 

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿De dónde proviene la expresión ‘Pasar las de san Amaro’?

En mi afán de buscar el origen de ‘expresiones viejunas’, en esta ocasión os traigo al blog la locución ‘Pasar las de san Amaro’, la cual fue muy popular durante mucho tiempo y que en las últimas décadas prácticamente ha dejado de utilizarse, aunque de vez en cuando se escucha decirla alguien (normalmente de edad avanzada) para hacer referencia a alguien que está pasando por una mala racha y continuas penalidades.

¿De dónde proviene la expresión ‘Pasar las de san Amaro’?

La expresión hace referencia a un personaje surgido en la Edad Media y que protagonizó una leyenda que se hizo muy popular a partir del siglo XIV, la cual se transmitía oralmente, trasladándose la historia de una generación a otra.

Dicho relato explicaba que el tal ‘san Amaro’ se convirtió en un perpetuo peregrino en busca del ‘Paraíso terrenal’, por lo que estuvo vagando a lo largo y ancho del planeta durante trescientos años, pasando numerosas vicisitudes y contratiempos a lo largo de todo aquel tiempo.

De ahí que, a raíz de aquella famosa leyenda medieval, surgiera la expresión ‘Pasar las de san Amaro’ (en ocasiones también en la forma ‘Pasarlas como san Amaro’) como clara referencia a aquel que vive continúas desgracias o un cúmulo de desafortunados acontecimientos.

 

 

Te puede interesar leer también el post: Diez expresiones viejunas que posiblemente nunca has escuchado (y que antiguamente fueron muy famosas)

 

 

Fuente de la imagen: pixabay

¿Cuál es el origen del término ‘calamidad’?

Conocemos como ‘calamidad’ a una desgracia o infortunio que alcanza a muchas personas. El diccionario de la RAE, además, le da una segunda acepción de ‘persona incapaz, inútil o molesta’.

¿Cuál es el origen del término ‘calamidad’?

Etimológicamente, procedente del latín calamitas, utilizado para indicar ‘daño’, ‘golpe’ o ‘azote’.

Fue recogido por primera vez en el Diccionario de autoridades de 1729 donde se le daba la acepción de «accidente o infortunio, que hace infeliz y llena de trabajos a algún hombre, imperio, provincia o ciudad».

El vocablo se hizo muy popular al usarse como un adjetivo con el que referirse a aquella persona que se comportaba de forma torpe e inútil.

El término ‘calamidad’ es sinónimo de las palabras: desgracia, desastre, infortunio, adversidad, cataclismo, hecatombe, catástrofe, azote, contrariedad, desdicha, estrago.

 

 

Lee y descubre el curioso origen, historia y etimología de infinidad de palabras y palabros

 

 

Fuente de la imagen: maxpixel

¿Sabías que el término ‘debacle’ no fue incorporado al Diccionario de la RAE hasta 1983?

Se conoce como ‘debacle’ a una desgracia grande, un desastre o suceso infeliz o lamentable; tal y como apunta el Diccionario de la RAE.

¿Sabías que el término ‘debacle’ no fue incorporado al Diccionario de la RAE hasta 1983?

Este término suele ser de uso común y utilizado como sinónimo de las mencionadas acepciones, además de ‘catástrofe, calamidad, ruina o hecatombe’, entre otras y a pesar de esa cotidianidad no fue hasta el año 1983 cuando fue incorporado por primera vez en el diccionario académico y lo hacía con la acepción de ‘[Voz francesa] Ruina, hecatombe’.

En realidad el vocablo llegó al castellano un siglo antes, aunque su utilización no se popularizó y extendió hasta bien entrado el siglo XX.

La primera constancia escrita en castellano aparece en el capítulo XI del primer tomo de la novela ‘Lo prohibido’ de Benito Pérez Galdós, publicada en noviembre de 1884 y en el que ponía lo siguiente: […] Ojo al oso, niño, que al paso que vamos la debacle no tardará […]

El término ‘debacle’ proviene del francés ‘débâcle’ y utilizado con dos sentidos; uno el mismo que se le dio al castellano (desastre, calamidad) y el otro como referencia al deshielo o descongelación, tratándose de una palabra polisémica (que tiene varios significados diferentes) pero también proveniente de distintos orígenes etimológicos.

Por un lado el vocablo que hace referencia al deshielo muy posiblemente proviene del neerlandés ‘bakkelen’ (helarse la superficie del agua); el término debacle que hace referencia a un desastre proviene del francés ‘bâcler’ (trabar), existiendo constancia del uso ‘débâcle’ en el año 1589 con el significado ‘abrir, desatrancar, quitar el travesaño de la puerta’.

Lo que no queda demasiado claro es el momento en el que el término pasó a hacer referencia a un desastre.

Sí se sabe cuándo se popularizó internacionalmente y fue a partir de la publicación, en 1892, de la novela ‘La Débâcle’ de Émile Zola. Curiosamente, algunas fuentes indican que fue esta obra la que introdujo dicho término en el castellano, pero debemos tener en cuenta que una década antes ya la había utilizado Benito Pérez Galdós en su novela ‘Lo prohibido’, tal y como os he explicado unos párrafos más arriba.

 

 

Te puede interesar leer también:

 

 

 

Fuente de la imagen: maxpixel

¿Sabes a qué hace referencia el término ‘treno’?

El término ‘treno’ hace referencia a la lamentación hecha por alguien tras haber padecido alguna desgracia o calamidad. También hace referencia a un tipo de canto fúnebre.

¿Sabes a qué hace referencia el término ‘treno’?

Proviene del latín tardío ‘threnus’ y este del griego ‘threnos’, cuyo significado es ‘lamento’.

Es habitual encontrar dicho vocablo asociado con cada una de las lamentaciones del profeta Jeremías recogidas en el Antiguo Testamento.

Como nota curiosa, indicar que el nombre del mencionado profeta hebreo originó la expresión ‘Ser un jeremías’, cuyo significado es ‘Persona que continuamente se está lamentando’ y el término ‘jeremías’ como sinónimo de ‘lagrimoso, llorica, quejica, quejumbroso, doliente y treno’.

Para finalizar, cabe destacar que también es conocido como treno al preso que está en la cárcel, pero este vocablo surge de la jerga de la germanía (manera de hablar entre delincuentes) como clara referencia a la ‘trena’ (prisión), pero nada tiene que ver etimológicamente entre sí ambos vocablos.

 

 

Lee y descubre el curioso origen, historia y etimología de infinidad de palabras y palabros

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

El curioso e histórico origen del término ‘hecatombe’

Se conoce como ‘hecatombe’ a una catástrofe, desgracia, calamidad o desastre de grandes dimensiones, pero, originalmente, el sentido con el que se utilizaba dicho vocablo era muy diferente.

El curioso e histórico origen del término ‘hecatombe’

En la Antigua Grecia, tras la llegada del solsticio de verano (hoy en día se situaría entre finales de junio y principios de julio) se realizaba unas fastuosas ceremonias en honor de Apolo y Atenea (dos de las principales deidades de la mitología griega). Dentro de los múltiples homenajes que se les hacía sobresalía un ritual conocido como ‘hekatómbē’ y en el que se llevaba a cabo el sacrificio de un centenar de bueyes, como forma de expiación de todos los males, culpas y desdichas que se había estado padeciendo a lo largo del año, tanto a nivel colectivo como individual (algo muy similar a lo realizado por el pueblo judío con la tradición del ‘chivo expiatorio’).

De ahí que a lo largo de todo un mes fueran múltiples y numerosos los sacrificios de reses que se realizaban, ya fuese por personas particulares o clanes familiares (o de intereses en común).

De ahí que a aquel periodo de tiempo (de un mes de duración), en el que se realizaba los mencionados sacrificios, durante el periodo en el que se homenajeaba a las deidades de Apolo y Atenea, acabase siendo denominado con el nombre de ‘hecatombeón’.

Y es que el significado del término ‘hekatómbē’ era literalmente ‘sacrificio de cien bueyes’ (aunque también se le dio la acepción ‘sacrificio de cien reses vacunas’).

Con el paso del tiempo, al hecho de tener que ofrendar a los dioses a ese elevado número de bueyes fue adquiriendo la connotación de catástrofe, ya que no todo el mundo podía permitirse perder esa gran cantidad de animales y el tenerlos que sacrificar les suponía una importante pérdida económica que acababa convirtiéndose en una auténtica desgracia de grandes dimensiones.

 

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

Fuente de la imagen: maxpixel

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Décimo segunda entrega de la serie de post dedicados a traer a este blog un buen número (de docena en docena) de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban en realidad o que, posiblemente, conocías pero con otro nombre distinto.

Espero que la selección de palabras que he hecho en esta ocasión sea de vuestro agrado, al igual que ha ocurrido con las veces anteriores.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Mohíno: Se trata de un estado de melancolía, tristeza o disgusto.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Casmodia: Es la acción de bostezar seguida y repetidamente (incluso acompañado de algún espasmo) y que no se hace por cansancio, sueño o aburrimiento, sino debido a una afección neuronal.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Conculcar: Es la acción de pisar para dejar la huella del pie en alguna superficie (por ejemplo en el fango, cemento fresco, arena de la playa…).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Deliquio: Hace referencia al desmayo o desfallecimiento, pero también al decaimiento o pérdida del ánimo (tras una desgracia, en un momento de duelo…).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Trasunto: Se trata de la copia (exacta) que se hace de un escrito u obra. Es lo que se hacía antiguamente (antes de la invención de la imprenta) con los libros o los textos originales. El realizar copias a mano de estos se denominaba como ‘trasuntar’.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Treno: Es una lamentación tras alguna desgracia o calamidad y también hace referencia a un tipo de canto fúnebre.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Tocón: Un tocón no solo es alguien que toca mucho sino que en este caso hace referencia a la parte de un árbol que, tras ser talado, ha quedado en el suelo unido a las raíces. También es usado para hacer referencia al muñón de un miembro amputado.

 

Noluntad - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Noluntad: Se trata del acto de no querer hacer algo (en contraposición del término ‘voluntad’ que es la buena disposición a sí querer hacerlo).

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]Pogromo: Hace referencia a la masacre o aniquilación de un grupo de personas indefensas llevada a cabo por una multitud enfurecida (y alentada para hacerlo desde el poder). Proviene del ruso ‘pogrom’, cuyo significado literal es ‘destrucción o devastación’ y hace referencia a la persecución y matanza que padecieron los judíos (aunque hoy en día el término también es utilizado para referirse a otras culturas, religiones o grupos étnicos).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Tirocinio: Este término suena como si se refiriese algún tipo de crimen, pero no, nada tiene que ver. En realidad el tirocinio, que es un término que está prácticamente en desuso, era sinónimo de principiante y/o aprendiz y hacía referencia al aprendizaje o noviciado en algún oficio u arte.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Regolaje: Hace referencia al continuo estado de buen humor que tienen algunas personas (que suelen estar frecuentemente risueñas, dadas a las bromas y buen carácter).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Adamar: Se refiere a acto de enamorarse de alguien, cortejarla y halagarla mediante piropos o palabras que destaquen sus atractivos.

 

 

 

Lee otros post relacionados:

 

 

Fuentes de las imágenes: Wikimedia commons / Wikimedia commons / maxpixel / pxhere / pixabay / Wikimedia commons / maxpixel /  giphy / Wikimedia commons / Wikimedia commons / pexels / Wikmedia commons

El curioso y erróneo origen del término ‘caja de Pandora’

El curioso y erróneo origen del término ‘caja de Pandora’Es habitual utilizar la expresión ‘abrir la caja de Pandora’ como clara referencia a aquel acto que se realiza y que, sin pretenderlo, puede acabar acarreando graves consecuencias. El término ‘caja de Pandora’ ha quedado como sinónimo de problemas, disputas y contratiempos.

La versión más famosa sobre la historia de Pandora fue escrita hacia el siglo VII a.C. por el poeta de la Antigua Grecia Hesíodo. Posteriormente el poeta romano Valerius Babrius escribió sobre ello en el siglo I d.C. En ambos escritos, los autores explican el origen del mito de la primera mujer (Pandora) creada por  Hefesto por orden de Zeus y como se le dieron dos tinajas (pithos en griego); una de las tinajas contenía todas las cosas buenas y la otra todos los males existentes en el mundo.

Cuando Erasmo de Rotterdam, en el año 1508, incluyó el mito de Pandora en la tercera versión de su famosa obra ‘Adagia’ cometió un error en el que cambió el pithos de la historia original (la tinaja ovoidal) por una pyxis, una vasija en forma de caja redonda utilizada en la Antigua Grecia a modo de joyero.

Esta versión de la historia escrita en latín fue la que se popularizó, quedando para la posteridad y llegando hasta nuestros días que Pandora portaba una caja en lugar de una tinaja.

 

Lee y descubre otros post con curiosos errores de traducción

Relacionado: ‘Lost in Translation’, divertida charla sobre errores de traducción que di en #IgniteBCN2

 

 

Fuentes de consulta: dugi-doc.udg.edu (pdf) / Disertación sobre las telarañas: y otros escritos (Google books) / labrujulaverde / The Meaning of Helen (Google books)
Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿De dónde proviene la superstición del espejo roto y los siete años de mala suerte?

¿De dónde proviene la superstición del espejo roto y los siete años de mala suerte?

Como bien es sabido, una superstición es aquel acto o conducta que condiciona la vida de cualquier individuo que hace o deja de hacer algo ante el convencimiento que, de lo contrario, le podría ocurrir una desgracia.

La práctica totalidad de supersticiones que hoy en día existen provienen de hechos históricos que nada tuvieron que ver en su origen con el infortunio, enfado de Dioses o extrañas maldiciones. Ha sido el transcurrir del tiempo, y el pasar oralmente de una generación a la siguiente, lo que ha hecho que acabe siendo común y rutinario para muchísimas personas creer en el ‘mal fario’ de algo, sólo porque sus antepasados ya lo creían así.

Hecha esta  introducción debo señalar que la superstición que indica que si se rompe un espejo es sinónimo a tener siete años de mala suerte es tan solo consecuencia de un preciso momento histórico, situado en la Venecia de finales del siglo XV y principios del XVI, en el que comenzó a ponerse de moda los grandes espejos realizados con vidrio y en los que se le ponía una lámina de plata en la parte posterior, haciendo que las personas y cosas situadas delante pudieran reflejarse. Hasta entonces, y desde la antigüedad, los espejos solían ser piezas de metal donde mirarse e incluso se utilizaban vasijas en las que se echaba agua y la persona quedaba reflejada.

La llegada del nuevo modelo de espejo a la vida de los ricos aristócratas venecianos hizo que fueran muchos los que quisieran tener uno bien grande y carísimo en los salones de sus palacetes.

Y es precisamente el altísimo coste económico de esos espejos lo que hacía que se comparase su valor con el del salario de varios años de cualquier sirviente, por lo que se les advertía que tuvieran sumo cuidado a la hora de limpiarlo ya que en caso de romperse deberían trabajar sin cobrar a lo largo de los siguientes años.

Y qué peor desgracia para un sirviente el tener que trabajar durante un indeterminado número de años sin percibir su salario, lo que le auguraba, sin lugar a dudas, un largo periodo de tiempo viviendo penurias y, posiblemente, alguna que otra desgracia. Esto hizo que corriese la advertencia que se hacían los unos a los otros, convirtiéndose con los años en la superstición que ha llegado hasta nuestros días, a pesar que desde 1835 los espejos tal y como hoy los conocemos aparecieron y, por lo tanto, su valor era ínfimo en comparación con los realizados hasta entonces; pero, después de tres siglos de propagarse, ya estaba enquistada en la sociedad la creencia de la mala suerte que se tendría por su rotura.

Para terminar, cabe añadir que en un principio no se indicaba lo de los siete años de mala suerte, ya que el periodo de tiempo simplemente estaba sujeto al valor del espejo y al salario que percibía el sirviente, por lo que en cada caso era diferente.

Pero como ocurre con la transmisión oral de cualquier cosa, fue a posteriori cuando se le quiso dar un tiempo específico a ese periodo de mala suerte que decía el dicho popular, por lo que se le adjudicaron los famosos siete años, debido a que desde la antigüedad este número tenía una simbología especial en infinidad de cosas: los días de la semana, las notas musicales, los pecados capitales, los colores del arcoíris, los brazos del candelabro judío, los chakras, los arcángeles, los sacramentos, los sabios de Grecia, las maravillas del mundo o las vidas de un gato.

Así que ya lo sabes… en caso de que se te rompa un espejo preocúpate únicamente de no cortarte al recoger los trozos, por lo demás no te espera ningún tipo de maleficio ni mala suerte, por mucho que puedan advertirlo este tipo de absurdas supersticiones y algún que otro vidente trasnochado.

 

Lee y descubre más historias como esta en el apartado ‘Destripando Mitos, Leyendas Urbanas y Supersticiones’ de este blog

 

 

Fuente de la imagen: Alejandro Hernandez (Flickr)

¿De dónde surge decir que a alguien ‘le ha tocado la negra’ como sinónimo de mala suerte?

¿De dónde surge decir que a alguien ‘le ha tocado la negra’ como sinónimo de mala suerte?

Desde la antigüedad el blanco y el negro son colores que han estado destinados para designar la buena y mala suerte, la vida y la muerte. Dependiendo de la cultura y civilización le daban (y siguen dándole) un sentido u otro.

En el post que publiqué tiempo atrás sobre la expresión ‘pender de un hilo’ ya os explicaba cómo en la mitología romana, griega y nórdica (por citar tres ejemplos) existían unos personajes llamadas las Parcas en la Antigua Roma (Moiras para los griegos y Nornas para los escandinavos) que hilaban el ‘hilo de la vida’ (valga la redundancia). Dependiendo de lo feliz o desdichada que sería la vida de cada individuo lo hilaban de color blanco o negro, colores asociados a la dicha y la desdicha respectivamente.

Respecto a la expresión ‘tocar la negra’, que suele decirse como sinónimo de mala suerte, encontramos que su origen proviene de cuando se preguntaba a los dioses, al oráculo o simplemente se quería echar algo en suerte a través de coger unas piedras (blancas y negras) que se encontraban dentro de un recipiente. Dependiendo de la pregunta que se formulaba y el color que salía la respuesta era positiva o negativa.

En el caso de las antiguas Roma y Grecia el blanco quería decir fortuna y buena suerte y el negro infortunio y desgracia.

En estas civilizaciones existía la costumbre de elegir a algunos de sus representantes públicos (magistrados, senadores…) a través de meter piedras blancas y negras en una vasija (también se utilizaban habas) y cada candidato a ocupar el cargo metía la mano para sacar una. Aquellos que cogían la blanca eran los elegidos y por tanto les sonreía la fortuna, sin embargo ‘al que le tocaba la negra’ tenía el infortunio de no ser elegido y quedar fuera.

 

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

 

Fuente de la imagen: Yamanaka Tamaki (Flickr)