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¿De dónde surge llamar ‘inmolación’ al acto terrorista en el que alguien decide sacrificarse y morir por una causa?

¿De dónde surge llamar ‘inmolación’ al acto terrorista en el que alguien decide sacrificarse y morir por una causa?

Numerosos han sido los deplorables y violentos actos en los que un terrorista ha hecho estallar un artefacto explosivo para causar un gran daño y en el que se ha sacrificado a morir en el mismo como parte de la causa. Esto es conocido con el término ‘inmolarse’ o ‘inmolación’, aunque algunas ocasiones se utiliza el modo ‘autoinmolarse’ o ‘auutoinmolación’, los cuales incurren en una redundancia (tal y como nos explican en esta entrada de la Fundéu).

El término ‘inmolación’ proviene del latín ‘immolatio’ y este a su vez de  ‘immolāre’ (inmolar), compuesto del prefijo ‘in-‘ y el vocablo ‘mola’, el cual hacía referencia a un tipo de harina de cebada (tostada y mezclada con sal) que era utilizada durante los sacrificios que eran realizados en la antigüedad para honrar a los Dioses y que consistía en degollar un animal y sobre el que se le esparcía la mencionada harina. Posteriormente solía incinerarse el cadáver de la víctima sacrificada.

 

 

 

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El curioso e histórico origen del término ‘hecatombe’

Se conoce como ‘hecatombe’ a una catástrofe, desgracia, calamidad o desastre de grandes dimensiones, pero, originalmente, el sentido con el que se utilizaba dicho vocablo era muy diferente.

El curioso e histórico origen del término ‘hecatombe’

En la Antigua Grecia, tras la llegada del solsticio de verano (hoy en día se situaría entre finales de junio y principios de julio) se realizaba unas fastuosas ceremonias en honor de Apolo y Atenea (dos de las principales deidades de la mitología griega). Dentro de los múltiples homenajes que se les hacía sobresalía un ritual conocido como ‘hekatómbē’ y en el que se llevaba a cabo el sacrificio de un centenar de bueyes, como forma de expiación de todos los males, culpas y desdichas que se había estado padeciendo a lo largo del año, tanto a nivel colectivo como individual (algo muy similar a lo realizado por el pueblo judío con la tradición del ‘chivo expiatorio’).

De ahí que a lo largo de todo un mes fueran múltiples y numerosos los sacrificios de reses que se realizaban, ya fuese por personas particulares o clanes familiares (o de intereses en común).

De ahí que a aquel periodo de tiempo (de un mes de duración), en el que se realizaba los mencionados sacrificios, durante el periodo en el que se homenajeaba a las deidades de Apolo y Atenea, acabase siendo denominado con el nombre de ‘hecatombeón’.

Y es que el significado del término ‘hekatómbē’ era literalmente ‘sacrificio de cien bueyes’ (aunque también se le dio la acepción ‘sacrificio de cien reses vacunas’).

Con el paso del tiempo, al hecho de tener que ofrendar a los dioses a ese elevado número de bueyes fue adquiriendo la connotación de catástrofe, ya que no todo el mundo podía permitirse perder esa gran cantidad de animales y el tenerlos que sacrificar les suponía una importante pérdida económica que acababa convirtiéndose en una auténtica desgracia de grandes dimensiones.

 

 

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