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El curioso e histórico origen del término ‘hecatombe’

Se conoce como ‘hecatombe’ a una catástrofe, desgracia, calamidad o desastre de grandes dimensiones, pero, originalmente, el sentido con el que se utilizaba dicho vocablo era muy diferente.

El curioso e histórico origen del término ‘hecatombe’

En la Antigua Grecia, tras la llegada del solsticio de verano (hoy en día se situaría entre finales de junio y principios de julio) se realizaba unas fastuosas ceremonias en honor de Apolo y Atenea (dos de las principales deidades de la mitología griega). Dentro de los múltiples homenajes que se les hacía sobresalía un ritual conocido como ‘hekatómbē’ y en el que se llevaba a cabo el sacrificio de un centenar de bueyes, como forma de expiación de todos los males, culpas y desdichas que se había estado padeciendo a lo largo del año, tanto a nivel colectivo como individual (algo muy similar a lo realizado por el pueblo judío con la tradición del ‘chivo expiatorio’).

De ahí que a lo largo de todo un mes fueran múltiples y numerosos los sacrificios de reses que se realizaban, ya fuese por personas particulares o clanes familiares (o de intereses en común).

De ahí que a aquel periodo de tiempo (de un mes de duración), en el que se realizaba los mencionados sacrificios, durante el periodo en el que se homenajeaba a las deidades de Apolo y Atenea, acabase siendo denominado con el nombre de ‘hecatombeón’.

Y es que el significado del término ‘hekatómbē’ era literalmente ‘sacrificio de cien bueyes’ (aunque también se le dio la acepción ‘sacrificio de cien reses vacunas’).

Con el paso del tiempo, al hecho de tener que ofrendar a los dioses a ese elevado número de bueyes fue adquiriendo la connotación de catástrofe, ya que no todo el mundo podía permitirse perder esa gran cantidad de animales y el tenerlos que sacrificar les suponía una importante pérdida económica que acababa convirtiéndose en una auténtica desgracia de grandes dimensiones.

 

 

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Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Décimo segunda entrega de la serie de post dedicados a traer a este blog un buen número (de docena en docena) de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban en realidad o que, posiblemente, conocías pero con otro nombre distinto.

Espero que la selección de palabras que he hecho en esta ocasión sea de vuestro agrado, al igual que ha ocurrido con las veces anteriores.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Mohíno: Se trata de un estado de melancolía, tristeza o disgusto.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Casmodia: Es la acción de bostezar seguida y repetidamente (incluso acompañado de algún espasmo) y que no se hace por cansancio, sueño o aburrimiento, sino debido a una afección neuronal.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Conculcar: Es la acción de pisar para dejar la huella del pie en alguna superficie (por ejemplo en el fango, cemento fresco, arena de la playa…).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Deliquio: Hace referencia al desmayo o desfallecimiento, pero también al decaimiento o pérdida del ánimo (tras una desgracia, en un momento de duelo…).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Trasunto: Se trata de la copia (exacta) que se hace de un escrito u obra. Es lo que se hacía antiguamente (antes de la invención de la imprenta) con los libros o los textos originales. El realizar copias a mano de estos se denominaba como ‘trasuntar’.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Treno: Es una lamentación tras alguna desgracia o calamidad y también hace referencia a un tipo de canto fúnebre.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Tocón: Un tocón no solo es alguien que toca mucho sino que en este caso hace referencia a la parte de un árbol que, tras ser talado, ha quedado en el suelo unido a las raíces. También es usado para hacer referencia al muñón de un miembro amputado.

 

Noluntad - Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Noluntad: Se trata del acto de no querer hacer algo (en contraposición del término ‘voluntad’ que es la buena disposición a sí querer hacerlo).

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]Pogromo: Hace referencia a la masacre o aniquilación de un grupo de personas indefensas llevada a cabo por una multitud enfurecida (y alentada para hacerlo desde el poder). Proviene del ruso ‘pogrom’, cuyo significado literal es ‘destrucción o devastación’ y hace referencia a la persecución y matanza que padecieron los judíos (aunque hoy en día el término también es utilizado para referirse a otras culturas, religiones o grupos étnicos).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Tirocinio: Este término suena como si se refiriese algún tipo de crimen, pero no, nada tiene que ver. En realidad el tirocinio, que es un término que está prácticamente en desuso, era sinónimo de principiante y/o aprendiz y hacía referencia al aprendizaje o noviciado en algún oficio u arte.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

Regolaje: Hace referencia al continuo estado de buen humor que tienen algunas personas (que suelen estar frecuentemente risueñas, dadas a las bromas y buen carácter).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [12]

 

Adamar: Se refiere a acto de enamorarse de alguien, cortejarla y halagarla mediante piropos o palabras que destaquen sus atractivos.

 

 

 

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¿Sabías que no es sangre lo que sale de un filete de carne medio crudo?

¿Sabías que no es sangre lo que sale de tu filete de carne medio crudo?

Posiblemente te has encontrado alguna ocasión en que te han servido (o a alguien de tu alrededor) un filete de carne que estaba poco hecho y que estaba bañado por una cantidad de líquido rojo que había desprendido el cual recordaba a la sangre.

Para las personas a las que les gusta la carne cruda o poco hecha esto no suele ser ningún problema pero para las que la prefieren muy cocinada les puede llegar a ser realmente molesto e incluso dar asco. Pero debéis de estar tranquilos ya que en realidad ese líquido encarnado que ha asomado del filete no es sangre del animal sino agua.

La carne que consumimos es tejido muscular y como tal contiene una importante cantidad de agua. Cuando se procede a la matanza de un animal se deja desangrar a éste por completo (esa sangre es aprovechada para hacer embutidos como morcillas, chorizo o incluso para freír). Tan solo podemos encontrar que queda una pequeña cantidad de sangre acumulada en algunas vísceras, como los pulmones o el corazón.

Cuando las piezas de carne van a la carnicería (o comercio donde la vayan a vender) ya está desangrada por completo, pero sigue manteniendo el agua dentro de su tejido muscular. De no ser así esos filetes estarían duros como piedras; y así es como se ponen cuando se cocinan más de la cuenta, ya que pierden todo el líquido y por tanto la elasticidad y jugosidad (el conocido como ‘suela de zapato‘).

Y si no es sangre ¿por qué es de color rojo ese agua?:

Debido a una hemoproteína llamada mioglobina que contiene hierro y cuya función es almacenar oxígeno en las células musculares, esta proteína es la que se encarga de darle ese color rojo a la carne y acaba tiñendo también al agua del tejido muscular. Esta proteína es muy similar a la hemoglobina, la encargada de almacenar oxígeno en las células rojas de la sangre.

 

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