Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Marihuana, cerveza y fusiles en Sudán

El Ejército Popular de Liberación de Sudán, conocido por su acrónimo en inglés SPLA, nació en 1983 de la insurrección de un grupo de 500 militares de la base de Bor contra la decisión del primer ministro Yaffar al-Numeiry de imponer la sharía a todo el país, incluido el sur cristiano y animista. Ese fue el comienzo de la segunda guerra de Sudán, que terminaría en 2005 con el llamado CPA (Comprenhensive Peace Agreement), que establece un referéndum de autonomía para los habitantes del sur que tendrá lugar en el año 2011.

El coronel John Garang, que había sido enviado desde el norte para reprimir la insurrección, se puso al frente de los rebeldes. Perteneciente a la tribu de los dinkas, el acuerdo de paz de Addis Abeba de 1972 – final de la primera guerra de Sudán, que había comenzando en 1955, también en respuesta a los abusos del norte, y en la que había participado como parte de la milicia Anyanya – le había permitido retornar a EEUU para seguir con sus estudios. En la universidad de Iowa obtuvo un doctorado en Economía Agrícola.

Tras luchar durante 21 años, Garang consiguió en 2005 la paz con el norte y la promesa del referéndum para el 2011. Tres semanas después de haber asumido como vicepresidente del país en respuesta a lo estipulado por el CPA, murió cuando el helicóptero Mi-172 en el que volaba desde Uganda se estrelló. Otro de los fundadores del SPLA, el capitán Salva Kiir, asumió la vicepresidencia en el gobierno central junto a Omar al Bachir. Dinka también, Kiir es el actual presidente del sur. Figura reverenciada por los sudaneses, hace unos días corría el rumor por Juba de que había sido asesinado.

El apoyo del dictador Mengistu resultó vital para el SPLA en sus primeros años, ya que se organizaba y entrenaba en territorio etíope (allí se formaban también los niños del llamado «Ejército Rojo», algunos de cuyos integrantes pudimos entrevistar en nuestra anterior visita a Juba). Más adelante recibiría la ayuda de Uganda y Libia. En los años noventa, la presencia de Osama Bin Laden en Sudán llevaría a los EEUU a dar 20 millones de dólares en armas a los rebeldes del sur para apoyarlos en su lucha contra Omar al Bachir.

En los años ochenta el SPLA contaba con unos 12 mil integrantes, en su mayor parte portadores de armas ligeras. Hoy tiene unos 50 mil efectivos, armados con AK 47, AK 74, FAL, Dragunov, Galil… El momento sin dudas crítico en la historia del SPLA fue cuando la facción liderada por Riek Machar intentó destituir a Garang. Perteneciente a la tribu nuer, casado con la cooperante británica Emma McCune (cuya vida narra el libro «Emma’s War»), Machar firmó en 1997 un acuerdo con Jartum que permitió al norte recuperar ciudades tomadas por el SPLA. Hoy es vicepresidente del sur del país. Durante los últimos años ha sido el principal interlocutor en las fallidas negociaciones de paz con el LRA.

Las nuevas generaciones

Los soldados del SPLA con los que me encuentro en las inmediaciones del campo de Makpandu dan la impresión de encontrarse a años luz de aquellos que lucharon durante décadas contra las fuerzas del norte del país. Se les ha roto el eje trasero de la pick up, por lo que han cavado un hoyo y ahora dos de ellos luchan a martillazo limpio por arreglarlo. El resto observa, da indicaciones. El vehículo, apoyado sobre un par de piedras se balancea, parece a punto de caerse, pero a nadie le importa. A pocos metros, una chica aviva un fuego sobre el que les preparará algo de comer.

Entre los soldados hay uno que se está armado un cigarrillo de marihuana. Me acerco. Dice que se la trajeron desde Uganda. Me ofrece una calada. Acepto, qué carajo, acabo de cumplir años aquí, en medio de la nada. Un cumpleaños realmente extraordinario, una celebración por todo lo alto: sin electricidad, incomunicado, a las diez ya estaba en la cama. Sólo me salvaban las estrellas, pletóricas en el cielo de Ecuatoria Occidental.

Terminado el arreglo del vehículo, los soldados se sientan a comer. Me invitan también, pero paso del arroz. Sacan varias cervezas Tusker que beben con fruición. Decido que ha llegado el momento de poner cierta distancia: la ecuación jóvenes soldados más alcohol siempre da un resultado incierto. Me despido. Los observo desde la distancia.

La próxima guerra

Cuando terminan, uno de ellos arranca la camioneta. Lo hace al “estilo Darfur”: acelerando a fondo, maniobrando de forma violenta. Varios refugiados congoleños saltan para esquivar el vehículo que avanzan fuera de control hasta estamparse contra una piedra. El eje trasero se ha vuelto a romper. Los militares insultan a su compañero. Otra vez cavan un hoyo, otra vez sacan las herramientas. Los refugiados los miran y se ríen.

Me volvería a encontrar con los soldados en numerosas ocasiones, ya que en Yambio hay una sola carretera y un blanco cargado de cámaras no es algo muy habitual de ver en esta parte del mundo. Una y otra vez se ofrecerían a llevarme en la parte trasera de la camioneta. Una y otra vez me inventaría alguna excusa para no hacerlo (no fuera a haber un control de alcoholemia en la siguiente esquina o algo por el estilo).

Hace unos meses escribíamos en este blog sobre una hipotética tercera guerra entre el norte y el sur del país. Posibilidad que esta semana analiza Jason McLure en Newsweek y que respaldan también no pocos especialistas con los que he hablado en Sudán. Cómo actuarían estos jóvenes soldados azande ante el comienzo de una contienda bélica a gran escala es algo que también me preguntaría en más de una ocasión.

(Fotos: HZ)

Hoteles con encanto: entre soldados, guerrilleros y cooperantes

De la lectura adolescente de “La guerra del fin del mundo”, el gran libro de Mario Vargas Llosa sobre la insurrección de Canudos, suelo recordar un momento culminante en el que buena parte de los protagonistas principales de la trama confluyen en un mismo sitio y conversan, justo antes de que la narración progrese hacia la batalla final que termina con la rebelión promovida por Antonio Conselheiro. Un fragmento prodigiosamente escrito.

En estos años de Viaje a la guerra he tenido en no pocas ocasiones la sensación de encontrarme en un escenario semejante, en el que todos los protagonistas de la historia convergen de forma tan reveladora como sorprendente. Algo que me ha sucedido sobre todo en los hoteles de pueblos perdidos, atrapados por la guerra, en África.

La primera vez que noté esto fue en 2005, en el hotel Acholi Inn de Gulu, ciudad del norte de Uganda. Allí, en una mesa tenías a varios oficiales del Uganda People’s Defence Force (UPDF), en otras a guerrilleros retirados del LRA, y en el resto a miembros de organizaciones gubernamentales. Todos los integrantes del conflicto que sacudió al norte de Uganda durante 22 años, en la terraza del mismo alojamiento, compartiendo una cerveza Nile Special, Castle o Tusker.

También el hotel Gerda’s, con su mesa de billar, su rosario de estatuas de madera y su dueño de origen indio, tiene la extraña cualidad de ser el sitio de Bukavu en el que se suelen encontrar algunos de los principales actores de la guerra que desde hace 12 años asola al Congo. En la barra puedes encontrar una noche a mineros sudafricanos de Banro, en las mesas a miembros de la ONU, observadores internacionales, investigadores del International Crisis Group y militares del FARDC. La etiqueta de las cervezas en esta ocasión es Primus.

En Sudán

La semana pasada, en el Tourist Hotel, de la ciudad sudanesa de Yambio, volví a hallarme rodeado de casi todos los que están involucrados en el conflicto que la presencia del LRA en el Congo ha desatado desde 2006 en tierra de los asande. Por una parte lo trabajadores humanitarios de MSF, Coopi y World Vision; por otra los militares del ejército local, SPLA, y altos mandos de la tropas ugandesas llegadas por orden de Kampala para continuar la lucha contra Joseph Kony.

Al igual que el libro de Vargas Llosa nos permite a los lectores ver cómo se fragua y perfila el desenlace de la novela, las terrazas de estos hoteles extraviados en la guerra brindan al periodista una oportunidad valiosísima para acercarse y presentarse a personas que de otro modo estarían fuera de su alcance.

En este caso, los oficiales del UPDF, que desde que se rompieran las negociaciones de paz con el LRA, han luchado contra los hombres de Kony en Congo, Sudán y República Centroafricana. Una operación coordinada con los gobiernos de la región.

Un plato de pollo frito y una cerveza Guinnes sobre la mesa. El runrún del motor del generador eléctrico de fondo, que resuena como una flota de B52. Así describen la ofensiva los altos mandos ugandeses…

La guerra que se aproxima en Sudán

Hace ya un tiempo comentamos las preocupantes noticias sobre el aumento de las tensiones entre el norte y el sur de Sudán, que podría desembocar en un nuevo y sangriento conflicto armado.

Según informa la revista Kanwa Defense Review Monthly, el gobierno de Jartum, cuyo ministro de Defensa se encuentra de visita en Beijing, habría comprado a China un número aún no desvelado de lanzaderas de misiles WS-2. Información que habría sido confirmado por delegados africanos que viajaron a la feria internacional de armamentos de Abu Dhabi.

China dio a conocer el WS-2 en el año 2008, que fabrica especialmente para la exportación y que cuenta con capacidad simultánea para seis cohetes de 400 mm que pueden alcanzar una distancia de 200 kilómetros y que se activan en menos de 12 minutos. La revista de Defensa sostiene que “Sudán cuenta ahora con el sistema más poderoso de misiles de África”.

Sin embargo de China, Rusia y España

Esta venta viola abiertamente el embargo de armas impuesto por la resolución 1591 del Consejo de Seguridad de la ONU a Sudán como consecuencia del conflicto de Darfur. No sería la primera vez que China, el principal comprador del petróleo que exporta Jartum, antepone sus intereses comerciales al respeto por los derechos humanos y la legalidad internacional.

Amnistía Internacional denunció ya en varias ocasiones la violación del embargo por parte de Rusia, aportando fotografías como pruebas en 2007. En 2004, la acusada fue España. Según una investigación de la Escuela de Cultura de Paz, entre los años 2003 y 2004 vendió armas ligeras y munición a Jartum, contraviniendo el embargo acordado por la Unión Europea en 1994.

Desde el sur de Sudán también llega información sobre compra de armamentos. La publicación especializada Jane’s Defence Weekly sostiene que el Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA) ordenó un centenar de tanques ucranianos T-72. «El sur de Sudán se está armando para cualquier eventualidad que pueda surgir en su disputa con Jartum», afirma.

Las primeras noticias de los tanques se conocieron el pasado mes de septiembre, cuando se hizo pública la carga del buque ucraniano MV Faina tras ser secuestrado por piratas somalíes.

Aunque su momento las autoridades del sur de Sudán negaron que fueran las destinatarias de los blindados, lo cierto es que tras la liberación del buque, Jane’s Defence Weekly ha seguido el trayecto de los tanques, gracias a imágenes de un satélite comercial, que salieron desde el puerto keniano de Mombasa y se dirigieron hacia el norte, presumiblemente hacia Sudán.

En este sentido, recuerda a la exclusiva del periódico The News, que captó gracias a Google Earth fotografías de aviones no tripulados estadounidenses Predator en bases aéreas de Pakistán, al tiempo en que el gobierno de Islamabad criticaba los ataques de EEUU con estos ingenios robóticos.

Incertidumbre ante el 2011

El norte y el sur de Sudán protagonizaron una guerra de 17 años en la que murieron dos millones de personas y cuatro millones tuvieron que convertirse en refugiados (fue nuestro primer destino en este blog).

Según el acuerdo de paz firmado en 2005, dentro de dos años, los habitantes del sur, de rasgos subsaharianos y de religión cristiana, tendrán que votar si se separan de los del norte, musulmanes de influencia árabe, para dividir en dos estados a la antigua colonia británica.

A medida que se acerca la fecha, las tensiones no dejan de aumentar. Ya el año pasado tuvieron lugar enfrentamientos en Abyei (la semana que viene, un tribunal de La Haya deberá demarcar las fronteras, disputadas por ambas partes, de esta región rica en petróleo).

Justamente el petróleo, la injerencia China, el pedido de captura de la Corte Penal Internacional contra el presidente Omar Al Bashir y la contratación por parte de EEUU de la empresa militar privada USIS para que entrene a las fuerzas del sur, dibujan un panorama sumamente complejo para la prevención de un posible conflicto.