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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Las cigüeñas ya están de vuelta

El pasado lunes Fernando, un ornitólogo sevillano, se quedó perplejo. Dos desgarbados bandos de cigüeñas blancas, unos 400 ejemplares en total, cruzaban en ese momento el cielo de la bellísima capital andaluza con su habitual parsimonia. Como su aparición coincidió con la llegada de un primer frente invernal a la Península, rápidamente pensó que los pájaros eran emigrantes rezagados huyendo del frío y la nieve. Pero estaba equivocado. Lo contó en Avesforum, el foro de SEO/BirdLife, y enseguida Alejandro Onrubia, un experto en la migración de aves a través del Estrecho de Gibraltar, le sacó de su error.

Paradójicamente, las cigüeñas que vio Fernando no volaban hacia el sur para escapar de las bajas temperaturas, sino todo lo contrario, regresaban de África justo para llegar a Europa cuando comienza el duro invierno. De hecho, durante todos estos días se siguen registrando en la zona de Tarifa numerosos bandos atravesando el mar desde Marruecos, que algunos días superan los 600 individuos.

Hagamos cuentas. Si terminan de criar en junio, y en los dos meses siguientes unas 200.000 saltan al vecino continente camino de sus cuarteles de invierno, después de recorrer entre 3.000 y 10.000 agotadores kilómetros muchas apenas pasan dos meses comiendo saltamontes en Níger y Malí, pues en octubre ya comienza su retorno. ¿Están locas las cigüeñas? ¿Tiene también en esto la culpa el cambio climático? Según parece, ni lo uno ni lo otro.

En realidad no huyen del frío, sino del hambre, del agostamiento veraniego de los campos. Y en los últimos tiempos, entre las fuertes sequías africanas y nuestros bien surtidos vertederos hay más comida en Europa que en el Sahel. Unas 30.000 incluso pasan de la migración y se quedan en basureros y arrozales españoles.

Es una pena, pues San Blas (3 de febrero) ya no es su patrón. Pero a cambio tenemos algo mejor, la posibilidad de poderlas ver todo el año, alegrándonos con esos garabatos en el aire que cantara Machado. ¿Se os ocurre un regalo navideño más hermoso?

Así matan los parques eólicos

Las energías renovables son útiles. Y necesarias. Los parques eólicos son tan útiles como necesarios. Pero antes de lanzarnos a llenar el campo de aerogeneradores es necesario tener muy claro cuántos, dónde y cómo los ponemos. Y no lo hacemos. ¿Resultado? Los parques eólicos están diezmando a las grandes aves, especialmente a los buitres.

Los aerogeneradores mal ubicados son como una guillotina para los pájaros que se acercan a sus aspas. Según un reciente estudio, entre 1993 y 2003 un total de 151 grandes aves murieron en tan sólo dos de las decenas de parques eólicos del entorno de Tarifa. De ellas, 111 eran buitres leonados. Se calcula que los aproximadamente 15.000 molinos que hay en España matan al año 5.000 aves, la mayoría buitres.

Muchos se preguntarán ¿Cómo un pájaro que se pasa la vida volando es tan tonto como para chocar contra una de esas lentas aspas?

Pues no tiene nada de extraño. Debido a su gran envergadura y escasa maniobrabilidad, son incapaces de esquivar a tiempo esas inmensas cuchillas que cortan el aire. Las ven llegar pero no tienen capacidad para poder frenar o apartarse de ellas. Y lo pagan con su vida.

En los últimos días, un vídeo grabado en Lentas (Levin), al sur de la isla griega de Creta, nos ha dejado a todos horrorizados. No es lo mismo saber que estos bellos animales mueren acuchillados por las turbinas que verlo en directo. Es duro, pero es la realidad. Un triste documento para reflexionar respecto a nuestro infinito impacto negativo en el entorno. ¿Qué culpa tendrá el pobre bicho de nuestras necesidades energéticas?

Aquí podéis ver la versión corta.

Este otro vídeo, de mayor duración, resulta de una dureza todavía mayor. En él se ve lo que le ocurre al buitre después de la colisión, sus dolorosos esfuerzos por tratar de volar con el ala rota. También los torpes intentos de un bienintencionado poco instruido tratando de capturar al animal.

Por cierto, si alguna vez os encontráis un buitre herido, no lo tratéis al estilo de este fulano, agarrándole el cuello con una cuerda como si fuera un peligroso perro rabioso. Lo mejor es taparlo con una manta que lo inmovilice, meterlo en una caja y llamar a Medio Ambiente. No necesita comida ni agua, sólo tranquilidad y cuidados veterinarios.

Semáforo verde en Gibraltar

¿Habéis estado alguna vez en el estrecho del Gibraltar? Sólo allí se puede ver uno de los mayores espectáculos naturales del mundo. La migración de las grandes aves planeadoras en su incesante viaje ora al norte, ora al sur, es una sobrecogedora exhibición de instinto.

Apenas 14 kilómetros de mar separan África de Europa. Pero por carecer de buenas térmicas y estar batido por fuertes vientos su travesía resulta extremadamente difícil. Como expertos navegantes, las aves se agrupan en la orilla, esperando el momento exacto para cruzar. Ni antes ni después, ahora. Y son muchas las veces que iniciado el asalto del otro lado deben volver ante la imposibilidad de alcanzar su objetivo. Tarifa y Tánger se convierten así en un gran embudo, el nexo de unión de todas las rutas hacia el camino más corto. Me lo imagino como el semáforo entre dos continentes. Rojo, no pasar. Amarillo, cuidado. Verde, pista libre.

Estos días es el momento de la migración prenupcial. Los pájaros han pasado el invierno en el Sahel e incluso el África tropical. Han repuesto fuerzas en un ambiente con abundante comida. Es su paraíso, pero en un momento, siempre en la misma época, algo les impide seguir disfrutando de tan envidiables condiciones. El impulso por ir hacia el norte, atravesar el terrible desierto del Sáhara, recorrer miles de kilómetros en pocos días para ocupar un territorio y tener descendencia es demasiado fuerte. Imposible acallar esta llamada incrustada en su registro genético.

Esta semana un grupo de ornitólogos españoles situados en Sierra de la Plata, en Bolonia, contemplaron embelesados la entrada de 2.700 milanos negros a la hora. Los grandes bandos les pasaron a muy pocos metros por encima de sus cabezas, volando en silencio absoluto hacia una misma dirección: Europa. ¿Se lo imaginan? También pasaron más de 900 águilas culebreras, miles de cigüeñas blancas y negras, aguiluchos, alimoches. Para todos ellos la primavera ya ha comenzado.

El estrecho de Gibraltar desde la orilla española. Al igual que la imagen superior, el autor de la fotografía es Fernando Barrios.