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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El loro más pequeño del mundo

Una buena noticia al fin, sin polémicas ni lágrimas, difundida por BBC Mundo en su siempre interesante sección de Ciencia y Tecnología. Un equipo de filmación que trabajaba en Papúa Nueva Guinea para el programa de la BBC Lost Land of the Volcano (La Tierra Perdida del Volcán) ha logrado captar las imágenes de dos microloros de cabeza azul (Micropsitta pusio), además de lograr capturar uno de ellos para su anillamiento.

Por suerte, este lorito enano no está aparentemente amenazado, según se recoge en el Libro Rojo de la UICN, que le incluye en la categoría de «preocupación menor». Tan sólo vive en unas selvas tan apartadas de Nueva Guinea y el Archipiélago Bismarck, recónditas y salvajes, que no se sabe a ciencia cierta casi nada de él.

El pájaro resulta increíble, apenas algo más grande que el pulgar de una persona adulta (mide unos 8 centímetros de alto y pesa 11,5 gramos), más pequeño que algunos de los grandes insectos con quienes comparte el bosque. Su dieta es igualmente sorprendente, pues básicamente come musgos y líquenes en lugar de fruta como la mayoría de los loros.

Os aconsejo que echéis un vistazo a los dos vídeos que sobre esta noticia la BBC ha colgado en su página.

El primero recrea el momento de la filmación del primer nido descubierto de la especie. Lo podéis ver pinchando en este enlace.

El segundo recoge la escena de su captura, accesible en este otro enlace.

Por cierto, me encanta la teatralidad natural de los anglosajones, son siempre únicos ante las cámaras, como demuestran en ambas filmaciones el ornitólogo Jack Dumbacher, de la Academia de Ciencias de California, y el camarógrafo de la BBC Gordon Buchanan, autores de la filmación. Te hacen vivir el descubrimiento como si estuvieses con ellos en ese momento.

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Foto: BBC, Earth News.

Google Earth ayuda a descubrir nuevas especies animales

Un grupo de centíficos ha logrado descubrir nuevas especies de mariposas y reptiles de África gracias a Google Earth. En concreto, esta fabulosa herramienta que nos permite volar sobre el mundo sin movernos de la silla, ayudó a descubrir un bosque oculto para la ciencia en Mozambique.

Gracias al estudio de las imágenes tomadas desde satélites, los investigadores descubrieron con sorpresa la existencia de una gran masa forestal en el Monte Mabu que, por su buena conservación, prometía grandes sorpresas. Hacia allí han encaminado varias expediciones en los últimos años, coronadas con el éxito de encontrar especies nuevas, pero también buenas poblaciones de otras extremadamente amenazadas, especialmente aves.

Los primeros estudios confirman la existencia de un bosque único, el que ya empieza a considerarse como la selva tropical más extensa y mejor conservada de todo el sur de África. Una rica isla forestal de 7.000 hectáreas en medio de un mar de sabana africana.

Descubierto este auténtico oasis de biodiversidad, ahora la prioridad es su protección. Por eso entidades como BirdLife, la protectora mundial de las aves, han lanzado una campaña para dar a conocer tan paradisíaco rincón antes de que talas e incendios lo puedan convertir en un espejismo.

En su protección, nuevamente Google Earth jugará un papel fundamental. Porque desde el aire podremos vigilar que este bosque perdido siga tan verde y frondoso como lo observamos ahora desde el espacio, a través de nuestro ordenador.

Para terminar, os dejo un vídeo (en inglés) realizado por la BBC, donde se informa de tan singular descubrimiento.

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Fuente de información: BirdLife.

Foto superior: Camaleón pigmeo descubierto en el bosque del Monte Mabu (Dr. Julian Bayliss-Kew / BirdLife).

El mar nos curará el cáncer

Nos lo dijo el doctor Campbell (Sean Connery) en la película Los últimos días del Edén. La selva es una gran farmacia, pues muchísimas medicinas se extraen de plantas utilizadas desde hace siglos para tal fin por los indígenas. ¿Incluso el cáncer? Especialmente el cáncer.

En realidad, más del 60 por ciento de los fármacos que se usan para luchar contra esta terrible enfermedad provienen de la Naturaleza. Y no sólo tienen un origen selvático. Árboles comunes, sencillas flores, hasta pequeños animales pueden encerrar el secreto de su erradicación y de la de otros muchos males que tantos sufrimientos nos acarrean.

Los investigadores lo saben y rastrean en su busca por bosques y praderas. Pero muy probablemente esa sustancia milagrosa no aparecerá en el Amazonas sino en el océano.

Así lo ha puesto esta semana en evidencia Carmen Cuevas, directora de I+D de PharmaMar, durante su intervención en unas jornadas científicas celebradas en Madrid, organizadas por PharmaMar, filial del Grupo Zeltia, y el Departamento de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

“Si la tierra ha dado estas medicinas, ¿por qué no el mar?”, se pregunta la experta, quien argumenta a su favor que el medio marino posee muchos más ecosistemas que el terrestre, y que las especies allí presentes suelen desarrollar potentes compuestos químicos para defenderse de los enemigos que se encuentran a su alrededor.

No son elucubraciones. El 1,8 por ciento de los extractos de animales marinos presenta actividad antitumoral, frente al 0,4 por ciento de los procedentes de seres terrestres.

En el mar está nuestro origen y en el mar encontraremos una vez más nuestro futuro, tanto alimenticio como biotecnológico. Sin embargo, frente a este interés vital nos empeñamos en contaminarlo, en sobreexplotarlo, al igual que con el resto de nuestro entorno. Pero queridos amigos, seamos egoístas y no idiotas, cuidemos la Naturaleza.

Europa se queda sin selvas

La voz de alarma la ha dado el Reino Unido, pero la situación es igual de dramática en el resto del continente.

Según una investigación del grupo Woodland Trust casi la mitad de todos los bosques británicos de más de 400 años han desaparecido en los últimos 80 años y más de 600 se encuentran en grave peligro de desaparición por la construcción de nuevas infraestructuras, tendidos eléctricos o urbanizaciones.

La publicación de estos alarmantes resultados coincide con una propuesta del gobierno de ese país de adquirir varias hectáreas del bosque Two Mile Wood, en la región inglesa de Weymouth, por donde pretende hacer pasar una autopista. Como ha declarado Ed Pomfret, director de campañas del Woodland Trust,

«los bosques milenarios, algunos de los cuales tienen más de 400 años en Inglaterra, son el equivalente británico a las selvas. Son irremplazables»

En España nuestras selvas no están mucho mejor. Me refiero a los bosques maduros, los verdaderos puntos calientes de la biodiversidad natural, igualmente irreemplazables.

El abandono del monte está dando un respiro a las masas forestales, es verdad, pero también está provocando manejos industriales altamente perniciosos, la apertura de nuevas pistas para facilitar el acceso a los parques eólicos, y el resto de los problemas de desarrollo insostenible que está levantando en pie de guerra a los conservacionistas británicos pero a nosotros todavía nos resultan indiferentes.

Con la desgracia añadida del terrible impacto de los incendios forestales, nuestra lacra nacional, responsables de la pérdida en los últimos 40 años de más de seis millones de hectáreas, el 24 por ciento de la superficie forestal total de nuestro país.

Al final nuestros bosques van a menos en cantidad, pero sobre todo en calidad biológica. Y eso es un problema muy grave.

Como señala acertadamente Pomfret:

«Una vez que estos bosques hayan desaparecido, nunca más volverán a recuperarse. Son tesoros históricos».

La desaparición o degradación de nuestros bosques milenarios es comparable a la desaparición de las selvas en el Amazonas, calculada para Inglaterra en una reducción del 15 por ciento en los últimos 30 años.

Y si esto ocurre en Inglaterra, un país que ama con pasión la naturaleza y en especial a sus árboles, tiemblo pensando en el futuro que les espera a nuestros bosques ibéricos.

No sé a vosotros, pero a mi me produce dolor toda esta pérdida de nuestras selvas, sean británicas, ibéricas o amazónicas. Como le pasa a tanta gente sensible. Como incluso lo hizo público el actor Harison Ford a la pasada primavera ¿Lo recordáis?

En una campaña realizada por la ONG Conservation International contra la deforestación, el protagonista de Indiana Jones se depila el pecho frente a las cámaras como metáfora del dolor que nos puede generar la pérdida de los bosques primarios.

En el spot, el popular actor destaca que cada año desaparece en el mundo una superficie de bosque tropical del tamaño de Inglaterra, o lo que es lo mismo, una selva del tamaño de Manhattan es destruída cada cuatro horas. Y saberlo, y sentirlo, duele mucho.

Aceite de palma, peligroso para la salud y el medio ambiente

Hace casi 20 años, cuando trabajaba en un periódico de Madrid, recibí la visita de un hombre inquietante. Era médico nutricionista quien, asustado por la proliferación en los comedores escolares de los aceites industriales, iba de uno a otro medio de comunicación tratando de lograr su prohibición en España dado los graves problemas de salud que, en su opinión, podían acarrear en los niños. Me habló en concreto de los aceites de palma y coco, vegetales sí, pero tan peligrosos o más que las grasas animales por su alta concentración de grasas saturadas, las que aumentan los niveles de colesterol. No recuerdo su nombre, pero evidentemente perdió su batalla personal contra estos productos, cada vez más utilizados en las cocinas colectivas en detrimento de nuestros aceites mucho más sanos de oliva y girasol.

Pero si el aceite de palma es malo para nuestra salud, es todavía mucho peor para la salud de nuestro planeta. La selva tropical está desapareciendo a gran velocidad en el mundo para instalar sobre sus desolados campos gigantescas plantaciones de palma aceitera. Con ellas, especies en peligro de extinción como los orangutanes también desaparecen.

El aceite de palma procedente de la deforestación se vende a corporaciones multinacionales como Unilever, Nestlé y Procter & Gamble, y a otras grandes marcas de la alimentación, cosmética y biocombustibles, de acuerdo con las denuncias presentadas por Greenpeace.

Como nos recuerdan desde Ecologistas en Acción, más de 200 organizaciones, redes y movimientos sociales de 41 países han denunciado ya, en una “Declaración Internacional”, la producción industrial del aceite de palma en los países tropicales.

Sin embargo, el posicionamiento frente a las grandes multinacionales que controlan el mercado es extremadamente peligroso. Y no es una exageración. La semana pasada uno de los promotores en Colombia de esta declaración, Walberto Hoyos Rivas, fue asesinado por pistoleros paramilitares en el territorio colectivo del Curvaradó, al norte del país.

En la región donde Hoyos Rivas ha muerto, el negocio con el aceite de palma ha significado el despojo con violencia de tierras colectivas de comunidades negras, así como la constitución de 13 empresas del sector palmero vinculadas al paramilitarismo. Su asesinato se suma a los 140 crímenes contra estas comunidades y 13 desplazamientos forzados, según ha explicado Henry Ramírez Soler, de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz de Colombia.

Esta muerte coincide con la celebración en Cartagena de Indias (Colombia) de la primera reunión latinoamericana de la ‘Mesa Redonda de Aceite de Palma Sostenible’ para promocionar los monocultivos de palma aceitera. Es su lavado verde. Tratan así de mejorar la mala imagen cosechada en los numerosos países donde están acabando con pueblos y bosques enteros como Indonesia, Malasia, Papúa Nueva Guinea, Filipinas, Camerún, Uganda, Costa de Marfil, Camboya y Tailandia, así como en Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Guatemala, México, Nicaragua y Costa Rica.

Toda esta preocupante información me tiene desbordado. ¿Se te había ocurrido alguna vez que el aceite donde se fríen las patatas del menú de un restaurante cualquiera puede llevar aparejado tanto sufrimiento, tanta destrucción, tanta bellaquería? ¿Podremos alguna vez parar todo este sinsentido?

Dame tu opinión, a ver si entre todos conseguimos al menos encontrar una visión medianamente optimista a todo este desastre.

Sobre estas líneas, refinería de aceite de palma en medio de una gran plantación de este árbol.

Para terminar, te incluyo de nuevo el vídeo con el que Greenpeace pide el boicot a Unilever, una de las multinacionales que más daño están haciendo a nuestro planeta con el cultivo incontrolado de palma aceitera.

La industria cosmética destruye la selva

Cuéntaselo a tu hija antes de que la industria cosmética lo haga.

-Campaña publicitaria Dove. Vídeo original (en You Tube ya censurado):

Enséñaselo a tu hija antes de que la industria cosmética lo destruya y sea demasiado tarde.

-Contracampaña publicitaria de Greenpeace contra Dove. Vídeo respuesta:

Unilever, el fabricante de productos de belleza Dove, compra aceite de palma (1,3 millones de toneladas al año) a proveedores que destruyen las selvas tropicales de Indonesia. Con su decisión comercial está provocando la destrucción de los bosques, la extinción de numerosas especies y potenciando el cambio climático.

Juntos podemos hacer que la empresa deje de destruir los bosques para cultivar aceite de palma.

Greenpeace tiene las pruebas de esta destrucción, y por ello ha lanzado una campaña internacional de recogida de firmas contra la multinacional. Si estás a favor de esta acción, pincha aquí.