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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Ser feo o poco famoso te puede llevar a la extinción

Lagartija serrana, una especie amenazada y poco famosa a la que se hace poco caso. Foto: Wikimedia Commons

El efecto de la popularidad de las especies a la hora de desarrollar programas de reintroducción está generando errores estratégicos graves en los programas de conservación, advierte el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Hay especies poco amenazadas con proyectos de reintroducción y otras, cuya situación es muy alarmante, a las que no se dedican apenas esfuerzos debido, en parte, a su falta de popularidad. Esa es la principal conclusión de un estudio en el que participan el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y la Estación Biológica de Doñana, ambos de CSIC, entre otras instituciones.

El estudio descubre que el 66% de las especies más amenazadas en España no cuenta con ningún proyecto de reintroducción que ayude a sacarlas del farolillo rojo.  Lee el resto de la entrada »

Los eucaliptos amenazan Doñana

Como en la peor de las pesadillas medioambientales, vuelven las plantaciones de eucaliptos y precisamente donde más daño pueden hacer, en el corazón del Parque Nacional de Doñana.

Ecologistas en Acción ha denunciado que los propietarios de las fincas Cochinato y Cerrado Garrido, a menos de 10 metros del Parque Nacional de Doñana, están preparando ya los terrenos para la plantación masiva de los polémicos árboles australianos con el objeto de destinarlos a la producción de biomasa, una fuente de energía renovable basada en la combustión de su madera. Y piden el blindaje del espacio natural y su zona de influencia contra estas repoblaciones exóticas.

A fin de cuenta árboles, dirán algunos. Tan malos no serán, responderán otros. Pues están equivocados.

Como ha señalado un totalmente escandalizado director de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), Fernando Hirando,

«el eucalipto es una verdadera bomba de extracción de agua del subsuelo».

Y para visualizar la catástrofe hace el siguiente cálculo:

«Si en cada hectárea caben 1.400 eucaliptos, o lo que es lo mismo, un consumo de 42.000 litros de agua por hectárea /día. Sería como colocar junto a Doñana varias ciudades como Sevilla».

Según los ecologistas, esta nueva área de expansión del eucalipto se sumaría a las más de 2.000 hectáreas que la Empresa Nacional de Celulosa en España (ENCE) está implantando en Huelva para su empleo en una planta de biomasa,

«por si no fueran pocas las 100.000 hectáreas que aún hay de eucalipto para pasta de papel y que han transformado uno de los mejores bosques mediterráneos de Andalucía en un predesierto».

Los eucaliptos no son nuevos en Doñana. Fue precisamente la amenaza de su plantación masiva, junto a algodonales y arrozales, la que dio lugar a la creación del Parque Nacional en 1969.

La Administración reconoce igualmente que estas plantaciones exóticas suponen una amenaza importante para los espacios naturales. De hecho, la Junta de Andalucía lleva décadas gastando ingentes cantidades de dinero en erradicarlas en Doñana. Sólo en el Parque Nacional, entre 1998-2002 se han gastado 2.644.453 euros en la erradicación de este tipo de árboles que ahora se quieren plantar justo a su lado. Y en el Parque Natural circundante las cifras invertidas en este arranque en la última década superan los 9 millones de euros.

Y ahora se quiere volver a plantarlos para, supuestamente, ayudar al planeta. No sé a vosotros, pero a mi todo esto me parece un colosal disparate.

Como nos señala estos días el periódico Huelva Información, quizá a más de uno de la Junta de Andalucía habría que recordarle la intervención que en 1979 tuvo en el Congreso el diputado por Huelva y secretario general del PSOE, Carlos Navarrete, donde proclamó ante el asombro de todos:

«El eucaliptus es un árbol de derechas porque sólo produce beneficio al empresario. Es genocida porque afecta a la fauna y a la flora. Es anticristiano porque va contra lo que debe ser el idílico paraíso terrenal; y es además un vampiro vegetal, analfabeto e imperialista».

No sé si el supuesto árbol de derechas se ha pasado ahora a las filas socialistas, pero desde luego me parece inaceptable destruir uno de los espacios naturales más importantes de Europa por los mismos intereses espurios que ya lo amenazaron en tiempos de Franco. ¿Es que no hemos aprendido nada en 50 años?

Cerceta pardilla: el pato más amenazado de España

La anátida menos vistosa de la fauna ibérica es también la más amenazada de extinción de todas ellas.

La cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris) es un pequeño pato nadador que nidifica en unas pocas charcas andaluzas y alicantinas, apenas 5-6, sus últimos lugares en Europa. También lo hacía en Fuerteventura (Islas Canarias), donde no ha vuelto a verse desde el año 2000.

Oficialmente se encuentra En Peligro Crítico, la peor situación posible. Ha dejado de criar en el Parque Nacional de Doñana y sus poblaciones españolas han quedado reducidas a un centenar de parejas (entre 44 y 138 parejas, dependiendo de los años) concentradas en unos pocos lugares, lo que las hace especialmente vulnerables.

En el marco de la revisión del Plan de Acción Internacional de la cerceta pardilla, encargado por la Comisión Europea a SEO/BirdLife, recientemente se celebró un taller de expertos donde se destacó como principal conclusión que si no se detiene la continua degradación de las pocas localidades en las que se reproduce esta anátida será muy difícil su recuperación.

De todas ellas el embalse de El Hondo, en Elche (Alicante), es su más importante reducto. Aunque de las cerca de 200 parejas que allí criaban hacia 1960 apenas lo hacen ahora una treintena.

Las zonas húmedas cada vez tienen menos agua y la poca que hay es de peor calidad.

¿La culpa? El cambio climático, pero también la contaminación, la sobreexplotación y la mala gestión de estos ecosistemas, a pesar de estar protegidos en su mayor parte.

Algo aparentemente tan insignificante como la suelta de peces exóticos, como las carpas, también está poniendo en peligro a las cercetas, a pesar de ser éstas vegetarianas. Consumen las plantas acuáticas de las que se alimentan los patos y enturbian las aguas, dejando sin calidad a estos espacios.

Los expertos advierten del estado crítico de este pato y todas las administraciones públicas anuncian su compromiso para intentar salvarlo, pero yo les confieso mi escepticismo. ¿Seremos capaces entre todos de evitar su desaparición, o será ésta otra especie para añadir a la negra lista de extinciones?

Quieren acabar con las cotorras

En Madrid, en Barcelona, en Valencia, en Málaga. Los gritones bandos de pequeños loros de color verde intenso, las cotorras argentina (Myiopsitta monachus) y de Kramer (Psittacula krameri), son cada vez más frecuentes y numerosas en España.

Todas tienen el mismo origen: escapes o sueltas de ejemplares adquiridos como aves de jaula.

Se calcula que las argentinas tienen una población española nidificante superior a las 1.500 parejas, más del doble que 10 años antes, creciendo a un vertiginoso ritmo del 20 por ciento anual. No es de extrañar, pues en su país de origen están consideradas una plaga dado los graves daños que ocasionan en los cultivos de maíz y girasol, donde la instalación de sus grandes colonias de cría en tendidos eléctricos provocan paralelamente tanto averías como numerosos incendios forestales.

A Barcelona llegaron las primeras hacia 1975. Al principio eran menos de 50, pero hoy en día son ya más de 2.000. A las que los agricultores del Baix Llobregat acusan de ocasionar graves daños en los cultivos de árboles frutales y hortalizas.

Recientemente en Madrid, una de estas grandes masas de ramas donde hacen sus nidos coloniales acabó partiendo el abeto sobre el que se sustentaba. Tenía un diámetro superior a la altura de una persona adulta y pesaba ¡cerca de una tonelada!

La invasión de especies exóticas representa la segunda causa de pérdida de biodiversidad, solo por detrás de la pérdida de hábitat, estando por delante de la sobrecaza. Son por ello muchos los expertos que están reclamando a las Administraciones medidas efectivas de control y erradicación de este tipo de especies en los ecosistemas naturales (sólo en aves se han detectado en nuestro país más de 274 especies asilvestradas), antes de acaben convirtiéndose también aquí en una plaga, cuando ya no habrá posibilidad de encontrar alternativas viables. Piden, directamente, cazarlas vivas para que vuelvan a las jaulas de donde se escaparon o, si esto no es posible, matarlas directamente.

Frente a ellos, colectivos animalistas defienden la presencia de estas aves como seres vivos a los que hay que proteger a toda costa, evitándoles todo sufrimiento, al margen del daño que puedan acarrear a otras especies o al propio hombre.

¿Mi opinión? Pienso que la mejor estrategia es siempre la más sencilla, evitar nuevas sueltas intencionadas y combatir a estas especies exóticas con depredadores naturales como las aves de presa.

Pero mientras sigamos comprando este tipo de animales y luego, cuando nos cansemos de ellos, tengamos la mala idea de soltarlos «para que sean libres», no haremos más que empeorar las cosas. Una acción irreflexiva, ajena al grave daño que infligimos a los ecosistemas, además de a los problemas económicos y sanitarios que con nuestra inconsciente acción podemos acabar provocando.