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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El Gran Hermano llega a las aves

Hace unos años cumplí mi sueño al visitar Loch Garten, en las Tierras Altas de Escocia, el primer lugar del Reino Unido donde crió el águila pescadora (Pandion haliaetus) allá por 1959, tras llevar casi medio siglo extinguida como nidificante. Santuario de peregrinación para los ornitólogos, fue allí donde vi por vez primera cámaras de televisión vigilando los nidos de las rapaces las 24 horas del día. Grabados en VHS, diariamente se podía ver un resumen de lo más interesante de la jornada y de los momentos más espectaculares de esa temporada de cría. Entonces me pareció el colmo de la sofisticación tecnológica, pero todo esto ha pasado ya a la historia gracias a Internet y las webcam.

Ahora mismo, sin salir de casa, desde cualquier parte del planeta donde nos encontremos, podemos espiar sin ser vistos la vida más íntima de nuestras aves favoritas. Cual orwelliano «Gran Hermano«, sus remotos nidos están a nuestro alcance, a tan sólo un click del ratón.

Recientemente, la ministra de Medio Ambiente ha presentado una web donde podemos seguir a tiempo real la evolución de un nido de águila imperial ibérica situado en el Parque Nacional de Cabañeros, ocupado por una pareja adulta y un pollo de unas pocas semanas de edad. Especie única y muy amenazada, la oportunidad de ver diariamente el mimo con el que estas aves cuidan de su primogénito supone todo un hito mundial

¿Qué nuestra curiosidad innata apunta más hacia otras aves rapaces? Ningún problema. La panoplia de cámaras espía está alcanzado en los últimos años a todas las especies.

Por ejemplo el águila pescadora, precisamente la misma archifamosa pareja que yo fui a ver a Escocia, la tienes ahora en tu ordenador con sólo clickear en este link.

O ésta de una pareja de halcones peregrinos alimentando sus pollitos en el nido instalado en una de las torres de la venerable catedral gótica de Chichester, en el sur de Inglaterra.

Otra página muy interesante es la de un buitre leonado criando en el lado portugués del río Tajo, cuyas aguas remansadas pueden verse bajo el farallón granítico.

Pero viajemos si queremos por el mundo. Contemplemos así una cigüeña negra incubando en un solitario pinar de Estonia (acaba de nacer el primer pollo), mientras en el otro extremo de Europa podemos ver a su prima, la cigüeña blanca, cuidando la prole en la gran plataforma instalada en lo alto de la iglesia de Santa María la Mayor de Arévalo.

Incluso podemos adentrarnos en las brumosas selvas andinas para admirar un ruidoso comedero de colibrís instalado en la Reserva de Buenaventura, en Ecuador.

Una de mis favoritas es la familia de águila perdicera que cría en un impresionante cantil del Parque Natural del Garraf (Barcelona), donde además de los reclamos del pollo y el ruido de sus primeros ejercicios de fortalecimiento de las alas puedes escuchar perfectamente a un cercano macho de roquero rojo (Monticola saxatilis), e incluso los motores y algunas bocinas de los vehículos que circulan por una carretera próxima.

De esta misma pareja, os incluyo a continuación un pequeño vídeo sobre el nacimiento de una de las crías el año pasado, una maravilla tanto de la Naturaleza como de la técnica. Espero que lo disfrutéis tanto como yo lo he hecho.


Disparan a un águila imperial en Cádiz

El príncipe Enrique, hijo de Lady Di y nieto de la reina Isabel II, está siendo investigado por si tiene algo que ver con la muerte a tiros de dos aguiluchos pálidos (Circus cyaneus) en el sureste de Inglaterra. Una rapaz muy frecuente en España pero en peligro de extinción en el Reino Unido.

Como ven, en todas partes cuecen habas. Aunque con todos los respetos a los hijos de la Gran Bretaña, en esto del furtivismo y los escopeteros los españoles somos una potencia mundial. El último caso conocido ha sido el tiroteo la pasada semana en Espera (Cádiz) de un ejemplar joven de la amenazada mundialmente águila imperial ibérica (Aquila adalberti), de la que apenas sobreviven 200 parejas. El animal no ha muerto de milagro, pero los perdigones del irresponsable cazador (único colectivo que utiliza esa munición) la han herido de gravedad, con una fractura incompleta del cúbito del ala izquierda y varias heridas en cuello, cloaca y patas causados por cinco plomos de gran tamaño. A pesar su pronóstico reservado, el equipo veterinario que la atiende ha podido constatar síntomas de mejoría.

Por su parte, agentes de Medio Ambiente de la provincia de Cádiz tratan de descubrir la identidad del autor material de los hechos, tipificados no sólo como una infracción administrativa muy grave (sancionable con una multa de entre 60.101 y 300.5065 euros), sino también como delito de atentado contra la fauna amenazada recogido en el Código Penal con penas de prisión de dos a cuatro años.

Muy próxima al área donde fue abatido el animal, la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), desarrolla el Programa de Reintroducción de la especie en la provincia de Cádiz. Aunque con salvajes armados de esta calaña, unidos a los envenenadores del campo y a los tendidos eléctricos, lo tienen muy difícil para lograrlo.

Muere un águila pescadora enganchada en un tendido eléctrico

Puede que fuera escocesa o finlandesa. Quizá incluso menorquina. Un joven ejemplar de águila pescadora, recién llegado a la Bahía de Cádiz para pasar el invierno entre nosotros. Nació este año, mimada por sus padres, pero también por una legislación europea empeñada en evitar la extinción de esta singular ave. Apenas tenía seis meses de edad y un largo futuro por delante. Pero pagó con la vida su inexperiencia juvenil. A falta de árboles, el pasado 13 de septiembre se posó en una torreta eléctrica de media tensión en una zona de marisma cercana a Puerto Real. La misma o parecida a las que habitualmente ella y sus hermanas utilizan diariamente para descansar; también para consumir los peces certeramente capturados desde el aire en los esteros y caños de la bahía, dejando caer con calculada precisión sus afiladas garras en el agua. Esta vez algo falló. Un resbalón, un golpe de viento. Mala suerte. La pata izquierda se le enganchó como un cepo en la sujeción del cable de tierra con el apoyo. Imposible soltarse. Tras hora y media de angustioso forcejeo logró liberarse, pero para entonces hueso y tendones estaban destrozados.

Localizada en el suelo se trasladó con urgencia a un Centro de Recuperación de Especies Protegidas. Allí, durante unos días se intentó la recuperación de sus gravísimas heridas. A pesar de administrársele antibióticos y otros medicamentos, ponerle una férula para inmovilizar la pata, ésta empezó a gangrenarse. Finalmente al veterinario no le quedó más remedio. Se optó por la eutanasia.

La noticia me la ha hecho llegar Rafa García, naturalista y agente de Medio Ambiente. También me envía este espeluznante vídeo filmado del accidente, parte del informe realizado para intentar la modificación del tendido eléctrico. Para que no vuelva a ocurrir. Su pata ensangrentada, el pico entreabierto, el gesto de dolor, de angustia, de desconcierto, debería hacernos recapacitar a todos, pues todos somos responsables de este salvaje sufrimiento.

Los tendidos eléctricos llevan la energía a nuestra frenética sociedad. Sin ellos no somos nada, nos dan la vida. Pero a las aves les dan la muerte. Mueren tras chocar contra los cables, invisibles trampas mortales instaladas en el cielo, en su cielo. También electrocutadas por esos mismos cables, al tocar uno de ellos sin aislar y la torreta metálica. Todo eso se sabe y desde hace unos años las compañías eléctricas están instalando elementos salvapájaros en las zonas de mayor interés ambiental. El tendido de Puerto Real contaba con ellas. Sin embargo existe un tercer caso, menos habitual pero igualmente mortal. Es éste de los enganches. Unos accidentes todavía sin resolución.

En Fuerteventura lo comprobamos hace unos años con el alimoche canario, la rapaz más amenazada de Europa. Incluso lo publicamos en una importante revista científica, The Journal of Raptor Research. Pero las aves siguen muriendo igual, aquí en Canarias, en Cádiz o en Cantabria. ¿Para cuándo la prometida y retrasada ley de tendidos eléctricos?

El Ministerio de Medio Ambiente sabe que la solución técnica es muy fácil y puede resolver el problema casi a cero. Consiste en sustituir los 25.000 postes y los 3.200 kilómetros de cables catalogados como muy peligrosos para las aves. Eso cuesta 45 millones de euros. Pero las eléctricas no quieren pagarlo. Nos dicen, eso sí, que si les damos el dinero, gustosamente instalarán todos esos dispositivos. A ellas sólo les interesan las ganancias.