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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Conoce a Silvio, el pelícano más despistado (también sexualmente) del mundo

El pelícano Silvio trata de ligar con las garcillas boyeras con escaso éxito. Foto: Sergio Simbula

Su nombre es Silvio, un ejemplar de pelícano común (Pelecanus onocratalus) que en un lejano 2008, durante una migración de África a Europa del Este, se despistó y acabó en el sur de Cerdeña, donde nunca antes se había visto a uno de su especie. El problema es que no conoce el camino de vuelta. Así que aquí se ha quedado, cual exótica mascota salvaje del Parque Natural de Molentargius, entre Cagliari y Quartu Sant’Elena.

El pobre es también un despistado sexual, pues a la hora de buscar novia no tiene muy claro a qué especie pertenece. Así que lleva 13 años sin comerse un rosco.

Te lo resumo en este vídeo:

Más de una década sin comerse un rosco

Según me ha comentado mi querido amigo Sergio Simbula, quien lo sigue con pasión de ornitólogo desde que el pájaro hizo su aparición en estas tierras sardas, ya se le ha visto tratando de tener sexo con garzas reales y cormoranes, pero sobre todo con las garcillas bueyeras, a cuya ruidosa colonia de nidificación se acerca todos los años cual gigantón enamoradizo.

A pesar de su tamaño y de sus patas cortas y palmípedas, hace auténticos equilibrios para posarse en las ramas de los tarajes. Desde allí no para de mirar hacia todas partes, buscando rollo. Y algunas veces, encendido de amor, brama cual vaca pirenaica, abriendo una bocaza tamaño bolso de Carolina Herrera que, en lugar de atraer el interés de las garcillas, provoca su estampida asustada.

No hace falta explicar que, hasta donde científicos y cotillas de las aves podemos llegar, el pobre no se ha comido un rosco en los 13 años que lleva empadronado en estas hermosas lagunas y salinas del sur sardo.

¿Y por qué Silvio?

Un pajarotón tan espectacular no podía pasar desapercibido, y eso que no resulta sencillo verlo dado su instinto salvaje. Para descubrirlo hacen falta prismáticos, telescopio y mucha suerte. Pero si lo buscas al final lo ves. Y quienes primero lo vieron, personal del parque natural, rápidamente le bautizaron cual mascota.

Me asegura Sergio Simbula que al principio no se llamaba así. Su primer nombre fue Efisietto, por san Efisio, patrono de Cagliari. Pero enseguida cambió a Silvio.

Algunos afirman que toma ese nombre del escritor y patriota italiano Silvio Pellico. Yo lo veo poco probable, pues ninguna relación tiene ese mediocre autor de tragedias del siglo XIX con Cerdeña y mucho menos con la gran tragedia amorosa de nuestro Silvio con plumas, quien igualmente adolece de patriotismo como ha quedado suficientemente demostrado.

Todo parece indicar que lleva tal nombre en honor del polémico Silvio Berlusconi, quien en 2008, cuando apareció nuestro pájaro por la isla, revalidó su tercer mandato como Primer Ministro de Italia. Otra desgracia más para este pobre pelícano solitario, que para sí quisiera todas esas hembras que Il Cavaliere asegura haber disfrutado.

No vino solo

Silvio no fue un viajero solitario. Llegó a Molentargius en 2008 junto con otros 35 ejemplares. El grupo formaba parte de lo que los ornitólogos denominan «importante irrupción», pues en ese período, nadie sabe por qué razón, recalaron en Cerdeña unos 60 pelícanos que se asentaron en varios humedales. Esta aparición fue algo absolutamente excepcional en la isla, pues hasta entonces solo se habían visto algunos ejemplares, muy raros, en 2002 y 2003, y la única cita anterior era del siglo XIX.

Los pelícanos comunes crían en primavera en zonas húmedas orientales de Europa como el delta del Danubio o el Mar Negro, además de en Egipto, con poblaciones residentes al sur del Sahara. Las migraciones de pelícanos entre África y Europa siguen rutas muy específicas y Cerdeña no se incluye entre ellas. Todo parece indicar que ese año, alguna tormenta o vientos fuertes empujaron a varios bandos hacia el oeste y acabaron en la costa sarda, más despistados que un pulpo en un garaje.

La visita a estas tierras mediterráneas no duró mucho. Apenas un mes después de la irrupción, 33 de los 35 invitados en el Parque de Molentarigius se fueron hacia sus feudos orientales. Por extrañas razones no desveladas, dos de ellos especialmente despistados perdieron el avión y se quedaron en tierra. Poco tiempo después tan solo quedó Silvio. Y aquí sigue 13 años después, tan despistado como feliz, pues en la zona abundan esas carpas que tanto le gusta pescar.

Sin amigos

El problema es que Silvio no ha logrado hacer amigos. Primero se quiso acercar a los flamencos, pero estos larguiruchos, príncipes de Molentargius, lo rechazaron desde el minuto uno. Le ven tan grandote que seguramente les atemoriza.

Al final parece haberse hecho un hueco entre las siempre pendencieras garzas reales, garcetas y garcillas, además de los cormoranes grandes. Todos ellos son buenos comedores de peces, pero es tanta la abundancia piscícola de estas lagunas que no parecen temer a su voraz competencia.

Pero desde un punto de vista naturalista, es legítimo preguntarse cuál será el destino final de Silvio, que hasta ahora no ha tenido la oportunidad de reproducirse.

Tendrá que esperar a su alma gemela, si alguna vez logra convencer a alguna prima lejana de que Cerdeña es un hermoso lugar para vivir un pelícano.

Como dice mi amigo Sergio, «Silvio es todo un personaje».

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