No aparecieron de repente. Pandemia y cambio climático se veían venir. Sabíamos que ocurriría gracias a las advertencias unánimes de los científicos desde hace muchos años. Pero la maldición de Casandra se ha cebado con ellos.
Lo cuenta con tristeza el divulgador ambiental José Luis Gallego en su último libro: Un país a 50 grados. «Nada es azar, sino consecuencia«. Porque de nada sirve la clarividencia científica ante el desdén de nuestros gobernantes, empezando por el cenutrio negacionista de Donald Trump.
¿Quién era Casandra?
En la mitología griega, Casandra fue una bella sacerdotisa del dios Apolo que aceptó acostarse con él a cambio de recibir el don de la profecía. Pero una vez lo consiguió le dio calabazas. Apolo se vengó con maldad de ella y su desplante. Seguiría adivinando el futuro, pero el castigo terrible fue que nadie la iba a creer.
Es exactamente la misma condena que sufren nuestros científicos. Saben lo que va a pasar, tienen pruebas irrefutables del desastre, se desgañitan avisándonos, pero nadie les hace caso.
Desprecio científico
En este mundo de negocio rápido y fácil nadie parece dispuesto a reducir beneficios a cambio de salud y futuro. Como se lamenta Gallego, «vivimos una época de desprecio al conocimiento científico».
E incluso peor, advierte el divulgador. Estamos cayendo en el ateísmo científico. Directamente no nos creemos nada, solo creemos en nosotros mismos, en nuestras propias teorías conspirativas, en nuestro Facebook y WhatsApp. Damos tanta o más certeza a un cantamañanas que a un premio Nobel. Y así nos va.
Un modelo insostenible y peligroso
La destrucción de los bosques y la industria agroganadera están detrás de la covid-19. De eso no hay la más mínima duda (científica). Ecosistemas cada vez más debilitados están dejando pasar a las personas virus que antes se habrían quedado en las selvas chinas o africanas.
Hemos industrializado la producción de alimentos pero también los patógenos, que se han hecho más peligrosos y virulentos. Y que también se extienden mucho más rápido que nunca por todo el planeta.
El problema es que, igual que ocurre con la crisis climática, el sistema económico actual no está dispuesto a rectificar.
La encrucijada de Carson
También destaca José Luis Gallego en Un país a 50 grados la paradójica encrucijada de Rachel Carson. La bióloga norteamericana explicaba en su famoso libro Primavera silenciosa que nos encontramos en una encrucijada, pero los dos caminos posibles son muy diferentes.
El que nos ha traído hasta aquí es una cómoda autopista que se dirige a toda velocidad hacia un terrorífico acantilado, hacia el desastre.
El otro camino es estrecho, incómodo y tortuoso, pero nos garantiza el futuro. Es el sendero de la acción climática, de la sostenibilidad y de la economía circular.
Las enseñanzas de la pandemia
José Luis Gallego destaca en su interesante libro las principales enseñanzas que deberíamos aprender de esta terrible pandemia covid-19. La primera, sin duda, escuchar a los científicos. Ojalá sirvan para poner fin a la maldición de Casandra:
- Somos más vulnerables de lo que creíamos
- ¿Volver a la normalidad? Lo de antes no era normal. Redefinamos normalidad para no seguir cayendo en los mismos errores
- Valoremos lo que más echamos de menos
- Las ciudades también son naturaleza
- La economía circular es el comienzo del cambio
- La educación ambiental es fundamental
- Necesitamos mantener la tregua con la naturaleza
- Compremos lo necesario
- Dependemos del campo
- Mucho cuidado al elegir a nuestros gobernantes
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