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La comunicación no verbal delata a Irene Montero ante el ataque de Toscano


Irene Montero (Podemos ) y Carla Toscano (Vox) han protagonizado un tenso momento en el Congreso de los Diputados. Las duras palabras de la diputada de Vox han provocado una intensa reacción emocional en la Ministra de Igualdad.

La actitud de Toscano ha sido muy combativa y provocativa, usando palabras de alto impacto en las acusaciones a Montero (como «libertadora de violadores»), pero el pico de agresividad verbal se ha producido con la frase específica:

«Su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias«. Esa afirmación fue el detonante que provocó el derrumbe emocional de Montero.

Carla Toscano, en el Congreso (EP)

Y es curioso porque cuando ella interviene en respuesta para defenderse, su comunicación no verbal indica ira, en su rostro podemos ver el ceño fruncido, fosas nasales dilatadas, muestra los dientes, sus gestos se tornan en intensos aspavientos…

Pero su voz la delata, su prosodia emocional indica una tristeza y afectación profunda, más allá de un mero enfado. Sin imágenes, solo escuchando su voz, apreciaríamos mejor cómo dice lo que dice.

Irene Montero, en el Congreso (EP)

Su aflicción, denota que la herida nada tiene que ver con el ámbito político y que le aflije en lo personal. Además, esta idea se refuerza con su intento de reprimir el llanto, aprieta tanto la mandíbula para no desmoronarse que le acaba temblando la barbilla y el labio inferior.

Impacta porque la frialdad emocional suele ser habitual en los ataques y debates políticos, en este caso el daño fue de tal magnitud que no pudo inhibir su desolación.

«No todo son emociones básicas»: mensaje importante para los seguidores de la comunicación no verbal

¿Te suenan las emociones básicas?, ¿Paul Ekman?, ¿la serie de Lie to me (Miénteme)? Seguro que sí, y eso está genial… Pero quizás te estés perdiendo los revolucionarios trabajos y teorías de Rusell o Fridlund por ser más desconocidos pero no por ello menos interesantes…

Hoy contamos con una firma invitada excepcional, Alan Crawley, psicólogo, gran investigador y divulgador de la comunicación no verbal científica, nos envía un mensaje para la reflexión sobre el estudio y la práctica de este apasionante mundo:

Alan Crawley (fotografía cedida por el autor para este medio).

Darwin no se lo imaginó. Por allá en 1872 cuando publicó su libro: “La Expresión de las Emociones en los Hombres y los Animales”, jamás se le ocurrió que a día de hoy sus ideas serían defendidas a capa y espada.

En la actualidad, afirmar que algo fue dicho por “Darwin” o “Ekman” parece garantía de validez científica; pero no, no lo es.

Nuestros tiempos son extraños. Cada vez contamos con más información, pero parece que no necesariamente sabemos más (Tetlock & Gardner, 2016).

Todo lo contario, en ocasiones, la avalancha de estudios científicos publicados de una semana a otra parece bloquear el camino. Y no hay teoría que logre allanar ese camino. Estamos atrapados bajo la nieve de publicaciones y nadie ve la salida.

El terreno de las expresiones faciales es el mejor ejemplo. Es el tema más estudiado de esta disciplina. De los 1000 papers más citados, más de 400 tienen el término “expresión facial” en el título (Plusquellec & Denault, 2018). Pero, cuidado.

Existen por lo menos cuatro teorías diferentes, con más o menos evidencia científica, cada una es válida en algunos aspectos (BET, BECV, Visión Dimensional, y ‘Appraisal’ theory). Ninguna lo explica todo, ninguna está completamente errada.

Sin embargo, solo una se repite a viva voz en libros, cursos y redes sociales: la teoría de las emociones básicas de Ekman (BET). ¿Y toda la evidencia en su contra?, ¿y las teorías alternativas? No se puede seguir barriendo toda la controversia bajo la alfombra.

Lamentablemente, no hay un consenso académico que logre acallar la cacofonía de voces que una y otra vez vociferan: “El rostro expresa las 6 emociones básicas”.

La cara comunica mucho más que emociones.

Una expresión facial puede transmitir también intenciones, cogniciones, juicios de valor, rasgos de la personalidad, mensajes sociales, actitudes, esfuerzo físico, ilustrar las palabras, y mucho más.

Es un craso error creer que mayoritariamente los movimientos de la cara se asocian directamente a emociones, y peor aún, ignorar todos los otros tipos mensajes o confundirlos con “emociones”.

Ha llegado la hora de que científicos y practicantes dejen sus diferencias de lado. En realidad, no es que este sea el momento, sino que llevamos años sin lograrlo y cada vez se vuelve más imperativo.

En ocasiones, ni siquiera los científicos pueden sentarse en una mesa a debatir las ideas que hoy se imparten en posgrados, se aplican en situaciones policiales o moldean los algoritmos de softwares de ‘reconocimiento’ de emociones.

Así, será difícil resolver el enigma de lo que el rostro comunica. En las grandes palabras de Caroline Keating (2016): «La expresión [facial] está tratando de decirnos algo sobre la naturaleza de la emoción que aún no entendemos«.

La Comunicación No Verbal necesita un nuevo rumbo, liderado por quienes con responsabilidad difunden los conocimientos con fundamentos científicos y de practicantes comprometidos con compartir su conocimiento y formular ideas en conjunto con los investigadores.

No se trata de tener razón, se trata de mejorar el conocimiento que tenemos. Se trata de difundir el conocimiento verdadero. Se trata de trabajo en grupo.

Los divulgadores debemos proponer alternativas productivas y realistas para sofocar el terrible incendio de las promesas falsas de los discursos pseudocientíficos. Y debemos estar abiertos al diálogo con disidencias.

De este modo, podremos ofrecerle al público la información más idónea. No basta con lo que estamos haciendo. Lo siento, no lo creo. Podemos hacer más.

Hoy sabemos sobre las expresiones faciales mucho más que hace 60 años, pero parece que a medida que aumentan las respuestas, también lo hacen la cantidad de preguntas sin contestar. Puede que el mayor aprendizaje sea que todavía no las entendemos.

¿Esto qué significaría para los investigadores o practicantes?

Lo anticipó mi estimado Paul Bouissac hace veinte años, semiótico internacional de lo más respetado: “El principal desafío para la semiótica de los gestos será poder cuestionar sus modelos y teorías implícitas”.

¿Comenzamos?

Además de a Ekman, podemos leer las investigaciones de Alan J. Fridlund, Carlos Crivelli, José Miguel Fernández-Dols, Lisa Feldman Barret, James Russell, Hillel Aviezer, Dacher Keltner, entre otros tantos más…

Y, por supuesto, yo añado seguir a Alan Crawley porque realmente es la persona con la que he ido actualizando mis conocimientos y ofrece una perspectiva diferente y muy rigurosa de la comunicación no verbal. Gracias Alan.

 

*Referencias:

Bouissac, P. (2002). Descrevendo gestos: limites, escalas e perspectivas. DeSignis, (3), 0021-36.

Darwin, C. (1872). The expression of the emotions in man and animals. New York: Philosophical Library.

Keating, C. F. (2016). The life and times of nonverbal communication theory and research: Past, present, future. In APA handbook of nonverbal communication. (pp. 17-42). American Psychological Association.

Plusquellec, P., & Denault, V. (2018). The 1000 most cited papers on visible nonverbal behavior: A bibliometric analysis. Journal of Nonverbal Behavior42(3), 347-377.

Tetlock, P. E., & Gardner, D. (2016). Superforecasting: The art and science of prediction. Random House.

 

Cómo afecta el uso de la mascarilla al desarrollo emocional de los niños

Hay niños que han nacido ya entre rostros con mascarilla, los efectos a largo plazo de todo esto se evaluarán en el futuro pero podemos realizar ciertas predicciones en base a lo que ya conocemos sobre el funcionamiento de la expresión emocional en el rostro.

Fotografía libre de derechos. Pixabay

Fotografía libre de derechos. Pixabay

En el laberinto de conexiones que suceden dentro de nuestro cerebro, existen unas neuronas conocidas como “células de la empatía”. Se trata de las neuronas espejo, a éstas les debemos llorar o sentir miedo cuando vemos una película, bostezar si vemos a otra persona hacerlo o contagiarnos de la risa de los demás.

Las neuronas espejo son las responsables de la empatía y de la regulación emocional en la relación con los demás; son especialmente importantes cuando somos pequeños, porque es entonces cuando desarrollamos (a partir de los 6 meses o al año de edad) la referencia social, es decir, nuestra capacidad de utilizar y reconocer expresiones emocionales, e intenciones en los demás. La raíz de la empatía.

La mascarilla provoca un bloqueo emocional y en las aulas puede generar una desconexión significativa en la relación entre profesor y alumno, una cuestión que puede interferir de forma negativa en la atención, la memoria o el aprendizaje, áreas donde la comunicación con emoción es imprescindible para integrar cualquier conocimiento en el alumno.

Los profesores intentan suplir esta carencia con una tonalidad de voz más pausada y emocional aunque también más alta y ya se refieren los primeros problemas de afonía en el profesorado. Se necesita un periodo de adaptación para que tanto alumnos como profesores se acostumbren al uso de la mascarilla.

De base, el que un maestro lleve mascarilla tendrá ciertos efectos en el aprendizaje del alumno, el impacto es seguro, pero afectará en mayor o menor medida dependiendo de la edad del niño y necesidades y estilos de aprendizaje.

En los niños más pequeños que aún requieren de un modelado vocal (para aprender a pronunciar los sonidos del lenguaje) o que necesitan más tiempo de expresión facial para entender conceptos, o que tienen necesidades especiales, como en el autismo, las complicaciones aumentan.

¿Qué podemos hacer para reducir el impacto de la mascarilla?

En cuanto a los profesores, pueden apoyarse en más recursos complementarios, como dibujos, esquemas, pizarras digitales, y fomentar aún más el movimiento gestual en el cuerpo para expresar los contenidos.

También fomentar un lenguaje verbal más emocional, ya que no podemos expresar tanto con el rostro, podemos transmitir en nuestro mensaje las emociones que sentimos al ver el resultado de cierta tarea o actividad para no perder el vínculo afectivo, preguntarles a los niños cómo están, cómo se sienten, que entiendan que estáis ahí, como siempre, a pesar de que la mascarilla nos haga parecer más distantes.

En casa, los padres pueden trabajar una educación multisensorial, por ejemplo, con juegos dirigidos mediante el sentido del tacto o con actividades de comunicación a través de los ojos, jugando a adivinar expresiones emocionales parciales y completas.

No os alarméis, los niños se adaptan de forma rápida a los cambios por su gran plasticidad cerebral, quizás pierdan capacidades completas e inmediatas para detectar y reconocer emociones pero se entrenen en una mirada más empática y en ser capaces de conectar con el otro con gestos mínimos, que se vuelvan más perceptivos y perspicaces para captar los sentimientos en los demás.

*Te puede interesar:

*Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-52856765

 

El lado oscuro de la comunicación no verbal

Comprender las emociones de los demás es fundamental para la vida social. Pero, ¿siempre es beneficioso?, ¿cuanta más habilidad tengamos será mejor para conectar con los demás?, ¿desarrollar en exceso esta destreza nos perjudicará de alguna manera?

El psicólogo Alan Crawley, experto en comunicación no verbal y autor del canal ‘Sin Verba’, da respuesta en exclusiva para este blog:

Si apelamos a un ejemplo, es bien sabido que el rostro es el canal principal de la expresión de los afectos, por lo que la capacidad de identificar las emociones ajenas a partir de los movimientos de la cara ha sido siempre una habilidad indispensable para nuestra especie.

A esta última se la conoce como la “habilidad de reconocer emociones” (HRE) y los expertos la han evaluado considerablemente. Dado que la HRE es una destreza, el sentido común nos dice que sería mejor tener más de ella, es decir, a mayor habilidad mejor se reconocerían las expresiones faciales de las emociones en los demás.

Concluyendo así que cuánto más se tiene, más redundaría en un beneficio para la persona. Tener más de una habilidad podría ser siempre positivo para un jugador de fútbol, un mago, un bailarín o un acróbata, sin embargo, algunos expertos en el tema señalan que existe un efecto adverso para la HRE.

Tener más no siempre es mejor. Recientemente, el Dr. Paul Ekman, máxima autoridad en Comunicación No Verbal, fue consultado sobre si alguna vez deseó no poder leer los sutiles mensajes emocionales que otras personas transmiten con su rostro y su respuesta fue: “Ciertamente hay veces que desearía no haberlo sabido”.

Los estudios insinúan que en general los seres humanos con alta HRE están vinculados con actitudes más prosociales, benevolentes y cooperativas. De igual forma, estas personas cuentan con más recursos para generar empatía, algo que les resulta más fácil y menos costoso porque están inclinados a observar los sentimientos de los demás.

A priori, parece mejor tener una alta HRE, pero según nos cuenta la experta Katja Schlegel en su más reciente publicación la HRE también se asocia con efectos contraproducentes.

Las investigaciones científicas actuales según Katja respaldan la afirmación de Paul Ekman. Lo que se ha encontrado puede ser realmente sorprendente y contraintuitivo. La HRE tiene un lado sombrío, que, así como la luna tiene una cara oscura que jamás es visible desde la tierra, la Comunicación No Verbal parece tener la propia

Los beneficios anteriormente nombrados podrían venir con efectos adversos en dos áreas: calidad de las relaciones y bienestar psicológico.

En primer lugar, al ser más hábil para reconocer las emociones en los demás puede que se esté recibiendo información que nuestros compañeros preferirían mantener oculta.

Los congéneres pueden sentirse incómodos y observados en nuestra presencia, por lo que se puede disminuir el rapport, perjudicar nuestra primera impresión e incluso deteriorar los vínculos. Sumado a esto, los individuos más competentes podrían percibir señales emocionales de sus amigos o familiares que preferirían desconocer.

En segundo lugar, a mayor HRE se está más consciente de las propias emociones, especialmente de las negativas, estando así más expuesto a los pensamientos dañinos. Es decir, pueden percibir en sí mismos con mejor claridad lo mal que se sienten, pensar en ello con frecuencia y esto sería peor si se exponen a situaciones estresantes.

Se deduce entonces que la HRE es una espada de doble filo: que a veces no saber mucho es mejor. Se considera que existe un nivel óptimo a nivel teórico que dice que llegado cierto nivel de pericia ya sería suficiente, y que superarlo sería poco funcional o incluso se transformaría en una desventaja.

Las consecuencias negativas por una alta HRE dependerían en gran medida de la personalidad y de la competencia para regular eficazmente las emociones de cada persona. Por tal motivo antes de entrenarse en esta habilidad se debería considerar si este conocimiento es conveniente, y también sus posibles consecuencias negativas.  

¿Alguna vez viste algún gesto o comportamiento no verbal que preferirías no haber identificado? ¿Qué opinas?

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*Referencia: Shclegel, K. (2020). Inter-and Intrapersonal Downsides of Accurately Perceiving Others’ Emotions. In: Stenberg, R. J. & Kostić, A., 1st ed. Switzerland: Palgrave Macmillan, pp. (359-395).

¿Reconoces la amenaza en el rostro de los demás?

Podemos tener dudas a la hora de reconocer la emoción de ira en un rostro, pero tranquilos, nuestro cerebro ya lo hace por nosotros y es capaz de detectar una cara amenazante de forma inconscienteEsto puede parecer inverosímil, pero como el Dr. Harald Schupp y un equipo de investigadores descubrieron ya en el año 2004, estamos programados a un nivel evolutivo para experimentar una respuesta de miedo al detectar la amenaza percibida en otra cara. Si bien es posible que no sepamos lo que está sucediendo, a nivel fisiológico, nuestro cuerpo ciertamente reacciona.

Esta investigación está profundamente arraigada en nuestra historia evolutiva. Nuestras emociones básicas universales (alegría, sorpresa, ira, asco, miedo y tristeza) se basan en cómo evolucionaron nuestros rostros; por ejemplo, entrecerrar los ojos para desconectarnos de las imágenes repugnantes. 

La percepción de amenaza en la cara de otro está profundamente entrelazada con nuestra respuesta de miedo. Las investigaciones han descubierto que detectamos amenazas en los rostros de los demás mucho más rápidamente que las emociones positivas, y nuestros cerebros se preparan rápidamente para lo peor. El trabajo del Dr. Schupp va aún más allá, al observar la respuesta neurológica básica que se activa al percibir la amenaza en la cara de otra persona.

En el estudio, un pequeño grupo de participantes fue reclutado y posteriormente expuesto a una serie de imágenes que representan emociones básicas: amenaza/enojo, felicidad y una cara neutral. Se pidió a los participantes que calificaran cada rostro según el grado en que pareciera amistoso o amenazante, pero solo estuvieron expuestos al rostro por un breve instante, monotorizándose la actividad cerebral para detectar cambios neurológicos.

De acuerdo con sus hipótesis, el estudio encontró que el cerebro muestra una actividad marcadamente diferente casi de inmediato. Sin embargo, la diferencia entre un reconocimiento de amenaza y un reconocimiento amistoso fue mucho mayor que entre amigable y neutral, lo que sugiere que nuestros cerebros están respondiendo de manera más categórica a la amenaza que a otras expresiones faciales. Es más, nuestro reconocimiento no se detiene al detectar la amenaza como sí que lo hace cuando reconocemos un rostro amistoso. En su lugar, continúa procesando el estímulo para formular una respuesta precisa, como huír o luchar.

La comprensión de que nuestro cerebro tiene una reacción profunda e instintiva ante la amenaza nos ayuda a ser más conscientes de lo que sucede instintivamente cuando vemos una cara. Algunas caras pueden inspirar una sensación de ansiedad o consternación subconscientes, y esto perfectamente puede estar vinculado a nuestros procesos de reconocimiento neurológico.

 

 

*Fuente: Can You Spot the Anger? – Humintell

¿Cómo es el rostro de la confianza?

Fotografía publicada en el experimento, muestra de la codificación facial de la menor a la mayor confiaza.

¿Te has preguntado alguna vez cómo algunas personas parecen engendrar confianza, incluso cuando no es merecida? No tiene nada que ver con la psicomorfología facial. No creo, más bien nadie ha demostrado aún, que un determinado rasgo de tu cara quiera decir que eres más o menos sociable, o más o menos agresivo. Si bien es cierto que el canal de la apariencia es fundamental para entender el poder de la comunicación no verbal.

Las investigaciones en esta área apuntan de forma unánime que las primeras impresiones sobre otra persona se forman en menos de un segundo y a menudo son bastante duraderas, una primera impresión puede incluso prevalecer sobre la evidencia objetiva posterior que entre en conflicto con ese primer impacto. A veces, nuestros cerebros forman una impresión sobre los rostros de los demás incluso cuando el tiempo de exposición es tan corto que ni siquiera somos conscientes de haberlos visto.

Los expertos afirman que nuestra amígdala, un área del cerebro asociada con la emoción y la toma de decisiones, juzga la confiabilidad de una cara después de solo 33 milisegundos de exposición. Los sujetos no recordaron ver caras, pero sus amígdalas reaccionaron de manera diferente según los detalles de la misma. En la Universidad de Princeton llevan años investigando sobre el tema y la conclusión es que existen ciertas características faciales que implican confianza.

Concretamente, la forma de la boca y las cejas son las más importantes. Las cejas de mirada enfadada (ceño fruncido) y el leve descenso de las comisuras labiales no son dignas de confianzaLos rostros más susceptibles de que sean percibidos como confiables son los que tienen las cejas arqueadas, como una ligera expresión de sorpresa y una sonrisa en forma de «U».

Estos patrones pueden ser muy útiles para fabricar una imagen de marca, en marketing y publicidad, no podemos cambiar la configuración de los rasgos de nuestra cara, pero sí que podemos fotografiarnos con ciertas expresiones faciales en este sentido para proyectar un aspecto más positivo y confiable de nosotros mismos… A Trump le ha funcionado, ¿no? 🙂

Composición realizada por CNN

 

 

*Referencia: https://www.neurosciencemarketing.com