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Usar mascarillas disminuye la confianza hacia los demás

Muchos investigadores siguen aportando nuevos datos sobre las huellas no tan visibles de la pandemia, concretamente de cómo va afectando el uso de las mascarillas en la comunicación interpersonal.

El simple hecho de no poder ver la boca  de los demás (particularmente útil para identificar expresiones emocionales) nos está pasando factura.

Fotografía CCO

Los estudios previos que han examinado el impacto de las mascarillas faciales en la comunicación han informado una atenuación de la voz inducida por el hecho de llevar mascarilla y han mostrado un beneficio significativo del uso las mascarillas transparentes, sobre todo, en personas con discapacidad auditiva.

Ahora, un reciente estudio de la Universidad de Trento (Italia), liderado por Elena Giovanelli, ha constatado estas interferencias en condiciones fuera de laboratorio, extrapolando a condiciones más comunes de la vida cotidiana (como las videollamadas).

Además ha determinado que ocultar a los hablantes detrás de una pantalla negra u ocultar sus labios a través de una mascarilla facial condujo a un rendimiento más bajo y puntajes de confianza de escucha más bajos, así como un mayor esfuerzo y concentración para una adecuada escucha.

Sobre el impacto de las mascarillas en la confianza para ‘leer’ emociones también han encontrado puntuaciones más bajas de confianza y precisión en el reconocimiento de expresiones emocionales mostradas por rostros que usan mascarillas quirúrgicas.

Todos estos resultados apoyan la idea de que ocultar la parte inferior de un rostro socava la eficacia de una conversación, no solo desde el punto de vista lingüístico sino también desde el aspecto no verbal.

Cómo era ser Maradona: su personalidad a través de la comunicación no verbal

Hoy se celebra el primer aniversario de la muerte de Maradona, una estrella del deporte muy controvertida pero indudablemente carismática. El psicólogo argentino Alan Crawley le rinde homenaje en este blog desde su rigurosa perspectiva y conocimiento, con un análisis descriptivo de la gestualidad característica de Diego Armando Maradona, más allá de su habilidad futbolística o de su vida íntima expuesta públicamente:

Maradona, cuando era seleccionador argentino, bromeando con un grupo de niños. EFE

Maradona, cuando era seleccionador argentino, bromeando con un grupo de niños. EFE

La historia de sus 60 años de vida ha dejado un legado gigantesco, con luces y también sombras, aunque aquí me enfocaré exclusivamente en su comportamiento no verbal.

Veamos entonces una serie de gestos y posturas recurrentes en su expresividad. Actos corporales, maneras de ubicar su cuerpo, que repitió durante una gran parte de su vida. Cada uno de ellos por separado puede brindarnos una pista sobre quién fue, y todos ellos en su conjunto ofrecerán una visión más completa de su identidad.

Les presento 4 comportamientos con los que Diego manifestó su personalidad:

  1. Pecho proyectado hacia adelante y hombros hacia atrás

Él extendía horizontalmente sus pectorales y su tronco superior con una amplitud poco frecuente. Su pecho se ‘inflaba’ hacia adelante. La traducción verbal de esta postura podría ser “tengo plena confianza en mí”. Ya desde joven adoptaba esta postura corporal.

A simple vista, te hace parecer más grande. Es una posición del cuerpo más frecuente en personas con alta seguridad, autoestima y determinación. En general,  esta postura se realiza fugazmente en situaciones de orgullo intenso, como ganar una carrera o un partido de tenis, aunque Diego mantenía esta expresión de forma más permanente.

  1. Postura excesivamente relajada

Los estudios en primates, humanos y no humanos, han evidenciado una tendencia clara con respecto a los individuos poderosos: son generalmente los que adoptan las posturas más distendidas. Esto podía verse en su tendencia a reclinar la espalda contra el asiento.

En ocasiones, lo hacía tan pronunciadamente que separaba su espalda baja del respaldo. También llegaba a estirar al máximo sus piernas hacia adelante, algo que se realiza especialmente en privado o en presencia de personas muy cercanas.

Por último, evitaba los cruces de brazos y manos por delante del cuerpo, posiciones corporales que a menudo se efectúan como respuesta a un malestar situacional, sentirse demasiado expuesto o rechazo interpersonal. Es decir, predominaban en Diego las exhibiciones corporales expansivas y abiertas, lo que visualmente lo hacía parecer de mayor tamaño.

  1. Cruce de brazos con pulgar/es exhibido/s

Los brazos entrelazados por delante del torso también pueden comunicar otros significados tales como comodidad, ceder el turno del diálogo para escuchar, frío, temor, etc. Casi como una contradicción, Maradona sí se cruzaba de brazos con cierta frecuencia, pero lo hacía de una determinada manera.

Por lo general, los tenía relajados y más notablemente elevaba uno o ambos pulgares por delante de la axila. Esta peculiar posición se relaciona, según el experto Joe Navarro, con personas que se consideran a sí mismas como poderosas o seguras.

Estos cruces de brazos sin tensión muscular con el agregado de los pulgares levantados envían mensajes de autoconfianza. No señala vulnerabilidad, más posiblemente es una expresión de compromiso entre “no estoy lo suficientemente cómodo como para desproteger el torso, pero sí lo suficiente como para demostrar cuán seguro estoy de quién soy y de qué soy capaz de hacer”.

  1. Demostraciones de afecto

Hay más frases sobre Maradona que granos de arena en el planeta tierra. Una bastante notable fue la del escritor argentino Eduardo Galeano. A sus ojos, Maradona era “el más humano de los Dioses”. Su mortalidad estaba vinculada con sus deficiencias personales, sus errores. Para complementar su aguda observación, podemos decir que, desde el comportamiento no verbal, Maradona también demostraba su ‘mortalidad’, o más bien, su humanidad.

Sus saludos eran efusivos. Expansivos. En la distancia gesticulaba con energía. En la cercanía, te tocaba, te abrazaba, te besaba. A conocidos y desconocidos. Sin importar su popularidad, cuán alto en la escala jerárquica se encontraba, sus saludos no ostentaban su poder. Todo lo contrario, los hacía como si él fuera menos importante que el otro. Es decir, con sus saludos Diego proyectaba equidad, cercanía y humildad.

Los gestos y posturas descritas hasta ahora nos dan la oportunidad de asociar la gestualidad con su personalidad. Sus posturas abiertas, expansivas y relajadas eran indicativas de su autoconfianza, extroversión y apertura a las interacciones. A su vez, la demostración de los pulgares sugiere la consciencia de su importancia, gran influencia y jerarquía.

En cambio, compensaba los anteriores gestos de dominancia con demostraciones afectivas en forma de saludos, felicitaciones y señales positivas. De pronto, alguien tan idolatrado como admirado, se volvía tan cercano como un amigo íntimo.

Su gestualidad sugiere una combinación poco frecuente de mensajes de alta autoestima, balanceados con una impresionante cantidad de gesticulaciones de cercanía e igualdad con los demás. Esta extraña mezcla fue la que construyó una potente imagen carismática a ojos de la gente.

¿Qué opinas de su gestualidad? ¿Te gustaría conocer más sobre sus gestos? Si quieres saber más, no te pierdas el vídeo con el análisis completos + fotografías y comenta!

 

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Los dos criterios que más valoramos en un líder político

Nuestro cerebro juzga constantemente a los demás, no puede dejar de hacerlo, sobre todo con desconocidos.

Es un patrón evolutivo que conservamos de nuestros antepasados cavernícolas, ya que entonces, era cuestión de pura supervivencia, era crucial averiguar si tu prójimo se mostraba confiable o no, podía matarte, robarte o ayudarte, querer formar parte del grupo a través de la afiliación emocional y todo ello se tenía que percibir e interpretar a través de la comunicación no verbal.

En nuestros días ya existe un lenguaje desarrollado y complejo para dar y recibir información, pero nuestro cerebro sigue fiándose más de las sensaciones de los primeros minutos de exposición, ya que sabe que el mensaje verbal, nuestras palabras, no es íntegro; es controlable y manipulable a voluntad.

Todos realizamos valoraciones en cuestión de segundos, en política con mayor empeño si cabe para tratar de acertar en nuestra importante ‘apuesta’, pero ¿qué es lo que analizamos exactamente?

La profesora de Harvard, Amy Cuddy, ha realizado estudios longitudinales durante más de 15 años y los primeros resultados son claros, los dos rasgos que queremos ver en los demás, sobre todo si va a gobernar nuestro país, son la ‘calidez’ y la ‘competencia’. Nuestro cerebro trata de indagar continuamente si tiene estos dos rasgos a través de dos preguntas: ¿Puedo confiar en esta persona? y ¿puedo respetar a esta persona?

Podríamos pensar que la segunda dimensión, ser competente, podría ser la principal sobre todo en política o en un contexto laboral, al fin y al cabo queremos que sea lo suficientemente inteligente y capaz de manejar la presidencia. Pero lo cierto es que la calidez, o la confianza, es el factor más importante en la forma en que la gente evaluamos.

También es evolutivo, nuestros antepasados preferían confiar en alguien que no fuera a matarles que confiar en alguien que hiciera bien el fuego.

La competencia es importante y una cualidad muy valorada pero sólo se apreciará después de que ya se establezca la confianza, por tanto, que nuestros políticos se esfuercen en exceso en mostrar sus fortalezas, poderes y habilidades puede llegar a ser incluso contraproducendente, nos resultarán distantes e inaccesibles.

La psicóloga Amy Cuddy lo sintetiza así: «Si alguien a quien estás tratando de influenciar no confía en ti, no vas a llegar muy lejos; de hecho, es posible que hasta despiertes sospechas porque parezcas un manipulador. Una persona cálida y digna de confianza que también es fuerte suscita admiración, pero sólo después de haber establecido la confianza, su fuerza se convierte en un regalo y no en una amenaza«.

¿Lo lograrán?

¿Cómo es el rostro de la confianza?

Fotografía publicada en el experimento, muestra de la codificación facial de la menor a la mayor confiaza.

¿Te has preguntado alguna vez cómo algunas personas parecen engendrar confianza, incluso cuando no es merecida? No tiene nada que ver con la psicomorfología facial. No creo, más bien nadie ha demostrado aún, que un determinado rasgo de tu cara quiera decir que eres más o menos sociable, o más o menos agresivo. Si bien es cierto que el canal de la apariencia es fundamental para entender el poder de la comunicación no verbal.

Las investigaciones en esta área apuntan de forma unánime que las primeras impresiones sobre otra persona se forman en menos de un segundo y a menudo son bastante duraderas, una primera impresión puede incluso prevalecer sobre la evidencia objetiva posterior que entre en conflicto con ese primer impacto. A veces, nuestros cerebros forman una impresión sobre los rostros de los demás incluso cuando el tiempo de exposición es tan corto que ni siquiera somos conscientes de haberlos visto.

Los expertos afirman que nuestra amígdala, un área del cerebro asociada con la emoción y la toma de decisiones, juzga la confiabilidad de una cara después de solo 33 milisegundos de exposición. Los sujetos no recordaron ver caras, pero sus amígdalas reaccionaron de manera diferente según los detalles de la misma. En la Universidad de Princeton llevan años investigando sobre el tema y la conclusión es que existen ciertas características faciales que implican confianza.

Concretamente, la forma de la boca y las cejas son las más importantes. Las cejas de mirada enfadada (ceño fruncido) y el leve descenso de las comisuras labiales no son dignas de confianzaLos rostros más susceptibles de que sean percibidos como confiables son los que tienen las cejas arqueadas, como una ligera expresión de sorpresa y una sonrisa en forma de «U».

Estos patrones pueden ser muy útiles para fabricar una imagen de marca, en marketing y publicidad, no podemos cambiar la configuración de los rasgos de nuestra cara, pero sí que podemos fotografiarnos con ciertas expresiones faciales en este sentido para proyectar un aspecto más positivo y confiable de nosotros mismos… A Trump le ha funcionado, ¿no? 🙂

Composición realizada por CNN

 

 

*Referencia: https://www.neurosciencemarketing.com