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Media docena de términos relacionados con el cabello y que quizás no conocías

El diccionario de la RAE recoge infinidad de términos que están relacionados con el cabello, muchos de ellos prácticamente desconocidos e incluso en desuso. En este post os traigo media docena:

Media docena de términos relacionados con el cabello y que quizás no conocías

Tufo: Tenemos asociado este vocablo con el hedor o peste que desprende alguna cosa o alguien, pero también hace referencia a cada una de las dos porciones de pelo, por lo común peinado o rizado, que caen por delante de las orejas. Etimológicamente proviene del francés ‘touffe’, que significa literalmente ‘mechón’.

Aladar: Es el mechón de pelo que cae sobre la sien. Etimológicamente proviene del árabe hispánico ‘al‘aḏár’ y su significado es ‘el mechón’.

Chingua: Forma coloquial para referirse a la trenza de pelo, cuyo origen etimológico proviene del quechua ‘chihua’, con idéntico significado.

Rufo: Forma en la que antiguamente se denominaba a la persona que tenía el cabello pelirrojo. Apareció recogido por primera vez en el Diccionario de Autoridades de 1737, donde también se le daba la acepción de ‘el que tiene el pelo ensortijado’ (rizado). El término proviene del latín ‘rufus’, con el mismo significado y que además también dio origen al vocablo ‘rufián’, ya que antiguamente se tenía el convencimiento de que las personas de ‘mal vivir’ tenían el cabello de color encarnado (o usaban pelucas de ese color).

Hirsuto: Cabello áspero, disperso y duro. Proviene del latín ‘hirsūtus’ de exacto significado. Aparece por primera vez en el Diccionario de Autoridades de 1734 con la acepción ‘Velloso, áspero y duro, como es la piel del macho cabrío’.

Chicho: Rizo pequeño de cabello que cae sobre la frente y es propio del peinado de mujeres y niños. Fue recogido por primera vez en el diccionario de la RAE en su edición de 1954 con la misma definición que se le da actualmente y sin indicar cuál es su posible etimología (la cual dan como desconocida).

 

 

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¿De dónde proviene la expresión ‘tocar pelo’?

¿De dónde proviene la expresión ‘tocar pelo’?

A través de Twitter, Pablo Bach @bachneuman me realiza una consulta en la que me comenta que ha escuchado en un programa de deportes radiofónico decir al locutor (en relación al Tour de Francia) que este año ‘no hemos tocado pelo’ y me pregunta si dicha expresión tiene algún origen machista.

Muchas son las personas que creen que la expresión ‘tocar pelo’ proviene del contacto cuerpo a cuerpo entre dos personas en el momento de mantener una relación sexual (tocar el vello púbico) y de hecho ha generado que haya quien la utilice para indicar que ha tenido sexo con alguien (‘he tocado pelo’).

Pero la expresión en su origen no proviene de entornos sexuales sino del mundo de la tauromaquia.

Tocar pelo (tal y como se refería el locutor al que alude Pablo Bach) se utiliza para indicar que un trabajo se ha realizado correctamente o se ha obtenido un éxito.

Ello se debe a que el torero que realiza una buena faena es recompensado con unos trofeos conocidos como ‘las orejas y el rabo’. El tocar pelo hace referencia precisamente al pelo de esos apéndices que le han sido cortados al astado y se los han entregado como premio al matador, de ahí que se utilice la expresión como sinónimo de obtener un éxito.

 

 

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Nota importante:
Tanto este blog,  su autor, como la web en la que se encuentra alojado (20minutos.es) mantienen por convicción propia y como línea editorial el no fomentar ni apoyar la tauromaquia. Ello no exime, al mal llamado ‘arte’, de haber proporcionado un sinfín de interesantes anécdotas y/o curiosidades a lo largo de la historia siendo dignas de su publicación en esta página, sin que esto pueda representar un cambio de actitud hacia la misma.

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [7]

Séptima entrega de la serie de post dedicados a traer al blog un buen número (de docena en docena) de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban en realidad o que conocías con otro nombre muy distinto.

Espero que la selección de palabras que he hecho en esta ocasión sea de vuestro agrado, al igual que ha ocurrido con las veces anteriores.

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Escusón: Normalmente decimos que una moneda tiene ‘cara y cruz’ y se dice de esta manera porque antiguamente era común que en las mismas apareciera por un lado la cara del rey o emperador y por el reverso una cruz (normalmente cristiana). Pues bien, se le llama ‘escusón’ al reverso de la moneda cuando en ésta lo que aparece representado es un escudo.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Mador: Se conoce como ‘mador’ a aquella fina capa de humedad que en ocasiones cubre parte de nuestro cuerpo (proveniente por ejemplo del rocío de la noche), pero que no proviene de nuestras glándulas sudoríparas y por tanto no puede ser considerado como sudor.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Lanugo: El lanugo es el vello fino y casi imperceptible, parecido a la pelusilla, que cubre parte del cuerpo de los recién nacidos o que incluso algunas personas (ya adultas) tienen en algunas partes del cuerpo.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Beborrotear: Es el acto de ir bebiendo a pequeños sorbos y de manera continuada.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Vedija: Se le llama vedija a aquel mechón de pelo que está enredado y encrespado.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Lauto: Prácticamente en desuso, el término ‘lauto’ se ha utilizado durante mucho tiempo para referirse a alguien o algo que era ‘rico, espléndido, opulento’. Proviene de la palabra en latín ‘lautus’ que significaba ‘lavado’, en clara referencia a los baños (e higiene personal) que en la antigüedad solo podían ser privilegio de personas ricas.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Adiar: Fijar una fecha (día) para realizar cualquier asunto. Por ejemplo, quedar con antelación para verse con alguien en un día concreto.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Pegotear: Lo que hace el típico gorrón que se autoinvita a casa de los demás y siempre aparece justo a la hora de comer/cenar. A este tipo de personas se les suele llamar también ‘pegote’, debido a la acción de pegarse al prójimo con la intención de ser invitada o se le pague la consumición. Muy típico son aquellos que se presentan (sin haber sido invitados) a cualquier tipo de evento (por ejemplo una fiesta de cumpleaños, banquete de una boda…).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

 

Escamondar: Se trata de la acción de limpiar algo a lo que se le quita lo superfluo o aquello que no le sirve, por ejemplo las ramas y hojas secas de un árbol.

 

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Faetón: Un faetón es el carruaje de paseo, con cuatro ruedas, descubierto (aunque con una capota que se puede subir y bajar) y tirado por uno o dos caballos, muy típico en algunas ciudades con el que se pasea a los turistas.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

 

Sangradura: Así es como se le llama a la parte del brazo que se encuentra opuesta al codo (la que queda hundida al doblarse). Se le denomina de ese modo porque es por donde se hace la incisión para extraer sangre (antiguamente las famosas ‘sangrías’ y en la actualidad donde se pincha la aguja para las donaciones o análisis).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban

Conticinio: Momento de silencio absoluto durante la noche, cuando todos duermen y no se escucha ni un solo sonido. Proviene del latín ‘conticinium’ el cual se utilizaba antiguamente para señalar el cese total de todos los sonidos debido a que era el momento de descansar.

 

 

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¿Por qué hace daño si nos estiran del pelo pero no duele cuando nos lo cortamos?

¿Por qué nos hace daño si nos estiran del pelo pero no duele cuando nos lo cortamos?

A lo largo de nuestra vida nos cortamos el cabello infinidad de veces, se nos puede llegar a caer e incluso hay quien se afeita la cabeza por completo y ninguna de estas cosas causa el más mínimo dolor. Sin embargo si alguien nos da un tirón de pelo (por leve que sea) nos duele una barbaridad.

El motivo de que esto sea así es porque en la base de nuestra cabeza, por donde sale cada uno de nuestros cabellos, tenemos un sinfín de folículos pilosos rodeados de terminaciones nerviosas e infinidad de células que empujan el cabello hacia fuera. Cada pelo que crece y sale hacia el exterior no deja de ser células muertas que son empujadas afuera por otras aún vivas que se encuentran en la base.

Por tanto el pelo es una secreción de células muertas carentes de sensibilidad alguna que produce nuestro organismo, motivo por el que no nos duele a la hora de cortarlo. Pero como cada uno de esos pelos siguen unidos a nuestra cabeza, el tirar de ellos es lo que hace que las terminaciones nerviosas nos manden esa señal de dolor.

 

 

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El curioso origen del término ‘peluca’

El curioso origen del término ‘peluca’

Estoy seguro de que si hicieran una encuesta en la que preguntasen cuál es el origen etimológico de la palabra ‘peluca’ la mayoría de las personas responderían (y con cierta lógica) que proviene de la palabra ‘pelo’.

Pero no, ese no es su origen y, aunque parezca sorprendente, los términos peluca y pelo no tienen la misma procedencia etimológica.

En castellano recibimos la palabra ‘peluca’ desde el francés medieval ‘perruquet’ y este era el modo por el que se llamaba a los loros (actualmente ‘perroquet’). En el siglo XV muchos fueron los miembros de la judicatura francesa que destacaban por la verborrea que tenían a la hora de exponer sus argumentos, por lo que comenzaron a recibir el apelativo de loros (perruquets). Al ir provistos de unas vistosas pelucas hizo que el conjunto en si tomase ese nombre.

Del francés ‘perruquet’ llegó al catalán ‘perruca’ y de éste al castellano como ‘peluca’, perdiendo rápidamente las erres y sustituyéndose por una ele gracias a la clara influencia del término ‘pelo’ (debido a que una peluca estaba hecha de pelo postizo).

Por su parte, el término ‘pelo’ proviene del latín ‘pilus’ de idéntico significado.

 

 

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Fuentes de consulta: lexicoon / capsuladelengua / etimologias.dechile / RAE / etymonline
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Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [3]

Atendiendo a varias peticiones que me han hecho llegar, durante las últimas semanas, varios lectores del blog, aquí tenéis una nueva entrega (la tercera) con ‘una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban’.

Espero que, al igual que las otras dos anteriores, este post sea de vuestro agrado y os sorprenda descubrir nuevos vocablos para cosas muy cotidianas.

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Cutí

 

Cutí: Tela que se utiliza para hacer la cubierta de los colchones. Antiguamente era muy común que fuera a rayas (sobre todo rojas y blancas) lo que originó el mote de ‘colchoneros’ al Atlético de Madrid.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Escabel

 

Escabel: Tarima, normalmente de madera, que se coloca frete a la silla para que descansen los pies (reposapiés). En las iglesias tienen una doble función, ya que es utilizada por los feligreses para arrodillarse y rezar.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Alfeñique

 

 

Alfeñique: Persona enclenque, de complexión débil.

 

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Borborigmo

 

 

Borborigmo: Es el característico ruido que hace nuestro estómago cuando nos rugen las tripas.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Probóscide

 

 

Probóscide: Trompa (por ejemplo de elefante) y por donde algunos insectos dípteros succionan.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Pabilo

 

 

Pabilo: La mecha que hay en las velas de cera.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Acerico

 

 

Acerico: Se trata de la almohadilla que se utiliza en costura donde se clavan los alfileres y las agujas.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Chirlo

 

 

Chirlo: Herida cicatrizada en la cara (la típica cicatriz en la mejilla de los gansters y piratas)

 

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Herrete

 

 

Herrete: Pieza de plástico o alambre que lleva la punta de los cordones y que facilita que puedan ser introducidos fácilmente por los ojetes (agujeros) del calzado.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Carmenar

 

 

Carmenar: Acto de desenredar o desenmarañar el cabello.

 

 

 

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Maca

 

 

Maca: Señal que hay en la fruta tras recibir un golpe.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Himeneo

 

 

Himeneo: Casamiento, contraer matrimonio (Realmente a lo que nosotros llamamos ‘boda’ originariamente era solo el acto de los votos que se hacían los contrayentes durante la ceremonia).

 

 

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Algunas curiosidades sobre el cuerpo humano que quizás no sabías

Seguro que en más de una ocasión habrás dicho eso de que conoces tu cuerpo como la palma de tu mano. Pero no siempre uno sabe todo lo que esconde su organismo. En el post de hoy os traigo algunas curiosidades sobre el cuerpo humano que quizás no sabías.

  •  La huella lingual

Si deseas ocultar tu identidad no enseñes demasiado la lengua. Del mismo modo que ocurre con las huellas digitales, cada persona tiene también una impresión (huella) única en la lengua. Algunas empresas de seguridad están trabajando en crear lectores que sean capaces de identificar cada huella lingual, tal y como pasa con las de nuestros dedos.

  • La piel que mudamos

No solo las mascotas mudan su pelo. Los seres humanos arrojamos unas 600.000 partículas de piel cada hora que pasa. Eso equivale a alrededor de unos 700 gramos al año, por lo que la persona promedio ha perdido alrededor de 49 kilos de piel al llegar a los 70 años.

  •  El cómputo total de huesos

De mayores tenemos menos huesos que cuando somos bebés. Comenzamos la vida con un total de 350 huesos, pero, a raíz que vamos creciendo, éstos se van fusionando y/o soldando entre si y acabamos con tan sólo 206 al alcanzar la edad adulta.

  •  Continuo cambio de revestimiento estomacal

Cada tres o cuatros días en nuestro estómago se forma un nuevo revestimiento. Su función es para evitar que los fuertes ácidos que hay en el interior para digerir los alimentos no digieran también las paredes de nuestro estómago.

  •  Memoria olfativa

Evidentemente, nuestra nariz no es tan sensible ni está tan desarrollada como la de un perro o la mayoría de los animales, pero puede llegar a recordar la friolera de 50.000 olores diferentes.

  •  La longitud de los intestinos

El intestino delgado es, por norma general, cuatro veces más largo que la altura de un adulto (teniendo en cuenta una altura promedia de 1,70 m). Si el intestino no estuviera doblado hacia atrás y adelante sobre sí mismo, su longitud, que alcanza en muchos casos los 7 metros de largo aproximadamente, no cabría dentro de la cavidad abdominal.

  •  Invasión de bacterias

Esto posiblemente te haga estremecer: En cada centímetro cuadrado de piel del cuerpo humano hay unos 32 millones de bacterias. Pero para tu tranquilidad has de saber que, afortunadamente, la mayoría de esas bacterias son inofensivas.

  •  La fuente del olor corporal

La fuente del mal olor de pies así como de las axilas malolientes es el sudor.  Esto es conocido por todos, pero ¿sabes cuanta cantidad de sudor pueden llegar a desprender tus pies?  Un par de pies tiene medio millón de glándulas sudoríparas, pudiendo llegar a producir más de medio litro de sudor al día. Evidentemente hay que tener en cuenta factores climatológicos en los que dependiendo de la época del año en la que nos encontremos esa cantidad variará considerablemente.

  •  El estornudo veloz

El aire de un estornudo humano puede viajar a una velocidad de 160 kilómetros por hora (e incluso más). Esta es una buena razón para cubrirse la nariz y la boca al estornudar o esquivar la cabeza, cuando oyes uno viniendo hacia ti.

  •  La distancia que recorre la sangre

La sangre tiene un largo camino por recorrer: “estirados”, de extremo a extremo, hay cerca de cien mil kilómetros de vasos sanguíneos en el cuerpo humano. El duro trabajado del corazón es bombear unos 7.500 litros de sangre a través de los vasos todos los días.

  • Salivando

A lo largo de nuestra vida, cada persona produce un promedio de entre 25.000 y 35.000  litros de saliva, la cantidad suficiente  como para llenar dos piscinas.

  •  Los decibelios de un ronquido

Para muchas personas que lo tiene que soportar cada noche, el sonido de un ronquido les puede parecer ensordecedor. El promedio de un ronquido está en 60 decibelios (los mismos que una conversación en voz alta), pero puede llegar a alcanzar los 80dB. convirtiéndose en insoportable, si tenemos en cuenta que esos son los decibelios que produce un taladro eléctrico.

  •  El color del cabello y densidad

Dependiendo el color (natural) de pelo que tengas en la cabeza tendrás una mayor o menor densidad.  La cabeza humana media tiene 100.000 folículos pilosos, cada uno de los cuales es capaz de producir 20 pelos individuales durante la vida de una persona. Las personas rubias tienen un promedio de 146.000 folículos. Las de cabello negro tienden a tener unos 110.000 folículos, mientras que aquellos con el pelo castaño están justo en el promedio con 100.000 folículos. Los pelirrojos tienen el pelo menos denso, con un promedio alrededor de 86.000 folículos.

  •  El tamaño de la cabeza

Cuando somos bebés el tamaño de nuestra cabeza supone un cuarto de la longitud total de nuestro cuerpo, motivo por el que pesa y es difícil poder mantenerla erguida. Al hacernos adultos nuestra cabeza es una octava parte de nuestra longitud.

  •  La necesidad de dormir

Nuestro organismo está preparado para estar varias semanas sin comer, pero no lo está para no dormir.   El tope de tiempo que puede estar (por promedio) una persona sin dormir es de once días. Transcurrido este tiempo difícilmente se puede sobrevivir.

 

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Fuente de consulta: howstuffworks
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¿Por qué se volvió de color blanco el cabello de María Antonieta antes de ser guillotinada?

¿Por qué se volvió de color blanco el cabello de María Antonieta antes de ser guillotinada?

Según la historia, María Antonieta, en el momento de ser llevada a la guillotina, apareció con una cabellera blanca.

Días atrás, cuando fue encerrada en la Bastilla lucía una precioso cabello oscuro. Allí, a través de un ventanuco, podía observar como preparaban la guillotina que le tenía que cortar la cabeza.

La verdad es que a María Antonieta no se le volvió, de la noche a la mañana, el cabello completamente blanco, sino que debido a la situación de nervios y estrés que padeció durante ese cautiverio sufrió una Alopecia Areata difusa.

Las defensas en la alopecia areata atacan la parte de la raíz donde está el pigmento y por lo tanto los cabellos blancos no quedan afectados por esta dolencia.

María Antonieta perdió todos sus cabellos oscuros y le quedaron los cabellos blancos, cosa que hacía que diese la sensación que le había cambiado el color del pelo de golpe.

En realidad, su cabellera inicial era ya un poco grisácea, es decir, tenía mucho pelo oscuro y unos cuantos blancos: pelos grises no hay, es la mezcla de los oscuros y los claros el que da a la cabellera la tonalidad grisácea.

 

 

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Fuente:  Salvem la Pell (Salvemos la piel) de Dr. Francesc Grimalt y Dr. Ramón Grimalt

 

El diferente tiempo de crecimiento del pelo

Edu Casado me envía un correo en el que me plantea la siguiente pregunta:
¿Por qué el pelo de la cabeza y de la barba crece indefinidamente y el pelo de los brazos, del pecho, de las piernas o de las axilas no?

La complejidad de la cuestión me hace consultar a un experto en dermatología.
Esta es la respuesta que amablemente me envía el Doctor Enrique Martín Pascual:

La pregunta está mal planteada, porque parte de una premisa falsa: En condiciones normales, el pelo de la cabeza, de la barba y el de cualquier parte del cuerpo tienen un tiempo limitado de crecimiento y luego caen. Por ejemplo, el pelo de la cabeza crece durante un tiempo muy variable, dependiendo que sea una mujer (más tiempo) o un hombre (menos tiempo); de que padezcan o no una alopecia androgenética o cualquier otra enfermedad y según el grado de esa enfermedad. Se conoce, como algo excepcional, a una japonesa que el pelo del cuero cabelludo llegó a ser tan largo que alcanzó varios metros de longitud. También puede pasar lo mismo con la barba, pero no es habitual.
El pelo de las cejas, como todo el pelo del cuerpo, está creciendo y cayendo constantemente. Normalmente, está saliendo (fase de crecimiento anagen) durante unos 2 meses y luego cae. Si no fuese así (y quizás sea esa la razón de que sea lo que pase), las cejas nos llegarían al suelo.
El pelo de cada zona tiene un tiempo distinto de crecimiento y reposo, y luego cae. Normalmente sólo asoma alrededor de un tercio del total del pelo, el resto está esperando a que llegue su fase de crecimiento para que aparezca.
No sé si he respondido a la pregunta que me hace.
Un cordial saludo
Dr. Enrique Martín Pascual (Dermatólogo)
http://www.dermatologo.org