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¿Por qué detectamos antes un olor fétido que una fragancia agradable?

Nuestro sentido del olfato está diseñado para detectar los olores que pueden representar un peligro para nuestra salud o seguridad. Por lo tanto, nuestra capacidad para detectar olores desagradables y peligrosos, como el olor a gas, los excrementos y flatulencias, la comida en mal estado o el humo, es más aguda que nuestra capacidad para detectar fragancias agradables u olores seguros.

¿Por qué detectamos antes un olor fétido que una fragancia agradable?

Esto se debe a que nuestro sistema olfativo está diseñado para alertarnos de los peligros antes que para detectar cosas agradables. Cuando se detecta un olor desagradable, se activan inmediatamente áreas en nuestro cerebro relacionadas con la memoria, la emoción y la respuesta de lo que comúnmente se conoce ‘lucha o huida’.

Esto significa que un olor desagradable puede activar una respuesta emocional intensa antes de que tengamos la oportunidad de pensar conscientemente en lo que estamos oliendo.

Por otro lado, los olores agradables pueden ser más sutiles y no activarán la misma respuesta emocional intensa. Además, nuestro cerebro puede adaptarse rápidamente a los olores agradables, lo que significa que después de un tiempo, dejamos de notarlos.

 

 

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Media docena de términos relacionados con el cabello y que quizás no conocías

El diccionario de la RAE recoge infinidad de términos que están relacionados con el cabello, muchos de ellos prácticamente desconocidos e incluso en desuso. En este post os traigo media docena:

Media docena de términos relacionados con el cabello y que quizás no conocías

Tufo: Tenemos asociado este vocablo con el hedor o peste que desprende alguna cosa o alguien, pero también hace referencia a cada una de las dos porciones de pelo, por lo común peinado o rizado, que caen por delante de las orejas. Etimológicamente proviene del francés ‘touffe’, que significa literalmente ‘mechón’.

Aladar: Es el mechón de pelo que cae sobre la sien. Etimológicamente proviene del árabe hispánico ‘al‘aḏár’ y su significado es ‘el mechón’.

Chingua: Forma coloquial para referirse a la trenza de pelo, cuyo origen etimológico proviene del quechua ‘chihua’, con idéntico significado.

Rufo: Forma en la que antiguamente se denominaba a la persona que tenía el cabello pelirrojo. Apareció recogido por primera vez en el Diccionario de Autoridades de 1737, donde también se le daba la acepción de ‘el que tiene el pelo ensortijado’ (rizado). El término proviene del latín ‘rufus’, con el mismo significado y que además también dio origen al vocablo ‘rufián’, ya que antiguamente se tenía el convencimiento de que las personas de ‘mal vivir’ tenían el cabello de color encarnado (o usaban pelucas de ese color).

Hirsuto: Cabello áspero, disperso y duro. Proviene del latín ‘hirsūtus’ de exacto significado. Aparece por primera vez en el Diccionario de Autoridades de 1734 con la acepción ‘Velloso, áspero y duro, como es la piel del macho cabrío’.

Chicho: Rizo pequeño de cabello que cae sobre la frente y es propio del peinado de mujeres y niños. Fue recogido por primera vez en el diccionario de la RAE en su edición de 1954 con la misma definición que se le da actualmente y sin indicar cuál es su posible etimología (la cual dan como desconocida).

 

 

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Hiperosmia: personas capaces de distinguir olores que otras ni tan siquiera perciben

Hiperosmia: personas que son capaces de distinguir olores que otras ni tan siquiera perciben

La ‘hiperosmia’ es la cualidad (calificada también como trastorno) de percibir olores que otras personan no son capaces de detectar.

Por poner un ejemplo: los afectados de ello son capaces de distinguir el aroma de una flor (por ejemplo el jazmín) entre un montón de escombros o detectar la fragancia de un perfume que lleva una persona cuando ésta todavía no ha llegado al lugar donde se encuentra. Otro ejemplo práctico podría ser la novela (y película homónima) ‘El perfume’ en la que el protagonista tenía un olfato excesivamente desarrollado.

Se ha detectado que algunas de las personas con hiperosmia lo hacen durante un periodo concreto de sus vidas y no continuadamente (aunque se han dado casos, es poco común que alguien lo padezca a lo largo de toda su existencia).

El que no afecte a un elevado número de personas ha hecho que se convierta en una patología poco investigada, por lo que no se conoce al cien por cien qué es lo que produce que algunas personas puedan estar dotadas de esa singular agudeza olfativa.

En ciertos casos la hiperosmia puede ser una ventaja, pero para la mayoría de los que la padecen puede llegar a convertirse en un suplicio, debido a que detectan hasta el más mínimo de los olores, por lo que los ‘malos olores’ (como los fétidos) los notan más exageradamente.

Curiosamente, quienes padecen de una hiperosmia ‘pasajera’ son algunas embarazadas (sobre todo al inicio y final de la gestación). El hecho de que afecte a las mujeres en estado se debe, principalmente, a un aumento de la concentración de estrógenos y progesterona.

Quienes también pueden verse afectadas por este trastorno son mujeres tras llegar a la menopausia; personas con algún trastorno metabólico (como la enfermedad de Addison, entre cuyos síntomas se encuentra la hipersensibilidad olfativa); de hipertiroidismo e incluso algunas alteraciones neuronales (debido al consumo de algunas sustancias alucinógenas) o que se encuentren bajo el síndrome de abstinencia de benzodiacepinas (tras un periodo prolongado consumiendo medicamentos psicotrópicos).

 

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Fuentes de consulta y más info: ncbi / xatakaciencia / sintomasdelembarazo / anosmia.info / ireneu / sciencedirect
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Nuestra prodigiosa memoria olfativa

Nuestra prodigiosa memoria olfativa

Aunque nuestra nariz no es tan sensible ni está tan desarrollada como la de un perro o la mayoría de los animales, puede llegar a recordar 50.000 olores diferentes. Esa prodigiosa memoria olfativa es la que hace que olamos un aroma y éste pueda transportarnos con nuestros recuerdos a décadas atrás, a un momento vivido, a un lugar concreto.

Que podamos recordar hasta 50.000 aromas no quiere decir que ese sea el tope de los que nuestro olfato pueda llegar a percibir, ya que en realidad podemos distinguir hasta la friolera de un billón de olores diferentes.

Según investigadores de la Universidad de Pittsburgh los diferentes efluvios que podemos percibir se pueden clasificar en diez categorías: fragante (que es el olor suave y agradable), el olor a madera o resina (llamado también leñoso), el olor químico, el mentolado o refrescante, el olor dulce, el olor a quemado o ahumado (donde incluiríamos el de las características palomitas de maíz o el conocido como chamusquina), el olor a podrido, el rancio o acre (entre los que se incluye el ajo y el del fósforo), y dos olores frutales: uno que incluye los cítricos y el que lo excluye (resto de frutas).

 

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