Archivo de la categoría ‘Fuentes no renovables’

Garoña, la metamorfosis de una vieja cafetera nuclear

Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado Técnico de la Alianza Mar Blava

 central nuclear

Vasija del reactor de la central de Garoña en fase de recarga

Gracias a las maniobras de un Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) cada vez más vendido a los intereses de las grandes empresas eléctricas, la vieja cafetera nuclear que es la central atómica de Santa María de Garoña (Burgos) se ha convertido de facto en un activo financiero de primer orden.

Ya desde sus orígenes, surgido en 1980 de las cenizas de la entonces moribunda Junta de Energía Nuclear franquista, de la cual heredó todos sus vicios y defectos, el CSN ha sido un organismo volcado descaradamente en la defensa de los intereses económicos de los propietarios de las centrales nucleares. La seguridad nuclear y la protección radiológica de las personas y del medio ambiente han quedado siempre en un segundo plano en la gestión del CSN. Su legendaria opacidad, obscurantismo y falta de transparencia hacia el público, ha sido objeto de numerosos editoriales y artículos a lo largo de sus más de 30 años de existencia.

Sonoros escándalos como el de la fuga de partículas radiactivas de Ascó en 2008, que la dirección de la central nuclear pudo ocultar durante meses gracias a la connivencia del CSN y que sólo pudo ser conocido por la opinión pública cuando Greenpeace lo destapó; o el de la degradación del sistema de aguas esenciales de la central nuclear de Vandellós-2, a la que el CSN permitió en 2004/2005 funcionar ocho meses sin las medidas preceptivas de seguridad hasta que, de nuevo, se dio a conocer públicamente por las denuncias de Greenpeace; son sólo algunos de los ejemplos más significativos de la actitud permisiva y condescendiente del CSN con los titulares de las instalaciones nucleares.

La decisión del CSN

La deriva del CSN a posturas cada vez menos independientes y neutrales se ha acrecentado en los últimos años y se ha evidenciado en asuntos tan importantes para la seguridad nuclear como el del proyecto del cementerio nuclear de residuos radiactivos de alta actividad (Almacén Temporal Centralizado, ATC) en la localidad conquense de Villar de Cañas – donde el CSN ha insistido en seguir adelante con la tramitación a pesar de las advertencias de los propios técnicos del CSN sobre la falta de idoneidad del terreno desde el punto de vista hidrogeológico-, o en el del alargamiento de vida de la central nuclear de Garoña.

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Un trámite “normal” para Garoña

Por Juan Castro – Gil – Abogado

central nuclear

El Consejo de Inseguridad Nuclear ha decidido así como si tal cosa, que la Central Nuclear de Santa María de Garoña, de 40 años de edad y cerrada desde hace cuatro, pueda volver a abrir. Es gracioso ver en el orden del día del pleno del Consejo como su reapertura es un asunto de “trámite normal”. Sí, ya sé que seguramente sea la forma de hablar de los ilustres consejeros, pero no me pueden negar que semejante decisión es cualquier cosa menos “normal”.

Ahora que esta buena gente ha decidido sacarse el marrón de encima, deja a la siempre impecable voluntad del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital la decisión de reabrir la planta y, por extensión, permitir que sus peligrosas hermanas puedan prorrogar su actividad.

Por su parte, en la trama del vodevil, los dueños del establecimiento (Endesa e Iberdrola), cual canción de Pimpinela, distraen la atención del público con manifestaciones sobre el “sí quiero” y el “no quiero” a razón de pito pito gorgorito, mientras de trasfondo, como dueños de la central de Almaraz, operada por aquellas compañías junto con Gas Natural Fenosa, observan con una sonrisa macabra cómo pronto van a prorrogar la jubilación a sus peligrosos juguetitos un 50% más de tiempo del que les correspondía (verdadero quid de la cuestión).

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Una ley para declarar el Mar Mediterráneo libre de prospecciones de hidrocarburos

Por Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado Técnico de la Alianza Mar Blava

El pasado 13 de enero tuvo lugar en el Parlament balear un acto de democracia directa cargado de gran simbolismo pues en él se concretó la transmisión de una Proposición de Ley para proteger el mar Mediterráneo bajo jurisdicción española frente a la amenaza de las prospecciones de hidrocarburos, desde la sociedad balear, representada en este caso por la Alianza Mar Blava, al Parlament, el cual es, como especifica el propio Estatuto de Autonomía de las islas, la representación del pueblo de Baleares.

La Alianza Mar Blava es una plataforma intersectorial cuya misión es incrementar la protección del mar Mediterráneo, acabar con la amenaza que para la economía y el medio ambiente de las comunidades del arco mediterráneo suponen los proyectos de prospecciones petrolíferas actualmente en tramitación, y avanzar hacia una mayor sostenibilidad del sistema energético.

Esta Alianza agrupa actualmente a más de 110 entidades tanto de las Administraciones públicas (Govern balear, Consells insulares de Formentera, Ibiza, Menorca y Mallorca, diversos ayuntamientos de estas islas y el Ayuntamiento de Barcelona) como del sector privado (entidades de sectores económicos como el turismo, la pesca o el náutico) y de la sociedad civil (organizaciones sociales, sindicales y ecologistas).

La Proposición de Ley que la Alianza, junto a la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca del Govern balear, presentó y entregó a todos los grupos políticos del Parlament balear, se estructura en un único artículo, una disposición adicional y una disposición transitoria.

Dicho artículo establece que quedará excluida la exploración, investigación y explotación de hidrocarburos, u otras sustancias minerales, en el medio marino del mar Mediterráneo sobre el que España tenga jurisdicción.

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Los balances de las multinacionales petroleras se derrumban

Por Manuel Peinado Lorca – Catedrático de la Universidad de Alcalá

planta

Las multinacionales petroleras más grandes del mundo están en serios problemas porque sus balances económicos acusan los mayores costes de producción, la caída de los beneficios y el aumento vertiginoso de la deuda financiera acumulada tras años de pérdidas. Castigados por la cada vez más baja Tasa de Retorno Energético (EROI), los días de gloria de los gigantes petrolíferos altamente rentables han llegado a su fin. Todo lo que queda ahora es una sombra de la que una vez fuera una poderosa industria que, como comenté en un artículo anterior, se verá obligada a continuar canibalizándose para extraer la última gota de petróleo.

Desgraciadamente, los analistas energéticos, todos ellos economistas sin nociones de los principios elementales de la Termodinámica, no tienen ni idea del desastre financiero que está teniendo lugar en la industria petrolera mundial por el desplome de la EROI y continúan elucubrando con análisis economicistas y apuntes contables que, como prueba palpable de que el papel lo aguanta todo, ilusionan a los inversores y a un público que no está preparado para lo que viene. Para proporcionar una visión más realista de una industria en desintegración, veamos los datos de siete de las compañías petroleras más grandes del mundo.

Para evitar que el mundo cayera en un colapso total durante la crisis financiera de 2008, la Reserva Federal y los bancos centrales de todo el mundo, con el BCE a la cabeza, imprimieron más papel moneda que en toda la historia. Como efecto colateral de la impresión masiva de dinero (y de la compra de activos) por parte de los bancos centrales, el precio del petróleo alcanzó un récord de más de 100 dólares por barril (U$/b) durante más de tres años. Mientras que las grandes compañías petroleras presentaban resultados con elevadas ganancias debido al alto precio del crudo, invertían una gran cantidad de capital para producirlo.

Como puede verse en la Figura 1, la suma total de la deuda a largo plazo del grupo de las siete multinacionales petroleras más grandes del mundo aumentó de 227.000 millones en 2012 a 272.000 millones en 2013. Toda una paradoja: la deuda aumentó en 45.000 millones, casi la misma cantidad que los pagos totales por dividendos (44.000). No perdamos de vista los 17.000 millones de flujo negativo de caja ese mismo año, pero la diferencia entre dividendos y deuda refleja que las siete principales multinacionales petroleras pidieron dinero prestado en 2013, cuando el petróleo estaba a 109 U$/b, para mantener felices a sus inversores.

Desde la crisis mundial de 2008, las siete principales compañías petroleras han visto cómo su deuda total combinada se cuadriplicaba, pasando de 96.000 millones a los 379.000 millones de deuda actual. Parecería lógico pensar que, habiendo disfrutado durante más de tres años de un precio del petróleo a más de cien dólares el barril, estos gigantes energéticos habrían reducido su deuda o, al menos, la habrían contenido. Desgraciadamente para ellas, el coste de reemplazar reservas, producir petróleo y repartir “ganancias” con los accionistas superó los ingresos de un petróleo caro.

Figura 1. Cifras en miles de millones de dólares americanos ($). (SRSrocco Report).

Ahí radica el problema. Una de las desventajas de cargar con una deuda es la cantidad creciente de intereses que la compañía tiene que pagar para sufragarla. Si miramos la Figura 1, la brasileña Petrobras marcha a la cabeza del grupo deudor: la carga financiera de Petrobras casi se quintuplicó al pasar desde 21.000 millones en 2008 a 109.000 millones en 2016. Acumulando deuda, también tuvo que pagar más para amortizarla. En esos ocho años, los pagos por intereses crediticios de Petrobras aumentaron desde 793 millones en 2008 a 6.000 millones en 2016. Para sus accionistas está siendo un desastre: el incremento de los intereses de la deuda impidió que la compañía pagara dividendos en los últimos dos años. En cambio, en el trienio 2009-2011, mientras que el mundo se apretaba el cinturón, Petrobras pagó dividendos por valor de 19.500 millones de dólares.

Petrobras, como el resto de sus colegas, es un ejemplo perfecto de cómo la caída de la EROI castiga a una petrolera desde sus entrañas hacia afuera. La penosa situación de la petrolera carioca es la siguiente: si usted es accionista, no cobra dividendos, y si invirtió fondos (en bonos de la compañía, o en fondos que tuvieran inversiones en ella) para recibir intereses más altos, despídase porque nunca obtendrá su inversión inicial. Así las cosas, inversores y accionistas se quedarán con dos palmos de narices. Este es lo que sucede durante la etapa final del anunciado colapso de la industria petrolera. Y eso explica que los grandes inversores como el fondo soberano de Noruega o la Fundación Rockefeller, cuyos patronos lograron su vasta fortuna con el petróleo, hayan retirado sus inversiones en la industria de los combustibles fósiles.

Figura 2. Cifras en miles de millones de dólares americanos ($). (RSRrocco Report).

Otra consecuencia negativa de la caída de la EROI en los balances financieros de las compañías petroleras es la disminución de las ganancias, ya que el coste de producir petróleo aumenta más lo que el mercado puede pagar por el crudo. Para poder entender la mala situación financiera de las multinacionales petroleras, hace falta mirar hacia atrás y comparar la rentabilidad de la industria con el precio del petróleo. Para encontrar un año en el que el precio del petróleo era similar al de 2016, tenemos que regresar a 2004, cuando el precio medio del crudo era de 38,26 U$/b frente a los 43,67 del año pasado (Figura 2). Sí, el precio del petróleo era más bajo en 2004 que en 2016, pero las compañías petroleras no se quejaban porque ese año el ingreso neto combinado de las siete petroleras fue de 99.200 millones. Todas ellas obtuvieron pingües beneficios en 2004 con un precio del petróleo de 38,26 U$/b. Sin embargo, el año pasado, las ganancias netas del grupo se desplomaron un 90% (10.500 millones), incluso cuando el precio del petróleo había aumentado en más de cinco dólares el barril. Solo cuatro obtuvieron ganancias en 2016, mientras que tres perdieron dinero (Tabla 1).

Tabla 1. Ingresos netos de las siete petroleras más grandes del mundo. (SRSrocco Report).

Además, la situación financiera está mucho peor debido a que el apunte contable «ingresos netos» no tiene en cuenta los gastos de capital o los pagos de dividendos de las empresas. En cualquier caso, está claro que la rentabilidad de las principales compañías petroleras se ha esfumado incluso con precios del petróleo más elevados.

Otro indicador que proporciona una muestra aún más inquietante del descenso de la EROI es el desplome del «Retorno del Capital Empleado» (ROCE por sus siglas en inglés), una ratio de contabilidad usada en finanzas, valoración y contabilidad. Es una medida útil para comparar la rentabilidad relativa de las empresas después de tener en cuenta la cantidad de capital usado. El ROCE es el cociente entre los beneficios antes de intereses e impuestos y el capital invertido. En 2004, las siete compañías anunciaron un ROCE de entre el 20 y el 40%. En la década siguiente el indicador se desplomó drásticamente y ahora se registran los dígitos más bajos (Figura 3).

Figura 3. Retorno del Capital Empleado. (SRSrocco Report).

En la Figura 3 se puede ver que BP tuvo el ROCE más bajo (19,68%) del grupo, mientras que Statoil tuvo el más alto (46,20%). Si promediamos las cifras más altas y más bajas, el promedio para el grupo fue del 29%. Ahora, compare ese porcentaje con el promedio de 2,4% en 2016, y eso sin incluir los rendimientos negativos de BP (-0,64%) y Chevron (-0,84%), respectivamente. Aunque no hayan sido negativos, obsérvese el desplome del ROCE de Statoil que ha experimentado una caída experimente un descenso desde el 46,2% en 2004 a menos del 1% en 2016, todo un síntoma de que algo huele muy mal en esa compañía. Debemos recordar que el alto Roce obtenido en 2004 por las compañías se sostuvo en un precio de petróleo de 38 U$/b, mientras que los ROCE de un solo dígito de 2016 se derivaron de un precio más alto (43 U$/b). Estas son malas noticias porque el mercado no puede permitirse un alto precio del petróleo a menos que la Reserva Federal y los bancos centrales vuelvan a darle a la manivela del dinero con programas de estímulo QE (Quantitative Easing).

Veamos ahora la Figura 4, que muestra como la caída de la EROI está destruyendo a las principales compañías petroleras del mundo. El gráfico presenta los flujos de caja, es decir, los flujos de entradas y salidas de caja o efectivo en un período dado y, por lo tanto, es un indicador importante de la liquidez de una empresa. En 2004, las siete compañías petroleras disfrutaron de un flujo de efectivo neto combinado menos dividendos de +34.000 millones; en 2016 el flujo era negativo: -39.100 millones. Eso quiere decir que, en 2004, después de que estas petroleras pagaran sus gastos de capital y abonaran los dividendos a sus accionistas, les quedaban 34.000 millones netos. Sin embargo, en 2016 las mismas compañías tenían un agujero de 39.100 millones después de pagar gastos de capital y dividendos. Por lo tanto, muchas de ellas tuvieron que pedir prestado para pagar dividendos.

Tabla 2. Flujo de caja de las siete petroleras más grandes del mundo. (SRSrocco Report).

En la Tabla 2 se puede ver cómo las siete principales compañías petroleras mundiales obtuvieron en 2004 más efectivo de las operaciones (139.600 millones) en comparación con 2016 (118.500 millones). Ese extra de 21.000 millones en efectivo operativo se obtuvo en 2004 en comparación con 2016 aunque el precio del petróleo era más bajo. Sin embargo, lo que realmente ha perjudicado el flujo de caja libre del grupo de petroleras es el mucho mayor gasto de capital (117.500 millones) en 2016 en comparación con los 67.700 millones en 2004.

Por tanto, el menor efectivo operacional y los mayores gastos de capital han tenido un gran impacto en los balances de estas compañías petroleras. Esa es precisamente la razón por la que la deuda a largo plazo se dispara, especialmente en los últimos tres años, cuando el precio del petróleo cayó por debajo de los cien dólares en 2014. Para seguir contentando a sus accionistas, muchas de las compañías están pidiendo dinero prestado para pagar dividendos. Lamentablemente, endeudarse para pagar a los accionistas no es un modelo de negocio prudente a largo plazo.

Figura 4. Flujo de caja menos dividendos para el total de las siete petroleras más grandes del mundo. (SRSrocco Report).

Las principales compañías petroleras del mundo seguirán operando con un precio del petróleo en torno a los cincuenta dólares. Aunque algunos analistas pronostican que está próxima una subida de los precios del crudo, la bonanza no durará mucho. Sí, es cierto que los precios del petróleo podrían subir más durante algún tiempo, pero la tendencia será menor a medida que las economías mundiales empiecen a contraerse. Conforme los precios del petróleo bajen a cuarenta dólares o menos, las compañías petroleras comenzarán a recortar los gastos de capital aún más. Por lo tanto, el ciclo de precios más bajos y el desmoronamiento continuo de la industria petrolera mundial se acelerarán.

Hay una alternativa que podría proporcionar a estas compañías petroleras un colchón: que la Reserva Federal y el Banco Central Europeo pongan de nuevo en marcha la imprenta monetaria a una escala aún más grande, pero eso traería como resultado una inflación severa y posiblemente una hiperinflación. Pero esa no sería una solución a largo plazo del mal, sino simplemente otro parche de una serie de parches que solo están retrasando lo inevitable.

La inminente quiebra de la una vez todopoderosa industria petrolera será la sentencia de muerte de la economía mundial. Sin petróleo, la economía mundial se detiene. Por supuesto, esto no ocurrirá de la noche a la mañana. Tomará tiempo. Sin embargo, la evidencia muestra que ya se ha producido una herida considerable en una industria que ha proporcionado al mundo el petróleo que tanto necesita desde hace más de un siglo.

El gas natural amenaza Doñana

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace 

Greenpeace acción

Acción de Greenpeace en las obras de Gas Natural Fenosa en Doñana

¿Cómo es posible que una energía que se apellida “natural” suponga una amenaza para la joya de la naturaleza de España? 

Quizá habría que explicar en primer lugar qué es el gas natural. El apellido “natural” indica que es un gas que se extrae del subsuelo en condiciones naturales, es decir, que no necesita ser transformado para su uso, ya que su componente natural, el gas metano, es un gas combustible. Lo único que hace falta es sacarlo y transportarlo al lugar donde se vaya a quemar. ¿Qué fácil, no?

El caso es que ese apellido da lugar a muchos malentendidos, porque en esta sociedad el adjetivo “natural” se usa y abusa para todo tipo de productos, para crear una imagen de bondad y ecología en todo aquello que se califica de esta forma. De eso se aprovechan muchas empresas para sus productos, y hay una que se puso el mundo por montera y decidió llevarse el calificativo al propio nombre de la empresa: Gas Natural. La empresa gasista que nació de la fusión de los operadores dominantes del gas en España y que, bajo el dominio de Repsol y La Caixa, creció y creció, tanto que se metió en el sector eléctrico y engulló a Unión Fenosa, pasando a llamarse Gas Natural Fenosa. Pero vamos, que sigue siendo conocida por la mariposa que luce en su logo, orgullosa de tan ecológico apellido.

Esta empresa ya no se dedica solo al gas. Desde que entró en el sector eléctrico, es dueña de centrales térmicas de carbón y nucleares, además de otras de gas, claro, y de algunas renovables.

Pero volvamos al gas natural, para explicar que se trata de un combustible “fósil”. Como el carbón y el petróleo, se formó en otras eras geológicas, bajo tierra como los fósiles. Y como el resto de combustibles fósiles, la era de la revolución industrial hizo que se empezasen a quemar a gran velocidad, de manera que lo que la Tierra tardó en gestar millones de años, en cuestión de siglo y medio ha empezado a acumularse en la atmósfera en forma de otros gases, principalmente el CO2, resultantes de la quema de esos combustibles fósiles. Y ahí vienen los problemas, porque el CO2 es el principal causante del efecto invernadero que origina el cambio climático.

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Nucleares, ideología y sentido común

Por Hugo Morán – Exdiputado

energía nuclear

Es costumbre inveterada en nuestro país que, tras el advenimiento de cada nuevo ministro de energía, todo sean cábalas respecto a los planes que el recién llegado pueda traer bajo el brazo en relación con la siempre polémica cuestión de la energía nuclear. Y aunque Garoña y su hipotética reconexión es hoy el árbol que nos impide ver el bosque de la prolongación de la  vida de todo el parque más allá de los 40 años, no es menos cierto que la central burgalesa condiciona en buena medida el calendario en la toma de decisiones por parte del Gobierno.

Estábamos así una vez más asistiendo al clásico despliegue argumental “técnico y académico” que precede invariablemente al subsiguiente mensaje político sobre las bondades de la tecnología atómica (económicas, ambientales y sociales): “la oposición a la energía nuclear no atiende a razones lógicas, sino que forma parte de una irracionalidad ideológica al servicio del mero oportunismo”, para a continuación dejar sentado que “el sentido común nos dice que España no puede permitirse el lujo de prescindir de ese 20% de electricidad que generan sus reactores nucleares, así que es imprescindible prolongar las licencias hasta los 60 años”. Cuando inopinadamente Fukushima vino a refrescarnos la memoria, para fastidio de unos y esperanza de otros.

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En las antípodas de la seguridad nuclear

Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado técnico de Alianza Mar Blava

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En las últimas semanas ha sido noticia que nuestro recibo de la luz podría encarecerse en los próximos meses a causa de un notable incremento de la importación de electricidad española por parte de Francia.

El motivo de esta mayor exportación de electricidad desde España a Francia es la decisión de la autoridad de seguridad nuclear francesa de parar 16 centrales nucleares para someterlas a una revisión. Como, además de éstas, había ya paradas otras cinco centrales por otros motivos, ha llegado a haber un total de 21 centrales nucleares que no estaban operativas (de las 58 que tiene el país vecino) y eso ha forzado a Francia a importar más energía eléctrica de lo habitual desde España. Debido a ello han tenido que funcionar más centrales térmicas que son las que generan la electricidad más cara, y por ello los precios en el mercado mayorista han tendido al alza, lo que a su vez podría derivar en un aumento del coste del recibo para los consumidores finales.

Sin duda es una noticia curiosa, que pareciera indicar que los caminos de la electricidad son inescrutables y, en este caso, con potenciales repercusiones negativas al bolsillo del consumidor. A este respecto, cabe recordar que ese riesgo se vería totalmente anulado si, en lugar de exportar electricidad cara (y contaminante, agravadora del cambio climático) procedente de la quema de combustibles fósiles, estuviéramos exportando a Francia electricidad limpia producida con renovables. En efecto, como se desprende del informe “El sistema eléctrico español 2015” de Red Eléctrica de España (REE), una mayor participación de la producción renovable en el sistema implica una reducción del precio del mercado diario de la electricidad.

Pero, aunque a todos nos preocupa lo que tenemos que pagar en la factura eléctrica, lo que me resulta más sorprendente es que todos esos artículos se hayan centrado en el hecho del porqué un fallo en las nucleares francesas puede provocar una subida del recibo de la luz y no en la diferencia, en términos de independencia y rigor técnico, entre la Autoridad de Seguridad Nuclear de Francia (ASN) y nuestro Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

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La oportunidad de cerrar las centrales nucleares

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace España

Puede resultar chocante hablar de cerrar centrales nucleares justo cuando Mariano Rajoy vuelve a formar gobierno. Pero voy a hacerlo porque hay datos tan contundentes que cualquier gobierno que busque el bienestar de la ciudadanía y la sostenibilidad económica del país debería tenerlos muy en cuenta.

Para decidirse a cerrar centrales nucleares no hace falta ser un apasionado ecologista. Hasta el país adalid de esta energía, Francia, acaba de aprobar un plan de transición energética en el que prevé cerrar hasta una docena de centrales para 2023.

Las centrales nucleares no son eternas (otra cosa son los residuos radiactivos que generan, cuya duración es tan larga que se asemeja más al concepto de eternidad), de manera que tendrán que cerrar tarde o temprano. La cuestión es, por tanto, cuándo es el mejor momento de hacerlo.

Cualquiera puede entender que una instalación de este tipo no se puede dejar que se muera de vieja, hay que planificar su cierre para antes de que el envejecimiento amenace la seguridad. Y tanto por seguridad como por economía, el mejor momento es aquel en que caduquen las licencias de operación que tiene cada central, lo que sucederá entre 2020 y 2024 para los siete reactores que aún funcionan en España (para el de Garoña se pasó ese plazo, y solo a un gobierno “descerebradamente” pronuclear se le puede ocurrir que vuelva a abrirse).

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El origen de nuestra energía

Por Juan Castro – Gil – Abogado y Secretario de ANPIER

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Escribo este artículo el mismo día en que hemos conocido que el planeta ha batido todos los récords de emisiones de CO2, en la misma semana en la que el secretario de estado de energía se ha preguntado públicamente ¿qué significa eso de la transición energética?, en el mismo mes en que hemos descubierto que el gobierno en funciones tiene previsto seguir subvencionando carbón para generar electricidad, en el mismo año en el que prácticamente no se ha instalado ni una chispa de potencia renovable en España.

Un lector objetivo podría preguntarse sobre la conveniencia de todos estos acontecimientos amparados por cuestiones económicas o  geoestratégicas de mayor calado. Puede ser.

Para analizar esa cuestión, es muy interesante vincular varios datos de fuentes públicas: por un lado, el origen de las materias primas fósiles que se queman o procesan en España para generar energía, para lo que sugiero el interesante trabajo de ODG; por otro, con cualquiera de los enlaces de información del Ministerio de Asuntos Exteriores o páginas  independientes sobre conflictos armados.

Así, podemos encontrarnos con que en España compramos en torno al 65% del gas y del petróleo que quemamos y transformamos a países con conflictos armados endémicos y/o con sistemas de gobierno muy complejos o al borde del colapso, tales como Argelia, Nigeria, Libia, Irán, Egipto o Rusia. Asimismo, compramos más de la mitad del uranio que procesan nuestras plantas nucleares a países que nos inspiran tanta confianza sus relaciones comerciales como Rusia, Namibia o Níger.

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De refrescos azucarados y combustibles fósiles. Distinto daño, misma manipulación

Por Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundación Renovables

Vasco con cola cola

Parece que coinciden en el tiempo y en la urgencia la necesidad de una dieta hipocarbónica para la economía, con el abandono de los combustibles fósiles, y la de una dieta hipoazucarada para los ciudadanos, con menor consumo de bebidas azucaradas y en muchos casos también carbónicas.

Y lo curioso es que mientras alguna de las medidas más eficaces para la reducción del consumo de los combustibles fósiles, como sería el poner un “precio al carbono” o una tasa o impuesto a las emisiones de CO2, no logra abrirse camino por la enorme resistencia de bastantes países – entre ellos los petroleros – y de los oligopolios energéticos y eléctricos, sí que está empezando a tomar enorme fuerza la propuesta de la Organización Mundial de la Salud de un impuesto nada menos que del 20% para frenar el consumo de las bebidas azucaradas, generalmente carbónicas, cuyo sector lidera Coca Cola, para combatir la epidemia global de obesidad.

Epidemia sobre la que el leído autor de “Sapiens” y ahora de “Homo Deus” se atreve a decir:” For the average American or European Coca-Cola poses a far deadlier threat than al-Qaeda”. Es Yuval Noah Harari el que lo dice, yo no me atrevo ni a traducirla, no vaya a ser que alerte a los abogados de CC.

Y hay más similitudes en cuanto a los procesos de generación formal y sobre todo en las dificultades para que se impongan soluciones o respuestas ambiciosas, urgentes y posiblemente drásticas, entre estas dos epidemias, o mejor dicho pandemias, de origen claramente humano.

Decía Gandi que “algunos tienen o tenemos que cambiar para que todos vivamos mejor” y en ambos casos podemos decir que hay sectores económicos y empresas especificas con situaciones dominantes en el mercado global, como serían las empresas de las bebidas carbónicas edulcoradas por un lado y los oligopolios energéticos por otro, que se resisten al cambio y además de formas a veces nada ortodoxas.

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