Por Juan Castro – Gil – Abogado y Secretario de ANPIER
Escribo este artículo el mismo día en que hemos conocido que el planeta ha batido todos los récords de emisiones de CO2, en la misma semana en la que el secretario de estado de energía se ha preguntado públicamente ¿qué significa eso de la transición energética?, en el mismo mes en que hemos descubierto que el gobierno en funciones tiene previsto seguir subvencionando carbón para generar electricidad, en el mismo año en el que prácticamente no se ha instalado ni una chispa de potencia renovable en España.
Un lector objetivo podría preguntarse sobre la conveniencia de todos estos acontecimientos amparados por cuestiones económicas o geoestratégicas de mayor calado. Puede ser.
Para analizar esa cuestión, es muy interesante vincular varios datos de fuentes públicas: por un lado, el origen de las materias primas fósiles que se queman o procesan en España para generar energía, para lo que sugiero el interesante trabajo de ODG; por otro, con cualquiera de los enlaces de información del Ministerio de Asuntos Exteriores o páginas independientes sobre conflictos armados.
Así, podemos encontrarnos con que en España compramos en torno al 65% del gas y del petróleo que quemamos y transformamos a países con conflictos armados endémicos y/o con sistemas de gobierno muy complejos o al borde del colapso, tales como Argelia, Nigeria, Libia, Irán, Egipto o Rusia. Asimismo, compramos más de la mitad del uranio que procesan nuestras plantas nucleares a países que nos inspiran tanta confianza sus relaciones comerciales como Rusia, Namibia o Níger.
Pues bien, quizás pueda parecer partidista, pero a mí me resulta muy difícil entender, sin ser malpensado, cómo es posible que al mismo tiempo que se ponen trabas infinitas para el desarrollo de las renovables en nuestro país, que consumirían materias primas inagotables y propias, mediante empresas nacionales (grandes y pequeñas), seguimos comprometiendo nuestros bolsillos con lugares cuya conflictividad puede saltar en nuestras narices en cualquier momento.
Y fíjense que ni siquiera me ha dado por comentar, la irreparable incidencia que tiene el hecho de que el origen de la energía que consumimos sea contaminante, en vez de renovable. De hacerlo, el análisis económico de dichas externalidades sería tan extraordinario, que más difícil sería todavía explicar las decisiones de nuestros próceres de la energía.
A ver si con el nuevo gobierno alguien nos lo explica. Aunque, como parece estar de moda el abstenerse, quizás la explicación quede para otra ocasión.
Don Santiago Carrillo enterró combustible fosil en Paracuellos del Jarama para que generaciones venideras tengan petroleo.
27 octubre 2016 | 12:57
Necesitamos ya, disponer de estas energias renovables, limpias e inagotables, en nuestro pais.
Necesitamos que la torpeza politica NO impida la transicion energetica hacia las renovables ( destaco, entre otros, el impacto ambiental).
27 octubre 2016 | 17:03
Cojonudo …Hoy en el debate de investidura Hernando del PP dijo …exportamos energías renovable …cuñaaaaa …Y la peña se lo creerá y todos felices. En fin el resto del mundo y sus propios hijos les irán poniendo en su sitio.
27 octubre 2016 | 19:47
El problema @twoblueeggs es que esa afirmación en determinados momentos es cierta. Es una verdad sesgada
27 octubre 2016 | 23:47
El carbón es la causa del 13% de las emisiones de CO2 en España, acumulando un total de 43 millones de toneladas de CO2 emitidas al medio ambiente via la quema de este carbón. Somos el cuarto país europeo que más contamina con el carbón, después de Alemania, Polonia y del Reino Unido
10 diciembre 2016 | 23:13