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Nueva Iniciativa Ciudadana Europea: “Quien contamina, paga”

Algunos amigos ecologistas me dicen que eso acaba en: “El que paga, contamina”. Y yo replico: “Hoy, el que contamina, no paga, y el que no contamina, pagará las consecuencias, en gasto sanitario y en un planeta incompatible con una sociedad humana organizada…”. O sea, hagamos que el que contamina, pague cada vez más. Y repartamos la recaudación entre los ciudadanos.

El cambio climático es, sobre todo, un problema de injusticia: norte-sur, ricos-pobres y generación actual- generaciones futuras. Las cuestiones de justicia y responsabilidad se evitan en el debate. Y cuando se mencionan, se hace recaer esa responsabilidad sobre los consumidores, cuando la responsabilidad máxima recae en los gobernantes que son los que realmente tienen capacidad para cambiar las cosas. O dejarlas como están, que es lo que llevan haciendo décadas. En los últimos 25 años poco o nada se ha hecho para corregir esta injusticia y las emisiones de CO2 siguen subiendo año tras año.

Las empresas de combustibles fósiles ganan miles de millones cada año, mientras sus negocios destruyen las condiciones de vida en el planeta. “Satisfacemos la demanda energética”, dicen. Ciertamente. Pero ya hay alternativas que pueden satisfacer esa demanda, sin destruir el clima. El caso es que no pagan por los daños que sus productos causan a la salud y al clima. Es la gente la que sufre las consecuencias de la mala calidad del aire y de un clima cada vez más dañino. Es la gente la que YA paga esos daños, en forma de mayor gasto sanitario y devastadores daños causados por el cambio climático: precios crecientes de los alimentos; daños a edificios e infraestructuras por tormentas, huracanes, lluvias torrenciales y eventos climáticos extremos; muertes por olas de calor; extinción de la biodiversidad; mayores y más devastadores incendios forestales; daños en ciudades costeras por la subida del nivel del mar; sequías, migraciones y un larguísimo etcétera.

Esta injusticia continúa solo para hacer aún más ricos a un puñado que ya son multimillonarios. Es la mayor transferencia de riqueza de miles de millones hacia unos pocos billonarios.

Hay una propuesta de acción climática que puede poner fin a esta transferencia masiva de riqueza: se la conoce como Cargo al Carbono con Devolución o Renta Climática. Consiste en hacer que los que contaminan paguen por el daño que causan y devolver el 100% de lo recaudado a los ciudadanos, a todos igual, por tarifa plana. Poco a poco, año tras año, para dar tiempo a empresas y consumidores a ir cambiando a productos y servicios sin CO2 en su proceso de fabricación. En varias décadas podríamos haber acabado con la adicción a los combustibles fósiles y frenar la emergencia climática hacia la que nos dirigimos.

El cargo al CO2 debe ser creciente. Empezar bajo para no causar un shock a la economía, pero subir año tras año de manera irreversible.

Los que apoyamos esta Iniciativa podríamos estar equivocados. O no haber tenido en cuenta posibles consecuencias indeseadas. Pero hay más de 3.500 economistas del máximo prestigio internacional, profesores en cientos de universidades, 27 premios Nobel, varios ex Secretarios del Tesoro de los EEUU y un sinfín de empresas, analistas y ONGs que afirman que un sistema de Precio al CO2 con Devolución es esencial para reducir las emisiones a CERO en varias décadas y frenar el cambio climático.

Se han firmado declaraciones de apoyo a este proyecto en los EEUU, Bélgica, Holanda y otros países. Recientemente, un grupo de ciudadanos europeos ha presentado una Iniciativa Ciudadana para que la Unión Europea estudie la viabilidad de una política de Cargo al CO2 con Devolución en los Estados Miembros.

Será un largo proceso pues se necesita un millón de firmas de ciudadanos europeos que respalden la Iniciativa para que pueda ser defendida ante el Parlamento Europeo.

El cargo al CO2 debe ser creciente. Empezar bajo para no causar un shock a la economía, pero subir año tras año de manera irreversible. La contaminación no debe ser gratis nunca más. El sistema propuesto de gravar el CO2 y repartir la recaudación es justo y transparente. Y devuelve el dinero recaudado en cada país a los ciudadanos de ese país, a todos por igual.

Por favor, ayuda a combatir tanto el cambio climático como la injusticia empleando un minuto en  apoyar esta Iniciativa urgente y justa ante la Comisión Europea. Y comparte este mensaje con tus contactos. Necesitamos un millón de firmas. Tus hijos te lo agradecerán.

La Iniciativa:

https://eci.ec.europa.eu/007/public/#/initiative

Por Emilio de las Heras – Experto en Cambio Climático y Economía "

De refrescos azucarados y combustibles fósiles. Distinto daño, misma manipulación

Por Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundación Renovables

Vasco con cola cola

Parece que coinciden en el tiempo y en la urgencia la necesidad de una dieta hipocarbónica para la economía, con el abandono de los combustibles fósiles, y la de una dieta hipoazucarada para los ciudadanos, con menor consumo de bebidas azucaradas y en muchos casos también carbónicas.

Y lo curioso es que mientras alguna de las medidas más eficaces para la reducción del consumo de los combustibles fósiles, como sería el poner un “precio al carbono” o una tasa o impuesto a las emisiones de CO2, no logra abrirse camino por la enorme resistencia de bastantes países – entre ellos los petroleros – y de los oligopolios energéticos y eléctricos, sí que está empezando a tomar enorme fuerza la propuesta de la Organización Mundial de la Salud de un impuesto nada menos que del 20% para frenar el consumo de las bebidas azucaradas, generalmente carbónicas, cuyo sector lidera Coca Cola, para combatir la epidemia global de obesidad.

Epidemia sobre la que el leído autor de “Sapiens” y ahora de “Homo Deus” se atreve a decir:” For the average American or European Coca-Cola poses a far deadlier threat than al-Qaeda”. Es Yuval Noah Harari el que lo dice, yo no me atrevo ni a traducirla, no vaya a ser que alerte a los abogados de CC.

Y hay más similitudes en cuanto a los procesos de generación formal y sobre todo en las dificultades para que se impongan soluciones o respuestas ambiciosas, urgentes y posiblemente drásticas, entre estas dos epidemias, o mejor dicho pandemias, de origen claramente humano.

Decía Gandi que “algunos tienen o tenemos que cambiar para que todos vivamos mejor” y en ambos casos podemos decir que hay sectores económicos y empresas especificas con situaciones dominantes en el mercado global, como serían las empresas de las bebidas carbónicas edulcoradas por un lado y los oligopolios energéticos por otro, que se resisten al cambio y además de formas a veces nada ortodoxas.

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