Archivo de noviembre, 2016

En las antípodas de la seguridad nuclear

Carlos Bravo – Coordinador del Secretariado técnico de Alianza Mar Blava

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En las últimas semanas ha sido noticia que nuestro recibo de la luz podría encarecerse en los próximos meses a causa de un notable incremento de la importación de electricidad española por parte de Francia.

El motivo de esta mayor exportación de electricidad desde España a Francia es la decisión de la autoridad de seguridad nuclear francesa de parar 16 centrales nucleares para someterlas a una revisión. Como, además de éstas, había ya paradas otras cinco centrales por otros motivos, ha llegado a haber un total de 21 centrales nucleares que no estaban operativas (de las 58 que tiene el país vecino) y eso ha forzado a Francia a importar más energía eléctrica de lo habitual desde España. Debido a ello han tenido que funcionar más centrales térmicas que son las que generan la electricidad más cara, y por ello los precios en el mercado mayorista han tendido al alza, lo que a su vez podría derivar en un aumento del coste del recibo para los consumidores finales.

Sin duda es una noticia curiosa, que pareciera indicar que los caminos de la electricidad son inescrutables y, en este caso, con potenciales repercusiones negativas al bolsillo del consumidor. A este respecto, cabe recordar que ese riesgo se vería totalmente anulado si, en lugar de exportar electricidad cara (y contaminante, agravadora del cambio climático) procedente de la quema de combustibles fósiles, estuviéramos exportando a Francia electricidad limpia producida con renovables. En efecto, como se desprende del informe “El sistema eléctrico español 2015” de Red Eléctrica de España (REE), una mayor participación de la producción renovable en el sistema implica una reducción del precio del mercado diario de la electricidad.

Pero, aunque a todos nos preocupa lo que tenemos que pagar en la factura eléctrica, lo que me resulta más sorprendente es que todos esos artículos se hayan centrado en el hecho del porqué un fallo en las nucleares francesas puede provocar una subida del recibo de la luz y no en la diferencia, en términos de independencia y rigor técnico, entre la Autoridad de Seguridad Nuclear de Francia (ASN) y nuestro Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

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«Destetar» la economía y «energizarla”: Referencia para un proyecto energético y de país

Por Domingo Jiménez Beltran – Presidente de la Fundación Renovables

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Decía Iñaki Gabilondo en una entrevista reciente con el Gran Wyoming al socaire del último vaudeville parlamentario para investidura de Mariano Rajoy, que no hay “proyecto de país” con perspectiva de futuro y tiene toda la razón, lo mismo que no hay “proyecto energético”

Además, no parece que se pretenda tener ni uno ni otro. El nuevo Presidente insistió, una vez comprometidos los votos y las abstenciones necesarias para su investidura, en  que su objetivo sería negociar lo razonable aunque consolidando su modelo, que ya sabemos cuál es: priorizar la construcción, el turismo, las infraestructuras del transporte y el consumo como motores de la recuperación; dejando claro, además, que las energías renovables a las que culpo del déficit de tarifa, no están entre sus prioridades, ni lo estarían tampoco un nuevo modelo energético como lo indica el hecho de que el responsable del Ministerio del ramo sea Álvaro Nadal, antes Director de la Oficina Económica del Presidente y hermano gemelo del anterior Secretario de Estado de Energía.

No obstante, y como el Presidente ofreció diálogo, consenso, pactos… en fin, apertura a otros planteamientos siempre que sean “razonables”, hay que atreverse a esbozarlos analizando lo que se podría hacer con los mismos recursos solo que cambiando las prioridades.

Por el momento el éxito económico del que se ufana el Presidente consiste en seguir insistiendo en las tres tes: Turismo, Territorio (materia prima para la expansión urbanística insostenible) y Transporte, que además contribuyen a “amamantar” la especulación y han sido caldo de cultivo para la corrupción, o sea para las “mamandurrias”.

El “destete” de nuestra economía, modular las tres tes como motores de la economía es clave para establecer nuevas prioridades, redirigir los recursos y aspirar a un progreso sostenible basado en el conocimiento y el uso sostenible de nuestros recursos, una verdadera “energización” de la economía priorizando la Educación (e Investigación e Innovación) como clave del futuro y la sostenibilidad energética como vector ineludible del cambio. De las tes a las es para conseguir PIB del bueno, no como el actual.

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Transición energética de las ciudades o barbarie

Por Domènec Martínez – Socio Protector de la Fundación Renovables

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El triunfo de Trump (y hay que examinar las causas más allá de los chistes simplistas), representa una amenaza de alcance universal. Una de las propuestas (y no es la única políticamente perversa) es la de dejar en papel mojado los compromisos de París en relación al cambio climático, recuperando, por lo tanto, la primacía y el protagonismo de los combustibles fósiles. Una hipoteca criminal por las siguientes generaciones. ¿Podemos mirar indiferentes hacia otro lado?

Tenemos tres posibilidades: resignación (no hay nada a hacer), ¡allá ellos!; enrocarnos en nuestras cuitas internas (¡no nos representan!); o trabajar para construir una alternativa real de cambio, de mayorías sociales, a cada pueblo y ciudad, a partir de temas transversales. La política energética (igual que pasa con la gestión democrática del agua), es hoy un gran reto que implica la participación activa y comprometida del conjunto de la ciudadanía. Vamos por partes.

Primero. Lo tenemos que decir muy alto. Combatir o cuestionar los acuerdos sobre reducción de emisiones, favoreciendo las energías fósiles, es un mensaje provocador, inaceptable. Nos afecta directamente, y afecta, la salud y la calidad de vida de millones de personas al mundo, provocando la muerte por contaminación (ciudades ya insalubrees), hambre, guerras territoriales y por el control de los recursos, y grandes migraciones.

Segundo. ¿Qué podemos hacer? Hay que actuar: ni resignación ni indiferencia, a escala individual, comunitaria, y de los gobiernos locales. Dejémoslo muy claro. El gobierno de Rajoy, encantado con la orientación de las políticas anunciadas por Trump, no moverá un dedo de su política energética. Impuesto al solo, y al dictado de las compañías eléctricas, las mismas que reciben grandes subvenciones públicas (por la energía nuclear) y reivindican el derecho a cortar el suministro a las familias en situación de pobreza energética. Una actitud inmoral, inédita entre los países de la UE. Tampoco sirve la retórica: ya lo arreglaremos cuando marchamos del Estado, o el desafortunado hallazgo de Artur Mas “parecía imposible que Trump ganara (…). Apliquémoslo también desde una óptica catalana”.

Tercero. Las ciudades y el compromiso activo de la ciudadanía tienen que impulsar un cambio de paradigma: “el futuro será de las ciudades con emisión cero o no serán ciudades habitables”, pura barbarie. Para hacerlo posible se “requiere una gran ambición, generar una ilusión y una sólida hoja de ruta”. Lo decía Domingo Jiménez Beltran, presidente de la Fundación Renovables, en un encuentro reciente con representantes de ciudades europeas en transición energética. Una batalla de nuestras ciudades de alcance continental.

Y este es el gran reto. No tenemos tiempo a perder. Las prioridades actuales en política energética son: cambiar la regulación del autoconsumo, modificar la legislación del sistema eléctrico para fomentar el ahorro y las renovables, y trabajar en una ley de cambio climático (fundamental para reducir las emisiones que afectan la salud de millones de personas a nuestras ciudades). Hay mayoría en el Congreso y también en diferentes Parlamentos autonómicos para emprender este cambio. Pero carece visión política y pesa la opacidad y los intereses creados.

La palanca de cambio son las ciudades. Copenhague, Grenoble, Frankfurt, son algunos ejemplos recientes. La consideración de la energía como un derecho, como un bien de utilidad pública y no como un negocio de unas pocas empresas, una consideración preeminente.

El I Congreso de Pobreza Energética, celebrado hace pocos días en Sabadell, con ponentes nacionales e internacionales, reconocía “todavía estamos en políticas paliativas de urgencia de tipo asistencialista”, pero también añadían la necesidad de plantear “un nuevo modelo energético”. La pugna entre el Gobierno del Estado y la Generalitat, sobre la regulación y protección de las familias vulnerables, es una expresión más de obcecación e incompetencia política para abordar el tema de fondo: la transición y democratización del modelo energético.

Mientras tanto, las ciudades europeas mencionadas tienen establecidos sólidas hojas de ruta, como la capital danesa, para hacer posible el objetivo de 100% renovables el 2025. “El cambio de modelo energético a nuestra ciudad ha sido posible gracias al control público y democrático de las redes de electricidad y calor”, dicen los representantes de Grenoble. La eficiencia energética para “reducir un 50% el consumo de la energía de los edificios y viviendas de Frankfurt”, es una gran apuesta por la rehabilitación y la eficiencia. La directora de Energy Cities, apuesta para “volver competencias a los gobiernos locales y democratizar el sistema energético”. El gobierno de Barcelona anuncia la creación de instrumentos para liderar este cambio con la participación de las entidades, empresas y las personas. Rubí brilla, ha consolidado su compromiso con esta transición.

Terrassa, tiene que hacer una apuesta clara, ambiciosa y participada (con todos los agentes), para hacer su contribución en esta transición energética de las ciudades. Los tiempos han cambiado. Hace falta una nueva radicalidad con compromisos claros y verificables. Se tienen que facilitar los instrumentos, para hacer posible la producción y consumo (autoconsumo) de energía del sol (fotovoltàica y eólica), desde los techos industriales, de los equipamientos públicos y de las viviendas comunitarias e individuales.

Necesitamos también un liderazgo y un compromiso firme de las fuerzas progresistas de la ciudad para hacer este tumbo. Interpelando a todas las partes implicadas (empresas, universidades, sindicados, economía social), y propiciando, también, una rebelión ciudadana, pacífica, organizada. La prolongación del actual modelo energético es un fracaso social, profesional y ocupacional, un fracaso ambiental que no podemos soportar.

Isaac Peral, España y la energía

Por Juan Castro – Gil – Abogado y Secretario de ANPIER

Isaac Peral

Isaac Peral

Isaac Peral es una de esos personajes cuya historia muestra lo difícil que le resulta a España ser un referente mundial en algo que no sea la tortilla de patatas.

Su vida no es suficientemente conocida. Se le recuerda como uno de nuestros grandes inventores, por invenciones como el acumulador de energía o el submarino, y otros menos, como el ascensor eléctrico o el proyector de luz.

Pero sin duda, una de las evidencias más grandiosas que mostró la figura de Isaac Peral fue la absoluta incapacidad de su país de asumir como propios desarrollos tecnológicos de sus nacionales. Este grandioso personaje inventó para España el primer submarino en su concepción moderna, pero lejos de ser aprovechado para dar sus frutos en nuestro país, los poderes fácticos de la época, en aquel momento encabezados por los Ministros de la Marina -según los historiadores de la época intrigantes caciques con intereses en el trust industrial convencional de entonces-, terminaron por acabar con aquella figura emergente,  volando los beneficios de aquella tecnología a Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.

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Ética y compromiso de nuestra sociedad

Por Concha Cánovas – Experta en Energías Renovables

Recientemente la Organización Mundial de Meteorología  presentó su  Declaración sobre el estado del clima mundial en 2015, señalando que en este año las altas temperaturas batieron numerosos récords:

  • Fue el año más cálido de los que se tienen datos tanto a nivel mundial como a nivel nacional en muchos países
  • La temperatura media mundial cerca de la superficie fue la más elevada jamás registrada por un amplio margen
  • El contenido calorífico de los océanos a escala mundial, tanto hasta los 700 metros como hasta los 2 000 metros de profundidad, alcanzó niveles sin precedentes
  • El promedio mundial del nivel del mar fue el más alto desde que comenzaron los registros a escala mundial hace más de un siglo
  • La concentración atmosférica de CO2 (principal gas de efecto invernadero de larga duración) batió un nuevo record, alcanzando 400 partes por millón (ppm), cifra que aunque se había alcanzado anteriormente en algunos lugares durante algunos meses, nunca antes lo había alcanzado  a escala mundial y durante un año entero. Este nivel de concentración no descenderá durante “muchas generaciones” ya que el dióxido de carbono  permanece en la atmósfera durante miles de años y en el océano mucho más.

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Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital

Por Hugo Morán – Exdiputado

Ministro de Energía

Aun cuando la composición de un Gobierno suele ajustarse en sus estructuras básicas a unos cánones que se repiten legislatura tras legislatura, con sus peculiaridades en los distintos países, no es menos cierto que determinados criterios de oportunidad pueden coadyuvar mayores expectativas de éxito a la hora de abordar retos de distinto orden. Sea para suplir carencias, para aprovechar coyunturas o para reparar agravios, la creación de una determinada cartera ministerial, la dotación de un determinado rango, o una acertada agrupación de competencias, puede convertir en éxito una mediocre gestión, o truncar una sobresaliente trayectoria política.

Cierto que los tiempos inmediatos anteriores y posteriores a la presentación de un nuevo Gobierno atienden, casi en exclusiva, primero a las especulaciones y luego a las descripciones biográficas, y en mucha menor medida a los contenidos de las carteras. Aprovechando ese pequeño resquicio que el despliegue mediático deja abierto, voy a colar en estas líneas algunos de los interrogantes que me suscita la aparición de un ministerio hasta ahora inédito en sus contenidos: El Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital.

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Receta para combatir el cambio climático desde las ciudades: objetivos ambiciosos y control más democrático de la energía

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

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En los últimos años se ha hablado mucho de que la batalla más dura contra el cambio climático se estaba librando desde algunas ciudades. Durante la negociación del acuerdo de París, que se aprobó el año pasado, no se consiguió que ningún país, desde luego ninguno de los mayores emisores, pusiera sobre la mesa compromisos suficientes y acordes con su responsabilidad sobre el cambio climático. Así los países están ratificando un acuerdo que obliga a mantener la temperatura del planeta muy por debajo de los 2 grados, pero las reducciones de emisiones que se han propuesto los países y que presentaron en París, implican que aumentaremos la temperatura más allá de 4 grados, muy lejos de lo tolerable para las sociedades humanas.

En este contexto de falta de ambición generalizada, algunas ciudades empezaron a marcar un camino diferente, proponiéndose objetivos ambiciosos de reducción de emisiones y de uso de renovables en la ciudad. Esto es especialmente importante porque en las ciudades se genera el 70% del CO2 que causa el cambio climático.

Plantearse objetivos ambiciosos empuja a la excelencia y a la búsqueda de soluciones verdaderamente innovadoras y, además, ayuda a movilizar a toda clase de actores con un mismo objetivo: dialogar, participar y buscar soluciones conjuntamente. Muchas ciudades están poniéndose como objetivo ser 100% renovables en las próximas décadas trayendo esperanza al futuro climático del mundo y dinamizando diálogos importantísimos sobre la organización económica y social de sus ciudades, involucrando a un número creciente de ciudadanos y ciudadanas. Más allá de la renovación de las ciudades se está discutiendo el tejido económico de las mismas y la garantía de un servicio básico universal como la energía.

Como los proyectos necesitan financiación, en muchos casos la revolución renovable en las ciudades viene de la mano de la inversión directa de las autoridades locales, de la participación y el control público de los proyectos que puede ayudar a redistribuir los beneficios a nivel local. En muchos casos las hojas de ruta para la descarbonización de las ciudades van de la mano de la democratización del sistema energético y de una mayor participación social.  Existen ejemplos muy interesantes.

Uno pionero es Copenhague, ciudad que aprobó el objetivo de alcanzar el 100% renovable y convertirse en la primera capital neutra en carbono para el año 2025, un objetivo muy ambicioso. Pensemos que la Unión Europea, por ejemplo, solo se ha comprometido a reducir un 40% sus emisiones para 2030 y a producir un 40% de energía renovable para la misma fecha.

El parque eólico marino de Middelgrunde, enfrente de la ciudad, ha ayudado a recorrer gran parte de este camino. La energía eólica marina ya suministra energía suficiente para cubrir la mayor parte de las necesidades de electricidad de la ciudad. Estas instalaciones aportan a la red nacional  el 10% de las necesidades totales de electricidad. Pero además Middelgrunde es en buena parte propiedad de una cooperativa de ciudadanos que están haciendo suyo, y de todos, el sueño de una verdadera transición energética.

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Ciudad y energía

Por Joan Herrera – Abogado

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Habitat III. Miles de personas se reúnen para hablar del presente y el futuro de la ciudad en una cumbre auspiciada por Naciones Unidas. Teorizan la ciudad integrada, abierta, inclusiva. Pero lo hacen en un marco segregado de la ciudad de Quito, sin protagonismo de las ciudades, y con omnipresencia de los Estados. Mientras tanto, el Habitat Alternativo, en Flacso, reflexiona, piensa y propone.  Des de un análisis concreto, crítico, en el que los males (y las oportunidades) de la ciudad no caen del cielo.

¿Dónde opera la ciudad? En el escenario de un capitalismo financiarizado cuya principal característica es la extracción. Y de esa extracción no solo se desprende desigualdad, sino también miles de personas que son expulsado fuera de los límites del sistema, con una acumulación sino de riqueza sino de poder como nunca.

El tema central es si la ciudad está al margen de la nueva etapa del capitalismo, en el que el rasgo principal ya no es solo la producción sino la acumulación y la extracción. Y por supuesto, se expulsa a aquellos que no son necesarios volviéndolos invisibles, inexistentes, como bien explica Saskia Sassen.

En contraposición, la ciudad es seguramente el mejor invento de la humanidad. Recuperando a Bauman, puede ser esa ágora en que la dimensión privada encuentra un debate público y una solución colectiva.

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La oportunidad de cerrar las centrales nucleares

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace España

Puede resultar chocante hablar de cerrar centrales nucleares justo cuando Mariano Rajoy vuelve a formar gobierno. Pero voy a hacerlo porque hay datos tan contundentes que cualquier gobierno que busque el bienestar de la ciudadanía y la sostenibilidad económica del país debería tenerlos muy en cuenta.

Para decidirse a cerrar centrales nucleares no hace falta ser un apasionado ecologista. Hasta el país adalid de esta energía, Francia, acaba de aprobar un plan de transición energética en el que prevé cerrar hasta una docena de centrales para 2023.

Las centrales nucleares no son eternas (otra cosa son los residuos radiactivos que generan, cuya duración es tan larga que se asemeja más al concepto de eternidad), de manera que tendrán que cerrar tarde o temprano. La cuestión es, por tanto, cuándo es el mejor momento de hacerlo.

Cualquiera puede entender que una instalación de este tipo no se puede dejar que se muera de vieja, hay que planificar su cierre para antes de que el envejecimiento amenace la seguridad. Y tanto por seguridad como por economía, el mejor momento es aquel en que caduquen las licencias de operación que tiene cada central, lo que sucederá entre 2020 y 2024 para los siete reactores que aún funcionan en España (para el de Garoña se pasó ese plazo, y solo a un gobierno “descerebradamente” pronuclear se le puede ocurrir que vuelva a abrirse).

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