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Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Mercenarios: Mark Thatcher y el fallido golpe de estado en Guinea Ecuatorial

El fallido golpe de estado en Guinea Ecuatorial del año 2004 sirve para desvelar cómo los mercenarios suelen trabajar a sueldo y comisión de intereses de las más altas esferas del poder empresarial y político.

La trama orquestada por el multimillonario libanés con base en Londres, Eli Calil, y orquestada por el antiguo miembro de los comandos británicos, Michael Mann, implica a personalidades como Lord Jeffrey Archer y, al más sonado de todos: Sir Mark Thatcher, el hijo de la Dama de Hierro.

Poner en marcha las finanzas

Un mes después de que Tim Spicer abandonó Sandline Internacional en el año 2000, la compañía de mercenarios con la que había traficado armas a Sierra Leona, Simon Mann creó Logo Logistics, empresa con la que recaudaría el dinero necesario para tratar de dar el golpe en Guinea Ecuatorial.

Según Robert Young Pelton, la cantidad estimada para la operación alcanzaba los cinco millones de dólares. Eso incluía los pagos a los lobistas que en Washington intentarían vender a Severo Moto, que sucedería a Obiang en el poder, como un hombre probo que terminaría con los abusos del dictador. También implicaba el alquiler de los aviones, la compra de las armas y el suelo de los 85 mercenarios que participarían en la operación.

Eli Calil, que había prometido 1,8 millones de dólares a Simon Mann, sufrió un importante revés cuando sus cuentas fueron congeladas por el gobierno francés tras el escándalo de los sobornos en la negociación entre la empresa francesa TotalFinalElf (TFE) y el antiguo dictador nigeriano Sani Abacha. Sólo pudo dar a Mann 750 mil dólares. Eso sí, le pasó una lista de posibles inversores. Se trataba de un botín suculento, para el que no faltarían aportaciones: controlar Guinea Ecuatorial, uno de los países con mayores fuentes de petróleo del mundo.

Los inversores

En algunos casos no queda claro cuánto sabían del plan quienes pusieron el dinero. Algunas fuentes sostienen que el propio Simon Mann aportó medio millón de dólares de la venta de derechos en la explotación de diamantes. Un grupo de pequeños inversores libaneses – recordemos la influencia de parte de la diáspora chií en África Occidental -, aglutinados en torno al empresario Karim Fallaha, aportó otro medio millón.

Otro inversor que, según Young Pelton, puso medio millón fue David Tremain, un hombre de negocios sudafricano. Entre los pequeños accionistas de los mercenarios la investigación señaló al político conservador caído en desgracia y llevado a prisión por sus mentiras, barón de Weston-super-Mare of Mark y pésimo novelista, Jeffrey Archer, que habría aportado 135 mil dólares.

También se presumía la implicación de David Hart, antiguo asesor de Margaret Thatcher, y de Gary Hersham, director de una inmobiliaria en Londres. Ninguno de estos presuntos implicados fue acusado formalmente.

El hijo de Margaret

El que sí fue juzgado por su apoyo al intento de golpe fue Mark Thatcher, que vivía en Sudáfrica, y que era muy amigo de Simon Mann. Ambos hombres compartían una vida de coches de lujo, mansiones y fiestas en Ciudad del Cabo. Eran parte de la jet set local.

El único hijo varón de Margaret Thatcher nunca destacó por sus logros intelectuales. No consiguió superar los exámenes finales de la universidad para poder graduarse como contable. Quienes lo conocían afirman que no era “demasiado brillante”. Durante el rally París-Dakar pasó seis días perdido en el desierto.

Pero los contactos que tenía le sirvieron para hacer fortuna. En 1981, mientras su madre visitaba Omán, Mark aprovechó para cerrar un contrato de 600 millones de dólares para construir la universidad. Su labor como intermediario en la venta de 25 mil millones de dólares en armas a Arabia Saudí, le permitió recibir una comisión suculenta: 15 millones de dólares. La venta de armamento al sultán de Brunei también lo convirtió en multimillonario, lo que desató un solapado escándalo en el Reino Unido que llegó al parlamento británico.

Thatcher no dio el dinero para el golpe directamente a Logo Logistics, sino a una empresa intermediaria Triple A. Hizo un primer pago de 275 mil dólares el 6 de enero y otro de 250 mil el 16 de enero de 2004, apenas dos meses antes del golpe. Desde allí, cien mil dólares fueron transferidos a Simon Mann.

Al fallar el intento de golpe, y salir a la luz los planes, Mark Thatcher puso en venta su casa, de cuatro millones de dólares, e intentó abandonar Sudáfrica. La fuerzas especiales lo detuvieron en agosto de 2004. En 2005 se declaró culpable de los cargos. Pagó una fianza millonaria y recibió una condena en suspensión de cuatro años.

Como en una novela, en la navidad de 2003, Mark invitó a su madre a una fiesta en la que coincidieron varios implicados en el intento de golpe, incluido Simon Mann, que se produciría tres meses más tarde. Apesar del título nobiliario heredado de su padre, las peticiones de residencia de Mark en Mónaco y EEUU fueron rechazadas, por lo que vive en Londres junto a la Dama de Hierro.

Mercenarios: la historia del delirante intento de golpe de estado en Guinea Ecuatorial

La historia del intento de golpe de estado contra Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial, orquestado por Simon Mann y su grupo de mercenarios en marzo de 2004, es tan compleja y por momentos surrealista que merece una presentación detallada y exhaustiva.


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Una historia que, más allá de su valor narrativo intrínseco, aporta un elemento de reflexión en el debate sobre la participación de las empresas militares privadas en los conflictos armados, ya que muestra cómo algunos de estos hombres de armas, que hoy dicen actuar en Afganistán, Irak y Sudán para defender la paz, además del gatillo fácil que han desmotrado, pueden cambiar rápidamente de bando y ponerse al servicio de los intereses espurios: traficar armas o tratar de derrocar gobiernos.

Pero también es una narración que nos atañe directamente. Y no sólo porque Guinea Ecuatorial sea una antigua colonia española, sino porque el primer ministro de este país acusó ante la ONU al gobierno de José María Aznar de haber tenido relación con la intentona golpista.

Hipótesis difícil de demostrar que asimismo sugieren periodistas tan avezados en la materia como Robert Young Pelton. En su libro License to Kill da varias razones: la presencia de Severo Moto en Madrid, que habría ascendido al poder tras el golpe de estado, y la necesidad de nuestro país de contar con nuevas fuentes de petróleo. Hasta llega a afirmar que los planes de los mercenarios se podrían haber acelerado para que no coincidiesen con las elecciones del 14 de marzo de 2004.

El ideólogo: un comerciante libanés

La idea de sacar del poder a Teodoro Obiang, a través de la actuación de un grupo de mercenarios, surgió del comerciante libanés Eli Calil, de 58 años de edad. Nacido en Kano, Nigeria, y amigo del Comisario de Comercio de la UE Peter Mandelson, conoce muy bien la forma de servir de intermediario entre los recursos minerales de África y las necesidades de materias primas de Occidente.

Labor que, según los usos y costumbres de la región, siempre ha realizado a cambio de porcentajes de los beneficios que lo han convertido en multimillonario. Pero que en algunos casos han incomodado a las contrapartes europeas, como le sucedió en 2002. Tras haber cerrado un contrato entre la empresa francesa TotalFinalElf (TFE) y el antiguo dictador nigeriano Sani Abacha, para la explotación de petróleo en la nación del delta del Níger, fue detenido en París y las autoridades congelaron sus cuentas.

Robert Young Pelton afirma que esa fue la razón que empujó a Eli Calil a buscar un botín aún mayor: el petróleo de Guinea Ecuatorial. Siguiendo el ejemplo de Bush en Irak, vendería el golpe de estado a la comunidad internacional como una acción humanitaria, destinada a terminar con el brutal dictador Obiang. Para conseguir este objetivo, su primer paso fue financiar a Severo Moto y su gobierno en el exilio en Madrid. Estrategia que comenzó a articular en 2002.

Severo Moto ya había intentado dar su propio golpe de estado. En 1995 las autoridades de Angola lo habían detenido en un pesquero ruso cargado de armas y mercenarios cuando se dirigía a Guinea Ecuatorial. La justicia de Malabo lo condenó en ausencia a 101 años de cárcel.

Un cuantioso botín: el petróleo guineano

Guinea Ecuatorial se independizó de España en 1968. Su primer presidente, Francisco Macías Nguema, demostró ser un sátrapa autoritario en toda regla, al mejor estilo de Mobutu Sese Seko. No sólo se estima que mató cincuenta mil opositores, y obligó a tomar el camino del exilio a otros cien mil, sino que hundió a su país en la miseria, convirtiéndolo en el más pobre de África, lo que no es poco decir.

A los 37 años de edad, Teodoro Obiang sacó del poder a su tío. En cuatro días juzgó a los miembros de la antigua administración y ejecutó a Nguema. Aunque Obiang demostró no se tan cruel como su antecesor, lo cierto es que desde 1979 gobierna al país con mano dura.

La suerte de Guinea Ecuatorial empezó a cambiar en 1984, cuando se encontró el primer yacimiento de gas. Los campos de Alba comenzaron a ser explotados en 1991. Sin embargo, el descubrimiento más espectacular tendría lugar en 1995. El yacimiento de Zafiro, de petróleo y gas, y situado en el mar, permitiría la producción diaria de 350 mil barriles. Esto situaba a la pequeña nación africana detrás de Nigeria como exportadora de petróleo.

El gobierno de Obiang pasó de España y Francia a la hora de explotar estos recursos, y abrió las puertas a las empresas de EEUU: Exxon Mobil, Hees and Maratón Oil, Triton Energy, GE Petrol. Tanto es así que el petróleo africano alcanza el 15% de la cuota de mercado estadounidense, y en poco tiempo superará inclusive a Arabia Saudí.

El hombre en Malabo: un viejo mercenario

Eli Calil, que también tiene nacionalidad británica, vive en una mansión de 20 millones de dólares en el barrio londinense de Chelsea, donde cómo ya comenté en este blog tenían sus oficinas las primeras empresas de mercenarios de Tim Spicer y Simon Mann.

Para organizar el golpe de estado, Calil se puso justamente en contacto Simon Mann, cuya peripecia vital he narrado en la entrada anterior. Aunque Mann se había labrado una fortuna de más de 60 millones de dólares con sus actividades en las empresas Executive Outcomes y Sandline Internacional, lo cierto es que el imparable tren de vida que llevaba hacía que necesitase conseguir nuevos ingresos.

Radicado en Sudáfrica, Mann se encargó de coordinar a los financiadotes del golpe, que fueron hombres de poder, prestigiosos, como Mark Thatcher, el hijo de la dama de hierro. Y en el terreno, en Malabo, contactó con otro mercenario con un largo historial: Nick du Toit, que sería el encargado de articular la intentona golpista desde Guinea Ecuatorial.

La parte final del plan resultaba absolutamente surrealista. Nick du Toit llevaría a Obiang al aeropuerto, donde un avión habría traído un cargamento de vehículos de lujo destinados como regalo al dictador. En ese momento Obiang sería detenido junto a su guardia marroquí. Los mercenarios tomarían el poder y treinta minutos más tarde llegaría Severo Moto, que antes había pasado por Canarias.