Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

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Encuentro sobre los muros que nos dividen

Sigo escribiendo sobre los muros que nos dividen. Tomo como base las ideas que tan generosamente me habéis hecho llegar. Y lentamente el libro va cuajando. No faltan las dudas, las incertidumbres, pero ya he alcanzado la página cincuenta.

El próximo domingo me retiro del ajetreo de Madrid para poder evadirme de los estímulos navideños, de las llamadas telefónicas, de las cenas y presentaciones, y me encierro a escribir. Así que la semana que viene ya cuelgo en el blog los primeros fragmentos del libro esperando recibir una vez más vuestras impresiones, vuestras ideas. Será un exilio de un mes del que espero emerger con un primer borrador de la novela.

Gracias a todos por el apoyo, por los datos y las reflexiones, que tanto me ayudaron a la hora de escribir Llueve sobre Gaza, y que ahora me están dando claves y señales para avanzar. Y agradezco a José que me haya hecho llegar la convocatoria a una conferencia que tendrá lugar hoy en Madrid:

Acto público: «Migraciones: los muros de la vergüenza». La Sección de Derechos Civiles del Ateneo de Madrid convoca un acto sobre migraciones y los muros que están proliferando por todo el mundo, desde Palestina hasta México pasando por Melilla. El acto, presentado por Luis Alegre, contará con la participación de Santiago Alba Rico (escritor), Ramiro García de Dios (magistrado de la asociación Jueces para la Democracia), Itziar Ruiz Giménez (profesora de Relaciones Internacionales de la UAM, representante del Grupo de Estudios Africanos), Esteban Cancelado (FERINE, asociación de refugiados e inmigrantes) y Sedu Djemba (Ferrocarril Clandestino). El acto tendrá lugar este viernes 14 de diciembre a las 19:30 en la Sala de Conferencias del Ateneo de Madrid (C/ Prado 21)

Estimulante coincidencia. Allí estaré, para tomar apuntes, ideas, reflexiones, justamente de esta paradoja de nuestro mundo globalizado: los muros que nos dividen. Esos muros que, tarde o temprano, tendremos que derribar.

Gaza, en busca de un título

De fondo: un violín desafinado. El infatigable anciano que rasga las cuerdas con la esperanza de que algún conductor le de unas monedas. Sería un agradable hilo musical, si supiera tocar el instrumento. Pero lo cierto es que parece no tener idea de música, y las notas que enlaza de manera casual e imprevisible desafían los preceptos básicos de la armonía. Eso, o es un artista conceptual.

Lo cierto es que se trata de un hombre entrañable, que está en una situación muy difícil. Trabajar toda una vida para terminar solo, mendigando en una esquina, me parece sumamente injusto, una mierda. Por eso lo saludo con cordialidad al pasar a su lado, aunque cuando no logro escribir y escucho el ruido que hace de doce del mediodía a doce de la noche, a veces me sienta tentado de salir al balcón y tirarle cordialmente una maceta.

De oyentes involuntarios de los conciertos del anciano, las miles de personas que viven en los edificios de treinta, cuarenta plantas, que pueblan este barrio porteño. «Una ciudad de pie», como escribiera el genial Celine en relación a Nueva York, tan distinta en este sentido a Madrid, que yace recostada aunque sin demasiada placidez.

En primer plano, la mesa tras la que me he parapetado con todos mis bártulos. Los mismos que este año me han seguido a lo largo de los viajes, de hotel en hotel. Un poco confusos, huérfanos, acostumbrándose al cambio de horario, pero fieles. Los cuadernos, los recortes de prensa, los borradores, los libros con referencias útiles o no, el ordenador, la impresora, el disco de memoria, los bolígrafos, los informes de organizaciones de derechos humanos. Viaja ligero de equipaje, dicen los sabios. Tengo que trabajar, les respondo mientras avanzo por los pasillos del aeropuerto cargado de maletas.

Me vine a Buenos Aires para escapar de la locura de Madrid en fiestas, y terminar el libro sobre Gaza que parte de las entradas de este blog. Ante todo, un alegato contra el castigo colectivo, una denuncia de la tremenda situación que han vivido los civiles en el conflicto. Un recordatorio de tantas personas inocentes a las que he visto perder la vida.

Gaza durante la Operación Lluvia de Verano, día a día, con escasez de electricidad, agua, medicinas y alimentos. Paupérrima, desesperada, bajo las bombas que no cesaban, desgarrada por el dolor y la barbarie.

Hoy he llegado a la página número 100. La cima empieza a aparecer entre las nubes. Después vendrán las correcciones, la verificación de datos y el envío a la editorial para que salga publicado en marzo.

Ante la cercanía del final me inquieta no tener título. Acaricio unos cuantos, juego con ellos, repaso las páginas escritas para ver si encuentro alguna frase o expresión que me pueda dar una pista.

Y se me ocurre esta idea, quizás un poco egoísta, de escribir en el blog una entrada pidiendo títulos, una consulta a todos vosotros, que me habéis acompañado en Gaza, o que os habéis incorporado después, alguna sugerencia.

Esta es la foto que creo que debería ir en la portada. La historia de la menor de las hermanas Okal, una de las que más me han marcado en Gaza (aunque quizás sea demasiado dura, no sé).

Y los títulos que tengo en mente, y que no me terminan de convencer son: «El sitio de Gaza», «Muerte en Gaza», «El infierno en Gaza». Creo que la palabra «Gaza» debería ir.

Aunque también me atrae jugar con el nombre de la operación militar: Lluvia de verano. Por lo que quedaría algo así: «Lluvia de verano en Gaza», «Llueve sobre Gaza». No sé. Todo son dudas. Si no os parece un disparate, pido el comodín de vuestra amistad.