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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Conoce a la reina (sarda) de los halcones

Halcón de Eleonora. Foto: Wikwband

Muchos ya sabéis que me he cambiado de isla. Durante un año, abandono el Atlántico y mis queridas Canarias para mudarme al Mediterráneo y a una isla fantástica: Cerdeña. La patria chica de la reina de los halcones, Eleonora de Arborea. ¿Quieres conocer más cosas sobre esta isla y su más épico personaje?

Pues sigue leyendo.

Aunque también puedes escucharlo en mi sección de divulgación medioambiental “El vuelo de la alondra“, en el programa de RNE “El gallo que no cesa”.

Un golpe de timón

Primero te explico por qué este cambio tan radical de vida. Nada tiene que ver el terrible virus de la covid-19. Es un golpe más de timón en la vida, para romper con los espacios de confort y rejuvenecer espiritualmente. Me hace una ilusión tremenda.

A fin de cuentas, la vida es un viaje cultural en el que no paramos de aprender. Y cuantos más lugares y con más gente diferente la vivamos más intensa será esa experiencia vital. O al menos eso es lo que yo pienso.

La impresionante costa sarda.

La patria sarda

Cerdeña está situada en el centro del Mar Tirreno, como llaman los italianos a este sector del Mediterráneo. Se encuentra justo debajo de la isla francesa de Córcega, donde nació Napoleón. Y es la segunda isla más grande de todo el Mediterráneo después de Sicilia.

Sus naturales se denominan sardos. Sardo también se llama su lengua, nada que ver con el italiano. Está considerada la que menos ha evolucionado del latín, aunque usa también muchas palabras en castellano y catalán pues el territorio perteneció a las corona aragonesa y española durante 400 años.

Cerdeña es uno de los mejores lugares de Europa para ver aves, así que no es extraño que yo haya acabado aquí. Tiene además bosques magníficos, montañas de casi 2.000 metros de altura, más de 350 especies de plantas endémicas y unas playas de aguas cristalinas que atraen todos los años a millones de turistas.

Voy a vivir en Quartu Sant’Elena, muy cerquita de la capital, Cagliari. Es la ciudad perfecta para un pajarero como yo. Si Madrid tiene como parque natural más cercano los pinares de la Casa de Campo, aquí hay un lago inmenso y unas salinas donde todos los días puedes disfrutar del hermoso sonido marismeño de los flamencos. Es el Parque Natural de Molentargius.

 

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¿Ves esa nubecita bailando abajo, a la izquierda? Así me siento yo recién llegado a la isla de #Cerdeña, feliz por haber encontrado por fin una casa bonita donde voy a vivir los próximos 10 meses. Ha sido difícil y hasta duro, no lo niego. Pero siempre merece la pena. — La foto está tomada en el Parque Nacional de #Molentargius después de que pasara una gigantesca tormenta huracanada. Tras la lluvia llegó la calma. — Ese paisaje maravilloso es el que tengo ahora a 10 minutos andando desde casa ¿Ves como mereció la pena? — Flamencos por miles, martinetes, garcillas cangrejeras, halcones y hasta un simpático martín pescador fueron los primeros vecinos en saludarme nada más llegar. — Lo confieso hermanos: soy un afortunado disfrutón

Una publicación compartida de César-Javier Palacios (@cesarjpalacios) el 13 Sep, 2020 a las 7:32 PDT

Miles de flamencos viven durante todo el año en medio de la populosa capital de Cerdeña. Son tan queridos que la población local los denomina la “genti arrubia”, algo así como el pueblo rojo.

Eleonora de Arborea, uno de los últimos jueces sardos, además del más poderoso y significativo de todos ellos.

Primera reina ecologista

Aquí en Cerdeña, la heroína sarda más famosa es Eleonora de Arborea (1340-1404), una mujer extraordinaria que tiene mucho que ver con las aves. Podríamos decir que fue la primera reina ecologista de la historia. Y creo que de momento es la única.

Eleonora o Leonor fue la última regidora de la Cerdeña independiente durante la segunda mitad del siglo XIV. Oficialmente su cargo fue el de jueza, pero en realidad tuvo mando sobre prácticamente toda la isla.

Curiosamente, este famoso personaje sardo no nació en la isla italiana. Nació en Cataluña. Exactamente en Molins de Rei, muy cerca de Barcelona.

Su madre era catalana y su padre sardo. El caso es que desde muy niña vivió en Cerdeña, donde desarrolló unas increíbles dotes diplomáticas, pero al mismo tiempo una extraordinaria sensibilidad social y ambiental. Guerreó contra el rey de Aragón por la independencia sarda.

Pero mientras gobernó a golpe de espada, promulgó diversas ordenanzas de protección de las aves rapaces frente a las actividades dañinas de cetreros, traficantes y mercaderes. Hace 700 años. Eso es a lo que yo llamo ser una adelantada a su tiempo.

En honor a tan insigne pionera de la conservación de las aves, el naturalista Giuseppe Gené bautizó con su nombre a un pequeño halcón marino, esbelto, ágil y muy, muy viajero. Lo había descubierto para la ciencia en 1836, criando en colonias localizadas en uno de los soleados y rocosos islotes mediterráneos que un día Eleonora gobernó.

Un halcón otoñal

El halcón de Eleonora es el rey de los acantilados marinos, una rapaz increíble. No cría en primavera como la mayoría de las aves. Retrasa su reproducción al otoño. Así puede alimentar a sus pollos con las numerosas aves que caza en el aire mientras cruzan el mar durante sus largas migraciones hacia África.

Aprovecha como ninguna otra especie ese pequeño maná aéreo de pajaritos que todos los otoños aparecen por los cielos cansados y despistados.

Ahora en septiembre los pollos del halcón ya han nacido y tienen un apetito voraz. En octubre, bien criados, empezarán a realizar sus primeros vuelos.

Migraciones locas

Pero lo más increíble es dónde pasarán el invierno. No se pueden quedar en las islas del Mediterráneo o de Canarias, donde también crían, porque en invierno no hay pajaritos migratorios que echarse a las garras.

Pero en lugar de seguir el viaje de sus presas y quedarse por el centro de África, se cruzan todo el continente para irse de vacaciones nada menos que a Madagascar.

Emprenden una extraordinaria ruta a través del desierto del Sahara, las selvas ecuatoriales hasta llegar a Kenia, Mozambique y acabar finalmente en la gran isla malgache. Increíble ¿verdad?

La distancia total cubierta durante el vuelo por este pequeño halcón supera los 9.000 kilómetros para un solo trayecto de ida.

Eso sí que es una aventura y no la de volar con RyanAir en tiempos de coronavirus.

En este vídeo podéis ver a dos de estos hermosos halcones de Eleonora dándose un reconfortante baño en Baleares, un territorio muy semejante al de Cerdeña.

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