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¿Por qué hay un ambiente festivo en plena pandemia?

Cuando estamos viendo una película de terror agazapados en el sofá y percibimos que se acerca ‘el susto’, cerramos los ojos, es lo único que tenemos que hacer para no sentir miedo, podemos escuchar el estruendo o el grito desgarrador de la actriz, pero no nos estremecemos si no vemos lo que ocurre en la pantalla.

Fotografía EFE / SALAS

Fotografía EFE / SALAS

Este mecanismo es adaptativo, ya que el estímulo que nos asusta en el cine no es real, pero no mirar y no sentir miedo ante situaciones auténticas puede hacer que adoptemos decisiones muy arriesgadas para nuestra propia supervivencia, porque el peligro sigue ahí, delante de nosotros, no desaparece, a pesar de que apartemos la mirada.

Ignorancia, ceguera, desinformación y falta de conciencia global.

Los 4 jinetes del apocalipsis que se han adueñado del período del estado de alarma y del inicio de la desescalada tras el confinamiento.

La mejor defensa, no solo para afrontar una pandemia mundial sino para todo en la vida, sin duda, es la información. La única que nos puede mostrar qué alcance tiene lo que estamos viviendo, qué herramientas y estrategias debo adoptar para superarla, qué decisiones son las más acertadas.

Más de 25.000 muertos en nuestro país. Hemos atravesado una epidemia muy grave, con unas consecuencias devastadoras, entre aplausos, risas, música en los balcones, anécdotas bonitas, actos solidarios, juegos entre vecinos, con humor y memes en redes sociales. Proyectar todo el tiempo esa imagen no corresponde.

No lo desprecio, ni lo rechazo por supuesto, fue necesario, mejoró nuestra adaptación, ayudó a muchísimas personas que sufrían por estrés o soledad, pero esta actitud positiva, festiva, no nos puede arrastrar a una fantasía, debemos relativizar e incluso desdramatizar lo vivido pero no podemos frivolizar y perder el contacto con la realidad, sobre todo, porque esto nos pone en riesgo, que es lo que está ocurriendo ahora.

¿Cómo vamos a cumplir las nuevas normas? ¿Cómo vamos a respetar los horarios que corresponden? ¿Cómo cumplimos con las medidas de protección y prevención del contagio? 

Lo visto en medios de comunicación era parcial, con una tragedia blanqueada, como una película de terror sin sustos, ni malos, ni víctimas.

Nadie ha visto morgues, ni el sufrimiento de las familias de pacientes enfermos o de fallecidos, sin despedidas, ni funerales, nadie ha visto los hospitales, ni los casos de las personas que fueron despedidas de sus trabajos, o empresarios que tuvieron que cerrar sus negocios. No ha habido luto, ni banderas a media asta, ni crespones negros.

No se trata de dar un espectáculo televisivo, de morbo sin escrúpulos ni respeto, pero sí del derecho a la información completa, veraz, a la toma de conciencia, porque por desgracia, el ser humano no aprende por experiencia ajena, a pesar de internet, de redes sociales, de un mundo conectado.

No creemos en lo que no vemos.

Según los estudios, de hecho, el cerebro humano procesa de manera más rápida y eficaz los estímulos emocionales en situaciones de peligro. Nuestra atención, nuestro aprendizaje, nuestra memoria, todo se asienta en la carga emocional, y no la hemos tenido, porque solo hemos oído hablar de números, curvas y picos. Datos, lógica, gráficas, estudios, no vimos caras, dolor, tristeza, duelo, pérdida, pánico.

La desinformación y la controversia tienen consecuencias nefastas. No nos han dejado concienciarnos, no hemos visto el peligro, y ahora retratamos la irresponsabilidad, toca salir en banda, viajar a una segunda residencia, deportistas en grupo, no respetar los horarios, incluso botellones en la calle.

Son las consecuencias, ojo, esperables aunque no justificables. Tenemos el derecho a que nos protejan, pero, también la responsabilidad personal de contribuir a la solución, sin la inmunidad del rebaño. A pesar de todo tenemos un deber cívico que cumplir y anteponer un bien común frente a las actitudes egoístas.

 

Coronavirus: la teoría de las croquetas de jamón

No tengo ni idea de economía. Pero sí conozco el poder que tienen las emociones, los afectos y en definitiva el capital humano en el mundo empresarial. Por ello no me sorprende que el Premio Nobel de Economía, Finn Kydland, afirme que: «La clave para superar la crisis económica tras la pandemia del coronavirus será la de mantener intacto al personal de las empresas.»

En la imagen: Finn Kydland. Fotografía: Norodowy Bank Polski/Wikipedia Commons

En la imagen: Finn Kydland. Fotografía: Norodowy Bank Polski/Wikipedia Commons

No hay que reconstruir infraestructuras, ni rearmar la edificación de las ciudades, no hay ningún tsunami, todo está intacto, sigue ahí, «solo hay que preocuparse de tener los instrumentos financieros para que llegue la liquidez a todos».

«Cualquier empresa –desde un bar a una consultora de ingeniería– depende, sobre todo, de su capacidad de innovar y competir. Son cadenas que generan valor».

Y aquí llega ‘la teoría de las croquetas de jamón’:

Pensemos en un bar con tapas maravillosas. «¿Continuará ese bar teniendo las mejores croquetas de jamón cuando vuelva a abrirse?» Nos plantea Kydland, y, ¿por qué no las iba a seguir teniendo? (pensaríamos cualquiera de nosotros).

«Pues porque el dueño no ha podido pagar sueldos y despide al cocinero experto y a los camareros simpáticos y pierde a los proveedores… Y cuando, al fin, reabre también los clientes dejan de ir, porque ha perdido el valor que les daba.»

Kydland ha insistido en la importancia de retener el know how‘: el saber hacer.

Esa habilidad que ha adquirido a través de la experiencia un modelo empresarial concreto es inimitable, nadie puede copiar el mimo y los trucos propios de un cocinero para que una receta salga espectacular, o que el recepcionista de tu oficina conozca el nombre de todos tus clientes y ya sepa conectar con cada uno de ellos.

El capital humano es el valor agregado de tu proyecto y esto es lo último que dejar atrás. Retén el talento. El cliente elige tu empresa por el contenido, el producto, o el servicio de calidad, pero recuerda que el cliente se queda contigo por las emociones que le haces sentir.

Porque el trato es fácil, porque siempre sabes lo que necesita, porque tuviste ese detalle con él, porque recuerdas su nombre, porque le recibes con una sonrisa, porque se siente bien contigo de la forma que sea.

A Kydland le dieron el Premio Nobel por su teoría de la ‘consistencia temporal en economía’La enemiga de la prosperidad es la incertidumbre que genera la mala política.

«Los políticos no tienen que dar más miedo que el virus». Su recomendación es clara, debe hacerse política a largo plazo, tener un plan bien definido. La clave es ser económicamente predecibles.

¿Difícil? Veremos…

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*Fuente: Entrevista a Finn Kydland para La Vanguardia.

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Coronavirus: la nueva estrategia de comunicación política de Pedro Sánchez

Desde el principio de esta pandemia por Covid-19, Pedro Sánchez ya manifestaba alguna referencia a que esta situación se trataba de una guerra. En su última comparecencia en la tarde de ayer, directamente ya hablaba continuamente como el General que lidera un gran ejército y quiere motivar el ardor del guerrero para incentivar la lucha y el sacrificio de los combatientes.

No exagero, a continuación os dejo un vídeo con los cortes belicistas de su discurso (autor del vídeo: J.L Martín Ovejero):

No ha sido el único presidente que ha utilizado esta estrategia política. «Estamos en guerra». Seis veces durante su discurso (el 12 de marzo), Emmanuel Macron utilizó la misma expresión tratando de tomar un tono marcial.

¿Cuál es el objetivo de adoptar este tono bélico en sus discursos políticos?

Por un lado, alentar el trabajo de los sanitarios y profesiones relacionadas, personas anímicamente destruidas tras los esfuerzos poco recompensados y protegidos.

Además de asegurar el mantenimiento del confinamiento del resto de la población. Palabra que por cierto evitan utilizar a toda costa.

Por otro lado, para tratar de conseguir una unión nacional frente a solo un enemigo común, el virus.

El objetivo es que la gente deje atrás la crítica sobre la gestión de los políticos, las medidas tardías, contradictorias y la búsqueda de culpables. Es un magistral desvío de la atención hacia solo un foco.

Tal y como analiza también mi compañero José Luis Martín Ovejero en su blog de comunicación: «Es un clásico de la estrategia política, buscar un enemigo común fuera para desviar la atención de los problemas internos. En el momento actual, se trataría de que la ciudadanía mirase más al virus que al gobierno.»

En palabras del periodista Carlos Alsina: «Esto no es una guerra, es una pandemia, no tenemos ‘armas’ para combatir el virus porque no hay tratamiento que nos lo permita. La única guerra es la que libra el sistema inmunológico de cada uno. A una epidemia se sobrevive, no se la doblega.»

No habrá día de la victoria, ni desfiles por las avenidas. No es más que un mensaje anacrónico que distorsiona a lo que nos enfrentamos.

No queremos héroes en el frente, queremos que nuestros sanitarios estén protegidos.  No somos soldados, somos ciudadanos y no podemos ser gobernados como en tiempos de guerra, no tendría sentido.

Aquí os dejo dos artículos de opinión que hablan más extensamente de este recurso bélico de la comunicación que adoptan algunos de nuestros políticos:

No, no estamos en guerra. Estamos en una pandemia. Eso es más que suficiente. – Basta!

Es una epidemia, no una guerra. – Las Provincias.

Coronavirus: La ansiedad también nos protege

¿Suena chocante el titular verdad? Lo sé, pero es cierto. La ansiedad que sentimos durante estos días de estado de alarma y confinamiento también tiene una función fundamental en nuestra protección contra el Covid-19. Y me explico.

La ansiedad es un mecanismo de defensa

Básicamente se trata de un sistema de alerta que se ‘activa’ en situaciones amenazantes para nuestra salud física y/o mental. Por supuesto, es universal, todos la experimentamos independientemente del género, raza o cultura.

Esto es porque es un comportamiento totalmente adaptativo y ha sido muy importante para la supervivencia del ser humano.

Su función es la de movilizar y preparar al organismo para mejorar su rendimiento y su capacidad para anticipar respuestas. Nos mantiene alerta, dispuestos para intervenir ante amenazas o riesgos y así minimizar las consecuencias todo lo que se pueda.

Así, la ansiedad, nos impulsa a tomar las medidas convenientes (huir, atacar, neutralizar, afrontar, adaptarse, etc.), según el caso y la naturaleza del riesgo o del peligro.

Está ansiedad que sentimos durante la pandemia del coronavirus nos está ayudando

Nos ayuda a ser conscientes del peligro de la situación, a protegernos y a proteger a los demás. La ansiedad que sentimos es miedo, a contagiarnos, a caer enfermos, a transmitirlo, etc. Este miedo es lo que nos mueve a buscar elementos de seguridad.

Necesitamos de una seguridad psicológica constantemente para bloquear nuestras inseguridades y la consecuente incertidumbre.

¿Cómo lo hacemos durante el estado de alarma?

A través de elementos externos, nos hemos concienciado ya del uso de guantes y mascarillas, del aislamiento, de las rutinas de higiene, limpieza y desinfección que nos recomiendan los expertos, etc.

Si no sintiéramos esa ansiedad adaptativa, tendríamos una falta de prevención y, lo que se denomina en psicología, una falsa sensación de seguridad, de control. Dejaríamos de ‘prepararnos ante un posible peligro’ que nos acecha, como si éste no existiera. Nos acomodamos, nos descuidamos.

En el año 2007  la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la menor aparición en los medios, por aquel entonces, de la gripe aviar y la disminución de casos en algunos países habían creado una «falsa sensación de seguridad» que debe evitarse, porque «sigue habiendo peligro de pandemia». «La amenaza no se ha ido», publicaban.

Tened siempre en cuenta esta premisa, en vuestras salidas al supermercado, seguid yendo protegidos y conscientes. No bajemos la guardia aunque tengamos los elementos externos de seguridad y calma psicológica.

La ansiedad pues, como mecanismo adaptativo, es buena, funcional, normal y no representa ningún problema de salud, siempre que tenga un contexto objetivo.

La ansiedad o el miedo serán problemáticos cuando salgamos de ésta y haya gente que aún siga en ese estado sin una amenaza real, con temor a salir a la calle o a frecuentar lugares abarrotados de gente. Puede ocurrir, en ese caso acude siempre a un profesional para que te ayude a ‘desactivar’ esa ansiedad innecesaria.

(JORGE PARÍS)

La cerveza ‘Corona’ afectada por el Coronavirus: Las asociaciones mentales

La pandemia global que nos ha causado el virus del Covid19 tiene víctimas inesperadas en los mercados.

Por increíble que parezca, una de las cervezas más populares del mundo, marca ‘Corona’ (‘Coronita’ en España), no ha podido evitar la asociación colectiva entre el nombre de la marca y del virus.

El impacto es severo, el fabricante de la cerveza Corona, Constellation Brands Inc., se ha desplomado un 9% en los últimos días en la bolsa de Nueva York.

5W Public Relations, reveló que el 38% de los estadounidenses no compraría Corona “bajo ninguna circunstancia” por la epidemia. Otro 14% respondió que ahora les daría vergüenza pedir esa marca de cerveza en público.

Google Trends reportó que el 57% de las personas que buscaron información sobre un posible vínculo entre el coronavirus y la cerveza Corona usaron el término “virus de la cerveza”, mientras que el 43% restante utilizó “virus de la cerveza Corona”.

Entre otros de los hallazgos de la encuesta, el 4% de los consumidores habituales de Corona dijeron que dejarían de comprar el producto hasta que pase la epidemia y el 16% se mostró confundido sobre la relación entre el coronavirus y la cerveza de origen mexicano.

Fruto de la casualidad y de la mala suerte, el parecido fonético ha sido el causante: Corona beer suena como ‘coronavir’. La asociación mental ha sido inevitable.

Está asociación se produce con toda imagen de marca para, normalmente obtener beneficios, y se obtienen a partir de la expresión verbal y no verbal que ejerce la marca, sea implícita o planeada o, como en este ejemplo de la cerveza, casual.

Las asociaciones mentales de la marca se nutren con el uso de sus productos y se desarrollan a través de las percepciones racionales y emocionales asociadas, en este caso, nefastas…

Las malas jugadas de nuestro cerebro pueden llegar a estos términos, absurdos pero a la vez inconscientes e inevitables.