Archivo de diciembre, 2016

Ambición renovable en la India. Una grata sorpresa a final de año

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

El gobierno de la India ha ocupado numerosas portadas en la última semana con sus planes de obtener un 60% de su electricidad de fuentes renovables en diez años, superando sus compromisos en el Acuerdo de París. Para 2027 la India pretende tener 275GW de energías renovables que se suman a 72GW de hidroeléctrica.

Hasta hace poco en Europa se hablaba de la India como uno de los principales escollos en las negociaciones del clima. El gobierno americano y los negociadores europeos se quejaban amargamente de sus posiciones duras en la negociación, sobre todo respecto a su defensa de justicia climática,  y de la expansión en las últimas décadas de su potencia instalada en térmicas de carbón. Ahora parece más bien que son los más desarrollados los que no están avanzando al ritmo requerido.

Efectivamente, India había instalado muchas centrales de carbón últimos años. Greenpeace India calculaba en un reciente estudio que existían 65 GW en construcción y 178 Gw en diferentes estadios de aprobación y que se estaba creando una burbuja de las térmicas del carbón.

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2016: otra oportunidad perdida

Por Mariano Sidrach de Cardona – Catedrático de la Universidad de Málaga

2016

Se acaba el año 2016 y como es costumbre por estas fechas hacemos balance de lo que ha sido este periodo de tiempo.

En lo referente a la energía, 2016 ha dejado, a nivel internacional, algunas certezas y, también, algunas incertidumbres. Ha sido el año de la cumbre sobre el cambio climático de París, con esperanzadores resultados sobre los compromisos adquiridos en la necesaria reducción de emisiones para luchar contra el cambio climático. Podemos decir que, por primera vez, la comunidad internacional parece tomarse en serio la amenaza que supone el cambio climático y sus consecuencias para la vida del planeta.

Este año, las inversiones en energías renovables en el mundo han seguido a buen ritmo, si bien van a acabar siendo probablemente menores que en 2015, un año que fue realmente excepcional respecto a estas inversiones.

De acuerdo con Bloomberg New Energy Finance, “la reducción de costes en el mercado solar es una de las razones determinantes de esta trayectoria a la baja en inversión. Los paneles fotovoltaicos y la construcción de los proyectos se han abaratado en muchos países, y también ha habido un cambio desde los proyectos a pequeña escala (relativamente caros en términos de dólares por MW) hacia proyectos más grandes, que son más baratos en gasto de capital por MW”.

Todo parece indicar que los precios bajos de las energías renovables y la necesidad de reducir las emisiones van a seguir siendo los principales motores del cambio de modelo energético que se está produciendo a nivel mundial.

Para terminar con las buenas noticias, la Comisión Europea presentó el pasado 30 de noviembre el “paquete de energía limpia” para el periodo 2021-30 con la finalidad de que ”la Unión Europea vuelva a dirigir la transición de energía limpia a nivel internacional”. Este paquete será objeto de un amplio debate a nivel europeo cuyo periodo de tramitación se prevé que finalice en 2019. Si bien hay que lamentar que no se contemplen compromisos vinculantes de los estados miembros, lo que puede minimizar su alcance y comprometer seriamente los objetivos propuestos.

La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y su escepticismo sobre el cambio climático es sin duda la mayor incertidumbre que nos deja este año 2016.

En España

A nivel nacional, las cosas son bien diferentes. Seguimos anclados en una política energética más propia de otros tiempos y lo que es peor, no se vislumbra a nivel político una clara voluntad de cambio en las políticas energéticas que se llevan a cabo. Como si estas cosas no fueran con nosotros, seguimos sin modificar un ápice las directrices que marcan las grandes empresas energéticas, que lógicamente defienden sus intereses particulares y no los de los ciudadanos.

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El paquete de energía limpia y la mejora de regulación de autoconsumo

Por Concha Cánovas – Experta en Energías Renovables

Bandera con estrellas amarillas

La Comisión Europea ha presentado el pasado 30 de noviembre  el “paquete de energía limpia” o también llamado “ paquete de invierno” para el periodo 2021-30  con la finalidad de que ”la Unión Europea vuelva a dirigir la transición de energía limpia a nivel internacional”.

Con este propósito, la UE se compromete a reducir sus emisiones de CO2 en al menos un 40% para 2030 con respecto a las emisiones de 1990, mediante el establecimiento de objetivos, vinculantes a nivel europeo, de mejorar la eficiencia energética un mínimo del  30% y alcanzar una cuota del 27% de energías renovables con respecto al consumo final de energía. Con esta finalidad se prevé movilizar hasta 177.000 millones de euros de inversión publica y privada al año a partir del 2021, generar hasta el 1% del PIB en la próxima década y crear unos 900.000 puestos de trabajo.

La propuesta  comprende un prolijo paquete de medidas energéticas que abarcan desde la promoción de la eficiencia energética y las renovables – con especial incidencia en descarbonización de los sistemas de climatización-, hasta la revisión del diseño del mercado eléctrico y las normas de gobernanza. Este paquete será objeto de un amplio debate a nivel europeo cuyo periodo de tramitación se prevé que finalice en 2019.

No vamos a analizar desde este blog  el alcance de las medidas propuestas, si bien es de lamentar que no se contemplen compromisos vinculantes a nivel de los estados miembros para unos objetivos que, en conjunto,  son menos ambiciosos en renovables (menos de 3 puntos por encima de su tendencia) que en eficiencia energética.

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¿Y ahora qué? A propósito de la anulación de la ley murciana por el Constitucional

Por Emilio Ballester – Presidente de la Fundación Desarrollo Sostenible

autoconsumo

El tribunal Constitucional ha anulado la ley murciana que permitía el autoconsumo eléctrico sin impuesto al sol, sin que haya pasado ni un mes desde que el presidente de esta comunidad, Pedro Antonio Sánchez dijera a los cuatro vientos que “Murcia no pagará impuesto al sol”. Su partido y su gobierno, el de Mariano Rajoy, le han dejado con el culo al aire. Y aunque cabría preguntarse por las razones por las que un tribunal como el Constitucional, que normalmente tarda más de tres años en sentenciar asuntos como este y hasta seis en el caso de Marina de Cope, en esta ocasión no ha llegado ni a 12 meses el tiempo transcurrido desde que en enero pasado el gobierno de Madrid presentara el recurso contra la ley murciana.

Sin embargo lo más coherente sería preguntarse ¿Y ahora qué? Qué hacemos los murcianos que nos habíamos creído que Murcia no iba a pagar impuestos al sol. O tal vez la pregunta  más  acertada sería qué va a hacer el Gobierno Regional, que hace pocos días presentaba al sector y a los medios la orden que desarrollaba esta ley y que esta misma semana el Consejero Juan Hernández lo hacía en el colegio de ingenieros, reafirmando la voluntad del gobierno regional de apoyar la energía solar fotovoltaica y el autoconsumo dentro del objetivo tan ambicioso como ilusionante que el Presidente Pedro A. Sánchez había anunciado hace unos días de “multiplicar por diez la potencia instalada en renovables de la Comunidad de Murcia para lo que el autoconsumo a tope  seria clave

Está claro que, más allá de las cuestiones competenciales, a las que se alude ahora para justificarse, lo que hay en el trasfondo de esta kafkiana situación es un conflicto de intereses. De intereses económicos de las grandes compañías eléctricas a las que defiende el gobierno del PP de Rajoy, confundiendo sus intereses con los generales, con impuestos al sol  y trabas burocráticas para retrasar un cambio de modelo que ya se está imponiendo en el resto del mundo y que inexorablemente llegará  para bien de muchos y para mal de aquellas compañías eléctricas del oligopolio que  persistan en su posición dominante para seguir exprimiendo los bolsillos de los españoles. Por otra los intereses políticos- electorales del PP murciano que debe defender a toda costa a su clientela  política que invirtió en energía solar en los buenos tiempos,  acompañada  en ese viaje por miles de familias murcianas que con buena voluntad se endeudaron e invirtieron convencidos de la buena intención de los gobiernos. Parecía que el PP murciano había cambiado el eslogan de” Agua para Todos” por el “Sol para Todos”.

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Tú y tu factura energética

Por Sergio de Otto – Periodista especializado en energía

factura eléctrica

Este blog nació para sensibilizar a los lectores de este medio sobre todo lo relacionado con la energía partiendo de una premisa fundamental: esto, lo de la energía, no es el negocio de unos pocos sino un derecho, el nuestro, el de los ciudadanos. Desde aquí intentamos compartir con vosotros una visión de la energía que, como dice nuestro ideario, “en el fondo está más ligada a la ética que a la economía, al futuro que al presente, a la urgencia que a la complacencia”.

Detrás de estas palabras, de estas buenas intenciones, de nuestros posicionamientos, de los análisis geoestratégicos (que también los hay) o de la crítica a nuestra deficiente regulación existe una realidad palpable y medible: tu factura energética. Sí, hablo de tu factura energética y no solo de la del suministro eléctrico (“la de luz” para entendernos) que es la que nos preocupa casi exclusivamente a la mayor parte de la gente.

En tu presupuesto personal, familiar o en el de tu pyme existe una partida muy importante (más cuantiosa proporcionalmente cuanto menos sean tus recursos) para acceder a esa energía que en la Fundación Renovables defendemos como un derecho. Pagas por tener electricidad en tu casa o en tu negocio, pagas por llenar el depósito de carburante de tu coche y pagas por calentar tu casa y el agua caliente.

Reconocer como derecho el acceso a la energía no quiere decir que deberían regalárnosla, no, no eso, el debate es otro. Lo que debemos reclamar los ciudadanos es que la regulación del sector energético en su conjunto tenga entre sus objetivos (además del prioritario de la sostenibilidad medioambiental si nos creemos la obligación de luchar contra el cambio climático) beneficiar a los consumidores y no a la cuenta de resultados de las grandes corporaciones energéticas como ha sucedido hasta ahora.

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No caigamos en las trampas de Trump

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

donald trump

El acceso de Donald Trump a la Casa Blanca es como un tsunami: el terremoto ya se ha producido (su victoria electoral) pero la ola aún no ha llegado a tierra (su toma del poder). Pero ya se ve venir una ola que puede ser devastadora en muchos ámbitos, pues muchos de los temores que generó durante su campaña se están confirmando con las decisiones que él mismo va anunciando.

En lo que se refiere a la energía, que es de lo que trata este blog, la perspectiva no puede ser más preocupante. Los negacionistas del cambio climático van a ocupar los puestos de decisión relacionados con el cambio climático y la energía. Uno de los mayores enemigos de la Agencia de Medio Ambiente va a ser quien la dirija: Scott Pruytt, que con el apoyo financiero de las empresas de combustibles fósiles se ha dedicado a litigar contra el Plan de Energía Limpia de Obama, y no solo cuestiona la ciencia del clima, sino que amenaza con procesar a los que adviertan de sus peligros. Y en el colmo del surrealismo, la política exterior norteamericana va quedar en manos del presidente de la mayor petrolera privada del mundo, Exxon, que ha liderado y financiado el negacionismo climático aunque sabía por sus propios científicos que lo del cambio climático era terriblemente cierto.

Podemos especular con lo que todo eso puede significar, pero mejor nos haremos una idea si echamos la vista atrás. Porque ya vivimos una situación análoga cuando el presidente de EE.UU. (George W. Bush) era un amigo de las petroleras, su vicepresidente (Dick Cheney) había sido presidente de la petrolera Halliburton, y su equipo estaba lleno de “halcones” y hombres de negocios. ¿Y qué pasó? Pues entre otras cosas, que se dedicaron a invadir países (primero Afganistán, luego Irak…) con la excusa de la guerra contra el terrorismo y la búsqueda de unas inexistentes armas de destrucción masiva. Las consecuencias las conocemos todos y siguen hoy en día. Y todo por el petróleo, como se ha demostrado con posterioridad.

Por la misma razón, defender los intereses de las petroleras, Bush decidió cargarse el Protocolo de Kioto, el primer acuerdo mundial vinculante contra el cambio climático, que era muy modesto, pero tan inocuo no sería cuando Bush y sus amigos lo quisieron suprimir. EE.UU. no ratificó el tratado y quedó fuera, pero afortunadamente Kioto sobrevivió, aunque hizo falta un esfuerzo concertado sin precedentes del resto de los países del mundo para lograr su entrada en vigor.

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Populismo fiscal y energético

Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de la Fundación Renovables

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La elaboración de los Presupuestos para 2017 ha abierto de nuevo el debate sobre la posibilidad de modificar los impuestos especiales a tabaco, alcohol y combustibles para que aporten los recursos necesarios para cumplir con las exigencias de déficit presupuestario de la Comisión Europea.

La incorporación del aumento de gravamen fiscal sobre el tabaco y alcohol llevada a cabo perfectamente podría considerarse como un acto de populismo fiscal al intentar explicar que su puesta en marcha obedece a desincentivar su consumo por los efectos nocivos sobre la salud. Obviando que su aportación cubre en el mejor de los casos 350 millones de euros, un 5% de las necesidades presupuestarias fijadas en 7.500 millones de ajuste.

Hasta aquí ha llegado el intento de incorporar una política fiscal tendente no solo a recaudar sino a modificar prácticas de consumo no saludables, porque cuando se mencionó la posibilidad de incrementar los impuestos a la gasolina y al diésel volvieron a aparecer los miedos de siempre a que estas medidas generaran una reacción popular en contra. A pesar de que el uso de los combustibles está en el mismo nivel de riesgo para la salud que el tabaco y el alcohol, de hecho la Organización Mundial de la Salud considera que uno de cada 8 fallecimientos está motivado por la contaminación.

A las ventajas que la reducción de su consumo tiene por los efectos nocivos para la salud, por las emisiones que generan, tendríamos además que añadir que en España tenemos la menor presión fiscal sobre las gasolinas y el diésel de los países de nuestro entorno y que nuestra carestía de recursos energéticos ha deteriorado nuestra balanza comercial entre 25.000 y 50.000 millones de euros al año, en función del precio del petróleo (2,5/5% del PIB).

La adecuación de la fiscalidad sobre combustibles por las razones anteriormente expuestas está siendo uno de los grandes tabús de la economía española principalmente por dos razones: la primera como una clara expresión de populismo político frente al rechazo de subida de impuestos sin existencia de alternativas y la segunda, más inconfesable y determinante, por las presiones que el sector petrolero/gasista ha llevado a cabo para mantener sus ingresos y que no se reduzca el consumo, a pesar de la poca elasticidad demanda precio de los combustibles.

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¿Una España de futuro? Una Ley ambiciosa de Cambio Climático y Transición Energética

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

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Que el cambio climático es un reto que está transformando nuestras sociedades, economías y ecosistemas es algo evidente para el común de los mortales. Que está llamado a hacerlo mucho más es lo que nos dicen los científicos de todos los campos y lo que tiene asumido la ciudadanía en general, particularmente la española. Curiosamente, España es uno de los países con menos negacionistas del mundo: sólo un 2% de los españoles negaba la influencia humana en el calentamiento global en 2105, una de las menores tasas del mundo.

Pues bien, mientras la mayor parte de las economías de nuestro entorno se están dotando de herramientas para asumir el reto, de leyes y planes de acción sobre cambio climático y normativa sobre transición energética, que es probablemente el elemento central de la lucha contra el cambio climático, España se está quedando atrás.

En los últimos años ha experimentado un gran retroceso, tanto en realidades (nuestros gases de efecto invernadero aumentan y somos el país que más ha aumentado el uso de carbón, el combustible más contaminante, en 2015) como en planes de futuro.

Somos uno de los pocos países del entorno que no ha aprobado o empezado a discutir una ley de cambio climático que nos ayude a cumplir los objetivos de descarbonización que nos solicita la comunidad internacional y que nos ayude a poner a salvo nuestros sectores económicos, nuestros ecosistemas, nuestros cultivos ante la evidencia de temperaturas crecientes ya que somos uno de los países europeos en los que el cambio climático va a tener un impacto mayor.

No podemos aplazar más la tarea, porque además tener un plan ambicioso es vital para el desarrollo de una economía de futuro, una economía competitiva y un nuevo modelo productivo, que pueda hacerse un hueco por eficiencia, por innovación y que genere bienestar social.

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Transición energética: ¡que alguien pulse el interruptor!

Por Hugo Morán – Expidutado

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El día 3 de junio de 2008 se constituía en el Senado la Comisión Mixta no permanente para el Estudio del Cambio Climático. El consenso parlamentario permitió colocar en la agenda política del país un problema de orden global, frente al cual España no podía permanecer indiferente. Bien es cierto que la citada Comisión carecía de capacidad legislativa; era, como bien rezaba su título, una Comisión de Estudio cuyo alcance último no podía ir más allá del de acordar en su seno un conjunto de recomendaciones dirigidas a distintas instancias.

Aún en sus limitadas competencias, la misma se convirtió en un foro de alto nivel en el que comparecieron autoridades nacionales y mundiales, representantes de instituciones económicas y sociales de distinta índole, portavoces de ONGs, académicos e investigadores, en una abigarrada agenda que ocupó tres años de trabajos, a cuya finalización el Parlamento alumbró un documento con más de trescientas páginas en las que se condensaron análisis y diagnósticos, y que concluía con un conjunto de 100 recomendaciones para implementar una agenda de acción frente al cambio climático desde todos los frentes posibles. El documento de conclusiones hubo de pasar el filtro de la correspondiente votación parlamentaria, y salió adelante con la única abstención del Grupo Popular y el acuerdo del resto de formaciones.

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Por qué el futuro es solar (y por qué no es nuclear)

Por Marta Victoria – Observatorio Crítico de la Energía

Hasta hace unos años la electricidad de origen nuclear era más barata que aquella que se generaba utilizando paneles fotovoltaicos. Pese a ello, muchas voces argumentaban que debíamos dejar de utilizar la energía nuclear porque su bajo coste era engañoso. Lo que ocurría, y ocurre, es que en el precio de la electricidad nuclear no se incluyen muchos costes que son necesarios para su funcionamiento. Entre estos costes no contabilizados están el tratamiento de los residuos nucleares o el desmantelamiento de las centrales una vez acabe su vida útil. La empresa pública encargada de estas actividades, Enresa, ya ha avisado de que el dinero que las eléctricas han ido pagando para financiar su presupuesto no será suficiente a largo plazo, de manera que, si no se hace nada al respecto, los ciudadanos tendremos que costear la gestión de los residuos nucleares durante los miles de años que estos sean radiactivos. Además, el coste de la electricidad nuclear también es artificialmente bajo gracias al ahorro en la contratación de seguros por el hecho de que la legislación actual limita la indemnización que deberán pagar los dueños de estas centrales en caso de un accidente nuclear.

La realidad es que la reciente evolución de ambas tecnologías ha modificado radicalmente la primera frase de este artículo. Así, a día de hoy, ya es más barata la electricidad de origen fotovoltaico que la nuclear. Como ejemplo, podemos comparar los datos de Reino Unido. En 2013, el Gobierno británico se comprometió a pagar (y está por ver que sea suficiente) 10,9 céntimos de euro por cada kilovatio-hora que genere la central nuclear de Hinkley Point C, actualmente en construcción. Mientras, el mismo Gobierno retribuye con apenas 8 céntimos de euro por kilovatio-hora la electricidad producida mediante paneles fotovoltaicos instalados ese mismo año (la tarifa garantizada a las plantas fotovoltaicas que se instalan hoy es todavía menor).

gráfico nuclear y fotovoltaica

El principal motivo que ha originado este cambio de paradigma es la espectacular curva de aprendizaje de la energía fotovoltaica. Dicha curva describe la evolución del precio de una tecnología a medida que se fabrican más y más unidades y se aprende a hacerlo de manera más eficiente. Entre las razones que han abaratado el coste de la fotovoltaica está el traslado de su fabricación a países asiáticos, pero también hay motivos tecnológicos como el aumento del tamaño de las fábricas o el adelgazamiento de las obleas que se usan para fabricar las células solares. Sin embargo, si miramos ahora la curva de aprendizaje de la energía nuclear vemos que tiene una tendencia opuesta a la de la fotovoltaica: el precio de construir las centrales nucleares en Estados Unidos y Francia, no solo no ha disminuido a medida que ha crecido el número de centrales instaladas sino que ha aumentado. El encarecimiento de los sistemas de seguridad y los retrasos en la construcción son dos de los principales motivos del incremento del precio de construcción.

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