Populismo fiscal y energético

Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de la Fundación Renovables

gasolina

La elaboración de los Presupuestos para 2017 ha abierto de nuevo el debate sobre la posibilidad de modificar los impuestos especiales a tabaco, alcohol y combustibles para que aporten los recursos necesarios para cumplir con las exigencias de déficit presupuestario de la Comisión Europea.

La incorporación del aumento de gravamen fiscal sobre el tabaco y alcohol llevada a cabo perfectamente podría considerarse como un acto de populismo fiscal al intentar explicar que su puesta en marcha obedece a desincentivar su consumo por los efectos nocivos sobre la salud. Obviando que su aportación cubre en el mejor de los casos 350 millones de euros, un 5% de las necesidades presupuestarias fijadas en 7.500 millones de ajuste.

Hasta aquí ha llegado el intento de incorporar una política fiscal tendente no solo a recaudar sino a modificar prácticas de consumo no saludables, porque cuando se mencionó la posibilidad de incrementar los impuestos a la gasolina y al diésel volvieron a aparecer los miedos de siempre a que estas medidas generaran una reacción popular en contra. A pesar de que el uso de los combustibles está en el mismo nivel de riesgo para la salud que el tabaco y el alcohol, de hecho la Organización Mundial de la Salud considera que uno de cada 8 fallecimientos está motivado por la contaminación.

A las ventajas que la reducción de su consumo tiene por los efectos nocivos para la salud, por las emisiones que generan, tendríamos además que añadir que en España tenemos la menor presión fiscal sobre las gasolinas y el diésel de los países de nuestro entorno y que nuestra carestía de recursos energéticos ha deteriorado nuestra balanza comercial entre 25.000 y 50.000 millones de euros al año, en función del precio del petróleo (2,5/5% del PIB).

La adecuación de la fiscalidad sobre combustibles por las razones anteriormente expuestas está siendo uno de los grandes tabús de la economía española principalmente por dos razones: la primera como una clara expresión de populismo político frente al rechazo de subida de impuestos sin existencia de alternativas y la segunda, más inconfesable y determinante, por las presiones que el sector petrolero/gasista ha llevado a cabo para mantener sus ingresos y que no se reduzca el consumo, a pesar de la poca elasticidad demanda precio de los combustibles.

España por los compromisos adquiridos y por la necesidad de mantener un modelo económico no dependiente y sostenible necesita ir adaptando su modelo de cobertura de necesidades energéticas reduciendo la presencia de los combustibles fósiles y especialmente de los derivados del petróleo que suponen más del 50% de la energía primaria consumida en nuestro país.

La única posibilidad para alcanzar este cambio está en la puesta en marcha de una política fiscal activa que grave el uso de las prácticas no deseadas y que al mismo tiempo apoye la disponibilidad de alternativas más saludables que en igualdad de condiciones garantice la cobertura de las necesidades de forma sostenible y satisfactoria

Cuando se incrementan los precios de los combustibles por criterios exclusivamente recaudatorios y no por lo que sería deseable para modificar hábitos estamos dejando de utilizar la política fiscal como instrumento facilitador del cambio. Si la política fiscal destinara parte de lo recaudado para reforzar las alternativas y para que los consumidores pudieran cambiar, por ejemplo, su modo de transporte sin más costes y de forma más sostenible se perdería la hipotética presión popular que siempre se esgrime para no acometer las reformas fiscales necesarias.

A modo de ejemplo, la implantación de un modelo económico sostenible tiene como uno de sus pilares básicos la electrificación de la demanda de nuestras necesidades energéticas, tanto por eficiencia como por reducción de emisiones, si queremos alcanzar este objetivo lo que no podemos hacer es gravar el consumo de electricidad y no hacerlo con el consumo de combustibles. Obviamente produciendo esta energía eléctrica en base a fuentes de energía renovables.

De hecho la política en vigor va en sentido contrario, ya que estamos grabando la generación de electricidad con un impuesto medioambiental del 7%, independientemente de la fuente energética utilizada, o incluyendo en la factura eléctrica la totalidad del coste de cumplimiento de los objetivos en aportación de las energías renovables cuando la cobertura de la demanda de energía con electricidad es del 25%. Situación que ya denunció la Fundacion Renovables en el 2011 y que su distribución equitativa supondría reducir en casi 4000 millones de euros la tarifa eléctrica, incorporando dichas partidas en los precios de la gasolina, diésel o del gas como medida disuasoria del fomento de su consumo y por corresponsabilidad en el cumplimiento de los objetivos aceptados por España.

Los políticos en el fondo siguen pensando que los ciudadanos/consumidores tenemos una mentalidad infantil y que nos tienen que simplificar las explicaciones de sus actuaciones bajo criterios maniqueos y populistas para que lo podamos entender. Razón por la que no se adoptan decisiones y reformas necesarias como son una disponer de una política impositiva más agresiva en contra de los combustibles siempre y cuando esta vaya acompañada de medidas alternativas que no reduzcan la calidad de la cobertura de nuestras necesidades.

De hecho el mantenimiento del rumor sobre la aparición de nuevos impuestos medioambientales va a estar siempre en boca de todos, como una bala en la recamara por si las cuentas no acabaran de cuadrar, pero siempre bajo el criterio recaudatorio y no bajo el criterio de fomentar un cambio de modelo de cobertura de las necesidades energéticas.

Necesitamos políticos que tomen decisiones por que sean necesarias pensando en el presente y en el futuro y no porque estén basadas en el mantenimiento de niveles de popularidad, y que antepongan a sus intereses de imagen política y a los compromisos con el sector energético tradicional la responsabilidad como servidores públicos.

En esta línea por responsabilidad hacia el futuro es necesario que los precios de los derivados del petróleo sean suficientemente altos para desincentivar su consumo mediante el incremento de los gravámenes existentes, actuación que debe llevar implícita el destino de lo recaudado para el fomento de iniciativas con el fin de no alterar las condiciones de cobertura de nuestras necesidades de transporte.

1 comentario · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser Bastian.Sevilla

    EL CAMBIO CLIMÁTICO: Este pequeño planeta que todos habitamos es nuestra casa. Este planeta no es propiedad de la raza humana, es compartido con otras especies del reino animal, vegetal y mineral. Tampoco es propiedad de esta generación, nuestra generación tiene el planeta en usufructo, pues sus propietarios universales son las generaciones venideras. No podemos dejar un planeta hipotecado a las próximas generaciones. Las renovables son ya el presente:el motor eléctrico es una realidad (coches, motos…). Los biocombustibles son una realidad. Si tenemos las tecnologías, los combustibles, para vencer al cambio climático. Porque la humanidad se empeña en destruir la tierra con el cambio climático. Porque la humanidad se empeña en que mueran cada año millones de personas con enfermedades producidas por la contaminación de la atmósfera, de la tierra y del mar. Todo esta destrucción y muerte es por enriquecimiento de unos cuantos. Algunos niegan el cambio climático, la contaminación..después del llamamiento de la comunidad científica. no es posible negar la realidad. LAS ENERGÍAS RENOVABLES SON LAS MAS BARATAS

    Madrid tiene dos grandes fuentes de contaminación atmosférica:1ª.- EL TRAFICO. 2ª.- LAS CALEFACCIONES DEL SIGLO XIX (de carbón..). La soluciones que al problema de la contaminación atmosférica se esta dando en las ciudades europeas:1.-Las ciudades europeas están apostando por la energía fotovoltaica, para edificios autosuficientes energéticamente. Madrid, debería de fomentar las energías fotovoltaica para sustituir las viejas calderas de carbón, y de otras energías tradicionales. Es absurdo que todas las ciudades europeas estén fomentando esta energía y las grandes ciudades españolas están al margen de una energía barata y de la que es abundante en España. Ademas actualmente es la mas barata.2.-Dotarse de un transporte publico eficiente y suficiente, ademas de priorizar su utilización.3.- El coche eléctrico debe ser una apuesta máxima de Europa, ya que carecemos de otras energías de las que somos dependientes.4.-Las ciudades deben de restringir el trafico movido por energías tradicionales, ya que la contaminación ademas del cambio climático, provoca enfermedades bronco-pulmonares,muertes…

    15 diciembre 2016 | 18:01

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