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Compromiso y responsabilidad ante el nuevo reto energético

La celebración la semana pasada del II Congreso Nacional de Energías Renovables organizado por APPA puso de manifiesto el cambio de expectativas en el panorama energético en nuestro país.

Frente a la parálisis sufrida por el sector en los últimos años caracterizados por la improvisación e incertidumbre; el Congreso destacó por la ilusión y confianza del papel determinante que tiene que jugar este sector en el nuevo paradigma energético.

reto energético

 

Estamos ante un proceso clave, imparable e irreversible  de descarbonización de nuestra economía que en nuestro ordenamiento jurídico ya se ha iniciado con la aprobación del Real Decreto–ley 15/2018 de medidas urgentes para la transición energética y protección de los consumidores, como paso previo a la publicación en los próximos meses de la futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética y del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima  que vendrán a otorgar  la seguridad y planificación tan necesarias para un desarrollo armónico del sector.

En este mismo foro el Secretario de Estado de Energía, José Domínguez Abascal, anunciaba el objetivo de alcanzar unos 50.000MW de energías renovables al 2030, a razón de 5.000 MW/año, lo que permitiría duplicar nuestra penetración de renovables y pasar del actual 17,5% al 35%. Este ambicioso ritmo de desarrollo es  imprescindible si queremos abordar la reforma energética con la intensidad y alcance al que nos hemos comprometido.

Señalar que no hay precedentes en nuestro país en la implantación de un ritmo de potencia renovable como el anunciado, nuestro máximo histórico fue de 3.500MW en el año 2007; lo que da idea de la complejidad de los retos tanto estructurales como operativos a los que nos enfrentamos y que van más allá de  los espectaculares desarrollos que se han venido produciendo en los últimos años tanto en tecnología, como en almacenamiento o sistemas  comunicación.

Partiendo de la confianza de que dispondremos de los mimbres necesarios para que este desarrollo se realice de la manera más beneficiosa para nuestra economía, a modo de ejemplo señalar que se prevé dedicar el 25% del presupuesto de la UE al cambio climático, según anunció en el citado Congreso el comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete; debería ser motivo de reflexión las implicaciones que tendrá el cambio de cultura de este nuevo modelo energético y especialmente en lo que se refiere a acercar la generación al consumidor.

Si quería hacer un llamamiento al compromiso y responsabilidad para que todos los partícipes en el mercado contribuyan a que este cambio se realice de la manera más ordenada posible

Sin abordar el análisis en toda su extensión, si quería hacer un llamamiento al compromiso y responsabilidad para que todos los partícipes en el mercado contribuyan a que este cambio se realice de la manera más ordenada posible; debemos evitar efectos avalancha para los que el mercado no esté preparado, evitar que las prisas por ejecutar instalaciones o la falta de profesionales cualificados sea motivo de que las mismas no funcionen correctamente.

Tenemos que ser conscientes que los consumidores especialmente, no disponen de los conocimientos básicos para evaluar si su instalación de generación se ha diseñado y ejecutado correctamente y que una mala praxi  puede llevar al traste el despegue de esta tecnología en nuestro país. De ser así, podría suponer un cambio irreversible para el desarrollo de esta tecnología, como ya sucedió en los años 80 con la energía solar térmica, que consecuencia del encarecimiento de los combustibles fósiles por la crisis del petróleo sufrida en esa época, supuso una avalancha de solicitud de instalaciones para las que no estábamos preparados y tanto por la deficiencia de los equipos como por la falta de cualificación de los propios instaladores supuso un lastre para la penetración dicha tecnología en nuestro país que ha llegado hasta nuestros días.

Por Concha Cánovas – Experta en Energías Renovables

La innecesaria “interrumpibilidad” que nunca se aplica y encarece nuestra factura eléctrica

Por José María González Vélez – Presidente de Gesternova

recibo de la luz

En las cuentas del Sistema Eléctrico hay varios conceptos que el usuario, por lo general, ignora y que no dejan de sorprender, en algunos casos por su cuantía y en otros porque sigan vigentes cuando han perdido el sentido que en algún tiempo pudieron tener. En el primer grupo figuraría, por ejemplo, la operación del sistema y en el segundo —en el que quiero detenerme— una de las anomalías de este sistema como son los pagos por interrumpibilidad, que es lo que perciben ciertos grandes consumidores de electricidad por prestarse a ser privados del suministro en determinadas circunstancias, si así lo requiere el Operador del Sistema.

Según los datos provisionales de Red Eléctrica de España (REE), la demanda nacional en 2016 fue de 265.317.000 MWh, un 0,8% superior a la de 2015. Al coste de cada uno de esos MWh en el mercado diario tenemos que añadir otros conceptos como, por ejemplo, la operación del sistema por la que pagamos el pasado año 3,33 €/MWh, es decir 883,5 millones de euros (M€) en el año, o la citada “interrumpibilidad” que alcanzó los 517,4 M€.

Parémonos un momento a analizar este coste porque la cosa tiene miga. Según REE la potencia instalada en el sistema es de 105.308 MW. Cierto es que no toda está disponible siempre, pero cubre de sobra 1,5 veces el pico de demanda, sin contar la capacidad de las interconexiones.

El récord absoluto de potencia demandada, que incluye verano e invierno, se produjo el 17 de diciembre de 2007 y se elevó a 45.450 megavatios. La punta de demanda en 2016 ha sido de 40.489 MW, un 10,9% inferior al récord de 2007. Considerando la potencia disponible en no más de 70.000 MW, ¿tenemos de verdad que pagar por derecho del sistema a interrumpir hipotéticamente 517,4 M€? ¿Así se protege al pequeño consumidor o se protege a los grandes consumidores? Para este año 2017 están presupuestados otros 550 M€ por un servicio que seguro no se usará.

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Tú y tu factura energética

Por Sergio de Otto – Periodista especializado en energía

factura eléctrica

Este blog nació para sensibilizar a los lectores de este medio sobre todo lo relacionado con la energía partiendo de una premisa fundamental: esto, lo de la energía, no es el negocio de unos pocos sino un derecho, el nuestro, el de los ciudadanos. Desde aquí intentamos compartir con vosotros una visión de la energía que, como dice nuestro ideario, “en el fondo está más ligada a la ética que a la economía, al futuro que al presente, a la urgencia que a la complacencia”.

Detrás de estas palabras, de estas buenas intenciones, de nuestros posicionamientos, de los análisis geoestratégicos (que también los hay) o de la crítica a nuestra deficiente regulación existe una realidad palpable y medible: tu factura energética. Sí, hablo de tu factura energética y no solo de la del suministro eléctrico (“la de luz” para entendernos) que es la que nos preocupa casi exclusivamente a la mayor parte de la gente.

En tu presupuesto personal, familiar o en el de tu pyme existe una partida muy importante (más cuantiosa proporcionalmente cuanto menos sean tus recursos) para acceder a esa energía que en la Fundación Renovables defendemos como un derecho. Pagas por tener electricidad en tu casa o en tu negocio, pagas por llenar el depósito de carburante de tu coche y pagas por calentar tu casa y el agua caliente.

Reconocer como derecho el acceso a la energía no quiere decir que deberían regalárnosla, no, no eso, el debate es otro. Lo que debemos reclamar los ciudadanos es que la regulación del sector energético en su conjunto tenga entre sus objetivos (además del prioritario de la sostenibilidad medioambiental si nos creemos la obligación de luchar contra el cambio climático) beneficiar a los consumidores y no a la cuenta de resultados de las grandes corporaciones energéticas como ha sucedido hasta ahora.

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El suicidio del sector eléctrico

Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de la Fundación Renovables

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Del análisis de la realidad energética de los últimos años, definida por el incremento de los precios finalistas de la energía y por la existencia de un compromiso cada vez más fuerte con el medio ambiente y con la sostenibilidad, y de su proyección futura, se puede concluir la necesidad de un cambio profundo en nuestro modelo energético. Ahora bien, el cambio de modelo de suministro no se producirá como consecuencia del liderazgo empresarial del sector eléctrico actual sino más bien por la voluntad social de romper un modelo de suministro que no responde a las necesidades ni a las expectativas depositadas en él.

Las razones que avalan esta premisa hay que buscarlas en una doble dirección: la incapacidad manifiesta y voluntaria de las empresas del sector y la disponibilidad de herramientas para que el consumidor se convierta en un elemento activo y no pasivo.

En todos los preámbulos de la legislación vigente y en la mayoría de informes y artículos que podemos leer, se parte de la base de que el sistema actual ha evolucionado hacia un modelo de mercado liberalizado, calificativo que nos incita a pensar que ya es suficiente para certificar su adecuado funcionamiento.

La realidad no puede ser más contradictoria porque si el modelo es de mercado y liberalizado ¿cómo se explica que cuando la demanda de electricidad baja y la oferta se incrementa el precio suba?

La principal razón de este sinsentido es que ha primado más, dentro de la estructura accionarial y ejecutiva del sector eléctrico, el mantenimiento de la rentabilidad del capital que la prestación de un servicio público.

La exigencia de tasas de rentabilidad sobre el capital invertido de más de 2 dígitos (entre el 12 y el 15%) en todos los proyectos que los fondos de inversión, especialmente activos en la caza de oportunidades en la actualidad, y que también exigen los accionistas a las nuevas iniciativas, lleva implícito que los costes de la electricidad seguirán subiendo. Por supuesto, para mantener el estatus cuentan con la necesaria aquiescencia y colaboración de los poderes públicos, más interesados en satisfacer la voluntad económica y empresarial que las necesidades de quien los eligió para ejercer sus funciones.

El sector eléctrico actual ha tenido y tiene la capacidad para liderar un cambio en el modelo energético actual pero su cada vez más deteriorada reputación y su necesidad de mantener una estructura operativa no sostenible hace que la sociedad los vea más como los agentes causantes del encarecimiento de la energía que como los agentes sobre los que se debe construir el futuro.

Si por otro lado analizamos los avances tanto en las tecnologías de información y comunicación como en las tecnologías comercialmente disponibles para generar energía eléctrica y cubrir nuestras necesidades con eficiencia, podemos observar que ya es posible hacerlo no solo con la mitad de energía, sino que ésta, además, puede ser producida, en un alto porcentaje, con fuentes de energía renovables y desde los lugares de consumo.

Esta situación, obviamente, pone en riesgo el modelo actual centralizado y de oferta porque supondría continuar con la reducción de la actividad de muchas de las centrales que hasta ahora funcionan para cubrir nuestras necesidades, causa original de que el sistema empresarial actual intente retrasar la aparición de nuevas formas de abastecimiento de energía más baratas y más respetuosas con el medio ambiente como son las energías renovables, o incluso descalifique iniciativas como las anunciadas por algunos ayuntamientos que pretenden asumir la cobertura de suministros que actualmente el sistema realiza satisfactoriamente.

El modelo energético del futuro va a seguir necesitando empresas que se encarguen de la gestión de los excedentes y del suministro de la energía no cubierta por los sistemas de generación del consumidor, pero su configuración deberá estar más cercana a la prestación de servicios finalistas que a la oferta actual de venta de energía exclusivamente.

La sociedad tiene la palabra para exigir y adoptar nuevos modelos de cobertura de sus necesidades energéticas partiendo tanto de una realidad tecnológica y económica ya disponible, como de la aparición de nuevas empresas que están cubriendo las oportunidades que el sistema tradicional no está asumiendo en la oferta de energía y en la prestación de servicios. Hay que hacer una especial mención a los primeros pasos que la economía colaborativa está dando también en materia energética y que permitirá que las relaciones de intercambio entre consumidores sean una realidad en el futuro cercano.

Las empresas del sector eléctrico deben adaptar su modelo de negocio, asumiendo la pérdida del poder hegemónico que ahora tienen con el control de toda la oferta de  energía que demandamos como consumidores.

Retrasar la llegada del nuevo modelo por parte del sector tradicional supone mantener la rentabilidad a corto plazo, pero también supone quemar la credibilidad necesaria para asumir los retos del futuro.

Es cuestión de elegir y me temo que la mayoría ya han apostado por el corto plazo o lo que es lo mismo por el suicidio.

 

 

¿Te imaginas un país sin trabas al autoconsumo?

Joan Herrera – Exdiputadojoanherreramini

Te imaginas que un buen día decides bajar el precio de tu factura de la luz o poner unas placas fotovoltaicas en tu casa y todo son facilidades. Te imaginas que a unas paradas de metro o de bus hay una oficina donde te atienden y te explican cómo hacerlo. Es mucho imaginar, pero en esas oficinas podrías llegar y explicar cuál es tu problema y qué quieres; que si en la escalera tenéis malos aislantes y demasiada humedad; que si disponéis de una cubierta inmensa y espacio para poner places solares y así autoabasteceros e incluso sacar algún dinero…

Niña mirando bombilla

En esa oficina participarían empresas del sector que se pondrían de acuerdo para hacerte una propuesta. Es más, colaborarían entre ellas, algo frecuente en muchos países, y te dirían cómo invertir, con qué ritmo y el tiempo necesario para que tu casa, tu edificio o tu empresa tenga un balance energético neto, o dicho de forma más común, produzca tanta energía como la que gasta. Te imaginas que además la propuesta de rehabilitación hiciese que tu casa o tu centro de trabajo no solo fuesen más eficientes sino más habitables, con más confort, más luz, más accesible, con más espacios abiertos y mejores espacios propios y comunes.

Puestos a imaginar, imagínate que antes de salir de las oficinas te preguntasen cómo quieres financiar la inversión y te diesen un par de opciones. La primera con una inversión directa, y que la segunda opción fuese hacer la rehabilitación energética financiándola con los ahorros que conseguirías. Es decir, que si consigues ahorrar en la factura de la luz y del gas, esos mismos ahorros fuesen los que pagasen la rehabilitación. Los primeros años no pagarías más por el recibo de la luz o del gas, pero una vez amortizada la inversión, tu factura energética se reduciría de forma extraordinaria.

Si eso fuese posible, puedes imaginar que se crearían multitud de puestos de trabajo. Y que las empresas que colaborasen conseguirían no solo la eficiencia sino un sector industrial potente, intensivo en mano de obra, con mucha gente trabajando e innovando en la utilización de algo que es habitual en nuestro país: el viento y el sol. El ahorro, tu ahorro, serviría para generar puestos de trabajo y también para bajar tus facturas, pudiendo destinar ese dinero a otras cosas.

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