No caigamos en las trampas de Trump

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

donald trump

El acceso de Donald Trump a la Casa Blanca es como un tsunami: el terremoto ya se ha producido (su victoria electoral) pero la ola aún no ha llegado a tierra (su toma del poder). Pero ya se ve venir una ola que puede ser devastadora en muchos ámbitos, pues muchos de los temores que generó durante su campaña se están confirmando con las decisiones que él mismo va anunciando.

En lo que se refiere a la energía, que es de lo que trata este blog, la perspectiva no puede ser más preocupante. Los negacionistas del cambio climático van a ocupar los puestos de decisión relacionados con el cambio climático y la energía. Uno de los mayores enemigos de la Agencia de Medio Ambiente va a ser quien la dirija: Scott Pruytt, que con el apoyo financiero de las empresas de combustibles fósiles se ha dedicado a litigar contra el Plan de Energía Limpia de Obama, y no solo cuestiona la ciencia del clima, sino que amenaza con procesar a los que adviertan de sus peligros. Y en el colmo del surrealismo, la política exterior norteamericana va quedar en manos del presidente de la mayor petrolera privada del mundo, Exxon, que ha liderado y financiado el negacionismo climático aunque sabía por sus propios científicos que lo del cambio climático era terriblemente cierto.

Podemos especular con lo que todo eso puede significar, pero mejor nos haremos una idea si echamos la vista atrás. Porque ya vivimos una situación análoga cuando el presidente de EE.UU. (George W. Bush) era un amigo de las petroleras, su vicepresidente (Dick Cheney) había sido presidente de la petrolera Halliburton, y su equipo estaba lleno de “halcones” y hombres de negocios. ¿Y qué pasó? Pues entre otras cosas, que se dedicaron a invadir países (primero Afganistán, luego Irak…) con la excusa de la guerra contra el terrorismo y la búsqueda de unas inexistentes armas de destrucción masiva. Las consecuencias las conocemos todos y siguen hoy en día. Y todo por el petróleo, como se ha demostrado con posterioridad.

Por la misma razón, defender los intereses de las petroleras, Bush decidió cargarse el Protocolo de Kioto, el primer acuerdo mundial vinculante contra el cambio climático, que era muy modesto, pero tan inocuo no sería cuando Bush y sus amigos lo quisieron suprimir. EE.UU. no ratificó el tratado y quedó fuera, pero afortunadamente Kioto sobrevivió, aunque hizo falta un esfuerzo concertado sin precedentes del resto de los países del mundo para lograr su entrada en vigor.

Ahora tenemos en vigor el Acuerdo de París contra el cambio climático, de más alcance y ambición que Kioto y con compromisos que incluyen a todos los países. Y como su predecesor Bush, dice Trump que también se lo quiere cargar. Así que como entonces, el resto del mundo tendrá que unir sus fuerzas para evitarlo.

Pero el peligro energético de Trump es múltiple: quiere “acabar con la guerra contra el carbón”, quitar todos los frenos legales y políticos a la exploración y extracción de petróleo y de gas de fracking y dar vía libre a los oleoductos y gasoductos que hagan falta, sin importar que haya que atravesar territorios de soberanía indígena, espacios protegidos, o volver a intentar la locura de ir a por el petróleo del Ártico, aprovechando su amistad con Putin.

Y a alguien así las energías renovables no le hacen gracia, claro. Todo lo avanzado con Obama en renovables corre el riesgo de perderse. Es cierto que ahora es más difícil desmantelar las renovables, porque ya son una realidad tecnológicamente consolidada y porque son la inversión energética que produce una energía de menor coste, con lo que cualquier hombre de negocios como Trump lo lógico es que tratase de que su país las aproveche al máximo. Pero esa es otra de las trampas de Trump: su gobierno no es el de “emprendedores” hombres de negocios, es el de las grandes corporaciones energéticas, que ven sus intereses en peligro si continúa el avance de las renovables.

También en España tenemos experiencias que nos pueden dar una idea del riesgo. Hace diez años vivíamos una época de florecimiento de las renovables, con más de cien mil empleos, y un liderazgo internacional envidiable para nuestro país. Creíamos que esa revolución energética incipiente era imparable. Pero las eléctricas reaccionaron y primero lograron que el gobierno socialista empezase a dar marcha atrás, y luego, una vez accedió al poder Rajoy, el gobierno amigo de las eléctricas y enemigo de las renovables desmanteló todo el sistema de apoyo, impuso una moratoria, reformó todo el sistema eléctrico, creó el impuesto al sol y acabó con el liderazgo internacional de España en renovables. Decenas de miles de personas perdieron su empleo en el sector renovable y las eléctricas se salieron con la suya, haciendo valer la eficacia de las puertas giratorias.

Así que Trump, si se lo propone, puede sacar a Estados Unidos de la carrera renovable. Seguramente el principal perjudicado será su propio país, y China, India, etc, seguirán adelante. Habrá que ver qué hacemos en Europa.

Pero por mucho que se empeñen Trump y sus amigos de la energía sucia, la realidad del cambio climático no va a desaparecer, con lo que ignorarlo (o alimentarlo, que es lo que querrán hacer) va a ser cada vez más difícil, si no imposible. Y lo mismo con las renovables, no caigamos en la trampa de creer que son algo pasajero, pues la realidad es tozuda: entre 2008 y 2015, el coste medio de la energía eólica terrestre bajó un 35% y el de la solar fotovoltaica casi un 80%, según datos de la Agencia Internacional de la Energía. El coste de la fotovoltaica es ya más bajo aún que el de la eólica, y ambas son más baratas que el carbón o el gas, como ya señalamos en este blog.
Y frente al poder de las corporaciones que Trump representa, el mejor antídoto es la acción ciudadana, la búsqueda del bien común, la economía colaborativa que también tiene todo un mundo por delante en la energía, y sobre la que tendremos que hablar, y hacer, mucho más.

2 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Dice ser otro medio menos al que leer

    Cuidado por que estás dando a conocer a los demás quien te financia, posiblemente sea la fundación de soros, rockefeller o alguna fundación corrupta de derechas.

    Y ahora se está demostrando que antes de trump las elecciones también fueron amañadas y ahora es cuando has quedado como un completo tonto en todo Internet.

    Enhorabuena José Luis García por tu Coeficiente Intelectual.

    17 diciembre 2016 | 01:28

  2. Dice ser Ignotis parentibus

    Quien es Trump? un jugador fullero? no me suena.

    17 diciembre 2016 | 13:27

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