Viaje a la guerra Viaje a la guerra

Hernán Zin está de viaje por los lugares más violentos del siglo XXI.El horror de la guerra a través del testimonio de sus víctimas.

Entradas etiquetadas como ‘funeral sida’

África es música

África es música. Los morteros de madera con que las mujeres muelen el grano marcan el latido del corazón de este continente. Y sobre esta cadencia hipnótica las voces dibujan melodías en los lugares más insospechados: la parada de un autobús, un camino perdido en la selva, la concurrida entrada a un barrio de chabolas. Toda ocasión parece ser propicia para manifestarse a través del ritmo y la armonía. Desde la alegría hasta el dolor se expresan aquí, como en ningún otro lugar del mundo, a través del lenguaje universal de la palabra cantada.

Esto es lo que pienso mientras el coche de la funeraria se detiene frente a la casa en que vivía Grace Madithopi Letsoalo y escucho de fondo a sus familiares, amigos y compañeros de iglesia que entonan una canción de gospel bella y desgarradora. A los 27 años de edad, Grace murió a causa de una repentina neumonía. Por supuesto, en los papeles, porque en realidad, como todo el mundo comenta y nadie afirma abiertamente, lo que la mató fue el sida. Y aunque esta enfermedad lleva años terminando con la existencia de los vecinos de este barrio de Soweto, los prejuicios y el miedo a la mirada ajena hacen que no se diga lo que todos saben.

Me dejo llevar por la música y llego hasta el patio de la vivienda, donde sobre el suelo de tierra han colado sillas de plástico y una tienda. Una voz honda, grave, lidera ahora los cánticos, a los que el coro y todos los presentes responden con un sentido “aleluya”.

Me ubico entre la gente, acompañado por Jerry. Observo el folio verde que me han entregado en la entrada con la foto y una sucinta biografía de Grace. “Segunda hija de los señores Letsoalo, empezó la escuela en el Moriting Primary School y la terminó en el Seana Marena High School. Más adelante obtuvo un diploma en catering. Alcanzó al muerte cuando trabajaba en el Centro de Atención Ratatong después de una breve enfermedad. Fue sobrevivida por sus padres, su hija y sus hermanos”, se lee en el obituario.

Otra vida truncada a causa del sida. Ilusiones, sueños, afectos, esfuerzos que han llegado abruptamente a su fin. Ya van más de 30 millones de muertos en África. Treinta millones de nombres, de rostros, de anhelos y deseos, que se han desvanecido como consecuencia del VIH. Esta maldita enfermedad cuya expansión poco preocupa al mundo, y que ha hecho descender la expectativa de vida en el continente a los 39 años.

El momento más emotivo de la ceremonia es cuando familiares y amigos recuerdan a Grace. “Cuán humilde y buena persona era, eso es lo que tenemos que recordar de ella”, afirma un joven de abrigo marrón.

Según Pía Díaz, corresponsal del periódico El País en Sudáfrica, que de forma tan generosa me ayudó a organizar el viaje, “el funeral es sumamente importante para los africanos, ya que es el momento en que el muerto se encuentra con sus antepasados y les habla acerca de los parientes que siguen con vida. Es el instante en el que puede interceder por ellos antes los ancestros”.

Jerry me señala a uno de los niños. “Es el hermano menor de Grace”, susurra. El rostro de desolación del pequeño lo dice todo, y me ayuda a comprender la dimensión humana de esta epidemia que por tantas razones – o sinrazones – se ha cebado con África.

Después se leen los mensajes escritos en las coronas de flores. El coro vuelve a entonar su elegía. Nadie canta como lo hacen los africanos, con esas voces profundas, sentidas, con esas melodías que se suceden y se enlazan y superponen de forma tan extraordinaria. África es música. Y mientras nos dirigimos hacia el cementerio de Avalon, donde será enterrada Grace, reverberan en mi interior los ecos del coro.